Crucero del amor

El cambio en la cabina de mando de Avianca poco incidirá en el rumbo que le fijó el presidente que acaba de dimitir y que ayer dejó su cargo. Su reemplazo seguirá enfocado en maximizar el proceso de ajustes para garantizarle la sostenibilidad financiera, como premisa de la política de priorizar la rentabilidad por encima del tamaño del mercado. Dentro de esta perspectiva, se continuarán acomodando las piezas del tablero para acabar de sentar las bases de lo que será la operación aérea y comercial para el nuevo siglo.

A ocho meses de celebrar sus primeros 100 años de operaciones, el holding busca superar las preocupaciones financieras que le han venido desviando el trayecto en estos últimos tiempos, en los que su vuelo ha transcurrido entre vientos cruzados. El tráfico de pasajeros y carga que moviliza a través de sus distintas empresas mantiene constante proyección de crecimiento, pero no sucede lo mismo con el balance general, donde se perfilan grandes nubarrones.

Después de que el empresario Germán Efromovich, principal accionista, rescatara la línea aérea de la quiebra, en 2004, le enderezó el camino y le promovió un acelerado proceso de expansión, que surtió efectos y la ubicó como la segunda más importante de la región. Sin embargo, el exceso de inversiones, junto a ciertas contingencias, trajo consecuentes costos, que hoy prenden señales de alerta. Las utilidades de Avianca Holdings para 2018 marcan un desplome descomunal, cercano al 99% con respecto a 2017, tras caer estrepitosamente de 82 millones de dólares a 1,1 millones de dólares.

En el desenlace de este complejo escenario se confabularon otras variables. Junto a las secuelas dejadas por la larga y costosa huelga de pilotos de 2017, que además de bajar la demanda en los servicios implicó el alquiler de vuelos con terceras empresas para cumplir gran parte de los itinerarios, se sumaron los cíclicos precios de los combustibles y los efectos de la devaluación que ha venido encareciendo aún más las elevadas obligaciones financieras.

El expresidente Hernán Rincón afrontó momentos difíciles y durante su corto reinado, que duró exactamente tres años, se vio obligado a practicar una delicada cirugía a las finanzas, con la implementación de un riguroso plan de ajustes, que incluyó acciones que tuvieron en la austeridad el denominador común, entre ellas algunas que tocaron, incluso, la estabilidad de los propios empleados, tanto en Colombia como en los países donde opera el holding.

El propósito de Rincón se encaminó en mejorar la liquidez de la compañía y los márgenes de rentabilidad, y para ello redujo la presencia en los mercados de baja rentabilidad, priorizó las inversiones y se concentró en la esencia del negocio, es decir, en la prestación de los servicios de transporte aéreo de pasajeros y de carga. Durante los últimos meses, Avianca Holdings canceló diez rutas internacionales y una nacional, vendió siete empresas no estratégicas para su unidad de negocios, suspendió el pedido de fábrica con Airbus para 17 aviones y aplazó por algunos años la entrega de otras 32 aeronaves.

El proceso de ajustes estuvo acompañado de otras decisiones que permitieron reorganizar la compañía y fortalecer su esquema corporativo, incluida la unificación de la marca Avianca en los países en los que el holding tiene empresas formalizadas. Además, se dio un gran salto en la transformación digital, basado en la experiencia de 14 años que el hasta ayer presidente tuvo en Microsoft; se firmó la alianza estratégica y comercial con United y Copa Airlines, y se creó Regional Express Américas, la nueva aerolínea encargada de atender algunos destinos regionales en Colombia.

A Rincón le correspondió una época con preludio exitoso, pero que terminó atragantando a la compañía con inversiones de diversa índole dentro de un mercado incierto y complejo que de manera insospechada multiplicaron costos y dolores de cabeza. Así como la compañía resurgió de sus cenizas en el peor momento de su historia, seguirá reinventándose otra vez, bajo el liderazgo de una nueva presidencia.

A escasos meses de cumplir su primer siglo de operaciones y refrendarse como la aerolínea más antigua del mundo, Avianca deberá mantener los motores a todo vapor para ampliar y mejorar la calidad del servicio, si pretende recobrar la aceleración propia de una aerolínea tan aterrizada en el corazón de los colombianos. Su nuevo reto será volar a velocidad de crucero y, de paso, hacer del vuelo todo un crucero del amor.

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@Gsilvar5