Crculo de Periodistas de Bogot
El planeta, el infinito

26 marzo 2020 –

Por: Arturo Guerrero, Socio CPB  – El Colombiano.

Por primera vez los terrícolas son conscientes de que habitan el mismo planeta. Por primera vez experimentan el concepto de infinito.

Encerrados por fuerza en sus casas, hombres y mujeres de todas las naciones tiemblan ante el mismo miedo, compran comida con avaricia, se lavan frenéticamente las manos con idénticos jabones, se asoman a la ventana y espían las calles vacías.

Las ciudades asustan sin personas, pero cada persona sabe que en la habitación de al lado subsisten personas iguales a todas las personas. Eso en Asia, Europa, América, Oceanía y África, de la cual nada se informa y a donde el virus comienza a llegar sin aspaviento.

La hermandad de la incertidumbre iguala a blancos, negros, amarillos, cobrizos. Nunca el globo había adquirido una homogeneidad tan repentina. Un sueco cocina solitario un almuerzo telegráfico, pensando en el almuerzo raquítico de mañana. Un chileno lo comprende y descifra el pasmo de estómago con que ambos amanecen.

Una causa compartida encierra a siete mil millones de amenazados. Todos entienden que no hay lugar de escape porque todos los lugares son la misma Tierra infestada. Por fin la aldea planetaria deja de ser una exageración o un oxímoron demagógico. Este planeta solar es una sola sombra azul.

¿Cuánto durará este novísimo lazo astral? Ni el enloquecido presidente del mundo, ni el blanquísimo Papa, ni los premios Nobel más agudos, nadie, nadie contesta esta pregunta. La ciencia balbucea, Nostradamus enceguece, las religiones naufragan, los adivinos callan.

La vigencia del virus y de sus consecuencias es infinita. Se va expandiendo como el ruido de las gotas que una más otra engruesan un aguacero amazónico. Gotas que golpean sobre un techo de zinc y aturden. La gente se resguarda en sus viviendas, sienten afuera la pandemia y por ninguna parte halla la contabilidad de cuántos días, meses, años tendrá que pernoctar de noche y de día.

He aquí el infinito. Se dice que algún día se acabará la peste, pero no cuál será ese día. Es imposible hacer planes, ni de vida ni de muerte. Los ahorros, la edad de los hijos, la paciencia, el aguante del cerebro, el amor de la pareja, asuntos que antes se dejaban calcular, hoy son inconmensurables.

Flotamos a bordo de un compartido organismo esférico y se nos borró el límite del tiempo .

Vacuna contra el temor

26 marzo 2020 –

Por: Gonzalo Silva, Socio CPB – El Espectador.

La actual crisis que enfrenta la industria turística mundial, como consecuencia de la agresiva expansión del COVID-19, supera en sus efectos demoledores a la registrada en 2001, cuando en ese fatídico 11 de septiembre cuatro atentados terroristas volaron el complejo de edificios del World Trade Center, en Nueva York, y al pánico y a la perplejidad que sumieron al mundo se les sumó una prolongada recesión.

En aquel entonces, el mercado bursátil se fue a la baja y el turismo se desplomó. La hotelería estadounidense, por ejemplo, duró tres años en reponerse. Fue una crisis regional que tuvo connotaciones globales, contrario a lo que sucede ahora, cuando el escenario es puntualmente global, pinta más oscuro y el temor y la incertidumbre son mayores. La difusión del coronavirus por todos los puntos cardinales del planeta obligó al encierro de los países y a ponerles tranca a sus fronteras. El desplazamiento de la gente se frenó y los destinos que ebullían al calor de millones de viajeros hoy se encuentran desolados.

Las consecuencias de la pandemia se reflejan en una paralización sustantiva de los viajes y, más grave aún, de los propios viajeros, con afectaciones económicas impredecibles para todos los actores del sector, entre aerolíneas, cruceros, hoteles, restaurantes, operadores turísticos y de entretenimiento, así como para sus respectivas cadenas de servicios.

La industria será severamente castigada y su caída, que hace 15 días se proyectaba en un 3%, según evaluaciones de la Organización Mundial del Turismo (OMT), puede elevarse varios puntos porcentuales más de prolongarse en el tiempo las restricciones a la movilidad, como lo prevén los gobiernos, ante la magnitud que alcanza el problema sanitario. Las pérdidas, que en un principio se estimaban en 40.000 millones de dólares, amenazan con excederse frente la extensión de la tragedia.

La parálisis de China, el epicentro del letal virus, representa el golpe más fuerte y sensible para el mercado de los viajes, por cuanto no solo es el principal país emisor de turistas en el mundo, sino un importante destino receptivo. En 2019, los chinos realizaron 150 millones de viajes al extranjero, alimentando las economías de muchos países, en los que dejaron divisas cercanas a 130.000 millones de dólares, conforme a las cifras reveladas por Financial Times.

La desaparición de sus turistas, sumada a la de los europeos, asiáticos y americanos, pone en estado de sequedad las finanzas en todos los niveles del sector y augura, desafortunadamente, una cascada de quiebras, que comenzará afectando a las empresas más débiles en la aviación, la hotelería y las agencias operadoras. Los cálculos iniciales advierten sobre la posibilidad de que no menos de 25 millones de empleos generados por la industria se pierdan en el mundo.

En consecuencia, enormes serán los retos que deberá enfrentar la industria turística a corto, mediano y largo plazo, luego de este viacrucis en el que paga la mayor cuota de sacrificio por ser la actividad económica con mayor impacto social basada en la interacción de las personas, a las que hoy, en contravía, se les ha impuesto un necesario, obligado y responsable aislamiento social, a través de medidas razonablemente extremas.

