Socios del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) celebran la despedida de 2019, en un ambiente de colegaje y confraternidad, en las instalaciones de Cafam. Luego de la asamblea general, celebrada el sábado 30 de noviembre, en la que fue aprobado el presupuesto para la vigencia 2020, la presidente Gloria Vallejo ofreció a los socios el tradicional almuerzo de fin de año.
La Corte Constitucional escuchará por primera vez en la historia del país a los periodistas, en el marco del estudio de una tutela interpuesta por un grupo de comunicadores contra el juzgado 22 Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Bogotá y la Fiscalía 23 Especializada contra la Corrupción.
Los periodistas consideran que les fueron vulneraron los derechos fundamentales a la libertad de prensa, libertad de expresión, libertad de información, trabajo y debido proceso, por no permitir el ingreso a una audiencia contra un funcionario público por corrupción que se llevó a cabo en los juzgados de Paloquemao.
El magistrado que citó a audiencia pública es Carlos Bernal, quien escuchará a periodistas, jueces y fiscales, sobre la publicidad de las audiencias penales y su relación con el ejercicio de las libertades de información y de prensa.
En ese sentido, la Corte informó que todos los periodistas que quieran pueden enviar sus intervenciones por videos o escritos hasta el 18 de noviembre. Los periodistas que interpusieron la tutela intervendrán, durante 15 minutos, en la audiencia pública.
El objetivo será analizar la publicidad de las audiencias penales y las condiciones en las cuales los jueces y fiscales aplican las excepciones al principio de publicidad durante las audiencias preliminares.
Metodología
La Corte Constitucional informó que se desarrollarán tres paneles durante la audiencia. En cada panel habrá intervenciones para debatir tres puntos:
1. Aplicación de las excepciones del principio de publicidad en el caso concreto.
2. Condiciones en las que se aplican las excepciones al principio de publicidad en las audiencias penales preliminares.
3. Condiciones de ingreso de la prensa a las audiencias penales preliminares y publicidad de las actuaciones penales, y su relación con el ejercicio de las libertades de información y de prensa.
Para el desarrollo de la audiencia pública, la Sala Plena de la Corte convocó a los periodistas que cubren audiencias preliminares, a los jueces penales con funciones de control de garantías, a los fiscales especializados.
También fueron convocados a participar los coordinadores de los Centros de Servicios Judiciales. La Corte señaló que cualquiera podrá intervenir enviando un video o un escrito en el cual se pronuncien sobre el objeto de esta audiencia pública.
Con una triste noticia despertó este jueves 31 de octubre Colombia: la partida de Alfredo Molano Bravo, escritor, periodista y sociólogo, pero, ante todo, amante de la Paz.
Recibió el Premio Nacional de Periodismo CPB 2015, en la modalidad de Prensa, por la serie de artículos periódicos “El origen del conflicto armado en Colombia”.
Completa investigación que El Espectador publicó en doce entregas sobre la historia de 50 años de guerra entre el Estado y las FARC.
“Gran pensador, sensible ante las inequidades y el abandono de la Colombia oculta, golpeada y olvidada, Molano deja un invaluable aporte: su lucha por la paz y la plena confianza de que el país la logrará y se liberará de ese flagelo que lo ha golpeado por más de sesenta años”, dijo Gloria Vallejo, presidenta del CPB.
Alfredo nació en Bogotá en 1944, aunque algunos de sus biógrafos le ubican a La Calera como su punto natal y dedicó su vida a recorrer el campo de Colombia con la intención de dar cuenta de las otras realidades que la habitan. Escribió más de 20 libros detallando sus caminos y escuchando a miles de personas.
Sus biógrafos han dicho que “a través del «viaje a pie» y la conversación constante, Molano ha construido textos fundamentales en los que se muestra otra perspectiva sobre los orígenes y desarrollos de procesos sociales tan complejos como el de la violencia, el desplazamiento forzado y las problemáticas rurales. Con un interés sociológico mezclado a su ímpetu literario, sus textos han sido considerados poco ortodoxos por la academia universitaria y, en general, caracterizados como experimentos ficcionales”.
En el 2014, Alfredo Molano recibió el doctorado Honoris Causa por parte de su alma máter, la Universidad Nacional de Colombia.
Debido a amenazas se vió obligado a abandonar el país entre 2001 y 2002, exiliándose en Europa.
Fue profesor de varias universidades; colaborador de revistas como Eco, Cromos, Alternativa, Semana y Economía Colombiana, y autor de numerosos trabajos de investigación.
Dentro de sus libros figuran algunos títulos como Economía y educación en 1850: algunas hipótesis sobre su relación (1974), Amnistía y violencia (1978), Materiales para una historia de la educación en Colombia (1979), Los bombardeos de El Pato (1980), Evolución de la política educativa en el siglo XX : primera parte 1900-1958 (1982), Los años del tropel: relatos de la violencia (1985), Selva Adentro: una historia oral de la colonización del Guaviare (1987), Siguiendo el corte: relatos de guerras y de tierras (1989), Aguas arriba: entre la coca y el oro (1990), La tierra del caimán : relatos (1990) (Escrito con: María Constanza Ramírez), Así mismo: relatos (1993), Trochas y fusiles (1994), Del Llano llano: relatos y testimonios (1995), El tapón del Darién: diario de una travesía (1996) (Escrito con: María Constanza Ramírez), Rebusque mayor. Relatos de mulas, traquetos y embarques (1997), Mompox, soplaviento, calamar, mahates y morales (2000) (Escrito con: María Constanza Ramírez), Desterrados: crónicas del desarraigo (2001), Apaporis, viaje a la última selva (2002) (Escrito con: María Constanza Ramírez), Al margen izquierdo : 1999-2003, selección de columnas del periódico El Espectador (2004), Penas y cadenas (2004), Espaldas Mojadas, historias de maquilas, coyotes y aduanas (2006), Ahí le dejo esos fierros (2009), En medio del Magdalena Medio (2009), Del otro lado (2011), Otros Rumbos (2012), Dignidad campesina, entre la realidad y la esperanza (2013), A lomo de mula (2016), De río en río (2017).
El Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y la Junta Directiva del gremio expresan sus sentimientos de solidaridad a su familia y allegados y los acompaña en estos momentos de dolor. QEPD.
Si usted desea hablar con Juan Antonio Gossaín Abdalah, el famoso Juan Gossaín, de seguro le pondrá una cita a las once de la mañana. Se levanta todos los días a las cinco, y mientras escucha radio, toma apuntes de diversos temas que le sirven para sus artículos, próximas crónicas, ideas para novelas, frases, pensamientos y poemas. Son unas 900 páginas repletas de sueños también.
Pero a las once cambia de labor y comienza a desbaratarse el cerebro rebuscando palabras para cuadrarlas entre los acertijos de las horizontales y verticales de crucigramas de todos los estilos. Tiene montones de revistas con esos ejercicios. No le gustan los que aparecen en internet porque “no tienen gracia”. Y explica: “Ponen, por ejemplo: capital de Colombia”.
—Don Juan —le pregunto—: ¿Se acuerda de aquella charada de Fraylejón que en uno de sus crucigramas preguntaba: “Mujer de tres pies de cinco letras”? Se queda pensando un rato y dice: “No, no sé cuál es”.
—Enana —le respondo—. Y suelta una carcajada.
—Don Federico Rivas Aldana, Fraylejón, era un señor crucigramista de El Tiempo, con inteligencia y buen humor para poner las pistas. Una vez lo estuve buscando para regañarlo porque no daba con la solución de una de sus preguntas: palabra de ocho letras. Nombre común entre campesinos de los andes colombianos. Comienza con M. Durante varios días estuve buscando la bendita palabra. Lo grave, no me cuadraban las otras, quedaba incompleto hasta que al tercer día encontré el chiste: “Emeterio”.
