Crculo de Periodistas de Bogot

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Periodismo libre: los anticuerpos más eficaces contra la pandemia censora

27 de abril 2020-

Foto: Emiliano Amade-

Por: Jorge Benítez – El Mundo España-

Frente a los tics censores de los Gobiernos ante crisis como el Covid-19, los hechos prueban que la libertad de prensa ayuda a superarlas antes.

El primer capítulo del libro del coronavirus fue cauterizado como si de una hemorragia se tratara. Queda solo una cicatriz fea. Un borrón sobre el que aparecen varios médicos de hospitales de Wuhan entrevistados por un comisario político de provincias que les obliga a firmar con sus huellas dactilares un documento de confidencialidad. Que rastrea y elimina todos los mensajes de WeChat -el WhatsApp chino-, en los que se cita una neumonía desconocida y el mercado de pescado de Huanan. Que intenta borrar la historia con el rebobinado de un mando a distancia.

El segundo capítulo del libro del coronavirus arranca un mes más tarde, cuando China registra contagiados en la mayor parte de sus provincias y, al fin, reconoce al mundo la gravedad de la situación. Treinta días perdidos por la pulsión autoritaria que asalta a los gobiernos, sean dictatoriales o democráticos, al afrontar megacrisis.

La libertad de expresión, lejos de haber entorpecido una respuesta sanitaria, la habría acelerado. Por eso, en estos tiempos de incertidumbre, la transparencia exige una defensa no sólo ética, sino también pragmática: si las autoridades de Pekín hubieran permitido hablar a sus médicos e informado honestamente a su ciudadanía, se habría hecho un mejor diagnóstico de la situación, corregido errores y, sobre todo, no se habría difuminado la exigencia de responsabilidades.

La censura, lejos de limitar daños, aceleró todo el desastre,. Es una de las culpables, si no la principal, del colapso del mundo.

«Hay gobiernos que se están aprovechando para aumentar su poder», reflexiona por email Martin Baron, director del Washington Post. «Intentan minusvalorar la crisis ante sus ciudadanos, evitar asumir responsabilidades o acabar con la disidencia acusando a la prensa de propagar bulos. Como resultado, afrontamos un gran peligro».

Este periodista, galardonado en la última edición de los Premios de Periodismo de EL MUNDO, sabe muy bien de lo que habla. Tiene la experiencia de enfrentarse a una organización tan habituada al oscurantismo como la Iglesia Católica de Massachusetts. En 2002, cuando era director del Boston Globe, destapó los abusos sexuales que había sido silenciados por la Archidiócesis de la ciudad. A priori, esta investigación, relatada en la oscarizada Spotlight (2015), debilitó a la Iglesia, pero a largo plazo le permitió afrontar un tema que llevaba siglos bajo las alfombras eclesiales.

Lo cierto es que cualquier gran crisis ha sido utilizada como justificación para impedir la libertad de expresión. Bien lo advirtieron los autores romanos que eran desterrados por orden del emperador o los soldados británicos de la Primera Guerra Mundial a los que un censor examinaba las cartas enviadas a sus novias por si filtraban alguna pista estratégica. En ese sentido, el poder es repetitivo. Siempre ha manejado los mismos argumentos fuera en una guerra o ante un desastre nuclear como el de Chernóbil: la protección de secretos, el apoyo al esfuerzo bélico y la presunta eficiencia de una voz única, una hipótesis desmentida por la realidad.

Según la periodista turca Ece Temelkuran, que fue despedida de su medio y obligada a abandonar su país por sus críticas a la deriva autoritaria del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, esta pandemia es un experimento moral a nivel mundial. «Ahora se va a escuchar más que nunca desde el poder el lacerante eslogan ‘No hay que politizar este asunto’», reconoce desde Zagreb, donde vive.

Por resumirlo: el problema es que en China ha sobrado un murciélago y han faltado moscas cojoneras.

Desde Occidente no cesan las críticas de sus gobiernos al régimen de Pekín por su actuación durante las primeras semanas del brote. China no sólo expulsó a varios periodistas extranjeros cuando estos empezaron a informar de la situación en Wuhan, sino que sancionó al médico Li Wenliang por revelar que había gente que estaba sufriendo una infección grave desconocida. El trato por parte del Estado a Li Wenliang, muerto en febrero por coronavirus, se volvió en su contra: una ola ciudadana de indignación que ha obligado al presidente Xi Jinping a hacer algo inimaginable en un régimen tan pétreo como el chino: rectificar y pedir disculpas.

Pero, por desgracia, el proceder chino con el coronavirus es imitado por muchos otros países. Claros ejemplos son Rusia, Irán -donde no se reparte la prensa para «evitar contagios»- y la Filipinas de Duterte, que se ha investido de poderes para condenar con penas de cárcel o los «instigadores» de fake news. Hasta en un paraíso democrático como la Unión Europea se registran fugas en la protección de derechos: en Hungría, el Ejecutivo ultranacionalista de Víktor Orban gobierna a golpe de decretos y puede alargar el estado de alarma todo el tiempo que quiera.

«El coronavirus ha desafiado a las democracias y a los medios de comunicación de todo el mundo», apunta Gideon Levy, un referente del periodismo libre, desde Israel. Califica a la prensa de su país como «libre» pero «víctima de la autocensura» en todo lo relacionado con la gestión gubernamental de una crisis que tiene al ejército y los servicios de inteligencia como actores principales . Es muy contundente: «Por temporal que sea esta situación, podría convertirse en una nueva realidad. Ayer fue el terror, hoy es una pandemia; mañana podría ser la lucha contra el crimen y finalmente la lucha contra los disidentes».