Una vez sorteada la crisis, cuando se aplane la curva epidémica o de contagio, el turismo requerirá la mayor atención de los gobiernos para estimular su rápida recuperación, porque a partir de esta coyuntura atípico será el escenario que habrá de abrírsele en el corto y mediano tiempo. La incertidumbre, la ansiedad, la austeridad y la desconfianza primarán entre los viajeros, que tomarán largo tiempo en recuperarse de lo sucedido y, por las características asintomáticas de una enfermedad que aún carece de vacuna, se resistirán a visitar aquellos lugares que han padecido el drama con todo rigor.

El turismo es la industria que más impulsa la economía mundial desde la década de los años 50, pero en muchos países, como en Italia o España, su volumen de negocios podría retroceder por lo menos medio siglo. Es decir, sus ingresos regresarían a los de aquellos años en los que la Guerra Fría y los aviones —como medio de transporte de lujo— hacían de los viajes una alternativa exclusiva solo para los más audaces y adinerados.

De modo pues que, así como los científicos tienen la misión de descubrir el antídoto contra el coronavirus, las autoridades oficiales, los gremios y los expertos en marketing y publicidad de la industria turística deberán trabajar, desde ya, para encontrar la respectiva vacuna contra la epidemia del temor y la desconfianza que ya reina entre los viajeros.

Posdata. También lo pronosticó Bill Gates, en 2005, a raíz del mortal brote del ébola: “La falta de preparación (del sistema general de salud en el mundo) podría hacer que la próxima epidemia sea más devastadora que el ébola… Podemos no tener la misma suerte, porque podría ser un virus en el que los transmisores… puedan viajar en avión… (y) se difundan por todo el mundo muy rápidamente”.

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LA OTRA CARA

26 marzo 2020 –

Por: Juan Álvaro Castellanos, Socio CPB – El Nuevo Siglo.

Ahora que la Comisión de Regulación de Energía y Gas –CREG- está en  el foco de la candela investigativa, alrededor de su responsabilidad en la emergencia eléctrica, se ve de cuerpo entero, los orígenes en los elevados costos de la estructura del Estado.

Agencias estatales, comisiones reguladoras en servicios públicos, y algunos fondos oficiales, suman no menos de medio centenar de organismos tejidos en el Gobierno central. Están detrás de ministerios, con autonomía para hacer y deshacer, con el supuesto rótulo de ser servidores para enlazar protección a la ciudadanía con programas de Gobierno.

Se han convertido en platos servidos con lujo de detalles para la corrupción que, siempre se sienta a manteles, si el menú tiene cifras exquisitas.                                                                                                                                                                                                                      La CREG saltó a la palestra, no por llamados del Gobierno a la ciudadanía para ahorrar energía, sino para que explique el rumbo de 18 billones de pesos, cobrados durante la última década en  facturas a todos los usuarios como -cargo por confiabilidad- para garantizar suministro eléctrico sin racionamiento.

En palabras concretas, se trató de un pago adicional cobrado a la ciudadanía  para decir que no habría más  apagones. ¡Qué  cuentazo! bien disfrazado de eufemismo, propio de los términos del Derecho Público.

El cobro, le pasó por alto a la gente, como varios que son investigados sobre facturas de servicios públicos en todas las ciudades.  Asustan al consumidor fijando fechas de suspensión del servicio o cobros adicionales, si se paga tres o cuatro días después.

En la carpeta de investigaciones judiciales y del debate en el Congreso de la República, deben estar empresas de servicios domiciliarios y sus operadoras, en manos de compañías españolas y chilenas. Colombianas lo pueden hacer.

Lo mismo con agencias estatales, creadas por el Gobierno en 2011. Un listado oficial, obtenido por esta columna, cuenta 14 agencias, algunas con nombres ampulosos y funciones ignoradas.

Por ejemplo, no se sabe de la vida de la Agencia para la Cooperación Internacional de Colombia; tampoco de la Agencia de Acuicultura y Pesca, y  absolutamente nada, de una con nombre rebuscado: Agencia del Inspector General de Tributos. El país desconoce la existencia de la misma y  el señor del cargo mencionado.

Estas entidades manipulan a su antojo dineros públicos. Serían mejor unidades operativas  en cada ministerio, con resultados. La eficiencia no es  abundancia de instituciones.

Más que apretón económico hay gasto estatal a manos llenas. Si se eliminan algunos y se reducen otros organismos, habrá ahorro multibillonario.

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La década y los héroes diferentes

13 enero 2020 –

Por: Arturo Guerrero, El Colombiano.

El comienzo de la década ha sido de fuerza que explota. En el Medio Oriente los drones de Trump centellean y vuelven pedazos a los adustos jefes militares iraníes. El orbe suspira en vilo. En Colombia siguen desmelenadas las motos y las motosierras, la vieja manía de matar se incrementa y la gente siente que los tres años de paz con la guerrilla fueron una película de Hollywood.

Urbi et orbi, aquí y en todo el mundo el fuego siega vidas, y la sangre se impone como argumento para conseguir cualquier meta. El progreso se agacha de miedo ante la racha de muertes distribuidas en todas las latitudes y practicadas con frío por las causas más contradictorias.

Se mata por dios y por el diablo, por la libertad y el racismo, por la avaricia y la miseria. Las hemorragias de la historia universal de la infamia no enseñan nada. Perforar cabezas, reventar vísceras, hacer pedazos lo que era un ser con amores y utopías, son actos escrupulosamente planeados y cumplidos. Los fuertes son reyes del mundo.

Hay un proverbio chino desperdiciado: “fuerte no es aquel que ejercita su fuerza, fuerte es quien la controla”. Es una derivación de la filosofía oriental y un lema de las artes marciales. Le quita el aura heroica al comportamiento de los hombres de fusiles, drones fogosos, altos cilindrajes tronantes.