Quizá por ello, Juan sepa qué significan palabras como abuhado, jipiar, uebos, Oc, Ut, mamporrero o murciégalo, destinadas a los aficionados a los ‘rompe cocos’ de los diccionarios.
Sus oyentes recuerdan con especial interés aquellos coloquios que entablaba con el profesor Germán Bustillo, una completa enciclopedia Larousse.
Juan Gossaín es uno de los grandes periodistas que ha tenido Colombia, socio del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y quien por más de treinta años vivió en una cabina radial, informando todo tipo de noticias, desde las políticas hasta las de farándula. El proceso 8.000, la guerra de los carteles del narcotráfico, los asesinatos de líderes como Galán, y de periodistas como don Guillermo Cano, la toma del Palacio de Justicia, la catástrofe de Armero, decenas de masacres, las hazañas de los ciclistas en Europa, los goles de Faustino Asprilla, reinados de belleza, Festival Vallenato, Carnaval de Barranquilla, entre otras muchas.
Vivía y sentía el periodismo en cada una de sus notas
La mañana del primero de noviembre de 1998 todo parecía normal. Incluso, justo a las 9 de la mañana, una vez terminado el noticiero, salieron Antonio José Caballero, Francisco Tulande y Juan Gossaín a desayunar al frente de la Torre Sonora de RCN. Alcanzaron a pedir sus caldos, huevos y meriendas cuando Antonio José comenzó a gritar: “Se tomaron a Mitú, se tomaron a Mitú”.
Las viandas quedaron recién servidas y los periodistas, como gacelas, se devolvieron a gran velocidad a la Torre, por las escaleras treparon a zancadas los cinco pisos hasta llegar sin aliento a cabina. El desayuno se enfrió y no fue la única vez que se quedaron las tortillas servidas para darle prioridad al ejercicio profesional del periodismo.
Nació para escribir, pero quizá ha sido maestro de maestros en algo prodigioso: el relato. Sabe hilar a la perfección cada una de las frases, darles el significado preciso. Lo aprendió de niño, con sus amigos en San Bernardo del Viento, municipio que se volvió famoso gracias a las crónicas —‘Cartas desde San Bernardo del Viento’— de Juan Gossaín.
Desde ese maravilloso calor caribeño, de azules marinos y verdes que se levantan encima de las palmeras, llegó a Bogotá, a 2.630 metros sobre el nivel del mar: primero, a escribir a El Espectador y, luego, a recibir la conquista de Yamid Amat para laborar en Caracol. ¡Cuántas crónicas! Los colombianos aprendieron a través de sus relatos con esa voz ronca, pero acompasada, con esas palabras raras como ‘meliflua’ y ‘lisonjera’, y un montón de términos costeños, de béisbol y de juegos de dominó.
Cuando RCN Radio quiso entrar en la pelea por el rating, Gustavo Castro Caicedo lo convenció para dejar la casa anaranjada y pasarse a la amarilla. Ganó el país, ganó la radio, ¡ganó el periodismo!
El gran relator de Colombia plasmó también una novela, ‘La mala hierba’, en la cual relataba la historia de los comienzos de la desgracia para el país, primero el transporte ilegal de la marihuana y la semilla para el narcotráfico.
—Esa novela no pierde vigencia
—A pesar de ser un relato de la marihuana en los años setenta y que se haya legalizado por el asunto de los medicamentos, yo creo que la novela sigue conservando su valor de historia, de lo que pasó como testigo de una época.
—Una época muy dolorosa
— ¡Imagínate la cantidad de muertos! Uno como periodista registrando diariamente toda esa cantidad de barbaridades, de horrores. Nunca podré olvidar ese viernes en que mataron a Luis Carlos Galán, de quien fui colega. Él trabajaba en El Tiempo y yo en El Espectador. Me parece que el país no aprendió la lección, empezando por los líderes, los más obligados a tener presente esa historia, y evitar así nuevos litigios. No aprendimos nada de todo lo que nos costó la violencia del narcotráfico.
— ¿Qué nuevas propuestas tiene sobre la novela?
—Me vinieron a visitar unos productores cinematográficos que quieren hacer una película, pero también Editorial Planeta organiza un nuevo lanzamiento de la obra. Yo preferí la impresa porque tiene mucho más arraigo literario que cinematográfico.
—Son nueve años sin RCN Radio, ¿extraña algo?
—Te confieso, que sí. Pero extraño la radio como tal. La radio es por su naturaleza misma, por su forma de ser, el medio de comunicación que más se conecta con la gente. Es un medio de doble vía. La radio en Colombia, sobre todo, donde ha sido tan importante, es como la carrera Séptima de Bogotá, que lleva un carril que va de norte a sur y otro de sur a norte, eso extraño. Hablar con la gente.
—¿Qué recuerda de Antonio José Caballero?
—(…) Antonio José es el mejor reportero que he conocido en mi vida. El buscador de la noticia, el hombre de la reportería pura. Siendo así, era mejor ser humano que reportero. A pesar de su mal humor, era un ser de un gran corazón. Inolvidable.
— ¿Qué pasa con el Periodismo hoy?
—Lo que ha pasado no es fácil de explicarlo ni de entenderlo. Cuando aparecieron las nuevas tecnologías, todos hicimos fiesta por la inmediatez, pero pronto el internet apareció con la mentira, la manipulación, la farsa… ¡Las patrañas inundaron las redes sociales! En un momento se pensó, incluso, que las redes sociales iban a acabar con el periodismo. Las fuentes informativas no tenían que buscar periodistas, cada quien abrió su propio medio en WhatsApp, Instagram, en Twitter. Las fuentes renunciaron al medio. Los medios cometieron el error de reducir los equipos de redacción, que bastaba con el computador y copiar del computador. Cayó todo el mundo en la mentira y se perdió lo más importante que cualquier medio de comunicación debe tener: la credibilidad y la confianza. Se perdió el respeto de la opinión pública.
—Pero en esta crisis, ¿las empresas también tienen la culpa?
—La crisis es de ambas partes y hay que buscarle solución. No hay otro camino. En congresos de prensa vengo diciéndolo: es necesaria la unión de los medios como tales, y las empresas deben buscar soluciones para defender la verdad, en medio de la crisis de las redes sociales. Hace un par de años, en las regiones de Colombia, despidieron a los fotógrafos. A otros los enviaron a trabajar desde sus casas, porque no tenían como pagar las sedes. Vendieron los vehículos, que eran las ‘chivas’ de la redacción. Los únicos que no se dan cuenta de eso son las empresas de comunicación, no hay un liderazgo para unión de los medios. Creen que, despidiendo periodistas, cerrando sedes, resuelven el problema. Los únicos preocupados son los periodistas, pero no lo empresarios.
—Acaban de nombrarlo como uno de los jurados de los Premios de Periodismo CPB…
–¡Cómo te parece! Es un gran honor. Yo pertenezco al CPB desde hace más de 40 años, Fernando Barrero me invitó. Él no era el presidente, pero me gustó y me quedé. El Círculo de Periodistas de Bogotá ha estado preocupado por esta profesión y hay que acompañarlo en esta tarea.
En tono burlón le comento: “Su voz permanece igual y no se parece a la de los audios que circulan por ahí en redes”.
—Jajajajajajaja. Esto empezó hace como cinco años. La suplantación con mis artículos y con las burdas imitaciones. Siempre cuento una anécdota. Un amigo mío de Cartagena recibió un mensaje de un amigo suyo que vive en Canadá, preguntándole si yo había escrito un panfleto que circulaba en redes sociales. Le sugirió que lo revisara y me pidiera mi opinión. Mi amigo le contestó: Eso no es de Juan. Juan escribe mal, pero no tanto.
