¿El mundo entero contra Donald Trump? No exactamente. Pero desde que el nuevo presidente estadounidense firmó una serie de órdenes ejecutivas la semana pasada para frenar temporalmente la inmigración a su país, el repudio internacional ha alcanzado niveles pocas visto en la historia reciente.
Desde el Vaticano, pasando por la ONU, la Unión Europea (UE) y hasta cercanos aliados como Reino Unido han salido a cuestionar la decisión de suspender el ingreso de refugiados y vetar a ciudadanos de 7 países de mayoría musulmana durante al menos 3 meses.
«Naturalmente hay preocupación. Somos constructores de puentes, y no de muros, y todos los cristianos deberían reafirmar con fuerza ese mensaje«, dio este miércoles el número tres del gobierno vaticano, monseñor Angelo Becciu.
Trump y el papa Francisco ya habían teniendo un fuerte cruce de opiniones cuando este vistió Washington y el entonces candidato había dejado clara su posición antiinmigrante. Pero en esta ocasión se trata de un cuestionamiento más serio pues va dirigido contra el presidente ya en ejercicio.
Un mismo tono adoptó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, que catalogó las órdenes como violatorias a principios básicos y pidió a Trump removerlas lo «antes posible».
(Además: Por orden de Trump se endurecen los requisitos para la visa a EE. UU.)
Para Guterres la decisión tomada, antes que proteger a EE. UU., podrían volverlo más propenso a ataques terroristas pues estimulan el reclutamiento de nuevos miembros probablemente ya presentes en el territorio estadounidense.
La posición Guterres no dejó de sorprender en vista de que la nueva administración republicana amenaza con cortar hasta el 40 por ciento de sus aportes a esta organización.
Pero sin duda la posición más vertical es la que viene asumiendo los europeos. El miércoles la Eurocámara veto de antemano el nombramiento de Ted Malloch como futuro embajador de EE. UU. ante la Unión Europea.
De acuerdo con los principales grupos políticos de esta organización las posturas de Trump y Malloch frente a la Unión Europea, en las que respalda el Brexit, decreta que ese bloque está en la recta final y amenaza con retirarse de la OTAN, hacen imposible la colaboración y por ello pidieron a los gobiernos europeos «hacerse respetar» de su socio.
Eso un día después del que el presidente de la Comisión Europea, Donald Tusk, declarara a la administración de Trump como una «amenaza» para la unión y lo comparara con la que representa el grupo terrorista Estado Islámico o Rusia.
La misma primera ministra de Reino Unido, Theresa May, tuvo que elevar su tono frente al magnate luego las protestas que han surgido en su país por las posturas migratorias y por ofrecerle una visita de Estado.
«Las medidas son equivocadas y dividen. Eso nunca lo haríamos acá», dijo May. Pese a ello, la funcionaria se mostró firme en la invitación que le hizo al presidente de EE. UU. en su reciente viaje a Washington.
Si bien tensiones como estas se han registrado antes -por ejemplo con la intervención de EE. UU. en Irak en el 2003-, la que existe ahora con Trump no es de poca monta.
Disputa por los nominados
Mientas en Washington sigue creciendo la disputa entre demócratas y republicanos por la suerte de los nominados de Trump a cargos claves.
Rex Tillerson, nombrado para el cargo de Secretario de de Estado, fue confirmado por la plenaria del Senado en una votación claramente partidista,.
En el caso de Jeff Sessions, designado al cargo de Fiscal General, aunque avanzó en el trámite a nivel de comité, su paso se vio enlodado por protestas en el Congreso y una oposicón demócrata que votó en bloque en su contra.
«Los nominados tiene que demostrar un alto estándar, sobre todo con una Casa Blanca que trafica con «hechos alternos», dijo Sheldon Whitehouse en referencia a la frase que uso uno las asesores de Trump para justificar que por votos fraudulentos tuvo una derrota en el voto popular e insistir en que su posesión fue la más vista en toda la historia del país (ambos datos, de acuerdo con la prensa y expertos de EE. UU. totalmente ajenos a la realidad).
La nominación de Sessions terminó siendo aún más candente de lo esperado en vista de la orden ejecutiva de Trump para frenar la inmigración de países musulmanes y la abrupta destitución de la Fiscal encargada Sally Yates, quien se negó a defender ese decreto antimigratorio, dos temas que competen a Sessions y que según los demócratas cuestionan su independencia de la administración.
El Senado también avanzó en las nominaciones del Secretario del Tesoro Steve Mnuchin y el de Salud, Tom Price, pero tuvo que romper las reglas vigentes para saltarse el bloque que venían haciendo los demócratas.
Bajo las parámetros existentes, los Comités no pueden llamar a un voto sin tener por lo menos a un miembro de la oposición presente. Dado que los nueve demócratas en este comité optaron por no asistir a la sesión, el presidente del Senado, Orrin Hatch, modificó las normas para permitir un voto entre los asistentes, todos ellos republicanos.
Pese a ello, los demócratas continuaron empleando esta estrategia dilatoria para frenar la consideración de Scott Pruitt, el candidato para la Agencia de Protección al Medio Ambiente, y que ha generado mucha polémica pues considera, tal como Trump, que el cambio climático es un invento.
En el fondo, tarde o temprano la oposición terminará derrotada pues los republicanos -que son mayoría- pueden imponerse a la fuerza a nivel de Comités -como lo hizo Hatch- y no tendrán problemas en la plenaria donde se requiere la mayoría simple para aprobar las nominaciones y cuentan con 53 curules de 100 disponibles.
El tema es mucho más complicado para Neil Gorsuch, el nominado a la Corte Suprema de Justicia que Trump presentó este martes en la noche. En el Senado cualquiera de sus miembros puede bloquear una confirmación a través del «filibusteo» (tomarse la palabra de manera indefinida).
Esto solo se puede impedir si la mayoría cuenta con 60 votos, que hoy día no tienen los republicanos. Pero su líder, Mitch McConnell ya está advirtiendo que podrían recurrir a la llamada «opción nuclear» si los demócratas no permiten la confirmación. Bajo ella, McConnell cambiaría las reglas para romper ese «filibusteo» solo con mayoría simple.
Si bien algunos demócratas parecen dispuestos a forzar ese desarrollo -y cobrar a los republicanos el haber destruido una tradición de centurias- otros piensan que es una pelea que deberían guardar por si a Trump le toca llenar otra vacante a la Corte Suprema, hecho que sí cambiaría el actual balance entre conservadores y liberales.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En Twitter @sergom68
Tomado de:El Tiempo.com