Todo deportista en alta forma experimenta la potencia de su fuerza contenida. Le basta su respiración diafragmática para comprender que sus músculos y huesos tienen la capacidad de ser formidables. Ha pasado cada día de su vida llenando de energía estas tremendas armas que ante todo sirven para el abrazo.

Las preserva, las reserva. Es rey del mundo porque alía sus fuerzas personales con el fluido magnético de la tierra, el viento, las aguas en movimiento. En vista de que conoce la ira y la ambición, se mantiene alerta para ejercer soberanía sobre estos impulsos salidos de madre.

Por eso los samuráis, los yoguis, los yudocas, son tempestades reguladas. Su dinamita se concentra en un punto al que raramente impactan. Obedecen a la construcción de su poderío, más que a su propagación insensata. Su orgullo es ante todo interno. Repliegan sobre su centro íntimo la conciencia de reyes del mundo.

La segunda década del XXI aguarda la proliferación de estos diamantes.

El veinte veinte

23 diciembre 2019.

Por: Arturo Guerrero, El Colombiano.

Los números también se llaman cifras, palabra venida del árabe. Para estos hijos del desierto, cuyas arenas nadie calcula, una cifra era una escritura secreta y oscura, un vacío. De ahí que la primera asignación de cifra fue para el cero. Detrás de cada número había una verdad abreviada e ininteligible.

Cuando la cifra pasó a las lenguas romances, se aplicó también al cero y más adelante a los demás guarismos. Por eso los números se convirtieron en compendio de enigmas y quebradero de cabeza para colegiales. No faltaron entonces quienes se dedicaron a descifrar los números, es decir, a sacarlos de la cripta de murciélagos donde atormentaban a la humanidad.

Se les conoció en las calles como numerólogos, muchos de los cuales fueron avivatos que descrestaban calentanos. En el siglo sexto antes de nuestra era fulguró Pitágoras, filósofo griego, matemático, geómetra y astrónomo. Se abrumó al comprobar que las estrellas eran tan incontables como las arenas árabes. Al misterio de abajo sumó el de arriba. Y proclamó: “El número es el principio de todas las cosas”.

Los hebreos, aplicados al cómputo de monedas y al pulimento de lentes para mirar lo mínimo, crearon la cábala. Una tradición oral para explicar las escrituras en que eran declarados pueblo elegido. Derivó en adivinación, conjetura. Entre nosotros, hacer cábalas equivale a vaticinar, hacer suposiciones, nada serio.

Así, a lo largo de las civilizaciones los números no dejan tranquilo a nadie. Lo grave es que la realidad está hecha de números, todo fenómeno se deja encerrar en estos signos mágicos. Unas personas son más sensibles al guiño agazapado, otras lo dejan pasar creyendo orondamente que la combinación de hechizos no va con ellos.

Los años, por ejemplo, se identifican cada uno con una cifra distinta. Al sumar sus guarismos asoma alguna pista. Cuando señalan cambio de década, siglo, milenio, se agitan confabulaciones, catástrofes prontas, desembarcos de marines, el fin del mundo.

Hay años, eso sí, que gritan, son tan obvios. En dos semanas comienza uno de ellos. Es el 2020, más fácilmente recordable como veinte veinte. Será un año redundante, enfático. Lo que ocurra en él ocurrirá dos veces. Cada colombiano lo puede interpretar más fácilmente si se fija en lo estallado en las calles y cacerolas durante las recientes semanas.

Por buen camino

23 diciembre 2019 –

El turismo colombiano continúa atravesando por un buen momento. Este 2019 terminará con indicadores positivos que, aunque muy seguramente serán inferiores a los de los años más recientes, le permiten mantenerse en el sendero y seguir recorriendo camino hacia un proceso de consolidación, con repercusiones favorables para la economía y para el posicionamiento de la imagen nacional dentro de los portafolios internacionales de la industria.

El boom en el sector, surgido desde principios de la década, no se desvanece y, al contrario, conserva su dinámica de crecimiento. El país viene de mejorar varias posiciones en la evaluación del desarrollo sostenible de los viajes y el turismo, de acuerdo con el Índice de Competitividad presentado este año por el Foro Económico Mundial, y registra una marcada alza en el tamaño del mercado.

La continuidad de gestión por parte de los últimos gobiernos ha sido decisiva para impulsarle el vuelo, labor que se ha visto reflejada por el compromiso, la responsabilidad y el trabajo serio que han emprendido los actores públicos y privados para responder por su fortalecimiento. Sin embargo, dentro de este largo camino, falta un largo trecho por recorrer para hacer de Colombia un destino de calidad y de talla mundial, como es el propósito de la actual administración, en la que el viceministro del ramo, Julián Guerrero Orozco, cumple una valiosa labor.

En reciente estudio de Euromonitor, reconocida firma internacional involucrada en el análisis de mercado, se revela que para fin de año el mercado turístico del país podría alcanzar la suma de US$12.000 millones, cifra ilustrativa al compararse con el inicio del actual quinquenio cuando apenas se arañaba la barrera de los US$8.000 millones. De mantenerse firme el paso, el guarismo, cuya medición incluye el aporte de todos los subsectores, desde el transporte y las atracciones hasta el alojamiento, seguirá subiendo escalas hasta superar los US$15.000 millones de dólares para 2024.

El ingreso de turistas, que en años recientes venía creciendo cuatro veces más que el promedio mundial, bajó su ritmo, pero aún manda señales alentadoras. En lo corrido a octubre de este año se contabilizaron 3,4 millones de visitantes extranjeros, lo que significa un aumento del 2,7%, en comparación con el mismo periodo de 2018. La proyección admite concluir que 2019 estará por debajo del crecimiento porcentual registrado entre 2017 y 2018, cuando se alcanzó la meta de 10,4%. De acuerdo con los cálculos de Anato, se estima que para el cierre del presente año el crecimiento apenas oscilará entre el 2% y el 3%.

