NOTA DEL CPB
El Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) a través de su Comisión de Ética abre un espacio de reflexión y pedagogía sobre los principales problemas que afectan el ejercicio del periodismo en Colombia. El siguiente es el primero de varios artículos que se publicarán en nuestra página web.
Los pecados del periodismo
Por Javier Baena
El término plagio se define en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española como la acción de «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias».
El plagio es generalizado. Existe en las tesis de grado, en los discursos políticos y académicos, en las composiciones musicales, en los guiones cinematográficos, en la literatura y por supuesto en el periodismo, Es que en estos tiempos en que toda la información está en la Internet, resultar fácil copiar y pegar aplicando maquillajes en el texto, con la vana ilusión de no ser descubierto.
En tiempos recientes el más célebre caso de plagio combinado con información falsa o inventada en el periodismo lo protagonizó el reportero Jayson Blair del New York Times. Entre octubre de 2002 y abril de 2003 Blair, entonces con 27 años, publicó 73 artículos, de los cuales en 36 inventó escenas, utilizó material de otros periódicos y agencias de noticias como si fueran propios, y estudió fotografías para tomar detalles de ellas que le permitieran dar más veracidad a sus artículos, según una información publicada por el New York Times el 11 de mayo de 2003 y reproducida al día siguiente por El Tiempo de Bogotá.
Jayson Blair trabajó en total cuatro años en el New York Times, periodo durante el cual publicó unos 600 artículos. Desde un comienzo en su trabajo en el cubrimiento de información local su editor Jonathan Landman, advirtió de las inexactitudes en sus artículos.
Pero el periódico explica en la citada información que la falta de comunicación entre los editores, las pocas quejas que se recibieron de parte de los entrevistados por Blair y su ingenio le permitieron seguir adelante.
Agrega la noticia que el personal administrativo no se extrañó de que en cuatro meses de supuestamente cubrir noticias sobre el terreno, Blair no presentara cuentas de gastos, y que cuentas de restaurantes de Brooklyn y Nueva York aparecieran en sus relación de gastos como cenas en otros puntos del país.
El caso del periodista Blair es «una mancha negra en el ojo» del periódico, dijo el entonces presidente de The New York Times Company, Arthur Sulzberg Jr, quien calificó este episodio como el ´´punto más bajo en los 152 años de historia del periódico´´.
Howel Raines, editor (director) del Times tuvo que renunciar tras admitir que Blair burló todos los controles de calidad periodística, una de las más preciadas virtudes del emblemático diario neoyorquino.
Blair, adicto al alcohol y a las drogas, se mostró orgulloso de haber engañado a los más reputados editores del periodismo americano a quienes calificó de ´´idiotas´´. ´´Mi descripción era tan alejada de la realidad que cuando alguien me leyó la narración de mis errores descrita en el Times no podía dejar de reírme´´, dijo al New York Observer en una entrevista publicada el 23 de mayo de 2003.
CASOS DESTACADOS.
La noticia del Times reproducida por El Tiempo trae estos casos destacados
En un artículo en que Jayson Blair describe el dolor de dos soldados heridos en un hospital de la Marina y las palabras que uno de ellos le dijo desde su lecho de enfermo. La emotiva escena y las palabras del soldado: «Es difícil sentir lástima por ti mismo cuando hay tanta gente que ha sido herida o muerta», fueron destacadas por el periódico incluso como una de las frases del día. Pero el aludido, el cabo James Klingel, dijo más tarde que la entrevista con Blair fue por teléfono, cuando él ya había sido dado de alta, y que nunca había dicho la mayor parte de lo que se le atribuyó.
En el caso del francotirador de Washington John Allen Muhammad, quien asesino a 10 personas con un solo disparo en 2002, los reportes de Blair llevaron incluso a los fiscales que investigaban el caso a dar una conferencia de prensa para referirse al tema y denunciar serias falsedades en el reportaje del periódico.
Sobre el caso de la soldado rescatada desde una prisión en Irak Jessica Lynch, Blair dijo que la casa de sus padres está en un monte, con vista a plantaciones de tabaco y llanuras en la que pastaban caballos. Nada de eso es cierto.