—Don Juan: ¿las redes hacen mucho daño?
—Las redes sociales se han convertido en redes antisociales. Esto hace mucho daño, es el desprestigio total de las redes. No te imaginas la cantidad de situaciones: primero me falsificaron mi voz, después se han inventado el sistema de tomar una crónica de El Tiempo, copian el primer párrafo y el último y en la mitad meten lo que se les da la gana, con toda clase de barbaridades. Esto sucede, sobre todo, en estos días de campaña electoral. Se ha llegado al extremo de que una señora candidata en Montería puso una imagen mía en su mensaje, diciendo que yo la apoyaba. Lo mismo pasó con otro personaje del interior del país. Esto me tiene desesperado.
—Dicen que sabe jugar dominó, ¿cuáles son sus secretos?
—Vea Guillermo, no le haga nunca esa pregunta a un hombre del Caribe, el dominó es algo congénito, eso es tan natural para nosotros como dormir, almorzar. Es una costumbre diaria, un hábito, una necesidad. En mi pueblo lo aprendí, en san Bernardo del Viento, ¡desde cuando era niño! Ha perdido su gracia, su encanto, porque lo bueno era cuando se hacía en grupo, con los amigos, con parejas al frente: se jugaba mientras se oían los chismes, las maldades, se ponía uno al día de todos los aconteceres. Ahora, con el computador y el celular, perdió la gracia. El dominó era una excusa para conversar entre amigos. Soy un águila para jugar dominó. Cuando quieras te enseño. En dos horas te dejo limpio.
—Listo, pero cuando vaya a Bogotá lo invito a jugar tejo y ahí miramos quién es quién.
—Jajajajajajajaja. Dominó contra tejo… ¡Buena esa…!
Gloria Pachón de Galán habla con los ojos. Tiene una memoria prodigiosa y relata con minucioso carácter cada uno de los hechos que marcaron su vida.
Era muy niña cuando descubrió cómo era el trabajo de un periodista. Fue el 3 de septiembre de 1939. Ese día su padre don Álvaro Pachón de la Torre, escuchó en su radio de onda corta, marca Zenith, cómo se producía una noticia y empezó a gritar nervioso: “Estalló la II Guerra Mundial, estalló la II Guerra Mundial”.
Ella no comprendía lo que pasaba a ciencia cierta, pero vio como su padre salió presuroso con una librera de apuntes para El Liberal, el periódico que dirigía el expresidente Alberto Lleras Camargo. “Fue el primer diario en dar a conocer esa infausta noticia”, recuerda ahora.
A partir de ese momento todos los días, tanto sus padres como sus amigos, sólo hablaban de los sucesos que ocurrían en Europa, luego en África y después en Asia.
Creció al lado de su hermana Maruja con quien vivió muchos de los grandes acontecimientos de la vida política nacional e internacional.
El 10 de julio de 1944, por ejemplo, mientras esperaban el bus del colegio en la avenida Caracas, apareció su papá para devolverlas intempestivamente a la casa. “¡Amarraron a López!”, les gritó convencido de que entenderíamos la trascendencia de sus palabras.
En la noche se enteraron del frustrado golpe de Estado del coronel Diógenes Gil, quien tomó preso en Pasto al presidente Alfonso López Pumarejo y produjo una crisis política que rompería su período de cuatro años y lo llevaría a la renuncia, antes de cumplir su mandato. Esto ocasionó que Alberto Lleras Camargo –un amigo de la casa—asumiera la presidencia.
En su casa sólo se hablaba de noticias, escritos, movimientos políticos, sucesos y conocía a los grandes líderes de la vida nacional.
Uno de los personajes más comentados en esas tertulias era Jorge Eliécer Gaitán, de quien conocían por los relatos de su padre, que como buen liberal asistía a las famosas tardes culturales que se organizaban en compañía del líder.
El 9 de abril de 1948 Gloria estaba con su hermana en el Colegio de la Presentación en Chapinero y cuando esperaban ingresar al salón, su padre llegó presuroso gritando: “¡Mataron a Gaitán!”.
Tenía escasos diez años cuando ocurrió el magnicidio y vivió los siguientes días trágicos escuchando tiroteos y veía a transeúntes que llevaban cosas de los asaltos a los almacenes.
No vivieron holgados, porque vivían del salario de un periodista. Un día, como hecho milagroso, se ganaron una lotería con el número 2345. Recibieron mil pesos que se convirtieron en un juego de sala y “cobijas para las niñas”.
En septiembre de 1952 partió a London, cerca de Toronto. Sería su nueva residencia mientras estudiaba en el Alma College. Gracias a su compañera de habitación y de estudio, Gail Buck, escuchó los primeros compases del rock and roll, conoció algunas ciudades de los Estados Unidos y recuerda con especial cariño esa Navidad con sus tías en Nueva York.
En marzo de 1953 recibió una infausta noticia: su padre había sufrido un accidente de tránsito. Debió entonces trasladarse a Nueva York y dos semanas después llegó a Bogotá. Se paralizaron así sus planes de estudio y solo cinco años después recibieron una indemnización de 70 mil pesos por el accidente.
Pero ese 1953 también representó un hecho histórico para su vida. Después de una visita a Enrique Santos Montejo, Calibán, recibió una propuesta: trabajar en El Tiempo. “Yo no era periodista ni escritora, era una niña que debía trabajar y entonces me asignaron como auxiliar de la redactora de la sección de sociales.
La llegada de Gloria al CPB
Unos meses antes de su muerte, don Álvaro fue elegido como presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá. “Era la primera agremiación fundada con el propósito de defender los derechos de los periodistas, especialmente de aquellos cuyas circunstancias laborales y económicas, no solo en Bogotá sino en otros lugares del país, no eran las mejores”. “Yo no era periodista, pero, de todas formas, me ingresaron al CPB. Recuerdo que organicé durante varios años las verbenas de fin de año, que eran unas fiestas que se hacían en el hotel Tequendama y recolectábamos fondos para el Círculo.
En esas reuniones del Círculo conoció a Yira Castro, quien era fiscal y además la esposa de Manuel Cepeda Vargas. Fueron muy amigas y sintió su fallecimiento el 9 de julio de 1981. Luis Carlos Galán le comentó: “Tengo que darte una mala noticia, sé que te va a afectar mucho: murió Yira Castro de Cepeda”.
Fueron 18 años de diversos trabajos en El Tiempo, en varias secciones. Vivió los hechos de la subida y caída de Gustavo Rojas Pinilla. Conoció de primera mano los acontecimintos que llevaron al nacimiento del Frente Nacional. La llegada del hipismo a Colombia. Los primeros movimientos de la balada y las canciones de Elvis Presley.. Un día le encomendaron una labor especial: acompañar la gira del presidente John Kennedy en su visita a Colombia. Estuvo en todos los puntos de la agenda, desde su llegada al aeropuerto, pasando por sus reuniones en el Palacio de San Carlos y la inauguración de Ciudad Kennedy. Además, acompañó a Jacqueline Kennedy a su visita al Hospital Infantil. ¿Cómo era la señora Kennedy? Lindísima. Muy sencilla. Una persona que irradiaba tranquilidad y bienestar.
Gloria y Luis Carlos Galán
En 1965 llegaron al periódico tres jóvenes inquietos y deseosos de cambiar el mundo periodístico: Enrique Santos, Daniel Samper Pizano y Luis Carlos Galán.