De igual manera, y según Migración Colombia, en los primeros diez meses de 2019, el flujo de colombianos que salieron al exterior se movió entre los 3,7 millones de viajeros, con incremento del 3,8% respecto a 2018, año que cerró con un 8,7%, más que en 2017. La actual temporada vacacional, para la que las agencias de viajes fortalecieron la comercialización de paquetes turísticos, tanto en lo emisivo como en lo receptivo, podría contribuir a mejorar la cifra. Para Anato, al cierre del año, los viajeros nacionales hacia el exterior podrían llegar a 4,4 millones, marcando un crecimiento del 3% frente a ese 2018.

Pese a las dificultades coyunturales que vivió el país este año, el turismo sigue pintando bien, y serán numerosos los retos que habrá que asumir en el que viene para alargar su buen momento. Son evidentes los avances en la paz y la seguridad, en la infraestructura y la conectividad, en la formalización de la actividad y la diversificación de la oferta y en la capacitación y mejoramiento de servicios, pero sin duda la tarea hasta ahora está empezando.

Gracias al Acuerdo de Paz con el mayor grupo guerrillero, Colombia salió de la lista negra en la que permaneció durante varias décadas, conquistó las páginas de las publicaciones internacionales y se proyectó en los catálogos como una joya turística que bien vale la pena conocer. Y su posicionamiento como destino de moda solo será posible de continuarse —el año entrante— con los esfuerzos necesarios por conservar ese buen camino, que se inició con tintes de realismo mágico y que habrá que transformar en mágica realidad.

Para todos los amables lectores una feliz Navidad y ¡muchos, pero muchos viajes para el 2020!

Posdata. Tres atractivos hoteles para complementar unas maravillosas vacaciones: Wyndham Bogotá Art, hotel de lujo, tan cerca del aeropuerto Eldorado como del Centro Histórico, ofrece una bella vista de Monserrate y los cerros orientales; Herencia Hotel, exclusivo alojamiento rural en Armenia, próximo al aeropuerto El Edén, pero lejos de la contaminación y la cotidianidad, y Hotel Soleira, con servicios de primer nivel, contiguo a la carretera que comunica a Tolú con Coveñas y aledaño a las más hermosas playas de arenas blancas y aguas tranquilas de la región.

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Hacia un nuevo siglo

5 diciembre 2019 –

Avianca cumplirá este jueves un aniversario especial. Celebrará su primer siglo de operaciones, resultado de una prometedora aventura que la llevó a atravesar los cielos del mundo en un largo vuelo. Remata un centenario histórico, llevando el nombre del país a cuestas, y da inicio al conteo de un nuevo ciclo cargado de expectativas inciertas, frente a un panorama complejo y en medio de una situación con ribetes de crisis.

Su trayectoria no ha sido nada fácil dentro de un mercado extremadamente competitivo, repleto de vicisitudes, en el que ha debido sortear, aparte de inmensos nubarrones, fuertes turbulencias y vientos cruzados. Son muchos sus años de gloria, aunque sus últimas décadas han estado marcadas por los altibajos. Después de resurgir como el ave Fénix bajo la mano del empresario Germán Efromovich, quien en 2004 la saco del borde de la bancarrota y la trepó a las alturas del mercado accionario de la Bolsa de Nueva York, inició la que fue su última etapa expansiva, para ubicarse como la segunda más importante de la región.

Sin embargo, la dicha no duró tanto. Las contingencias del mercado, los aumentos en los precios de los combustibles y el debilitamiento de las monedas latinoamericanas, sumado a un exceso de inversiones para su modernización, a riesgosos y fallidos negocios del mismo Efromovich a través de otras aerolíneas y empresas de su propiedad e, incluso, a sus enfrentamientos con algunos socios estratégicos, terminaron por desestabilizarla y convertirla en prenda de garantía de un millonario e incumplido préstamo con United Continental Holding, poderoso grupo que finalmente asumió el control de las acciones, a través de United Airlines.

Es así que con nuevo gobierno corporativo, la compañía se prepara para continuar el itinerario hacia su próxima escala en el tiempo, luego de considerarse este -que está a punto de terminar- un año de transición. Durante varios meses ha estado sometida a un proceso de transformación y fuertes ajustes, que sus directivos observan con optimismo, basados en la tendencia positiva del reciente trimestre, que cortó la racha de los dos primeros. Dentro del sombrío escenario, Avianca Holding mejoró sus cifras durante el último período, con ingresos operativos por US$1.200 millones y pérdidas acumuladas de US$516 millones.

Son varias las acciones que se han tomado para mejorarle a la aerolínea su liquidez y sus márgenes de rentabilidad. Desde la priorización de inversiones, la reducción de su presencia en mercados de baja rentabilidad, el rediseño de rutas e itinerarios y la búsqueda de acuerdos comerciales, hasta la concentración en la médula del negocio, es decir, en la prestación de los servicios de transporte aéreo de pasajeros y de carga. Durante los últimos meses, Avianca Holdings canceló rutas internacionales y nacionales, vendió empresas nada estratégicas para su unidad de negocios, suspendió pedidos de fábrica con Airbus y aplazó por algunos años la entrega de aeronaves.

El obligado proceso para consolidar la empresa, revertir las pérdidas financieras y restaurar la confianza de los inversionistas tomará algún tiempo y no será, seguramente, el próximo año cuando los frutos empiecen a madurar. Se espera que para 2021 la aerolínea presente señales de fortaleza y alcance su nivel de estabilidad.

