2 junio 2020 –
Por: Gonzalo Silva Rios, Socio del CPB – El Espectador –
Como en toda crisis económica, en la que resultan vencedores y perdedores, la pandemia del coronavirus, la peor crisis global desatada desde la Segunda Guerra Mundial, deja tendidas en el camino a numerosas empresas -muchas de ellas en la quiebra total-, pero, de carambola, les suministra oxígeno a otras que, bajo el alero de la coyuntura, hacen su agosto en medio de un repentino boom.
En el escenario de las industrias que han logrado crecer sobre el lomo de la pandemia -resultado de un fenómeno previsible- se suman la farmacéutica, varios de cuyos laboratorios disputan una carrera contra el reloj en búsqueda de una vacuna contra el COVID-19, que al final retornará multimillonarias ganancias; la de productores de artículos de higiene y desinfectantes, con aumento en las ventas por encima del ciento por ciento; la de los videojuegos y la de las multinacionales de Internet, esta última literalmente disparada por su efectividad para sortear las contingencias propias de una época de encierro y aislamiento.
Consecuencia de las medidas excepcionales tomadas por los gobiernos, la restricción de la movilidad ha sustituido reuniones y encuentros presenciales, abriendo camino a las compañías dedicadas al servicio de teleconferencias y videollamadas, hoy en día inmunes al coronavirus y protagonistas de la comunicación y de la información global. Empresas como Zoom, Cisco, Skype, Microsoft, WhatsApp Web o LogMeln viven su cuarto de hora, producto de las especiales circunstancias que se atraviesan en un planeta con fronteras cerradas.
El obligado confinamiento para reducir la propagación de la enfermedad ha incentivado el trabajo en casa y estimulando el crecimiento exponencial de acciones en Bolsa de Zoom Video Communications, Microsoft, Google, Netflix o Amazon, entre otras, mientras industrias como la del turismo y el transporte, tradicionalmente sólidas, registran una descomunal caída y escriben la página más turbulenta de su historia.
Un reciente informe de Research e Intelligence de LIH, en el que se compara la capitalización alcanzada en estos últimos meses por Zoom, la empresa de teleconferencias más popular del momento, pone sobre la mesa la debacle del sector de la aviación comercial. Dicha empresa, fundada en 2011, en California (Estados Unidos), disparó su capitalización de mercado a US$48.800 millones, en contraste con los US$46.200 millones que sumaron siete de las principales compañías aéreas del mundo.
Dentro del paquete de jugadores de la aviación analizado, se revela que Southwest Airlines es la de mayor capitalización bursátil, con US$14.000 millones; seguida por Delta, con US$12.300 millones, y United, con US$5.860 millones. El International Airlines Group -que entre sus aerolíneas cobija a Iberia y British Airways-, apenas supera los US$4.000 millones, en tanto que Lufthansa, American y Air France oscilan por debajo de los US$3.000 millones.
Su situación refleja el lúgubre escenario que abarca a las aerolíneas del mundo, abatidas por la pandemia, y del que los inversores tratan de salir para salvar sus capitales, como es el caso del estadounidense Warren Buffett, quien se desprendió de todas sus acciones en Southwest, Delta, United y American. El multimillonario confesó su equivocación al invertir en la industria de la aviación, luego de que su compañía matriz anunciara una pérdida récord de US$50.000 millones en el primer trimestre del año.
Aunque Southwest es la menos afectada por tener menor estructura de costos que sus demás competidoras, su acción que se venía multiplicando por cien, cayó a menos de US$30. Las otras ni siquiera generan valor para sus accionistas y tramitan créditos salvadores con los gobiernos para garantizar tesorerías. Las compañías del International Airlines Group aprietan sus plantillas de trabajadores, mientras el gobierno alemán formaliza la compra de un paquete accionario de Lufthansa y Air France recibe luz verde por parte de la Comisión Europea (CE) sobre una ayuda de 7.000 millones de euros que le proporcionará una urgente liquidez.
Por estos lados, la acción de Avianca que hace nueve años, cuando irrumpía en la Bolsa de Valores de Colombia, se cotizaba a $5.000 hoy no alcanza los $30. Si se multiplicaran sus acciones por el valor real, se concluiría que ha pasado de tener un valor en Bolsa de $3,2 billones a tan solo $30.000 millones.
Aunque en algunos países se anuncia el levantamiento de las restricciones aéreas con reanudación gradual de la operación, el alcance de la crisis sanitaria, que se acentúa en ciertas regiones del planeta, hará que el proceso de recuperación sea lento y el repunte a mediano plazo sea poco probable, con la perspectiva de que más de la mitad de los ingresos por pasajeros pueda desaparecer.
Entre tanto, la escalada de Zoom, la compañía estadounidense de servicios de videoconferencia, es impresionante. El año pasado facturaba US$630 millones, con solo 10 millones de usuarios, clientela que se multiplicó en los últimos cuatro meses a la bicoca de 300 millones de personas. En abril sus participantes en reuniones diarias aumentaron en 100 millones.
Habrá que esperar a ver si el mundo ha cambiado para las aerolíneas y si este momento de esplendor que viven los servicios de videoconferencia será el inicio de una nueva normalidad o de una efímera transición. En el sector aéreo toda crisis ha sido una oportunidad para volver a alzar el vuelo. Y como dijera Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes, sino las que se adaptan mejor al cambio”. Sentencia que cae como anillo al dedo para las especies sobrevivientes… que tienen alas de aluminio.
Posdata. Tras la epidemia del SARS, en 2003, las acciones de las aerolíneas se recuperaron al mes y a los 70 días ganaban más del 40%. En la del H1N1, en 2009, y del MERS, en 2015, el desempeño accionario fue estable y al cabo de 70 días del brote cayeron entre 10% y 15%. Con el COVID-19 el valor de las compañías está derrumbado.
@Gsilvar5