8 Agosto 2019.
Foto: Pixabay.
Análisis del CPB
– Unas semanas antes de cumplirse el primer año de gobierno del presidente Iván Duque, la Junta Directiva del Banco de la República, redujo la proyección de crecimiento del 3,6% al 3,0.
El DANE, entre tanto, reveló las cifras de desempleo y confirmó que existe una tendencia alcista que, quizás, necesite una verdadera política de choque para regresarla a un dígito, que había sido uno de los logros de los últimos años.
En junio, ya se había revelado por parte del DANE que la pobreza en el país había aumentado levemente –del 26,9% al 27%, con lo cual el 27% de la población, unos 13’073.000 colombianos viven esa condición. Aunque la variación porcentual parece imperceptible, es una mala noticia no solo porque se revierte la tendencia de reducción, sino porque los escenarios de crecimiento dejan escasos márgenes de maniobra para cumplir con los objetivos de equidad formulados en el Plan Nacional de Desarrollo.
Por el lado de las cifras externas, el balance es desfavorable y representa una alta vulnerabilidad para la economía nacional, dado el déficit en cuenta corriente –sobre todo porque las exportaciones no reaccionan-, y en otros rubros de la balanza de pagos hay debilidad en la inversión extranjera y enormes obligaciones en servicio de la deuda como lo demuestran las mismas cifras del Presupuesto General de la Nación (59.3 billones en amortizaciones y pago de capital en el 2020).
Mayor claridad
Ahora bien: no es clara la forma como el Ministerio de Hacienda está contabilizando las utilidades de Ecopetrol, gran aportante a las finanzas públicas, ni la manera como está proyectando los ingresos que se piensan obtener por la venta de las empresas estatales donde la nación tiene menos del 49% de participación. Hay reparos por parte de los economistas frente a la contabilización también de las utilidades del Banco de la República, pues la duda es si estas dos variables son fuentes de financiamiento o si son recursos susceptibles de ser considerados como ingresos que puedan financiar gastos corrientes.
Lo cierto es que son dos instrumentos con los cuales se piensa atender, en parte, el déficit de las finanzas públicas y cumplir con las metas de la Regla Fiscal. Es claro que, en el ojo avizor de las calificadoras de riesgo, las variables internas y externas son parte fundamental y, lo peor que le podría suceder al país, sería perder el grado de inversión.
Por otra parte, hay que ponerle atención a la tasa de cambio, pues el comportamiento del dólar es un buen catalizador del escenario económico general y, ya se han presentado momentos en que superó los 3.460 pesos. Está gritando, y es una señal de que algo pasa.
A la hora del análisis, habrá muchas interpretaciones, eufemismos y miradas por el espejo retrovisor. Pero lo cierto es que más allá de las percepciones y los lastres del pasado, el primer año de la administración Duque ha sido opaco en resultados, contradictor con los anuncios de campaña y, sobre todo, carente de liderazgo para solventar las grandes reformas y generar expectativas audaces, que son fundamentales en el arranque de todo gobierno.
Los resultados de la reforma
Durante estos 12 meses en la Casa de Nariño, se han hecho anuncios y se han adoptado medidas que no han arrojado los resultados esperados. La Ley de Financiamiento, que no es otra cosa que una reforma tributaria, resultó un engendro incapaz de promover la reactivación y cumplir con los postulados de generar empleo. Bajo esa premisa se redujo la tasa contributiva a las empresas y se mantuvo el IVA en 19%, que es un impuesto regresivo que castiga el consumo.
Quizás su vigencia sea muy corta para evaluar sus resultados. Pero, por lo menos, la reducción en el impuesto de renta ha debido servir para mantener la tasa de desempleo por debajo del 10% y generar expectativas de un mejoramiento en la calidad del trabajo. No ha sido así. En junio de 2019 el desempleo en el total nacional fue 10,5 % y en el total 13 ciudades y áreas metropolitanas del 11,2%.
