Tal fue el encargo que Gordon Bennett, director del New York Herald, le hizo a un joven periodista de 28 años llamado Henry Morton Stanley. Es curioso que una de las primeras empresas periodísticas acabara teñida de sangre, ya que Stanley no sólo cumplió el trabajo con creces, encontrando a Livingstone y escribiendo una crónica asombrosa sobre sus aventuras africanas, sino que años después asesoró al rey Leopoldo II de Bélgica en su genocida empresa de rapiña en el Congo. Durante el siglo XX, el periodismo se lanzó a cualquier tema conocido o desconocido: la revolución rusa, la revolución mexicana, las miserias de la clase obrera, la Primera Guerra Mundial, la segunda, la Guerra Civil española, la revolución sexual, la mafia, el asesinato, el deporte. He aquí una decena de los mejores reportajes jamás escritos.
En 1902, Jack London se vistió con ropa vieja, alquiló un cuarto de mala muerte, guardó un poco de dinero en el cinturón y se sumergió dos meses en el East End, una de las zonas más miserables de Londres, para descubrir en sus propias carnes en qué condiciones vivía el proletariado británico varias décadas después de Marx y Engels. El resultado fue un documento de una brutalidad aterradora y una honestidad implacable, probablemente la primera denuncia de primera mano de la injusticia esencial del sistema capitalista.
Después de acompañar a Pancho Villa en la revolución mexicana, Reed llegó a Rusia en medio de la Primera Guerra Mundial, conoció a Lenin, entrevistó a los principales dirigentes de las diversas facciones, asistió a las multitudinarias asambleas y levantó acta del proceso revolucionario de octubre en un electrizante reportaje que, a su regreso a los Estados Unidos, le valió la fama inmediata y una acusación de espionaje. Tras su exilio en la URSS y su muerte por tifus, fue enterrado en el Kremlin junto a otros líderes bolcheviques.
«Me fui» escribe Chaves Nogales sobre su huída de España en plena guerra civil, «cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido (…). En mi decisión pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes». Exiliado en un pequeño hotel de París, Chaves Nogales escribió estos nueve alucinantes relatos basados en hechos rigurosamente verídicos, tal vez el libro que mejor describe el espanto de la Guerra Civil española.
Basada en la experiencia personal del propio Orwell durante la Guerra Civil española, donde acudió como voluntario desde diciembre de 1936 a junio de 1937, este gran reportaje es un grandioso fresco al natural de la contienda fratricida entre comunistas y anarquistas en una Barcelona entregada a la efervescencia revolucionaria. El libro provocó no sólo la ruptura con su editor, quien se negó a publicarlo alegando el daño que podía hacer a los ideales socialistas, sino también un cisma en las filas de la izquierda ortodoxa.
De la conjunción entre un escritor de primer orden y un personaje inverosímil nació este libro prodigioso que no se parece a ningún otro y cuya publicación póstuma celebraron escritores de la talla de Doris Lessing, Salman Rushdie, Martin Amis y Julian Barnes. En 1942 apareció en The New Yorker, El profesor Gaviota, retrato de un vagabundo neoyorquino que había consagrado su vida a escribir una
Historial Oral compuesta de miles de semblanzas, impresiones y diálogos que abarcaba la historia entera de la ciudad. En 1957, tras la muerte de Gould, Mitchell publicó la segunda y definitiva crónica, el último texto que escribiría en su vida antes de retirarse del periodismo y dedicarse a rastrear junto a su mujer objetos perdidos por los solares y edificios en ruinas de Manhattan.
Entre el ensayo y la poesía, la metafísica y la psicología, Del boxeo es probablemente el mayor monumento literario consagrado al noble arte, un texto en el que Oates recoge la fascinación con que ha asistido a ese «teatro trágico de Norteamérica» desde los días en que su padre la llevaba de niña a sus primeros combates hasta que, ya adulta, pudo asistir a una de las mayores peleas de las que se tiene noticia: la que enfrentó a Tommy ‘La Cobra’ Hearns contra Marvin ‘Maravilla’ Hagler por el cetro de los pesos medios. Puntuada de destellos, de fogonazos y descubrimientos, la prosa de Oates se alza por encima de la crónica deportiva para ahondar en los misterios del cuerpo y del alma.