Avianca no solo inmortaliza huella en los anales de la aviación, por ser la compañía aérea más antigua del continente y la segunda en el mundo, sino marca también un capítulo fundamental en la historia colombiana. Desde su despegue, el 5 de noviembre de 1919, cuando irrumpió con el nombre de Scadta, ha contribuido decisivamente al progreso y al desarrollo del país. Y, quizás, su principal hazaña ha sido lograr enfrentar los desafíos de la liberación del transporte aéreo, que ha sacado sin contemplaciones del mercado a tantas aerolíneas de su prestigio y tradición.

Su servicio en los últimos tiempos no ha sido el mejor. En el otoño de su primer centenario desapareció la eficiencia y cordialidad que a tantos usuarios enamoró en épocas añejas, cuando, entre otras cosas, nos sedujo con sus atractivas azafatas de ruana roja, junto a su legendario lema publicitario de ‘Viaje ahora y pague después’.

Se espera, entonces, que los cambios y ajustes disipen los nubarrones que ponen en aprietos su supervivencia y le enderezcan la trayectoria, sin pasarse por la ruana –roja, desde luego– el cariño nacional. Aunque parezca que ya no nos pertenece, Avianca seguirá siendo nuestra y los colombianos brindaremos por los buenos vientos en la continuación de su vuelo hacia un nuevo y exitoso siglo, ojalá siguiendo el sabio consejo de cambiar ahora y celebrar después.

Posdata. Avianca nació en Barranquilla bajo el nombre de Scadta, por iniciativa de los alemanes Werner Kaemerer, Stuart Hosie y Albert Tietjen, y los colombianos Ernesto Cortissoz (padre), Rafael Palacio, Julio Lozano (padre), Cristóbal Restrepo, Jacobo Correa y Arístides Noguera. Después de dos décadas de operaciones, el 14 de junio de 1940 se transformó en Aerovías Nacionales de Colombia S. A.

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Nota: La postura de los columnistas no representan la opinión ni el pensamiento del CPB.

O bella ciao, Duque chao

29 noviembre 2019 –

Por: Arturo Guerrero, El espectador.

El paro, las marchas y los cacerolazos han estado teñidos de carnaval. Es cierto que fotos y videos de vándalos encapuchados y robocops policiacos gaseando aumentan en proporciones geométricas. También es cierto que con ellos compiten los tambores, disfraces, dibujos, saltos rítmicos, banderas, y ante todo el humor de las muchedumbres.

No podía ser de otro modo en este país donde todos bailan, maman gallo, se carcajean, aun en medio de los velorios. Los colombianos están atravesados por el sol de las montañas y la brisa de ríos y mares. ¿De dónde más les brotarían esas ganas de reírse y de ser unos con la música?

Los políticos no entienden esta esencia lírica del pueblo porque andan afanados en robar y en perpetuarse para robar en horas extras. Se anclaron en el alcanfor del siglo XIX y en los modales de la urbanidad de Carreño. Se anudan demasiadas corbatas, echan discursos inflados en los que es imposible encontrar un concepto.

Estos días de zozobra y cantos han estado nutridos por gente joven que no pasa de los 30. Millennials y centennials se fueron a vivir a otro mundo. Convocan sus encuentros silenciosamente, con sus dedos pulgares sobre pantallitas vivarachas. Concurren entre gritos que transforman en canciones bailables. No conocen las consignas de los años sesenta, repetidas sin imaginación por sus padres y tíos envejecidos entre agrieras.

Los nuevos caminantes apagan “La casa de papel” de sus netflix y corean el “O bella ciao” que la identifica. Solo que claman este himno partisano antifascista de finales de la Segunda Guerra Mundial, con pronunciación acondicionada al momento: “O bella chao, Duque chao chao chao”.

Desafinan el himno nacional y usan como ruana la bandera, dándoles sentido fresco a estos símbolos moribundos. Cuando se acerca el escuadrón negro suben la voz: “¡Sin violencia, sin violencia!”. En sus cartulinas apresuradas, a continuación del listado de sus reivindicaciones, trastocan la elocuencia presidencial: “De esto te hablamos, viejo”.

En las noches se anuncia por WhatsApp el tintineo, con el cual completan el lema de la Revolución Francesa, a la Robespierre: “Liberté, egalité, fraternité, casserolité”. Entonces se arma el bailatón, el besatón, el toquerolazo de queda. Entre tanto sus mayores se disculpan: “no saldré a marchar ni por el petrismo ni por el uribismo, sino por el reumatismo”.

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La marea hambrienta

29 noviembre 2019 –

La mayor amenaza del cambio climático está en el mar y se cierne sobre más de una docena de países, cuyas costas las viene engullendo el agua. En la mesa de ese banquete están servidos los Estados Federados de Micronesia, las Islas Marshall, Maldivas, Toga, Barbados y otras islas de las Antillas y el Pacífico norte, que desde 2016 sufren las consecuencias de la ininterrumpida racha de récords en temperatura que ha tenido el planeta, causada por la presencia, cada vez más frecuente, de los fenómenos meteorológicos.

Su más reciente víctima fue ese valioso y frágil patrimonio histórico italiano de Venecia, que acaba de padecer una sucesión de altas mareas, comparables con las del brumoso noviembre de 1996 cuando sobre la ciudad cayeron precipitaciones que alcanzaron el nivel alarmante de los 187 centímetros de altura. Hacía medio siglo que la peculiar localidad italiana, acostumbrada al golpe de las mareas, no recibía tanto castigo del cielo, azotada por copiosas y apocalípticas lluvias que repitieron la vieja historia.