Conocía a los dos primeros, pero el último, era un misterio. “Era muy delgado, con el pelo ensortijado y cuidadosamente peinado y sus ojos, entre azules y verdes, tenían una expresión de asombro. Parecía un muchacho descubriendo el mundo. Pero la primera sorpresa la tuve cuando se sentó, en medio de la tertulia, a enseñarnos el primer número de su revista Vértice publicado en noviembre de 1963”, recuerda doña Gloria en su libro “18 DE AGOSTO”. Pensó que podría ser familiar de José Antonio Galán, el líder comunero.
Sus conversaciones siempre eran de temas políticos y lecturas sobre economía. Los dos hacían trabajos juntos, pero ella no veía ningún otro tipo de acercamiento. Salían, cubrían informaciones, participaban en las tertulias del periódico, hablaban de los temas periodísticos, pero nada de romance. Incluso estuvieron en la llegada del papa Pablo VI a Colombia.
“Un día me llamó para que fuéramos a la fiesta del cumpleaños que le ofrecían los periodistas al director, don Roberto García-Peña. Los dos teníamos Chevrolet 1953, el de él era azul y el mío amarillo. Sin embargo, él me recogió. Él manejaba supremamente mal, se estrellaba a cada rato y justo ese día, perdió el control del carro y fuimos a parar a la recepción del edificio de Ecopetrol en la carrera 13 con 38 y entonces, después de un rato, comprendí que lo nuestro no era una simple amistad y desde ese día nuestra vida cambió”.
Un mal bailador pero un gran jugador de póker
–¿Qué tal bailaba él?
–Era malísimo para el baile. Me tocó enseñarle. Cantaba en algunas ocasiones y el tema que más le gustaba era el de “Campesina Santandereana”. El 20 de julio de 1969, en su casa, mientras veían los sucesos de la llegada del hombre a la luna, él le dijo muy serio: –Necesito tu respuesta definitiva. No tengo ninguna duda y para mí es importante contar con tu aprobación. –Hablemos mañana con tranquilidad, fue su respuesta.
El 1970 el presidente Misael Pastrana Borrero lo nombró Ministro de Educación y el 22 de diciembre de 1971 marcaría no sólo la fecha de su matrimonio, sino el momento en que realmente comenzaron a conocerse. La vida política comenzó a ser más profunda cada día, y la alternaba con sus labores en el hogar. Cuando nació su primer hijo quería que se llamara Juan porque él era muy devoto a Juan el Bautista. Su segundo hijo también tenía el nombre de Juan, pero el sacerdote no lo registró así y, entonces, quedó solo como Carlos Fernando y para el tercero, Claudio Mario, no insistió más con ese nombre.
En familia le gustaba jugar póker. “A él no le gustaba perder y, a veces, las partidas eran larguísimas hasta que ganara. Cuando jugábamos con los niños, ellos decían: nos toca dejarlo ganar para que nos vayamos temprano a dormir”.
Doña Gloria recuerda que, a pesar del trabajo político, de las agendas tan milimétricamente ocupadas, él siempre asistía a las reuniones de padres de familia que hacían en el Instituto Pedagógico Nacional donde estudiaban sus hijos. “Él hablaba con los profesores sobre cada uno de ellos y les mandaba cartas preguntando algo u ofreciendo disculpas por una ausencia”, recuerda.
“Luis Carlos era muy crítico con la vida política, pero especialmente con el Partido Liberal. Eso le originó muchas enemistades. Él no quería ser presidente para mandar, sino como un medio para cambiar al país. Conversábamos siempre sobre los diversos sucesos como el nacimiento del M-19, el robo de la espada de Simón Bolívar y fuimos parte de la creación de la agencia de noticias Periodistas Asociados, luego el nacimiento del Nuevo Liberalismo, pero había algo más que el país le pedía y eso nos ponía en conversaciones a cada momento”, relata ahora doña Gloria.
“No te expongas”
Desde su primer período como senador, Luis Carlos Galán encontró contradictores entre sus colegas. “El principal fue Alberto Santofimio Botero, cuyo recorrido político en distintas ejecutorias y actividades en su anterior paso por la Cámara de Representantes había sido objeto de serios señalamientos e incluso de fallos adversos por parte de la justicia”, cuenta.
Hace unas semanas entregó el testimonio de su vida, de sus años con el líder, de su pensamiento político y de un sinnúmero de anécdotas y momentos cruciales en la vida nacional. Fueron años de investigación y de recuerdos plasmados en el libro titulado: 18 DE AGOSTO, escrito por ella a los 30 años del magnicidio. El 18 de agosto de 1989 Luis Carlos Galán Sarmiento partía para una manifestación en Soacha. Ese día, un grupo de siniestros personajes determinaron acabar con la ilusión de los colombianos de tener un presidente que pensaba distinto.
“Antes de despedirnos le hice la recomendación de siempre, segura de que no la atendería: –No te expongas en un vehículo destapado–. Y me convencí, como siempre, de que no obstante las evidencias y los temores, tampoco en esta oportunidad podría ocurrirle algo malo. Nos dimos un beso, un beso de despedida desprovisto de cualquier sensación que no estuviera dentro de lo rutinario, como tratábamos de hacerlo cada vez que evitábamos reconocer un eventual peligro”.
–¿Podrá perdonar?
“Solo podré perdonar cuando se devele toda la verdad sobre el asesinato de Luis Carlos”.
El Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y su junta directiva expresan profundo dolor por la partida del periodista y escritor Javier Darío Restrepo, padre de la ética periodística de Colombia y Latinoamérica, y coautor y tutor del Código de Ética del Círculo.
Maestro de maestros era consultado por periodistas, medios de comunicación, agremiaciones y facultades de Comunicación y Periodismo.
Este domingo 6 de octubre Javier Darío Restrepo falleció en Bogotá en la Clínica Méderi. Su última aparición en público para compartir con su acostumbrada generosidad sus conocimientos y fundamentos esenciales de Periodismo fue este viernes cuatro de octubre en Medellín, donde se desarrollaba el Festival Gabo. “El gran reto del periodismo debe ser el de conservar su identidad profesional, porque las nuevas tecnologías y las mismas condiciones sociales conspiran en su contra”, dijo.
Autor de más de 25 libros. Fue reportero de televisión durante 25 años; columnista de El Tiempo, El Espectador, El Colombiano, El Heraldo; Defensor del Lector en el diario El Tiempo y en El Colombiano.
Recibió el Premio CPB en la categoría de prensa en 1993 y el Mérito Periodístico Guillermo Cano del CPB en 2015; el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1985 y 1986. Además, recibió los premios San Gabriel, del Episcopado Colombiano, en 1994; Germán Arciniegas, de la Editorial Planeta, en 1995 y, el Premio Latinoamericano a la Éticas Periodística, otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo (CELAP). Premio Simón Bolívar a la vida y obra y Doctor Honoris causa, de la Universidad san Andrés de La Paz, Bolivia. 2015.
En 2014 recibió el reconocimiento a la Excelencia periodística del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
“Para los socios del CPB y para el periodismo colombiano, su partida representa una pérdida sensible. Se nos fue el faro, la guía, en momentos de cambio, de transición del ejercicio periodístico. Sus enseñanzas y sus principios: para ejercer un buen periodismo ante todo se debe ser un buen ser humano, entre otros, permanecerán por siempre entre nosotros“, evocó Gloria Vallejo, presidente de la agremiación periodística.
La gran periodista polaca Anna Kipper, directora entre 1950 y 1980, de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) bautizó a Javier Baena como “Mister Lead”, porque podía resumir en 70 palabras toda una gran noticia. Él asegura que el verdadero maestro del “lead” se llama Antonio Pardo García, “pero ambos somos de la escuela americana del periodismo cuyo máximo exponente es Associated Press (AP)”.