Estas pulsiones de los Estados por pastorear la información denunciadas por Levy han llegado incluso a Estados Unidos, a Europa Occidental y a nuestro propio país.

En España, la semana pasada una encuesta del CIS sobre el coronavirus sorprendía con una pregunta capciosa sobre el planteamiento de un monopolio gubernamental antibulos. A pesar de las protestas de distintas organizaciones que velan por la transparencia, los síntomas del interés por controlar la información no se han diluido.

Desde entonces se ha conocido una investigación en curso por parte de la Guardia Civil en busca de bulos que generen «desafección contra a instituciones del Gobierno», que no del Estado. Además, un miembro del Ejecutivo, la ministra de Educación, Isabel Celaá, ha defendido la persecución contra los fake news de una forma cuanto menos interpretativa: «No podemos aceptar que haya mensajes negativos, mensajes falsos, que transmiten a la ciudadanía consecuencias que luego pueden alterar su salud».

«Tenemos que pedir cuentas al poder, no en busca de algún interés propio, sino en nombre de nuestros lectores, que sufren ansiedad, por ellos mismos, por sus familias y por el país», apunta desde Londres, John Witherow, director de The Times y también premio de Periodismo de EL MUNDO. Y añade que no corresponde a los periodistas «vender falsa alegría o realzar la moral de la nación» y tampoco caer en el «escepticismo generalizado, la duda, el pánico o la penumbra».

Witherow se ha encontrado en el Reino Unido una situación difícil de procesar según los estándares de libertad de la democracia más antigua de Europa cuando el periódico The Independent reveló que el Gobierno de Boris Johnson -con muchos miembros que han criticado la actuación china- había prohibido al personal hospitalario, bajo amenaza de despido o expediente disciplinario, que se quejara de la falta de medios.

Esta actitud resulta paradójica en los países libres si tenemos en cuenta que los profesionales de la salud han demostrado ser mucho más eficientes que los políticos para contrarrestar los bulos sanitarios que pretenden perseguir los gobiernos.

Un reciente estudio del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford sobre el análisis de la información del coronavirus y realizado en seis países (todos ellos democráticos) advierte que la confianza ciudadana es mucho mayor en los científicos que en sus respectivos gobiernos. «Los mensajes populistas que discuten las evidencias científicas son mucho menos efectivos que antes del coronavirus», confirma Temelkuran, autora de Cómo perder un país (Ed. Anagrama).

En España, según el informe, esa diferencia resulta mucho más elevada que la media. Un 84% de los encuestados confían en los especialistas en salud pública cuando les informan sobre la pandemia, mientras que el Ejecutivo de Pedro Sánchez sólo cuenta con la fe del 46% de los encuestados.

El nerviosismo de los líderes no deja de crecer a medida que se alarga el confinamiento. La crisis sanitaria y la hecatombe económica, que ya es comparada con la Gran Depresión, va a acabar con muchas carreras políticas que hace un par de meses parecían destinadas a la longevidad.

Estados Unidos, que vive una precampaña presidencial con el mayor número de fallecidos por coronavirus del mundo, tampoco es indemne a las presiones, a pesar de la fuerza de sus instituciones. En las últimas semanas se han hecho públicas sanciones a varios miembros de su personal médico que habían puesto en duda públicamente los recursos hospitalarios. No sólo eso, una institución tan respetada en este país como las Fuerzas Armadas ha sido víctima de las tensiones antes descritas.

El caso más mediático es sin duda el del capitán de la Marina Brett Crozier, relegado del mando del portaaviones USS Theodore Roosevelt por generar «un pánico innecesario» a raíz de una carta en la denunciaba la amenaza del brote. Crozier fue despedido por su tripulación entre aplausos. Los posteriores test han demostrado que 500 miembros del portaaviones estaban contagiados.

Este contexto, en el que la crítica es tomada como deslealtad, es avivado por el presidente Trump, primero negacionista en relación a los peligros del coronavirus, y ahora muy beligerante en sus ruedas de prensa contra aquellos expertos y medios que ponen en duda sus políticas.

«A pesar de las acusaciones del presidente -reconoce Martin Baron, del Post-, la libertad está garantizada por nuestra constitución. Nunca ha sido más importante para asegurar el acceso del pueblo a la información verificada y también que nuestro gobierno cumpla con sus responsabilidades».

La tirantez actual entre gobiernos y medios puede abrir por sorpresa un nuevo capítulo del libro del coronavirus gracias a una reflexión de Ece Temelkuran: «Ha llegado el fin de las postverdad nacida de la farsa».

Cuando se le pregunta si la pandemia es un punto de inflexión, ella responde afirmativamente. «Esta crisis puede suponer el fin de las fake news y de los imperios políticos que las inventan y extienden. Por supuesto esta extinción necesitará de políticas acertadas nacidas de la sociedad civil».

¿Esta respuesta es verdad o es mentira? Preguntémosle al Gobierno. O quizás al coronavirus.

David Felipe Arranz: «El periodismo debe contar la verdad, y no maquillarla»

27 abril 2020 –

Foto: Archivo D. A. –

Por: Antón Castro – El Heraldo Barranquilla –

El filólogo, periodista y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid publica ‘Las cien mejores películas sobre periodismo’ (Cacitel)

¿Cuántas películas ha visto David Felipe Arranz para escribir ‘Las cien mejores películas sobre periodismo’?