Las condiciones propias de su localización la hacen proclive a las inclementes subidas de nivel del mar, un fenómeno existente desde tiempos remotos, común en las épocas de invierno y primavera, pero cada vez más recurrente y peligroso. La romántica capital de la región véneta está situada en la laguna de Venecia, al norte del mar Adriático, y reposa sobre un archipiélago de 118 pequeñas islas, hoy en día enlazadas por 455 puentes, incluyendo los que cruzan con las vecinas Murano y Burano.

Se trata de una ciudad atípica, en cuyo interior no circula tráfico rodado. A excepción de los canales que se entrecruzan y permiten la navegación de transbordadoras conocidas como vaporetos -en las que se ofrece el transporte colectivo- es una urbe exclusivamente peatonal. Una particularidad que la hace única en el mundo y la convierte en un excepcional destino turístico.

Por donde se le mire irradia el atractivo de un imán. El grato sabor en la boca arranca desde el paseo en góndola, zigzagueando entre sus canales al ritmo de populares canciones italianas interpretadas por músicos locales, y se descubre en calles, plazas y monumentos desgranados por su centro histórico. Son retazos del rancio patrimonio europeo, la Plaza de San Marcos, con su soberbio Palacio Ducal y la concurrida Basílica de San Marco; la Scala Contarini del Bovolo, ejemplo del gótico veneciano, el teatro de La Fenice y su imponente fachada, así como sus templos y aquel laberinto de callejuelas que bordean sus edificios heredados.

Venecia cuenta con escasos 50 mil habitantes, pero el último año recibió treinta millones de turistas, fascinados por la dulce borrachera que produce la belleza y originalidad de la ciudad, a la que alguna vez Truman Capote asimilara con la tentadora experiencia que tendría comerse de golpe una caja entera de bombones de licor.

Aunque la masiva presencia de visitantes, unos 84 mil al día, no solo ha sido responsable del destierro de las dos terceras partes de los nativos que habitaban en los años cincuenta del siglo pasado, sino que se ha convertido en problema vital para la supervivencia de esta singular joya, patrimonio de la humanidad, el cambio climático hoy viene a ser su más implacable enemigo. El nivel medio de los mares ha subido 25 cm desde mediados del siglo XIX, un tercio de ellos en los últimos 20 años, y la frecuencia del fenómeno, con mareas cada vez más intimidantes, ponen a Venecia, inmersa y rodeada de agua, en latente situación de riesgo. Pruebas paleoclimáticas vaticinan que la ciudad de los románticos canales podría desaparecer de aquí a 2100, si las aguas del Mediterráneo, como se proyecta, le suman 140 mm adicionales a su altura actual.

El aumento del nivel del mar causado por el cambio climático seguirá teniendo una influencia considerable en las mareas por el mundo. El siglo pasado el mar aumentaba a un promedio de 1,7 mm por año, pero en la actualidad el ritmo de crecimiento se estima en 3,2 mm anual. Y entre mayor calentamiento terrestre, provocado, entre otros factores, por las emisiones de los turistas, más habituales y extremas serán las inundaciones.

Venecia, La Serenísima, sin embargo, empieza a respirar y a liberarse de las aguas que anegaron su patrimonio artístico y cultural, y poco a poco recobra la normalidad. La pérdidas causadas por la histórica subida de las últimas mareas se acercan a los mil millones de euros y han revivido los

debates sobre un megaproyecto de 78 diques flotantes que protegerían la cuenca, y que avanza a cuenta gotas desde 2003, envuelto por problemas de corrupción y politiquería, tan parecidos a los de estos trópicos.

El creciente aumento del nivel del mar tarde o temprano sumergirá ciudades costeras e islas con poco o ningún relieve orográfico, si no se le pone freno a las crecientes emisiones humanas de los gases de efecto invernadero ni se toman medidas contundentes contra el cambio climático. Millones de personas serán expulsadas de sus hogares por culpa de la marea hambrienta, como tituló Amitav Ghosh su excepcional novela sobre el delta del Ganges, donde el fenómeno se ha devorado pequeñas islas turísticas.

Ahora, la advertencia recae sobre Venecia, paraíso que merece devorarse como si fuera una caja de bombones con licor… pero, en ciertas épocas, con el agua al cuello.

Posdata. Según el Atlas Oceánico de Naciones Unidas, alrededor del 40% de la población mundial vive en zonas costeras, y naciones como China, Vietnam, Japón, India, Países Bajos y algunos en América, suman decenas de millones de ciudadanos en riesgo por habitar en lugares vulnerables a crecidas, inundaciones y erosión provocadas por el cambio en los niveles del mar.

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Su mejor sonrisa

19 Noviembre 2019.

El uso de la tecnología biométrica para adelantar los procesos de registro y seguridad en los aeropuertos es una auténtica revolución en la industria aeronáutica. Además de ser un avance en la eliminación de suplantaciones de personalidad y evitar riesgos en los aviones, se convierte en tabla de salvación para combatir las aglomeraciones y agilizar el movimiento de pasajeros que transporta el servicio aéreo, cuyo número, hoy cercano a los 4.000 millones de personas, se duplicará hacia 2037.

Las congestiones provocadas por las dispendiosas colas que requiere cada trámite aeroportuario son motivo de incomodidad para los usuarios, conllevan retrasos en los servicios y constituyen una carga económica para las aerolíneas. Los dispositivos biométricos, convertidos de tiempo atrás en respuesta confiable y eficaz en múltiples sectores y actividades, comienzan a ser parte de la solución, al colonizar espacio en las terminales aéreas, buena parte de ellas, sin distingo de lugar en el mundo, acosadas por las considerables demoras en los procesos de embarque.