Y aclara: “Muchos periodistas en Colombia y me incluyo entre ellos, aprendieron a redactar noticias leyendo los cables de AP o UPI”.
Es un apasionado por la noticia. Así como los músicos leen en un pentagrama las mejores melodías, Javier tiene oído musical cuando oye a un lector de una emisora dar una información. Cuando está bien escrita, asienta con su cabeza, cuando oye un error, se frota su cara.
Millares de noticias redactó con el juicio preciso de las reglas elementales del lead, del meollo de la información. Durante años estuvo al lado de los télex, escuchando su traqueteo, ruido que le dañó su oído izquierdo.
Laborioso como pocos. Javier es un periodista total las 24 horas del día. Conoce buena parte de la historia del Siglo XX y vivió de primera instancia los grandes acontecimientos del país.
Trabajó 40 años –entre 1967 y 2007– como corresponsal de AP para Colombia y América Latina.
Opina que el cubrimiento noticioso de mayor impacto para su vida fue la destrucción de Armero, municipio que fue barrido del mapa por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985.
Él le imprime pasión al relatar cómo fueron esos momentos.
“La noticia comenzó a conocerse en la noche del miércoles 13 de noviembre de 1985, pero solo al día siguiente con las primeras luces del amanecer un piloto que sobrevoló la zona comunicó por radio que Armero ya no existía y probablemente habían muerto casi todos sus 25.000 habitantes. Esa fue la noticia que transmití el jueves 14 hacia las 8 de la mañana. En pocas horas había en Bogotá centenares de periodistas, camarógrafos y fotógrafos de diversos países. Esa noticia fue publicada en todos los medios del mundo y leída o escuchada por cientos de millones de personas. Un solo ejemplo: El jefe de la oficina de la AP en Tokio me envió la primera página del periódico Asahi Shimbun totalmente dedicada a la tragedia de Armero. Obviamente en el idioma japonés. Lo único que yo pude entender fue mi nombre que encabezaba la historia. El Asahi Shimbun tenía en esa época una circulación de 11 millones de ejemplares. Sin sonrojarme puedo decir que fui el periodista colombiano más leído en el mundo gracias a que tenía como base a Colombia en donde se produjeron estremecedores acontecimientos y estaba al servicio de la AP, la mayor agencia noticiosa del mundo, en una época en que era el medio de comunicación por excelencia con unos 12.000 suscriptores”.
La Embajada Dominicana, Palacio de Justicia y Armero
–¿Cómo vivió la toma de la Embajada Dominicana?
–La serie de grandes noticias mundiales originadas en Colombia comenzó el 27 de febrero de 1980 cuando guerrilleros del M-19 se tomaron a sangre y fuego la embajada de la República Dominicana en Bogotá para secuestras a 16 embajadores, entre ellos Diego Ascencio de los Estados Unidos y el Nuncio Papal Ángelo Acerbi.
Fue un trabajo de 61 días que duró el secuestro y la ocupación de la sede diplomática. Igualmente recibí recortes de diarios de muchos países que publicaron esta noticia que tuvo un desarrollo tan prolongado.
Otro hecho de impacto mundial fue el asalto al Palacio de Justicia, el 6 de noviembre de 1985, una semana antes de la tragedia de Armero. Esta nueva acción de los guerrilleros del M-19 durante 27 horas infernales significó la muerte de alrededor de 100 personas, incluyendo 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Noticia que prácticamente apagó el suceso de la explosión del volcán Nevado del Ruiz y la destrucción de Armero.
Al hacer una recopilación de estas dos tragedias, escribí una nota titulada: Noviembre negro en Colombia. Nunca un país había sufrido tanto en tan pocos días”, recuerda.
–En los 80 se vivió también la guerra del narcotráfico….
–Desde luego. Entre 1980 y 1991 cubrí la guerra terrorista de Pablo Escobar contra el Estado colombiano. La mafia del narcotráfico estaba empeñada en impedir la extradición de sus cabecillas a los Estados Unidos y finalmente lo logró influyendo sobre varios miembros de la Asamblea Nacional Constituyente y amedrantado a otros que no se dejaron seducir del dinero manchado de sangre.
La constitución del 91 prohibió la extradición de colombianos. En este torbellino de violencia cayeron asesinados ministros, candidatos presidenciales, otros altos funcionarios del Estado y naturalmente periodistas valerosos como Guillermo Cano y Jorge Enrique Pulido. Penosamente otros colegas prefirieron el dinero a las balas y se volvieron mensajeros de los capos de la droga.
Esos años trágicos atrajeron a decenas de corresponsales de diversos países. Fundamos la Asociación de Prensa Extranjera, de la cual fui su presidente durante algunos años. El propósito era organizarnos para protegernos mutuamente y explorar las vías menos riesgosas de llegar a las fuentes del crimen organizado y los grupos alzados en armas.
En momentos en que Pablo Escobar buscaba un acuerdo con el gobierno, recibimos una invitación del cartel de Medellín para una conferencia de prensa en una finca en el Magdalena Medio. Mi decisión fue no aceptarla pues la invitación era con todos los gastos pagos y una suntuosa fiesta para ganar puntos con los periodistas.
También me tocó el mayor escándalo político del siglo XX: el financiamiento de la campaña presidencial de Ernesto Samper por parte del cartel de Cali que afloró en abril de 1995. Fue un periodo de tensión con un final inesperado: la absolución del mandatario en la Cámara de Representantes, mientras sus principales alfiles fueron a la cárcel.
Su comienzo, en El Espectador
–¿Recuerda cómo fue su ingreso a El Espectador?
–Transcurría el año 1959 y comenzaba mi carrera de periodista como redactor de Ultima Hora Caracol. Allí también trabajaba Mike Forero Nogués, el gran maestro del periodismo deportivo, quien simultáneamente era el director de las páginas deportivas de El Espectador que en esa época tenía ediciones matinales y vespertinas. Necesitaban periodistas jóvenes y Mike me invitó a trabajar allí. Fue un periodo breve pero muy interesante y de intenso aprendizaje de la mano de otro grande del periodismo: José Salgar.
–¿Se retiró de Prensa Latina cuando asumió el poder Fidel Castro?
–No. Yo llegué a Prensa Latina en 1960, un año después que de Fidel Castro se tomó el poder en Cuba. Lo que más me interesó del trabajo fue la figura de Gabriel García Márquez, mi jefe en el turno nocturno, quien para entonces figuraba como un promisorio escritor, pero ya era un famoso periodista, autor en El Espectador de las célebres crónicas del naufragio de un barco de la Armada Nacional, que luego se publicó como libro con título de “Relato de un náufrago”. Sin embargo, no conseguí nutrirme de las enseñanzas de Gabo. Su tiempo en la oficina de Prensa Latina en Bogotá lo consumió leyendo y fumando. También fue breve mi paso por la agencia cubana de noticias pues recibí una oferta de Caracol para ser el jefe de redacción de Última hora, el noticiero de la cadena radial.
Antonio Pardo, su gran maestro
–¿Quién lo llevó a Caracol Radio?
–Antonio Pardo García, que fue primer maestro.
–Vivió toda la guerra de Vietnam, recibiendo información de allá. ¿Pensó en escribir un libro sobre esa guerra?
–Es imposible escribir un libro sin haber estado en el teatro de los acontecimientos. Pero esa guerra y otras como la del Golfo Pérsico las seguí con mucho interés, especialmente por los escándalos que desataparon los corresponsales de guerra. En Vietnam y en Irak hubo falsos positivos (asesinatos extrajudiciales), fuego amigo (enfrentamiento entre tropas de un mismo ejército) y daños colaterales, que son las masacres de poblaciones bombardeadas por error o proximidad a los sitios de combate. Eso me sirvió para organizar en la Facultad de Comunicación de La Sabana un curso de corresponsales de guerra que dicté durante cuatro años, con la ayuda de corresponsales de guerra como Marko Álvarez y Ricardo Mazalán, que han cubierto para la AP todos los conflictos bélicos durante 30 años.