Unas 350. Aunque más de un centenar ya las había visto, las he revisado para el libro. Otras, auténticas sorpresas, las he descubierto en el transcurso de la escritura del libro, como ‘Círculo de engaños’, de Volker Schlöndorff; ‘Novinar’, de Fadil Hadzic; ‘Una noche de claro de luna’, de Lina Vertmüller; ‘La pacifista’, de Miklós Jancsó; ‘Mil millones’, de Henri Verneuil; ‘La muerte en directo’, de Bertrand Tavernier, o ‘Judith Therpauve’, de Patrice Chéreau, joyas olvidadas de nuestra filmoteca europea. En cualquier caso, el amante del cine ve películas a lo largo de toda su vida.

¿Por qué dice que el cine quizá sea el género que mejor ha entendido al periodismo?

Ambas disciplinas comparten muchos puntos en común, entre ellos la habilidad para construir un relato, el proceso de investigación de una buena historia de vida, la arquitectura de los personajes, etc. Ni los más sesudos estudios de medios han entendido tan bien al quehacer informativo como Billy Wilder, Richard Brooks o Sam Fuller, entre otras cosas porque ellos también fueron periodistas.

Vayamos con un poco de historia. El periodismo es objeto de interés del cine bien temprano. Ya en 1914 se acerca a él Chaplin.

En el cortometraje ‘Charlot periodista’ (1914), de Henry Lehr-man, cuyo título original es ‘Ganándose la vida’ y que es toda una delicia. Destacamos también ‘Amor y periodismo’ (1916), mediometraje sueco de Mauritz Stiller, que marca la pauta de muchos argumentos venideros: la rivalidad entre los rotativos, las primeras mujeres periodistas, los futuros paparazzi en germen ya entonces, el ‘peligro’ de que una cercanía excesiva con tu entrevistado haga que brote algo más que el cariño… Es delicioso.

Ofrece distintas tipologías. ¿Qué le interesa al cine, qué visiones ofrece, en qué se fija?

En el que considero ya como un subgénero, el cine sobre periodismo recurre a tramas de reporterismo de guerra o en zona de conflicto, como ‘Welcome to Sarajevo’, de Michael Winterbottom; comedias románticas sobre la profesión, como ‘Íntimo y personal’, de Jon Avnet; reportajes reales llevados a la gran pantalla, como ‘A sangre fría’, de Richard Brooks; retratos de una época, como el que hace Fuller en ‘Park Row’; críticas a la mala praxis, como la de Billy Wilder en ‘El gran carnaval’; el cruce entre el género negro y el periodismo, ya bautizado como ‘noir journalism’, del que destacan, por ejemplo, ‘La ciudad cautiva’, de Robert Wise, o ‘Zodiac’, de David Fincher… En todas ellas prevalece la pasión insaciable por lo que hacemos.

Analicemos dos películas muy distintas: ‘El cuarto poder’ y ‘Ciudadano Kane’…

Richard Brooks y Orson Welles se centran respectivamente, pero desde una perspectiva distinta, en cómo los propietarios de los grandes medios en muchas ocasiones traicionan el fin último del periodismo, que es la búsqueda de la verdad. En ‘El cuarto poder’ -por cierto, un magnífico recital interpretativo de Humphrey Bogart-, un diario independiente de Nueva York, ‘The Day’ -basado en el caso de ‘The New York Sun’-, tiene que luchar a la vez contra un peligroso gánster, cuyas extorsiones investiga la redacción, y contra las hijas del recientemente fallecido propietario, que quieren cerrar el rotativo porque carecen de ese sentido de servicio a la comunidad. El caso de Welles y del retrato de William Randolph Hearst sobresale por sus implicaciones artísticas, antropológicas y simbólicas.

¿Cuándo van unidos periodismo y política?

Cuando en el periodista que cubre la información política de un líder poderoso se produce a veces un efecto de fascinación o empatía por la propia convivencia, como en ‘El político’, de Robert Rossen, en la que Broderick Crawford como el candidato corrupto, y John Ireland como el periodista, mantienen un soberbio duelo interpretativo. Elia Kazan también lo recoge en ‘¡Viva Zapata!’ en la figura del periodista Fernando Aguirre creada por John Steinbeck.

¿Cómo trata el cine al héroe del oficio, al corresponsal? Un caso especial sería ‘Rojos’.

El cine de corresponsales en territorio de conflicto bebe del género bélico, ‘También somos seres humanos’, del de espionaje, ’Enviado especial’, y del de aventuras, ‘El americano impasible’, de ahí que sea especialmente cinematográfico por sus grandes dosis de acción. El caso de ‘Rojos’, de Warren Beatty, es emblemático, porque se trata de una excelente adaptación del libro ‘Diez días que conmovieron al mundo’ (1919), de John Reed, periodista que fundó el Partido Comunista de los Estados Unidos.

Periodismo suele ser sinónimo de verdad. ¿Qué películas intentan desentrañar esta búsqueda?

Todo ejercicio de investigación periodística está orientado al esclarecimiento de la verdad, salvo que el periodista se haya corrompido por los muchos y tentadores mecanismos de los que se sirven los amos del poder, especialmente económicos si se trata de un tema que puede sacar a la luz pública un desajuste importante en las cúpulas de las élites del poder. Así, podríamos citar la excelente interpretación de Kate Beckinsale en ‘Nada más que la verdad’, de Rod Lurie, basada en el caso real de la periodista de ‘The New York Times’, Judith Miller, acorralada por un despiadado fiscal general que consigue encarcelarla.

El cine también ha sido muy duro con el oficio. ¿En qué se equivoca a veces el periodismo?