El reconocimiento facial, la modalidad que se impone, es una aplicación que en cuestión de segundos identifica a una persona en imagen digital y le permite en escasos minutos abordar su vuelo. La imagen es utilizada en cada una de las etapas del proceso de viaje, eliminando los cuellos de botella que genera el trámite manual, desde el registro personalizado en el mostrador de la aerolínea, hasta el control de inmigración y el abordaje. En algunos aeropuertos y en ciertas aerolíneas que se han sumado a la innovación, la tecnología se extiende a servicios adicionales, como el alquiler del auto. En ninguno de los pasos el viajero necesita proporcionar pasaporte ni detalles de información personal.

Para comienzos de la próxima década, según la IATA, el 77% de los principales aeropuertos en el mundo y el 71% de las aerolíneas habrán adoptado sistemas de identificación biométrica para que los usuarios puedan hacer sus trámites, incluso, desde sus aplicaciones móviles. Hoy en día el procedimiento se aplica parcialmente, solo para los chequeos en mostrador, en el 41% de los grandes aeropuertos. En los Estados Unidos por lo menos 25 utilizan procesos de identificación con tecnologías digitales para controlar las entradas y salidas. La firma de análisis biométrico Clear fue pionera, hace algunos años, con el cobro de una tarifa quinquenal que le permite al pasajero liberarse de filas y multitudes y acudir a silenciosos dispensadores electrónicos que dan el visto bueno para recoger las maletas y salir del terminal.

En Londres, el aeropuerto de Heathrow invirtió 55 millones de euros para implantar la identificación biométrica y en España se ensaya un control similar, con carácter experimental, en la terminal de Menorca. El éxito del sistema ha sido probado en aeropuertos de intenso movimiento, como el Internacional de Tokio, y su última versión será adoptada para todos los trámites en el recién inaugurado de Pekín-Daxing, el más grande y moderno del mundo.

Esta tecnología, nacida en los albores de la década, surgió en Europa y se ha extendido, ahora con mayor celeridad, por el resto del mundo. El aeropuerto Charles de Gaulle, tras los atentados terroristas de París y Niza, priorizó para algunos casos el empleo de software de identificación, que verifica las imágenes de pasaportes con las caras de pasajeros de los 28 países de la Unión Europea, y el de Ámsterdam Schiphol, junto con KLM, prueban el embarque sin necesidad de mostrar el pasaporte, como sucede en Australia donde este documento ha sido reemplazado por controles biométricos.

Cada vez es mayor el número de aeropuertos que busca adaptarse a las necesidades de la innovación digital e incorporar en sus procesos la biometría como herramienta para reducir tiempos, mejorar eficiencia y garantizar seguridad. El temor que acechaba a esta tecnología ante riesgos de mal uso y comercialización de la información personal de los usuarios -un problema común en otras áreas-, se ha desvanecido y es un factor que hoy pesa menos que las ventajas, en la balanza de las comparaciones.

Esta herramienta responde a las necesidades modernas de los aeropuertos y las aerolíneas, con beneficios en términos de seguridad, rapidez de circulación y puntualidad en los vuelos. Los tiempos de reducción del trámite aeroportuario pueden llegar al 75%, como ha ocurrido con British Airways, que a nivel de prueba gestiona, sin colas, el embarque de 240 pasajeros en solo 10 minutos. La nueva experiencia para el viajero promete acabarle la inconformidad y molestia para sacarle, ante la cámara, su mejor sonrisa.

Posdata. Cerca de acá, el aeropuerto Reina Beatriz de Aruba implementará el primer programa piloto del mundo que vinculará los servicios de transportación aérea con los terrestres, a través de la aplicación de la tecnología biométrica en cada etapa del proceso, desde el vuelo hasta el check-in en el hotel. Para su implantación contará con la asesoría del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), por sus siglas en inglés, organización que le ha metido el hombro al impulso tecnológico en el sector.

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Pisar el acelerador

12 Noviembre 2019.

La descentralización en Colombia ha sido un proceso difícil, con un camino largo por recorrer, pero en algo se ha avanzado durante la última década. Uno de los logros más recientes fue la creación de las Regiones Administrativas de Planeación (RAP), ahora fortalecidas con la Ley de Regiones que sancionó el presidente Duque, piezas clave para estimular la integración departamental y facilitar alianzas que permitan promover de manera conjunta megaproyectos de infraestructura estratégica, fomentar desarrollo y aumentar competitividad.

Este modelo asociativo les ofrece a las entidades territoriales la oportunidad de aunar esfuerzos, trabajar en objetivos comunes, aprovechar las ventajas potenciales de sus territorios y sacarles frutos al entendimiento y a las acciones coordinadas. El esquema busca superar los obstáculos políticos y administrativos que asumen individualmente y dar paso a una alianza regional, sin desmedro de su autonomía ni de su identidad.

Las cuatro RAP hasta ahora constituidas —con expectativas de otras más, como las de la Amazonia, Orinoquia, Antioquia y Córdoba— están conformadas por departamentos unidos por las mismas raíces o por realidades, intereses o aspiraciones semejantes. La Región Central, la del Pacífico, la Caribe y la del Eje Cafetero pueden oxigenar, si se lo proponen, la descentralización y darles vida a dinámicas regionales que contribuyan al progreso de sus territorios asociados, avanzando en infraestructura y en superación de la pobreza.

Uno de los sectores que mejor puede aprovecharse dentro de este proceso de regionalización es el turístico, con el desarrollo de propuestas y proyectos de interés general y con mejoras a gran escala de la conectividad. Y entre las regiones donde abundan las expectativas para convertir el turismo en la punta de lanza de su despegue económico se encuentra el Eje Cafetero, que no solo simboliza el principal producto de exportación, sino que dispone de bello y exclusivo paisaje, sumado a una atrayente oferta experiencial y gastronómica, y que hoy en día forcejea por ser el primer destino turístico de Colombia.