UN ENGAÑO QUE LO HIZO MILLONARIO
El 16 de marzo de 2004 se publicó en los Estados Unidos el libro Burning Down My Master’s House’ (algo así como ‘Incendiando la casa de mi amo‘), que en 298 páginas Blair describe paso a paso y noticia por noticia como engañó a los editores del Times. ´´Mentí y mentí y seguí mintiendo´´, confiesa casi con orgullo el reportero de raza negra en su libro que le representó ganancias por 4 millones de dólares tanto por derechos de autor como por la publicidad del mayor caso de fraude noticioso en la historia del periodismo de los Estados Unidos. ´´Un premio excesivo para este Pinocho de clase mundial y una vergüenza para el periodismo´´, comentó El País de Madrid.
UNA IMITADORA EN COLOMBIA
El 21 de enero 2016 el diario El Colombiano de Medellín anunció en un editorial titulado ´´El deber de la honestidad´´ que había aceptado la renuncia de su editora internacional Diana Carolina Jiménez a raíz de haber plagiado y publicado como propio un artículo publicado días antes en el New York Times sobre la crisis de entonces en el mundo musulmán. El diario dijo que una lectora acuciosa informó al Defensor de Audiencias que el articulo original había sido publicado en el Times con la firma de su autor John Barney y traducido casi literalmente al español.
El Colombiano ofreció excusas a sus lectoras por el plagio de una periodista que estuvo cinco años en el diario. Resulta extraña su conducta pues además de su trabajo en El Colombiano, ejercía como profesora de periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. En las facultades de comunicación el caso de Jayson Blair es materia de estudio porque muestra hasta dónde puede llegar la audacia de un reportero deshonesto. Y que una profesora lo imite es algo desconcertante.
CASO DE PLAGIO EN COLOMBIA
Hernando Gómez Buendía es uno de los más prestigiosos politólogos del país. Sus análisis se escuchan en las cátedras universitarias y se leen en publicaciones como Semana, El Espectador y ahora en el portal Razón Pública. Se vio involucrado en gran escándalo debido a que citó en un artículo de prensa lo mismo que había dicho en una conferencia universitaria sobre el objetivo del periodismo sin citar a los autores estadounidenses Kovach y Rosenstiel. Es el primer caso conocido de auto plagio en el periodismo colombiano. La revista Soho, en su edición 58 de 2005, lo relata así su entonces director Daniel Samper Ospina:
´´En noviembre de 2004, después de dictar una clase, se me acercó la estudiante Diana Giraldo, del postgrado de Periodismo de la Universidad de los Andes. Me comentó que había encontrado unas coincidencias sospechosas entre un texto de Hernando Gómez Buendía y otro de Bill Kovach y Tom Rosenstiel. La cité a mi oficina para que me las mostrara y, en efecto, las coincidencias daban un claro efecto de plagio.
Como el doctor Gómez Buendía estaba vinculado en calidad de columnista a Publicaciones Semana, que es la casa editora de SoHo, pero al mismo tiempo me sentía con la obligación de no darle la espalda al tema, se me ocurrió acudir a una instancia objetiva. Llamé al veterano periodista Javier Darío Restrepo, y puse a su disposición los documentos para que los examinara e hiciera un artículo con las conclusiones del caso que sería publicado tal y como llegara.
Así se hizo, porque ese fue el compromiso de SoHo, a pesar de que, a mi juicio, el artículo era un poco evasivo y no respondía a algunos cuestionamientos que podían seguir existiendo.
Cuando hablé con Gómez Buendía, él me dijo que había dictado la conferencia de una manera oral; que una practicante había levantado el texto en computador y que en ese proceso seguramente las citas, que él estaba seguro de haber dado, se habían refundido.
La practicante nunca apareció; tampoco el casete en el que supuestamente estaba la conferencia original con las citas dichas por el doctor Gómez. Un tribunal ético de la revista Semana absolvió al profesor, pero en esa misma época apareció una columna suya idéntica en un alto porcentaje a otra que ya había publicado.