Incertidumbre en lo laboral
Lo peor es que el ministro de Hacienda, no sabe las causas ni cómo abordar el problema, que es para muchos analistas el gran lunar de la economía. Si un ministro de Hacienda desconoce el origen y tampoco tiene claro la forma de atacar este fenómeno social, quiere decir que el país anda muy mal en prioridades.
En materia laboral, no hay luces. Se han hecho anuncios sobre una nueva reforma pensional, la posibilidad de introducir ajustes a la fórmula de definición del salario mínimo –incluyendo que sea diferencial por regionales y que se paguen jornadas por horas-, pero un año después lo único cierto es que los agentes económicos se mueven en la incertidumbre. Ello, dicen los analistas, ha provocado cautela entre los inversionistas y una precaución en la toma de decisiones para adelantar proyectos.
Las expectativas que había sobre la democratización de la propiedad rural, el uso del suelo y el apoyo a la comercialización agrícola, temas fundamentales en la implementación de los acuerdos de paz y que deben transitar en el Congreso de la República, quedaron en eso: en expectativas. Poco se habla del tema, entre otras cosas, porque la agenda legislativa fue austera en resultados.
Otro problema que ha afrontado el presidente Duque en este primer año de gobierno, ha sido la pérdida de credibilidad. Tuvo la gran oportunidad de liderar con firmeza y decisión la ley anticorrupción, pero dejó hundir a última hora el proyecto, casi con la complacencia de sus ministros. Ahora, cuando habla de combatir la corrupción, de ser inflexible frente a ¨quien la hace la paga¨, sus palabras suenan vacías y no tiene resonancia. El problema es que en economía la confianza y las expectativas juegan un papel decisivo.
Los Economía Naranja es una excelente idea, aunque la promoción y el impulso a las industrias creativas no es una novedad. Pero si bien existen proyectos y se han creado líneas de crédito para fomentarla, su visibilidad es nula y su socialización escasa. Si es una política de gobierno, debería estar en la agenda diaria, como el aguacate hass, la carne y el banano, que tanto se ofrecieron en la reciente gira por China.
Contradicción costosa
Hay temas de campaña que van en contravía. Uno de ellos es el fracking. En varias ocasiones el entonces candidato prometió que en Colombia no se permitiría la explotación de yacimientos no convencionales y que se privilegiaría la protección del medio ambiente. Pero la prioridad de la ministra de Minas, María Fernanda Suárez, es otra. Es incorporar ese modelo, sin atender el principio de precaución, por encima de cualquier consideración de las autoridades ambientales.
Si bien se creó una comisión de expertos para adelantar mesas de diálogo regional con el fin de escuchar a las comunidades, revisar el marco regulatorio técnico existente y realizar un análisis de seguridad energética, las conclusiones no convencieron a los ambientalistas ni a muchos otros sectores de la población. Si no es por la decisión del Consejo de Estado de suspender los actos administrativos que fijaron los criterios para la exploración y explotación de hidrocarburos bajo este modelo, otra sería la situación.
Un gran pacto
Sin embargo, hay que reconocer aspectos positivos del gobierno en estos 12 meses de administración: el fortalecimiento de la diplomacia sanitaria para acceder a mercados
internacionales –algo que ha dificultado el acceso a los mercados de los TLC-, el apoyo al turístico (un sector con alto potencial y gran generador de divisas), el empeño por desempantanar los proyectos de inversión en infraestructura vial, la intervención de trámites innecesarios que afectan la competitividad y el fortalecimiento de los programas de financiación para la pequeña y mediana empresa.
Este segundo momento será decisivo. Si se quiere salir de la encrucijada y recobrar la confianza entre los agentes económicos y la sociedad en general, se requiere de un gran pacto nacional, sin resentimientos, incluyente y despolitizado. La economía no aguanta una dosis más de polarización.
NOTA: para la elaboración de este análisis el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) contó con el aporte de periodistas especializados en temas económicos, con reconocida trayectoria.