Su trabajo desde el télex y el teléfono público
–¿Extraña el télex?
–El ruido de los teletipos y del télex es música para mis oídos. Me acompañó durante unos 30 años durante los cuales leía las noticias que llegaban de todas partes del mundo. Al principio queda uno fascinando viendo maquinas que escriben solas y que hacen sonar campanitas d alerta cuando suceden noticias urgentes. Después vino Internet y desaparecieron estos aparatos que fueron una maravilla de su tiempo. Lo negativo es que me dejaron lesionado el oído izquierdo.
–¿Qué fue lo maravilloso de los años sesenta?
–En la década de los años 60 y hasta los 70 nos acostumbramos a hacer periodismo con las uñas. No había teléfonos celulares ni buscadores de Internet. Los teléfonos públicos eran de gran ayuda. Las monedas estaban siempre en los bolsillos para transmitir la noticia.
Aprendí que sin comunicaciones no hay noticia. Y eso me sirvió en 1972 cuando estuve cubriendo el terremoto que destruyó a Managua. Llegué el día de la Navidad en un avión con ayuda humanitaria. Obtuve valiosos registros de la tragedia, relatos conmovedores, pero las líneas de comunicación estaban cortadas por el impacto del violento sismo. De casualidad vi que una chica de la Cruz Roja tenía un radioteléfono y le dije: por favor déjeme usarlo para dictar la noticia de la tragedia que ha ocurrido aquí. Yo trabajo para la mayor agencia noticiosa del mundo, la información se conocerá de inmediato y la ayuda fluirá con rapidez. Me prestó el teléfono 5 minutos y lo mantuve casi media hora. Así pude transmitir la noticia de la enorme tragedia que había azotado a Nicaragua con más de mil muertos y centenares de heridos. Había más de un centenar de periodistas y ese día no pudieron transmitir la noticia. La mía difundida en todo el mundo logró que la ayuda llegara a manos llenas. Los aviones tenían que esperar turno para aterrizar en el pequeño aeropuerto de Managua.
–¿El Periodismo le cambió su vida?
–El periodismo es una pasión. Recordando tantos hechos trascendentales de los que fui testigo, aunque casi todos trágicos, doy gracias Dios por haberme permitido escribir una buena parte de la historia de Colombia y de algunos países latinoamericanos. Un colega argentino Jorge Covarrubias, gran editor de AP, en una conferencia que dictó a mis alumnos en Universidad de La Sabana, les dijo que se estaban preparando para ejercer un oficio único e interesante con el cual no hay esperanza de hacerse rico porque el periodismo es la forma más divertida de ser pobre. En mi caso personal fui bien remunerado por las empresas a las que serví, pero cuándo el trabajo más que una obligación, es un placer, el dinero se vuelve secundario.
El “lead”, su especialidad
–¿A quiénes admira redactando un buen lead?
–A don Antonio Pardo García.
–¿Cómo se enseña a escribir un buen lead?
–Hay que distinguir en el hecho noticioso lo fundamental y algunos elementos accesorios que sean de impacto y con eso desarrollar la noticia dando respuesta a la mayoría de las preguntas básicas: Que pasó, cuándo pasó, dónde pasó, quien o quienes fueron los protagonistas, cómo sucedieron los hechos y por qué sucedieron. Al final debe ir la fuente o citarse al comienzo del segundo párrafo.
–¿El lead es un el mismo Twitter?
–El Twitter es la manera abreviada de transmitir una noticia en 140 caracteres, pero sin la elegancia del lenguaje que caracteriza un buen lead que no solo debe informar lo sustancial de una gran noticia en tres renglones de tal forma que el lector quede informado de lo que pasó y se interese en continuar leyendo los detalles, sino de escribirlo con la mejor calidad literaria. La gran virtud es que el periodista tiene solo pocos minutos para confirmar la exactitud de la noticia y sus fuentes y revisar la gramática y la ortografía. Algo distinto de los escritores que se pueden gastar días o semanas para redactar un párrafo.
–¿Qué “lead” le hubiera gustado redactar y cuál no?
–Hace unos años visitaba con mi esposa el Palacio de Cecilienhoff, en las afueras de Berlín, en donde se reunieron el 17 de julio de 1945 José Stalin, secretario del Partido Comunista Soviético, Winston Churchill, primer ministro inglés y Harry Truman, presidente de los Estados Unidos para firmar el reparto de Alemania y las condiciones de la rendición de Japón. Recorriendo ese museo con los documentos y mobiliario utilizados por los 3 grandes, me dije: cómo me hubiera gustado estar aquí cubriendo este histórico acontecimiento.
Retrocediendo en el tiempo haber escrito la noticia del fin de la guerra con este lead: “La II guerra mundial, que dejó 50 millones de muertos y a Europa y Japón en ruinas, finalizó hoy con la rendición de Alemania”.
El lead que escribí con pesadumbre fue en la noche del 18 de agosto der 1989 que decía: El líder liberal Luis Carlos Galán, favorito en todas las encuestas para ganar las próximas elecciones presidenciales, fue asesinado esta noche durante un mitin electoral, informó la policía.
–¿Cómo ve la situación actual del Periodismo en Colombia?
–Con preocupación y tristeza. Muchos medios tradicionales han desaparecido, cunde el desempleo y la única ventana de oportunidad está en los medios digitales que sufren la feroz competencia de seudoperiodistas dedicados a difundir noticias falsas.
El contexto y la revisión en la noticia
–¿De qué adolece el periodismo actual?
–Aunque el periodismo está en permanente evolución empujado por la revolución tecnológica, hay unas leyes que siempre habrá que respetar. Sin importar el tipo de periodismo –noticia, crónica, reportaje o entrevista–, el periodista siempre tendrá que poner en escena a los personajes, describirlos, relatar los hechos que los hacen merecedores de una nota periodística y colocarlos en un tiempo y un espacio con una buena dosis de suspenso. Además, presentar el contexto que rodea los hechos de la narrativa que generalmente son la respuesta a una de las preguntas básicas: ¿Por qué? Editar dos o tres veces el texto para corregir errores y mejorar la redacción.
Especialmente en televisión veo reporteros que a veces olvidan explicarle al público porqué sucedieron los hechos o los sitúan al sur de Bogotá, en donde puede haber más de cien barrios con millones de habitantes. La precisión informativa es básica.
Hay también que superar el síndrome de la chiva y profundizar las investigaciones. Una sola fuente no es suficiente. Muchas veces se necesitan tres o más. Se requiere más periodismo de investigación. Los grandes escándalos de corrupción han sido descubiertos por los periodistas. Sin su fiscalización del poder los políticos, funcionarios de poderes públicos y los poderosos quedan con las manos libres para ejecutar toda clase de fechorías.
–¿Cuántos años en el CPB?
–En el CPB soy más bien nuevo, con apenas diez años, cuatro en su junta directiva y otros dos en la Comisión de Ética.
–¿Cuántas veces como Jurado? ¿Qué trabajo ganó cuando fue jurado?
–He estado dos veces como jurado y otras cinco como prejurado. En el premio que se entregó en febrero fui prejurado y una de las diez publicaciones de prensa que recomendé al jurado fue la ganadora.
–¿Qué consejo le da ahora las nuevas generaciones periodísticas?