El director de Semana, entonces, decidió retirarlo de su cargo de columnista. Desde hace algunos días circula un movimiento por Internet de ciudadanos que, en el nombre de la libertad de expresión, exigen la reivindicación de Gómez Buendía porque consideran que fue víctima de una persecución. Para que la opinión pública tenga más elementos de juicio, y dado que tanto tiempo después ellos traen a colación el episodio, SoHo publica el documento inédito de las 16 semejanzas que existen entre el libro Los elementos del periodismo, de Bill Kovach y Tom Rosenstiel, y el capítulo del doctor Gómez Buendía en Poder y medios, así como la columna repetida, para que cada quien juzgue si la revista realmente inició una persecución o si el lamentable descuido del profesor Gómez Buendía justifica lo que le sucedió.
Hernando Gómez Buendía
“El objetivo del periodismo, entonces, es ofrecerle la información al público para que el público sea libre y se autogobierne. Ese es el ideal”.
“El problema es que existen distintas concepciones sobre quién es el público. Simplificando, hay dos grandes lecturas sobre el público. La lectura pesimista está, por ejemplo, en Walter Lippmann (…) que escribió un libro que se llama Opinión pública. (…) Como dice Lippman, el público es como la gente que llega a una obra de teatro en la mitad del tercer acto, oye un pedacito, se lleva una impresión, condena y se va (…). Frente a esta lectura del público hay otra, completamente distinta. El gran interlocutor de Lippmann fue John Dewey”.
“… el secreto de los medios de comunicación es que no hay tal cosa como el público. Existen públicos, hay unos públicos que son los públicos implicados: las personas y las instituciones y las instancias que están directamente interesadas en el tema (…). Hay otro público, que es el público interesado a secas (…). Y después hay otro público, menos interesado”.
“Aun con todas estas limitaciones, las propias y las externas, el periodista puede hacer bien su tarea. Para ello, identifico nueve principios fundamentales que se deben cumplir en el oficio (…)
—Primer deber: la verdad
—Primera lealtad: el interés público
—La esencia es la verificación
—Independencia
—Vigilar a todos los poderosos por igual
—Proveer un foro de debate
—Que lo importante sea interesante
—Guardar las proporciones y el balance
—La conciencia
“Es muy importante entender que esta verdad no es un dato: es un proceso. La manera como los medios llegamos a la verdad es mediante un proceso de diálogo”.
“… la verdad no implica un balance. La verdad no significa darles la misma oportunidad de hablar a quienes dicen, por ejemplo, que sí se le hace daño a la capa de ozono y a los que dicen que no se le hace daño a la capa de ozono, porque resulta que sí se le hace daño a la capa de ozono. Entonces ¿cuál equidad?
“…los medios de comunicación son como la cartografía de la era moderna. Los medios de comunicación nos dan el mapa mental de la sociedad en la que vivimos”.
“…ante los medios de comunicación las preguntas que debe hacerse el ciudadano son: ¿será que este periódico o radio o televisión refleja todos los matices de mi sociedad?, ¿están presentes todos los sectores sociales?, ¿me refleja a mí?, ¿la primera página de este periódico da una mezcla adecuada de noticias de interés en mi país?”
Bill Kovach y Tom Rosenstiel
“El propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos”.
“Walter Lippman (…) manifestó en un libro titulado La opinión pública, que desde su punto de vista la democracia estaba viciada ya en su propia base (…). Para Lippman, los ciudadanos son como espectadores de teatro que ‘llegan hacia la mitad del tercer acto y se marchan antes de que caiga el telón, quedándose el tiempo suficiente para decidir tan solo quién es el héroe y quién el villano de la función (…). Pero Dewey (…) manifestó que la definición de democracia de Walter Lippman adolecía de un error de base”.
“Digamos grosso modo, existen tres niveles de compromiso de los lectores con toda publicación diaria (…). Existe un lector implicado, con un interés directo y personal por la noticia (…). Hay también un lector interesado (…). Y hay, por último, un lector no interesado”.
“De nuestro estudio hemos extraído la conclusión de que los profesionales del periodismo comparten algunos principios bien definidos, cuyo cumplimiento los ciudadanos tienen derecho a esperar (…). Para cumplir esta tarea, el periodismo debe ser fiel a los siguientes elementos”:
—La primera obligación del periodismo es la verdad
—Debe lealtad ante todo a los ciudadanos
—Su esencia es la disciplina de verificación
—Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa
—Debe ejercer un control independiente del poder.
—Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario.
—Debe esforzarse porque el significante sea sugerente y relevante.
—Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas
—Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales.
“… la verdad es un fenómeno complejo (…), pero vista como un proceso que discurre a lo largo del tiempo, el periodismo puede desentrañarla (…). La búsqueda de la verdad se convierte en un diálogo”.
“La ecuanimidad también es subjetiva. Si las partes implicadas en una noticia no tienen el mismo peso, ser equitativo e imparcial tal vez equivalga a no ser fiel a la verdad. ¿El calentamiento global es un hecho? La mayoría de los científicos sostuvo durante años que sí, pero la prensa continuó dando igual peso a los que sostenían la opinión contraria hasta mucho después que el debate científico se hubiera decantado ya”.
“El periodismo es nuestra moderna cartografía. Se encarga de trazar mapas para que los ciudadanos puedan navegar a través de la sociedad”.
“…como ciudadanos tenemos derecho a hacer las siguientes preguntas: ¿Podemos ver reflejada en un periódico o en un programa informativo a toda la comunidad? ¿Me veo reflejado yo en las noticias? ¿Incluye la primera página o la cabecera del informativo una combinación equilibrada de lo que la mayoría de la gente consideraría o bien interesante o bien significativo?”.
INFORME DEL COMITÉ ETICO AD HOC
La revista Semana convocó a un comité de ética, encabezado por Javier Darío Restrepo, considerado una autoridad en materia de ética periodística y del cual hicieron parte el ex presidente de la Corte Constitucional Carlos Gaviria, el sacerdote y escritor Alfonso Llano Escobar y Alejandro Sanz de Santamaría, profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, para que le ayudara a resolver el dilema: ¿hubo o no hubo infracción a la ética periodística? En su edición del 28 de febrero de 2005 la revista publicó el informe que primero hace un análisis detallado de las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se produjeron los hechos que llevaron a publicar en el libro Poder y Medio, sin el crédito respectivo para sus autores, los principios contenidos en Los elementos del periodismo. Luego llega a las siguientes conclusiones:
´´Hay muchas formas distintas de aproximarse a reflexionar sobre la dimensión ética de un acto o comportamiento. Para el caso que nos ocupa consideramos que el mejor camino era compenetrarnos, tan profundamente como nos fuera posible, tanto con la persona cuyo acto o comportamiento ha sido puesto en tela de juicio en el terreno ético, como con las circunstancias específicas en que se produjo ese acto o comportamiento.
Nuestro trabajo se centró entonces en dos preguntas: (1) ¿pudo haber en el espíritu del doctor Gómez Buendía la intención deliberada de omitir la mención del libro que le sirvió de inspiración tanto para su charla como para el texto posteriormente publicado?, y (2) si hubo esa intención, ¿qué beneficio personal podría él haber buscado u obtenido de ello?
Hicimos este ejercicio a través de tres actividades principales: la revisión minuciosa y cuidadosa de los ires y venires’ que se dieron en el proceso de convertir la grabación en el texto que salió publicado, el estudio de las explicaciones públicas que dieron al respecto tanto el doctor Gómez Buendía como la revista SEMANA, y el análisis de las actitudes personales del doctor Gómez Buendía que es posible inferir de los distintos escritos con que ha respondido a las preguntas y críticas que han circulado en los medios.
Este ejercicio reveló para nosotros total ausencia de mala fe. Dos cosas lo muestran con particular claridad: (1) la coherencia y consistencia de las explicaciones que él dio desde el comienzo sobre el conjunto de circunstancias que coadyuvaron a que incurriera en el descuido (no revisar detenidamente el texto antes de su publicación) que para él constituye la única razón, por la cual se omitió la cita del libro de Kovach y Rosenstiel, y (2) la manera tan honesta como desde el primer momento él reconoció su falta y asumió públicamente la totalidad de la responsabilidad.