Se equivoca rotundamente en sacar provecho económico y profesional del sufrimiento de los demás, como en ‘El gran carnaval’ o ‘Nightcrawler’, ambas basadas en hechos reales. Se equivoca en el plagio de trabajos ajenos firmados como propios, como en ‘El precio de la verdad’.

¿Ha hallado referencias o situaciones como la que vivimos?

Sí. ‘El síndrome de China’, de James Bridges, con Jane Fonda y Michael Douglas como dos intrépidos periodistas de un noticiario televisivo que han de cubrir una noticia sobre los fallos de seguridad de una central nuclear. Se estrenó el 16 de marzo de 1979, solo doce días antes del accidente de la planta de energía nuclear de Three Mile Island, en Dauphin County (Pensilvania).

En tiempos de coronavirus, ¿para qué sirve el periodismo?

Debería servir para contar la verdad de lo que ocurre y no para maquillarla. ¿Se ha informado bien desde el principio, cuando los grandes medios le quitaban importancia a la pandemia? ¿Se ha perseguido a quienes trataban de contar una versión “no oficial”? Y, lo más importante: ¿vivimos en un país que siente la necesidad de ser informado por una pluralidad de medios? El coronavirus ha sentado simbólicamente al sistema del periodismo español en el banquillo, demasiado acostumbrado a la nota de prensa institucional: vamos a ver lo que ocurre cuando las aguas vuelvan a su cauce y enterremos a nuestros 25.000 muertos. En Francia, Estados Unidos y Reino Unido se han publicado reportajes documentadísimos sobre el coronavirus. ¿Y en España?.

 

Valentía: cuando el periodismo es un acto de valor civil

27 abril 2020 –

Por: Luis Guillermo Restrepo – director de Opinión de El País Cali – 

A través de su vida, Gerardo Bedoya Borrero predicó con su ejemplo. Su trayectoria pública y el ejercicio del periodismo de opinión le sirvieron para demostrar que sí es posible destacar lo que hace posible vivir tranquilos, y cómo es de necesario enfrentar con decisión aquellos males que desmoralizan y destruyen las sociedades.

Gerardo Bedoya fue asesinado el 20 de marzo de 1997. En ese momento ocupaba el cargo de subdirector de Opinión de El País.

Nunca se conocieron la causa ni los autores materiales ni intelectuales de su muerte. Pero sabiendo la templanza de Bedoya Borrero y su inclaudicable vocación por denunciar a los corruptos, a los mafiosos y a todo aquel que le hiciera daño a la sociedad, es seguro que esas balas fueron disparadas por alguien a quien le incomodaban las denuncias de Gerardo.

Su mundo intelectual no tenía límites. Fue un devorador de la literatura, un poeta capaz de recordar todos los versos posibles y apasionado lector de la filosofía.

En esa insaciable necesidad de aprender y entender el pensamiento humano en todas sus facetas está la explicación de su personalidad, difícil sin duda, pero amplia y profunda.

Fue un apasionado de la historia y la política, a lo cual dedicó su trayectoria vital. Su formación de gran influencia conservadora lo llevó a participar como servidor público, en la Secretaría General de Bogotá, en la de Gobierno del Departamento del Valle, como encargado de negocios ante la hoy Unión Europea y como Representante a la Cámara.

Toda esa trayectoria, que completó como escritor y periodista, le formó una poderosa conciencia de servicio, la cual volcó en bien del periodismo que inició con algunos textos y columnas.

Y empezó a tener su desenlace cuando su maestro y amigo Álvaro Gómez Hurtado lo invitó a ser su director alterno en El Siglo. Fue su bautizo como periodista y allí debió enfrentar el secuestro de Gómez por el M-19 cuando los jefes de esa guerrilla pensaban que la importancia se adquiría secuestrando y matando la inteligencia.

Rodrigo Lloreda Caicedo lo trajo a El País para que dirigiera la opinión del diario. Esa tribuna consolidó en Gerardo su vocación como periodista y su compromiso con los principios que constituyen la civilización, con la defensa de esos valores que hacen posible superar la barbarie y el atraso que pretenden imponer quienes usan las dignidades públicas o privadas para corromper y las armas para amedrentar y arrodillar a las sociedades.

Su misión fue entonces enfrentar el desafío de la violencia, la corrupción y el abuso de poder que se presentó en Colombia y en especial en el Valle durante las décadas del 80 y del 90.

Sus armas eran la máquina de escribir, su inteligencia y su compromiso con la verdad. Su instrumento, los editoriales y las páginas de Opinión de El País, desde donde defendió hasta su muerte sus creencias, a Colombia y al Valle, de la depredación y la inmoralidad.

Nunca buscó un reconocimiento. Hablar con él era encontrar la fuerza y las razones necesarias para enfrentar esa oscura noche que transitamos entonces y aún nos hace daño. Era como tener un faro que permitía ver más allá del infierno que manipulaban con desfachatez la mezcla del narcotráfico y el poder político y del Estado puestos al servicio de la inmoralidad.

Eso se llama Valor Civil.

5 años trabajó en El País Gerardo Bedoya, como subdirector de Opinión.

Cuando a Gerardo Bedoya lo asesinaron, los autores de su crimen, aún desconocidos por la justicia formal pero bien conocidos por la opinión pública, pensaron que con su muerte y la de Álvaro Gómez tenían la impunidad que buscaban y podían actuar como a bien tuvieran.

No fue así, por fortuna para Colombia y para el Valle.

Desde El País, la lucha contra esos males continuó, y puede decirse que se ha superado el imperio del mal que en la primera década del presente siglo se abatió sobre nuestra región.