–Para ser un buen periodista hay que ser una buena persona, decía el maestro polaco Rayzard Capuchisky. Hay que despojarse de odios, rencores o prevenciones. No ser un activista político. Eso nos aproxima a ver con objetividad los hechos y transmitirlos con veracidad. Hay que leer, investigar y estar bien informados.
–¿Cuál ha sido el día más espectacular en su carrera como periodista?
–El 15 de noviembre de 1985 recibí un mensaje de José Domingo Abreu, jefe de la mesa latinoamericana del servicio mundial de AP. En él me felicitaba por el cubrimiento de la tragedia de Armero. La noticia estaba en primera página en muchos diarios y copó amplios espacios en la radio y la televisión del mundo. Dijo que nunca había visto un cubrimiento periodístico de tanto éxito.
Un alumno que luego fue su jefe
–¿A cuántos periodistas ha formado?
–Durante los 10 años que estuve dictando las clases en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana ayudé a formar a unos 900 estudiantes.
–¿Qué alumnos recuerda con especial cariño por su interés en la carrera?
–Hay uno que me sorprendió. Se llama Juan Camilo Hernández. Fue el único se mereció un 5 en el examen final durante la década que estuve de profesor. Lo recomendé para hacer prácticas en la oficina de AP en Bogotá y fue contratado de planta cuando terminó su entrenamiento. Simultáneamente fue nombrado profesor de periodismo en La Sabana. En los dos últimos años en que estuve allí fue mi jefe pues fue nombrado Decano de Periodismo y Comunicación. Es el sueño de todo profesor: que sus alumnos lo superen profesionalmente.
Foto: NASA / GENERAL ATOMICS ELECTROMAGNETIC SYSTEMS.
Tomado de: BBC.
La Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) activó un reloj atómico que funcionará como una especie de GPS espacial para guiar a futuros astronautas en sus viajes a otros planetas y naves autónomas que navegan en el espacio profundo.
El Reloj Atómico del Espacio Profundo (DSAC, por sus siglas en inglés) fue puesto en órbita terrestre en junio y activado con éxito el pasado 23 de agosto.
La NASA realizará pruebas con el DSAC durante un año con la meta de esta tecnología se aplique y se llegre enviar más rápida, autónoma y efectivamente la información para la navegación precisa de las misiones espaciales.
¿Cómo es la navegación espacial actual?
El sistema actual de navegación en el espacio profundo es lento y laborioso. De hecho, hace que las enormes antenas de la NASA estén congestionadas como una línea telefónica ocupada.
Los navegadores en la Tierra envían a través de estas antenas señales a la nave espacial que, a su vez, rebotan de regreso a ellos.
El tiempo que dure la señal en ir y regresar les permite calcular la posición y velocidad del vehículo. Con eso pueden enviar instrucciones de vuelta a la nave para guiarla.
Pero las enormes distancias en el espacio hace que esas señales se demoran mucho tiempo en ir y volver y una nave a miles de millones de kilómetros podría estar en una posición diferente para cuando finalmente reciba las instrucciones necesarias de su rumbo.
Esas limitaciones presentan un problema para las futuras misiones tripuladas a otros planetas. ¿Cómo podrán los astronautas navegar lejos de la Tierra sin tener control de hacia donde van? ¿cómo podrían aterrizar con precisión en otro planeta cuando hay semejante retraso en las comunicaciones?
Esas son preguntas que el DSAC podrá resolver, dicen los investigadores.
Como un GPS
El DSAC está íntimamente relacionado con los relojes atómicos con los que nuestros teléfonos inteligentes interactúan a diario.
Esos relojes, que se encuentran a bordo de satélites, permiten a la aplicación GPS de los móviles guiarnos de un punto A a un punto B, calculando dónde estamos en la Tierra, basados en el tiempo que demora la señal en ir del satélite al teléfono.
Pero las naves espaciales no cuentan con algo similar que les pueda ayudar a orientarse en el espacio profundo.
Sin embargo, el DSAC es el primer instrumento tipo GPS suficientemente pequeño y preciso para llevarlo abordo de una nave espacial que se aleje de la órbita terrestre.
Del tamaño de una tostadora y construido por el Laboratorio de Propulsión A Chorro de la NASA (JPL), el Reloj Atómico del Espacio Profundo cuenta con una tecnología que permitirá a las naves saber dónde se encuentran sin tener que depender de datos enviados desde la Tierra, mejorando notablemente el proceso, según los investigadores.
«Cada nave espacial que explora el espacio profundo está guiada por navegadores aquí en la Tierra. El Reloj Atómico del Espacio Profundo cambiará todo eso al habilitar la navegación autónoma a bordo o permitir a una nave espacial ser autoconducida», declaró Jill Seubert, subdirectora de la investigación.
Precisión infinitesimal
Cualquier reloj atómico requiere ser increíblemente preciso para ser usado en este tipo de navegación.
La imprecisión de un sólo un segundo en el reloj podría implicar la diferencia entre aterrizar en Marte o desviarse por miles de kilómetros.
En experimentos hechos en tierra, se comprobó que el DSAC es 50 veces más estable que los relojes atómicos de los satélites de GPS.
Los átomos que mantienen la precisión de los actuales relojes atómicos pueden ser sensibles a los campos magnéticos externos.
Pero el DSAC usa isótopo de mercurio. Y estos, gracias a un dispositivo interno que los controla, son menos vulnerables a las fuerzas externas.
Los investigadores estiman que el DSAC se desfasará un solo segundo cada 10 millones de años. Si en su misión de prueba en el espacio puede mantener esta estabilidad, será uno de los relojes más precisos del universo.
El Reloj Atómico del Espacio Profundo se colocó a bordo de un satélite de la empresa General Atomics Electromagnetic Systems y lanzado al espacio en un cohete SpaceX Falcon.
En una misiva dirigida a la Unidad Nacional de Protección, a la Defensoría del Pueblo y a la Procuraduría General de la Nación, Alfonso José Luna Geller, director de Red de Medios Proclama del Cauca, hace un relato de su situación de seguridad, la forma como le han quitado sus esquemas de seguridad, las constantes amenazas que ha recibido y responsabiliza al gobierno colombiano por algún suceso que pueda ocurrir en su vida.
“En estas condiciones, –dice en su carta– informo que lo comprobable, hace rato está en manos de la Fiscalía General de la Nación, para lo demás, creo que la mejor manera de contribuir al esclarecimiento de lo que pudiera ocurrir, y de otros hechos ya acontecidos en la truncada historia del periodismo colombiano, es dejar este escrito simplemente como testimonio para que cualquier cosa que pueda ocurrirme tras tantas “coincidencias”, se sepa que el Gobierno colombiano sería el responsable, si es que esto serviría para algo”.
Proclama del Cauca es un periódico impreso y diario virtual con sede en el municipio de Santander de Quilichao. Fue creado en 1983 con el objetivo de visibilizar e informar los sucesos de la región caucana, la cual históricamente ha sido una región marcada por el conflicto armado y el narcotráfico. Desde el 2004 el diario se convirtió en un medio digital, ampliando la cobertura a todos sus usuarios a nivel nacional y mundial, a través de Internet.
LA MISIVA
Teniendo en cuenta que las comunicaciones privadas a través de las TIC no tienen ninguna intimidad o reserva, menos cuando se trata de las comunicaciones de periodistas independientes en regiones que han sido escenario de conflictos armados de toda especie, donde la guerra no termina por los incumplimientos de lo acordado con las guerrillas desmovilizadas, entre otras causas, y donde, en consecuencia, la economía criminal se intensifica diariamente, aprovecho esta circunstancia para dejar constancia de que presiento un riesgo inminente sobre mi seguridad personal y la de mi familia, y presentar este testimonio para que una vez ocurridas mis intuiciones, ojalá que no, no se vaya a buscar el cadáver río arriba, si les diera por hacerlo.