3 También lo hizo la revista Semana.
4 También lo afirma la revista Semana.
Para profundizar más en el estudio del caso buscamos posibles respuestas a la pregunta ya planteada sobre los beneficios personales que podría él haber buscado u obtenido de esta omisión. Sólo encontramos una posible respuesta: prestigio. Nos preguntamos entonces: si así hubiera sido, ¿ante quién hubiera ganado tal prestigio? ¿Necesitaba él de este prestigio? Dos evidencias principales nos llevaron a descartar definitivamente la posibilidad de que este tipo de motivación pudiera haber existido:
• En ninguna de las explicaciones dadas por el doctor Gómez Buendía encontramos indicio alguno que permitiera sospecharlo; y,
• Desde hace muchos años él ha sido ampliamente reconocido no sólo como un excelente columnista, sino también como un intelectual destacado por la cantidad y la calidad de los trabajos que ha hecho y dirigido.
Con base en las consideraciones expuestas podemos resumir en una frase la opinión que la revista SEMANA nos solicitó: el doctor Gómez Buendía cometió el error de omisión que se ha señalado y él ha reconocido, pero este error no conllevó ninguna grave falta a la ética´´.
¿UN AUTOPLAGIO?
Once años después Gómez Buendía se vio envuelto en otro episodio de un supuesto auto plagio. El mismo lo describe en esta columna publicada en El Espectador el 10 Julio 2015.
Por: Hernando Gómez Buendía
Autoplagio
Hace dos semanas una ONG extranjera tuvo que advertirnos que el horror moral que aquí escondimos bajo el nombre trivial de “falsos positivos” está en camino de quedar impune.
Como la reacción oficial, del presidente para abajo, fue defender el “honor militar”, en mi pasada columna repetí que a mi juicio los falsos positivos son un horror sin precedentes en la “historia terrible de la barbarie humana”. Y para eso actualicé los argumentos que había usado cuando estalló el escándalo: lo hice porque siguen siendo válidos, porque estaban bien escritos, y porque vuelven a tener actualidad.
Pero entonces un lector memorioso me acusa de copiarme a mí mismo, es decir, del delito terrible por el cual me expulsaron de Semana y por el cual periodistas connotados (Sánchez Cristo, Gossaín, Néstor Morales, Gustavo Gómez, María I. Rueda, Cecilia Orozco, Bejarano…) me armaron un escándalo sin decir —eso sí— que había sido absuelto categóricamente por el tribunal que me montó Semana (integrado por Carlos Gaviria, Javier Darío Restrepo, el padre Llano y el profesor Sanz), ni que Felipe López, Alejandro Santos y Samper Ospina escondieron torcidamente el fallo que ellos mismos habían solicitado.
Tampoco hubo controversia sobre el supuesto delito de auto-plagio en columnas de opinión. Como si aquellos periodistas no repitiesen las mismas opiniones cada vez que se presenta la ocasión. Como si cada vez advirtieran que eso ya lo habían dicho. O como si las noticias que difunden fueran nuevas, como si los chanchullos, atentados, elecciones, reformas o debates nacionales no fueran siempre los mismos ni merecieran los mismos comentarios.
Lo de Semana y sus amigos fue un pretexto para algo más oscuro. Pero el punto que importa analizar es por qué sus directivos supusieron que los lectores estarían de acuerdo en castigar la repetición de una idea. Tal vez por asociación inducida con la falta –este sí– de robar ideas ajenas, como hacen cada día los señores periodistas. Tal vez porque los colombianos estamos enseñados a pensar que los demás son tramposos. O tal vez porque el club de periodistas pesa más que un columnista al que sacan de los medios.
Son tres versiones de una misma cosa: el moralismo amoral que nos caracteriza y en mi opinión es la tragedia de Colombia. No sé —ni importa— cuántas veces lo haya dicho: el moralismo es la apariencia de moralidad y su función es ocultar nuestra falta de moral.
Es la ética del fariseo, la de “mirar la paja en el ojo ajeno para tapar la viga en el propio”, la de dictar lecciones para sentirse superior al otro, la de creerse virtuoso por atacar el vicio…la de los connotados periodistas que juzgan y condenan a su antojo pero jamás se miran entre ellos ni denuncian sus propios atropellos.
Y en el plano social es la ética del nosotros contra ellos, la que condena siempre al adversario pero no ve ni quiere ver los males en el lado propio. Así ese mal haya sido del tamaño de los “falsos positivos”.