Es el legado de quien nos mostró el compromiso con la defensa de los valores que nos hacen libres y decentes. Aunque subsistieron vicios y aparecieron nuevas amenazas, el legado de Gerardo ha servido de guía para combatir lo que sigue siendo la peor amenaza contra todos nosotros, vallecaucanos y colombianos.

Periodismo, una profesión de todo menos fácil

27 abril 2020 –

 Foto:  José Ángel en flickr usada bajo una licencia Creative Commons Atribución 2.0 Genérica (CC BY 2.0)

Por: Diana Carolina Ruiz Robayo– Las 2 Orillas Colombia –

«La información corre a gran velocidad en vías donde se puede manipular, tergiversar y calumniar los hechos, fomentando una sociedad desconectada de la realidad»

Imaginarios rondan alrededor de la carrera de comunicación social y periodismo, la han tildado de “fácil”, una buena alternativa para quienes no les gusta complicarse la vida. Pero la realidad es todo lo contrario. El periodismo es uno de los campos que cuestiona y complica la realidad para poder entenderla, nos encanta ser curiosos, preguntar, investigar e interpretar los datos para dar una respuesta coherente, argumentada y clara a la sociedad con quienes tenemos la responsabilidad de informar.

Como decía Ryszard Kapuscinski, reconocido periodista de guerra, dentro de la oferta académica, “hay profesiones en las que el conocimiento es fijo y al ejercerlo solo tienen que administrar lo que aprendieron, en cambio, el periodista está en una actualización y estudio constante del mundo contemporáneo, el cual está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario día a día”. En el ciberespacio, con toda la libertad de participación,  la información no para de crecer ya sea cierta o falsa, no para de acumularse en las diferentes plataformas, lo cual nos exige una verificación de fuentes para una sociedad de la inmediatez.

Pero estas nuevas formas de escribir, transmitir y comunicar en redes exige unos patrones de uso, que puede llevar a una audiencia desinformada, que solo se conforma con un titular y dos líneas de contenido, perdiendo el camino de uno de nuestros mayores objetivos, el cual es potenciar una sociedad bien informada y abierta, con argumentos que le lleven a una postura crítica de la realidad.

Soy partidaria de que en la construcción de un profesional integro, un gran porcentaje debe ser trabajo autónomo, por lo que en lo personal, el estudiante de periodismo que no lee, que no sabe cuál es su entorno, qué lo altera o cúal es la historia de su país,  no es una falencia de la facultad, la cual promueve el estar informado y habilita varios espacios para la adquisición y ampliación del conocimiento (foros, conversatorios o seminarios), eso es una incompetencia y falta de compromiso y pasión del futuro comunicador.

Además, como dice Jineth Bedoya, importante periodista judicial y defensora de los derechos humanos, para los estudiantes de este campo “ la universidad es una fantasía, te prepara intelectualmente y da los elementos básicos para poderse mover, pero definitivamente la escuela es la calle, esa es la realidad”, de lo cual estoy totalmente de acuerdo, una de las fuentes más fiables son los lugares, los hechos y los testimonios de primera mano.

Una muestra de ello es la mencionada periodista Jineth Bedoya, su pasión por el periodismo judicial la lleva a ser una profesional de admirar; ella se mantuvo de pie a pesar de los malos presagios y las críticas que intentaron callar su verdad del sistema carcelario y el conflicto armado Colombia; desde su secuestro y violación, se marcó el objetivo de alzar la voz ante la injusticia y desde entonces lucha por provocar cambios en las mujeres violentadas que por temor a las represalias callan. Su campaña (No es hora de callar) ha logrado llevar al diálogo la violencia sexual, su inclusión en el acuerdo de paz como un delito no indultable, no amnistiable y de lesa humanidad, además de incorporar la violencia de género dentro de la política pública de nuestro país.

Así que, para quien lee este artículo le digo que el periodismo no es fácil y menos donde la información corre a gran velocidad, en vías donde se puede mentir, manipular, tergiversar y calumniar los hechos ignorando las fuentes oficiales, fomentando así una sociedad desconectada de la realidad pero entretenida con banalidades. Es imprescindible que nos preparemos para ser buenos habladores, conquistadores y puentes de la información verídica que necesitan los ciudadanos, y para ello es clave que este profesional comience a ponerse en los zapatos del otro, a sentir la noticia o acontecimiento que está cubriendo, a ser empático con los problemas de la sociedad.

Cómo mejorar los diseños de las webs de medios incorporando periodistas a los equipos de trabajo

27 abril 2020 –

Por: Redacción– Laboratorio de Periodismo –

El reto de mejorar la calidad de los medios digitales para que los lectores estén dispuestos a pagar no debe limitarse solo a los contenidos, sino que es el momento en que los medios digitales den también un paso adelante y repiensen los diseños de sus webs en términos periodísticos y no tratarlos como si fueran un ecommerce o un producto más.

Aunque es verdad que los periódicos impresos han necesitado muchos años mejorando década tras década hasta alcanzar un producto eficiente desde un punto de vista periodístico y que los digitales apenas tienen poco más de dos décadas de vida en el mejor de los casos, es necesario en opinión de los expertos que el diseño de medios digitales salga de la zona de ingeniería y la recuperen diseñadores con experiencia en periodismo y que los periodistas formen parte también de los equipos de diseño.

Así lo indica, por ejemplo, en un reportaje en la revista Folio el periodista especializado en medios de comunicación Steve Smith, quien apunta que el diseño web es una de las muchas degradaciones que han sufrido las revistas durante la revolución digital: “Las plataformas digitales están diseñadas por ingenieros para ingenieros. El navegador web muestra poco respeto por cualquier flujo y secuencia estandarizada, inmersión, tipografía, espacio en blanco, la esencia misma de la experiencia de la revista”.