Mi ejercicio como periodista se ha agravado en los últimos días por el ambiente de polarización política a que han conducido a este país, por lo cual el Estado no confía, y persigue a los ciudadanos simplemente porque piensan distinto a quienes ejercen el Gobierno nacional, o porque, como en mi caso, director de una red de medios de comunicación, no puedo ejercer censura previa sobre lo que escriben otros columnistas, ni creo que los medios de comunicación se establezcan para estar al servicio del gobierno de turno. Creo que es para lo contrario.
En los últimos días nuestro trabajo nos ha convertido en objetivo de incomprensiones, estigmatizaciones, amenazas comprobables y denunciables. Pero también, combinadas con otros “mensajes subliminales” que llegan como rumores, amonestaciones, o en correos engañosos con mensaje implícito y sugerido de búsqueda o “investigación académica” que al escudriñar su procedencia conducen a sujetos (miembros de las Fuerzas Armadas) que piden información privada sin finalidades claras, por lo que los considero aún más peligrosos que los de las amenazas evidentes.
A pesar de mi historial público a la vista de todo el mundo, como oficial del Ejército en retiro, funcionario de la Contraloría y de la Gobernación del Cauca, dirigente cívico en muchas ocasiones, y como periodista reconocido en entornos locales, regionales y nacionales, presiento una persecución y estigmatización por parte del Gobierno nacional actual a través de las entidades que tienen relación con nuestra actividad periodística.
Sencillamente, creo que por mi formación en el respeto, la dignidad cívica, la independencia y la cultura universal, que no está al servicio de ningún gobernante, caudillo o dirigente político, he sido víctima y condición asumida como un acto de “rebeldía”, que me parece ha sido tomada como algo delincuencial y que, en consecuencia, merece lo que presiento que se está fraguando en mi contra como retaliación, además, por nuestra actitud crítica en ejercicio de la libertad de expresión como derecho constitucional universal.
Estoy obligado a poner en conocimiento mis sospechas y pálpitos de grave peligro a través de este testimonio, porque “las corazonadas” no pueden tener trámite jurídico; luego, apenas son deducciones personales desde una serie de “coincidencias” que vienen ocurriendo. Por ejemplo:
· A comienzos del mes de agosto de 2019 se produjo -sin solicitud previa- el relevo de uno de los escoltas asignados por la Unidad Nacional de Protección (esquema colectivo que fue dispuesto desde el mes de febrero de 2018) y el día 6 de agosto sufrió un incidente de tránsito urbano. De acuerdo con los protocolos y la contratación de la UNP con la rentadora privada, el vehículo ha debido sustituirse en 24 horas. Han transcurrido 21 días y no fue remplazado.
· Por decisión de la Fiscalía General de la Nación, se le solicitó a la Policía Nacional la vigilancia debida a nuestras oficinas y al personal protegido en el trabajo cotidiano. Las unidades encargadas de realizarlo no volvieron a cumplir con dicha tarea hace más de ocho días, más o menos.
· Hemos recibido mensajes de personal de la Policía Nacional que nos retira su amistad personal por publicaciones aparecidas en Proclama del Cauca y otros (del Ejército) a través de Facebook que nos amenazan veladamente y mediante correo engañoso nos averiguan por el contacto de uno de nuestros colaboradores.
· Sindicar a un medio de comunicación de ser vocero de las FARC o del ELN a través de las redes sociales en una región donde la criminalidad está en manos de quienes se dicen disidentes de las FARC o de cualquier grupo armado de derecha o de izquierda es poner una lápida mortuoria sobre el pecho del director o los periodistas del medio de comunicación, en una zona conflictiva donde se asesina cotidianamente porque de alguien se dice simplemente que apenas es un líder social.
. Es más, el colmo de la estigmatización se da también en los mensajes públicos según los cuales, al referirse a Proclama del Cauca, “el narcotráfico respalda sus salarios producto del narcotráfico en el Cauca”. (Puede apreciarse en los “pantallazos” que adjuntos, que al parecer quienes los envían son integrantes del Ejército).
En estas condiciones, informo que lo comprobable, hace rato está en manos de la Fiscalía General de la Nación, para lo demás, creo que la mejor manera de contribuir al esclarecimiento de lo que pudiera ocurrir, y de otros hechos ya acontecidos en la truncada historia del periodismo colombiano, es dejar este escrito simplemente como testimonio para que cualquier cosa que pueda ocurrirme tras tantas “coincidencias”, se sepa que el Gobierno colombiano sería el responsable, si es que esto serviría para algo.
ALFONSO JOSE LUNA GELLER
C.c. 19177801 expedida en Bogotá
Director Red de Medios de Comunicación Proclama del Cauca
La primera judoca colombiana nació en Santiago de Cali, aprendió a bailar salsa en Bogotá, quiso ser diplomática, se salvó –de milagro– de morir el 7 de agosto de 1956, comenzó el periodismo sin saber escribir a máquina, escuchó cuando Gabriel García Márquez le leía a Fidel Castro sus palabras para recibir el Nóbel, es socia desde hace más de 35 años del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), se llama Amparo Pérez Camargo y es la defensora del televidente de Canal Caracol desde hace 19 años. Leer Más
Luego de la difusión de un video promocional de la campaña de Carlos Caicedo a la gobernación del Magdalena, el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) hace un llamado al candidato para que respete la labor periodística de los comunicadores del Magdalena y no confunda un trabajo periodístico con mensajes en redes sociales de personas ajenas a la profesión.
El candidato en su video asegura que personas inescrupulosas estarían en la tarea de comprar periodistas para crear noticias falsas sobre su candidatura.
“Consideramos que esta clase de afirmaciones sin un real sustento afectan el libre desarrollo del periodismo e intentan amordazarlo. Es un derecho constitucional la libertad de expresión y de información el que tenemos todos los colombianos, sostuvo Gloria Vallejo, presidenta del CPB.
En tal sentido solicita al candidato retractarse de sus afirmaciones generalizadas contra la prensa de la región y dejarla hacer su labor de informar con libertad.
Con el título “18 de agosto” la viuda del inmolado líder Luis Carlos Galán Sarmiento, Gloria Pachón de Galán, socia del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), hace una reseña de su vida.
Tres décadas después del asesinato del entonces candidato presidencial Luis Carlos Galán, la periodista revela algunos aspectos desconocidos del fatídico día y de la vida del líder político.
En 360 páginas, publicadas por Editorial Planeta hace un conmovedor relato que conjuga las calidades personales y políticas de quien se erigía como seguro presidente de la República.
La autora recrea momentos claves de la vida de Galán, que con escasos 27 años de edad fue nombrado Ministro de Educación. Luego examina las posturas políticas de Galán y su férrea actitud contra el narcotráfico.
Luis Carlos Galán Sarmiento nació en 1943 en Bucaramanga y en 1989 fue proclamado como candidato presidencial por la convención del partido liberal. Se comprometió sobre todo a combatir la corrupción y el clientelismo e intentó modernizar los partidos políticos y las instituciones colombianas. Su mayor reto, no obstante, fue enfrentarse al narcotráfico y su penetración en la sociedad colombiana, con lo que se convirtió en el blanco de la violencia promovida por los capos de la droga, a quienes se atribuye la autoría intelectual de su asesinato.
El 18 de agosto de 1989, cuando se dirigía a un encuentro con sus electores en Soacha, fue asesinado.
Doña Gloria Pachón de Galán laboró en El tiempo, fue directora del Noticiero del Mediodía, embajadora de Colombia ante la Unesco y embajadora de Colombia en Francia.