AUTOPLAGIO EN ESPAÑA
El diario El País de Madrid en su edición del 2 de julio de 2009 publicó La siguiente noticia.
´´La agencia Efe despidió a principios de año a la periodista Pilar Ferrer por escribir reportajes prácticamente idénticos pero con títulos diferentes durante los últimos años. En el juicio, celebrado ayer, Ferrer ha considerado improcedente su despido. Con una trayectoria de 32 años en la agencia, trabajaba desde casa y enviaba sus textos por correo electrónico. Se trataba de artículos de carácter divulgativo. Sobre la alopecia, por ejemplo envió tres (entre 2007 y 2008) muy similares, con párrafos exactos.
Para el abogado del Estado, estos trabajos son un claro caso de «auto plagio», una negligencia que ha producido un doble daño: a la empresa, por el descrédito causado, y a los clientes, que han pagado dos veces por las mismas noticias. Para el Consejo de Redacción de Efe son, además, «un engaño». El abogado de Ferrer afirmó que no se puede despedir a una persona que se ha auto citado en algunos artículos´´.
Este incidente no se habría presentado si la periodista simplemente recuerda que en el artículo publicado hace dos años hizo alusión a las causas de la calvicie las cuales recuerda para refrescar la memoria de sus lectores.
LO QUE DICE LA JUSTICIA ESPAÑOLA
EL pleito laboral lo ganó la periodista Ferrer, según informo Efe en una noticia publicada por el diario El Mundo de Madrid el 5 de septiembre de 2009, cuyo texto es el siguiente:
´´El juzgado de lo Social número 28 de Madrid ha declarado nulo el despido de la periodista de la Agencia Efe Pilar Ferrer, ejecutado el pasado mes de febrero después de que se descubriera que había autoplagiado seis reportajes, ofreciendo como nuevas piezas textos cuyo contenido era, en su mayoría, repetición de otros anteriores.
La sentencia no niega que los reportajes aludidos fueran en buena parte copia de otros ya escritos por la misma autora y distribuidos por EFE, pero establece que ése no es motivo suficiente para su despido.
La magistrada Ana Ruiz Burgos señala en la sentencia que «se ignora si la nota de originalidad es exigible en la elaboración de sus reportajes» y añade que no hay un criterio compartido entre la profesión periodística sobre ese asunto.
En ese sentido atiende el criterio de un testigo, el periodista Amador Guerrero, quien señala «que en este tipo de periodismo es frecuente la reiteración, como hacen las revistas de bebés o los temas que se repiten cada año según las temporadas, que es bueno que se cite uno a sí mismo, que en los artículos de las agencias no es frecuente pero no es extraño».
La sentencia señala que «entra dentro del sentido común» que, al tratarse de temas muy coincidentes, la periodista emplease su banco de datos y utilizase párrafos iguales a los empleados en reportajes anteriores, una práctica «habitual», según la magistrada, «que puede dar lugar a una llamada de atención o advertencia pero en absoluto propicia la sanción más grave».
Según la sentencia el despido se hizo en realidad «en contestación» al hecho de que la periodista impugnase ante los tribunales la decisión de la empresa de trasladarla desde el departamento de reportajes al de televisión en diciembre de 2008.
Pilar Ferrer ganó un juicio a Efe en 2004 cuando la empresa le asignó un horario y le pidió que acudiese a su puesto de trabajo en la sede de la agencia. Un juzgado de lo Social falló entonces que la periodista debía seguir realizando su labor desde su domicilio, sin necesidad de presencia física en la sede de Efe, ni sujeción a horario ni jornada´´.
CONCLUSIONES
- El plagio, además de constituir una violación a la ética periodística, es un delito. En el Código Penal lo castiga y lo define así:
Artículo 270. Violación a los derechos morales de autor.
Incurrirá en prisión de dos (2) a cinco (5) años y multa de veinte (20) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales vigentes quien:
1. Publique, total o parcialmente, sin autorización previa y expresa del titular del derecho, una obra inédita de carácter literario, artístico, científico, cinematográfico, audiovisual o fonograma, programa de ordenador o soporte lógico.