Estos entornos digitales en los medios, indica, “han sido contaminados por el desorden publicitario, fuentes continuas de noticias con fecha y hora, los textos sin fin y otras características de la interfaz que constituyen el “diseño”. Sin embargo, agrega Smith, viendo cómo han evolucionado algunos medios como The AtlanticNational Geographic o New York Magazine “hemos visto que es posible traducir los viejos valores impresos al mundo digital y desarrollar procesos internos para resolver el enigma digital del UX (User Experience).

Dejar de llamar usuarios a los lectores e incorporar a periodistas

En el caso de una de las tres revistas analizadas por Smith, The Atlantic, el periodista apunta que “el equipo de diseño de Atlantic se está entrenando para romper el hábito de décadas de referirse a las audiencias digitales como “usuarios”. “Es una cosa pequeña, pero nos referimos a ellos ahora como ‘personas’ que interactúan con nuestro producto”, dice Emily Goligoski, directora senior de investigación de audiencia”.

Para Smith, en realidad, dejar de llamar usuarios a los lectores “no es algo tan pequeño, ya que refleja una estrategia que pone por encima lo humano para construir la UX en The Atlantic”. Las pruebas para realizar el prototipo se realizan ahora entre los equipos de diseño, producto e investigación en todas las etapas de un diseño.

De esta manera, con equipos de periodistas trabajando en los diseños e incluso en las encuestas a lectores sobre cómo ven el desarrollo, el producto final mejora mucho y supera en general al que se realiza siguiendo un flujo que parte de la propuesta de diseño por parte de los diseñadores, envío de pruebas a dirección, cambios y mejoras, nuevas revisiones, etc. Si desde el primer momento hay periodistas en el equipo de desarrollo, el producto final es mucho más periodístico.

The Atlantic vio el valor de estas primeras pruebas de prototipo durante un rediseño reciente del sitio. “Teníamos el presentimiento de que había desafíos fundamentales con la navegación”, dice Jim Quindlen, director sénior de diseño de productos, y agrega que aunque muchas de las etiquetas que la web estaba usando para categorizar y distinguir secciones de contenido “eran claras para nosotros, los usuarios no veían la diferencia”.

Esta lección llegó a través de ejercicios básicos de clasificación de tarjetas con grupos de prueba. “Vimos categorías separadas que nuestros lectores agruparon en una categoría”, dice. “Pensamos que querían ver más opciones, pero eso creó mucha ambigüedad”.

El enfoque centrado en la persona de The Atlantic no solo se aplica a las pruebas, sino también a la experiencia de la marca. Al rediseñar la aplicación, por ejemplo, los equipos de diseño, investigación, editorial y ciencia de datos formaron un grupo interdisciplinar que se reunió durante varios horas al día. El equipo también realizó entrevistas con beta testers para probar, aprender e iterar.

La intención era poner la huella humana de The Atlantic en una experiencia móvil que de otro modo se habría estandarizado. Pretenden que la revista no se trate como si fuera un alimento, dice Goligoski.

El principio del enfoque humano de la marca no es solo escuchar comentarios, sino interactuar con ellos. “La intención es llevar a las personas a algo que quizás no sepan que quieren”, dice Quindlen. “Nuestro trabajo no es solo preguntarle a la gente lo que quiere, sino hacer preguntas para provocar una necesidad que tal vez no hayan previsto. Queremos proporcionar una experiencia de usuario sin fricción, pero también representar experiencias nuevas y encantadoras que no podrían predecir “.

 

 

Tratamientos para el coronavirus: cuánto falta para que tengamos una cura para la covid-19 y cuál es el fármaco más prometedor (y otras preguntas clave sobre la enfermedad)

27 abril 2020 –

Foto: Getty Images –

Por: James Gallagher– BBC Londres –

Más de 150.000 personas han muerto a causa de la pandemia del nuevo coronavirus en el mundo y sin embargo aún no se ha podido comprobar qué medicamentos son efectivos para tratar la enfermedad que provoca.

Entonces ¿cuánto queda para encontrar fármacos que ayuden a los médicos a salvar vidas?

¿Qué investigaciones se están llevando a cabo para encontrar tratamientos?

La ciencia y la medicina trabajan en más de 150 medicamentos diferentes en todo el mundo. La mayoría son fármacos ya existentes que se están probando contra el virus.

  • La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un proyecto conocido como «Solidaridad»destinado a evaluar los tratamientos más prometedores.
  • Entre los países con buenas noticias, destaca Reino Unido, que afirmó que su ensayo, bautizado como «Recuperación» es el más grande del mundo: ya hay más de 5.000 pacientes participando en él.
  • Además, hay múltiples centros de investigación en todo el mundo que están intentando utilizar la sangre de los pacientes recuperados para encontrar un tratamiento.

¿Qué tipos de medicamentos podrían funcionar?

Principalmente, los centros exploran tres líneas de investigación:

  • Los medicamentos antivirales que afectan directamente a la capacidad del coronavirus para expandirse dentro del cuerpo.
  • Los medicamentos que pueden ayudar al sistema inmunitario: los pacientes se enferman gravemente cuando su sistema inmunitario reacciona de forma exagerada y esto causa daños colaterales en el cuerpo.
  • Anticuerpos, ya sea de sangre de sobrevivientes o fabricados en un laboratorio, que pueden atacar el virus.

La lucha contra el coronavirus consiste en retrasar su propagación y tratar de contenerlo.