La unión de los tres departamentos cafeteros podría apostarle a la implementación de acciones que permitan programar y potenciar atractivos, empaquetar productos de calidad y promover la singular oferta regional. Se abriría la oportunidad de hacer realidad proyectos de los que tanto se discute en la región, como la construcción de un tren turístico que los atraviese a todos; la explotación racional de recursos naturales compartidos, como el nevado del Ruiz para ser convertido en ecoparque; la consolidación de áreas para el ecoturismo sostenible, y la mejora de la conectividad y de la infraestructura aeroportuaria.

El colega y experto en marketing turístico Iván Restrepo ha esgrimido razones para aprovechar las ventajas comparativas que enmarcan la RAP del Eje Cafetero, una región predestinada para el turismo, pequeña en extensión, con cinco aeropuertos y tres centros de convenciones, que podría posicionarse en los catálogos internacionales —como bien lo dice— si se piensa en grande. Restrepo ha descrito varias veces, en su columna del diario La Crónica del Quindío, los beneficios que para ese departamento, por ejemplo, tendría el fortalecimiento de una economía soportada desde un enfoque turístico. Trabajar en acciones y estrategias tendientes a ofertar los atractivos conjuntos sería, sin duda, una apuesta exitosa.

La variedad turística de Colombia, un patrimonio reconocido por la prensa en todo el mundo, es envidiable y va mucho más allá de las hermosas haciendas cafeteras. Todas las RAP hasta ahora conformadas tienen y comparten escenarios para promover complejos desarrollos ecológicos e incluso culturales, con variadas y enriquecidas experiencias. Por ahora este esquema asociativo le ha venido generando ciertos dividendos a la Región Central, donde se adelanta el estudio de propuestas para el impulso del renglón turístico y la protección al medio ambiente.

Los gobernadores electos contarán durante el nuevo cuatrienio con una estratégica herramienta de integración para definir y materializar proyectos turísticos de interés general a través de un trabajo asociado, con el que les será más fácil ejercer interlocución ante el Gobierno Nacional y sacar adelante propuestas de beneficio común. El turismo sostenible es un motor de desarrollo y, en un país con la materia prima disponible para convertirlo en el petróleo negro del que habla el presidente Duque, solo falta que los mandatarios se reúnan alrededor de una estimulante taza de café —ojalá del Eje Cafetero— y le pisen el acelerador a las iniciativas de impacto regional.

Posdata. Las cuatro Regiones Administrativas de Planeación (RAP) hasta ahora creadas en el país son la Central, la mayor y la primera en conformarse, integrada por Cundinamarca, Meta, Boyacá y Tolima; la del Pacífico, por Cauca, Chocó, Nariño y Valle; la Caribe, por Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena, La Guajira y Sucre, y la del Eje Cafetero, por Caldas, Quindío y Risaralda.

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Por fin, un grito vagabundo

5 Noviembre 2019.

Por: Arturo Guerrero, El Espectador.

Hay que festejar, hay que invitar a la alegría. Las elecciones recientes no son cualquier cosa. Por el contrario, rompieron una historia interminable de tristeza posterior a los resultados siempre trucados, siempre frustrantes, siempre en contravía de la esperanza general.

El domingo pasado sucedió algo y ese algo merece celebración. Mejor aún, no solo merece sino necesita agasajo. Se puede decir que el fervor es un imperativo político del momento. Sucede que, si no se exalta lo exaltable, la gente no se da cuenta y no valora el antes y el después marcado por la primera derrota multitudinaria de la vieja manera de conducir lo público.

A la gran prensa y al grueso de los analistas los árboles no los han dejado ver el bosque. Se prosternan ante las cifras, una curul aquí, otra más allá, una coalición de partidos en tal ciudad, otra en la vecina. Inducen a pensar que la rueda del destino nacional sigue igual. O que todo cambia para que nada cambie.

Esta es la visión que hay que erradicar. En efecto, esquivar el sentido profundo de los anhelos mayoritarios es una manera ladina de sabotearlos. Por encima de la minucia y del leguleyismo, la sentencia de estos comicios fue diáfana como nunca antes.

Era difícil vaticinar la derrota categórica del partido de gobierno. Y el porrazo fue como de senadora presa escapando hacia el asfalto, con cuerda roja desde un tercer piso. La eternidad de su caudillo no resultó tan eterna. Luego de dos décadas de férreas riendas, esta derrota señala la quiebra de un estilo. ¡Un brindis por semejante acontecimiento!

Masiva afluencia hacia el voto en blanco en las regiones; triunfos sobre los malandrines del norte, centro y sur; repudio a los extremos, incluido al de los déspotas de izquierda; voto calificado en las mayores capitales; victoria femenina y de la diversidad en Bogotá. Estos son los puntales del destello del domingo 27.

Lo protagonizaron muchachos que no piensan ni sienten como lo hicieron sus padres encrespados en la polarización. También mujeres ofendidas que ya no aceptan los estereotipos en los chistes ni en la charla automática de los hombres. Los que hablan con los animales, los que sufren en la piel las ofensas a la naturaleza, aquellos a quienes se les llama minorías y que alzan la cabeza como las futuras mayorías.

Este cúmulo de entusiasmos triunfadores es lo novedoso de un país a las puertas de un tiempo que se identificará no con números sino con estas letras: veinte veinte.

Es cierto que las antiguas artimañas y fechorías continúan mandando desde los palacios de gobierno, que la guerra está siendo azuzada porque sin ella pierden los tronos, que por eso las falsas positividades y las masacres retumban desde el campo. Pero los resultados electorales son hecho contundente, verdad aritmética.

Así las cosas, el momento no es de opacidad sino de brillo para el viento que llega. Es preciso sumar entusiasmos y optimismo para que los monstruos no saboteen la confianza y la ilusión. Colombia pegó su grito vagabundo, ¡que se escuche más allá de las fronteras!

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