2. Inscriba en el registro de autor con nombre de persona distinta del autor verdadero, o con título cambiado o suprimido, o con el texto alterado, deformado, modificado o mutilado, o mencionando falsamente el nombre del editor o productor de una obra de carácter literario, artístico, científico, audiovisual o fonograma, programa de ordenador o soporte lógico.
3. Por cualquier medio o procedimiento compendie, mutile o transforme, sin autorización previa o expresa de su titular, una obra de carácter literario, artístico, científico, audiovisual o fonograma, programa de ordenador o soporte lógico.
Parágrafo. Si en el soporte material, carátula o presentación de una obra de carácter literario, artístico, científico, fonograma, videograma, programa de ordenador o soporte lógico, u obra cinematográfica se emplea el nombre, razón social, logotipo o distintivo del titular legítimo del derecho, en los casos de cambio, supresión, alteración, modificación o mutilación del título o del texto de la obra, las penas anteriores se aumentarán hasta en la mitad.
Artículo 271. Defraudación a los derechos patrimoniales de autor.
Incurrirá en prisión de dos (2) a cinco (5) años y multa de veinte (20) a mil (1.000) salarios mínimos legales mensuales vigentes quien, salvo las excepciones previstas en la ley:
1. Por cualquier medio o procedimiento, sin autorización previa y expresa del titular, reproduzca obra de carácter literario, científico, artístico o cinematográfico, fonograma, videograma, soporte lógico o programa de ordenador, o transporte, almacene, conserve, distribuya, importe, venda, ofrezca, adquiera para la venta o distribución, o suministre a cualquier título dichas reproducciones.
2. Represente, ejecute o exhiba públicamente obras teatrales, musicales, fonogramas, videogramas, obras cinematográficas, o cualquier otra obra de carácter literario o artístico sin autorización previa y expresa del titular de los derechos correspondientes.
3. Alquile o de cualquier otro modo comercialice fonogramas, videogramas, programas de ordenador o soportes lógicos u obras cinematográficas, sin autorización previa y expresa del titular de los derechos correspondientes.
4. Fije, reproduzca o comercialice las representaciones públicas de obras teatrales o musicales, sin autorización previa y expresa del titular de los derechos correspondientes.
5. Disponga, realice o utilice, por cualquier medio o procedimiento, la comunicación, fijación, ejecución, exhibición, comercialización, difusión o distribución y representación de una obra de las protegidas en este título, sin autorización previa y expresa de su titular.
6. Retransmita, fije, reproduzca o por cualquier medio sonoro o audiovisual divulgue, sin autorización previa y expresa del titular, las emisiones de los organismos de radiodifusión.
7. Recepcione, difunda o distribuya por cualquier medio, sin autorización previa y expresa del titular, las emisiones de la televisión por suscripción.
Parágrafo. Si como consecuencia de las conductas contempladas en los numerales 1, 3 y 4 de este artículo resulta un número no mayor de cien (100) unidades, la pena se rebajará hasta en la mitad.
A la luz de esta legislación podríamos decir que en el caso del doctor Gómez Buendía hubo una violación al numeral 1 del artículo 170 del código Penal por cuanto difundió tanto por medio oral (conferencia) como escrito (el libro Poder y Medio) extractos del libro Los elementos del periodismo de los periodistas Bill Kovach y Tom Rosentiel, sin darle el crédito requerido. Un atenuante de esta conducta es que Gómez Buendía aceptó su equivocación y la justificó diciendo que fue un error al no revisar el texto desgrabado de su conferencia en la Universidad de los Andes que después hizo parte del libro mencionado. Pero en periodismo errores de esta magnitud son costosos no solo por las repercusiones legales sino porque erosionan la credibilidad que es el activo más valioso de un periodista. En el segundo caso repetir un concepto propio sobre lo que significan los llamados ´´falsos positivos´´ no podría calificarse como autoplagio. Pero siempre es prudente para un escritor público que tiene multitud de lectores, agregar una simple frase de cajón: ´´como lo dije hace varios años…´´
El autor: Javier Baena. Periodista, abogado y profesor universitario, Actualmente es miembro de la Comisión de Ética del Círculo de periodistas de Bogotá.