¿Cuál es el fármaco más prometedor contra el coronavirus?

Después de visitar China, el doctor Bruce Aylward, de la Organización Mundial de la Salud, dijo que el medicamento Remdesivir era el único que mostraba signos de efectividad.

Este medicamento antiviral fue originalmente diseñado para tratar el ébola, pero su aplicación en otras enfermedades resultaron más efectivas.

Desde entonces, en estudios con animales se había demostrado que es eficaz en el tratamiento de otros coronavirus mortales (como el síndrome respiratorio del Medio Oriente y síndrome respiratorio agudo severo), lo que daba esperanzas de que también sea efectivo contra el coronavirus covid-19.

Sin embargo, no superó un estudio llevado a cabo en China, según un informe preliminar publicado accidentalmente por la OMS este jueves.

De acuerdo al documento, el fármaco «no mejoró la condición de los pacientes (a los que se les aplicó) ni redujo la presencia del patógeno en el torrente sanguíneo».

Según la información que la OMS ya retiró de su página, el estudio se llevó a cabo en 237 individuos, de los cuales 158 recibieron el medicamento y el resto un placebo. Un mes después, el 13,9% de los pacientes que tomaron el fármaco murieron, frente a los 12,8% de fueron tratados con placebo.

El ensayo se paró debido a los efectos secundarios.

Sin embargo, su fabricante, la farmacéutica Gilead, asegura que el estudio fue malinterpretado y que no es estadísticamente relevante.

«Como tal, los resultados del estudio no son concluyentes, aunque las tendencias en los datos sugieren un beneficio potencial del Remdesivir, particularmente entre los pacientes con tratamientos tempranos».

¿Sirven los medicamentos contra el VIH para tratar el coronavirus?

Se ha hablado mucho, pero hay poca evidencia, de que un par de medicamentos contra el VIH, lopinavir y ritonavir, sean efectivos para tratar el coronavirus.

Ha habido alguna evidencias de que funcionaban en los laboratorios, pero los estudios en personas han sido decepcionantes.

La combinación no mejoró la recuperación, ni redujo las muertes o disminuyó los niveles del virus en pacientes con covid-19 grave.

Sin embargo, dado que el ensayo se realizó con pacientes extremadamente enfermos (casi una cuarta parte falleció), podrían haberse aplicado en una fase demasiado tardía de la enfermedad como para que los medicamentos funcionen.

¿Pueden los medicamentos contra la malaria ayudar contra el coronavirus?

Los medicamentos contra la malaria son parte de los ensayos de “Solidaridad” y de “Recuperación”.

La cloroquina y uno de sus derivados, la hidroxicloroquina, pueden tener propiedades antivirales y de ayuda al sistema inmune.

Estos medicamentos han sido señalados como posibles terapias de coronavirus, en gran parte debido a las afirmaciones hechas por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, pero todavía hay poca evidencia sobre su efectividad.

La hidroxicloroquina también se usa como tratamiento para la artritis reumatoide, porque puede ayudar a regular el sistema inmunitario.

Las pruebas de laboratorio han demostrado que puede inhibir el coronavirus, y hay alguna evidencia anecdótica de médicos que dicen que parece ayudar a los pacientes.

Sin embargo, la OMS dice que no hay evidencia definitiva de su efectividad.

¿Qué pasa con los medicamentos para enfermedades autoinmunes?

Si el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada al virus, puede causar inflamación en todo el cuerpo.

Estimular el sistema inmunitario para combatir la infección es útil, pero demasiado puede causar daños colaterales en todo el cuerpo y puede ser fatal.

El ensayo de la OMS, “Solidaridad” está investigando el interferón beta, que se usa para tratar la esclerosis múltiple y reduce la inflamación.

Los interferones son un grupo de químicos liberados por el cuerpo cuando son atacados por un virus.

El ensayo “Recuperación” de Reino Unido está investigando la dexametasona, un tipo de esteroide utilizado para reducir la inflamación.

¿Se puede tratar el coronavirus con a sangre de los sobrevivientes?

Las personas que sobreviven a una infección tienen anticuerpos en la sangre con los que atacaron al virus.

La idea es tomar el plasma sanguíneo (la parte que contiene los anticuerpos) y dárselo a un paciente enfermo como terapia.

Estados Unidos ya ha tratado a 500 pacientes con lo que se conoce como «plasma del convaleciente», y otros países también se están interesando en este método.

¿Cuánto falta para que tengamos una cura?

Es demasiado pronto para saber cuándo podríamos tener un medicamento que pueda tratar el coronavirus.

Sin embargo, deberíamos comenzar a obtener los resultados de los ensayos en los próximos meses.

Esto sucederá mucho antes de que sepamos si una vacuna (que protege contra la infección en lugar de tratarla) es efectiva.

Esto se debe a que los médicos están probando medicamentos que ya se han desarrollado y se sabe que son lo suficientemente seguros para usar en personas, mientras que quienes investigan nuevas vacunas tienen que comenzar desde cero.

También se están probando en laboratorios algunos remedios experimentales contra el coronavirus, pero aún no están listos para pasar a una fase de prueba en humanos.

¿Por qué necesitamos un tratamiento?

La razón más obvia es que salvará vidas, pero también podría permitir que se levanten algunas medidas de confinamiento.

Tener un tratamiento efectivo, en esencia, haría que el coronavirus sea una enfermedad más leve.

Si impide que las personas ingresadas en el hospital necesiten respiradores, habría menos riesgo de que las unidades de cuidados intensivos se colapsaran, por lo que las medidas a adoptar para controlar la población no tendrían que ser tan estrictas.

Entonces ¿cómo tratan los médicos a los pacientes ahora?

Para la mayoría de las personas que se infectan con coronavirus, los síntomas son leves y pueden tratarse en casa con reposo en cama, paracetamol y muchos líquidos.

Pero algunas personas necesitan un tratamiento hospitalario más intensivo, que implica soporte de oxígeno a través de respiradores.

 

Coronavirus: 5 de los países que corren más riesgo de sufrir una «hambruna bíblica» a causa del covid-19 (y uno está en Latinoamérica)

24 abril 2020.

Foto:EPA.

Por: BBC.

El mundo está al borde de una posible «pandemia de hambre».

Así lo advirtió el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, mientras múltiples gobiernos de todo el mundo batallan contra la pandemia del covid-19.

A finales de 2019, 135 millones de personas vivían con niveles de hambre «extremos», pero a causa de las cuarentenas por el covid-19, es probable que ese número aumente a 265 millones, dijo el martes el director ejecutivo del WFP, David Beasley.

«Antes de que el coronavirus se convirtiera en un problema, decía que 2020 enfrentaría la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial por varias razones», apuntó Beasley. «Ahora, con el covid-19, quiero enfatizar que no solo estamos enfrentando una pandemia, sino también una catástrofe humanitaria global».

En una videoconferencia con el Consejo de Seguridad de la ONU, Beasley advirtió que «podríamos enfrentar múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses».

Beasley advirtió que el mundo debe «actuar sabiamente y rápido».

El WFP recibió US$8.300 millones en 2019 y ahora necesita entre US$10.000 y 12.000 millones para mantener sus operaciones durante este año.

¿Qué países están en mayor riesgo de la hambruna de la que advierte Beasley?

Yemen

Incluso antes de que comenzara la guerra en Yemen, el país era el más pobre del mundo árabe.

Pero desde que una coalición liderada por Arabia Saudita intervino en el conflicto contra los rebeldes hutíes de Yemen en 2015, la situación humanitaria del país se ha deteriorado aun más.

«En 2016, estábamos ayudando quizá a unas tres o cuatro millones de personas en Yemen. Hoy ese número asciende a los 12 millones», dijo a la BBC el economista jefe del WFP y director de la División de Investigación, Evaluación y Monitoreo, Arif Husain.

datos en detalle

Desplázate por la tabla para ver más datos
Muertes
Total de casos
EE.UU. 49.989 869.676
Italia 25.549 189.973
España 22.524 219.764
Francia 21.856 120.804
Reino Unido 19.506 143.464
Bélgica 6.679 44.293
Alemania 5.577 153.584
Irán 5.574 88.194
China 4.636 83.885
Holanda 4.289 36.540
Brasil 3.365 50.512
Turquía 2.491 101.790
Canadá 2.250 43.407
Suecia 2.152 17.567
Suiza 1.578 28.677
México 1.069 11.633
Portugal 854 22.797
Irlanda 794 17.607
India 722 23.502
Indonesia 689 8.211
Rusia 615 68.622
Perú 572 20.914
Ecuador 560 11.183
Rumania 552 10.417
Austria 530 15.071
Filipinas 477 7.192
Polonia 463 10.759
Argelia 407 3.007
Dinamarca 403 8.210
Japón 328 12.368
Egipto 294 4.092
República Dominicana 265 5.543
Hungría 250 2.383
Corea del Sur 240 10.708
Pakistán 237 11.155
Colombia 215 4.561
República Checa 213 7.188
Noruega 195 7.401
Israel 193 14.882
Ucrania 193 7.647
Finlandia 177 4.395
Chile 168 11.812
Argentina 167 3.435
Marruecos 155 3.692
Panamá 146 5.166
Bangladesh 131 4.689
Grecia 130 2.490
Arabia Saudita 127 15.102
Serbia 125 6.630
Malasia 96 5.691
Moldavia 84 3.110
Luxemburgo 83 3.665
Irak 83 1.677
Eslovenia 80 1.373
Australia 75 6.661
Sudáfrica 75 3.953
Emiratos Árabes Unidos 64 9.281
Bielorrusia 63 8.773
Macedonia del Norte 57 1.326
Bosnia y Herzegovina 55 1.421
Bulgaria 54 1.188
Croacia 51 2.009
Tailandia 50 2.854
Honduras 47 562
Estonia 46 1.605
Camerún 43 1.430
Afganistán 43 1.351
Cuba 43 1.235
Bolivia 43 703
Burkina Faso 41 616
Lituania 40 1.410
San Marino 40 501
Túnez 38 918
Andorra 37 723
Nigeria 31 981
Islas del Canal de la Mancha 29 521
Armenia 27 1.596
Albania 27 678
Kazajistán 25 2.376
República Democrática del Congo 25 394
Níger 24 671
Líbano 22 696
Azerbaiyán 21 1.592
Mali 21 309
Nueva Zelanda 17 1.456
Eslovaquia 17 1.360
Somalia 16 328
Isla de Man 16 307
Sudan 16 174
Kuwait 15 2.614
Costa de Marfil 14 1.004
Chipre 14 804
Kenia 14 336
Martinica 14 170
Crucero Diamond Princess 13 712
Singapur 12 12.075
Letonia 12 784
Uruguay 12 557
Kosovo 12 510
Guadalupe 12 149
Isla de San Martín (Francia) 12 73
Guatemala 11 384
Bahamas 11 72
Qatar 10 8.525
Islandia 10 1.789
Ghana 10 1.279
Venezuela 10 311
Tanzania 10 284
Omán 9 1.790
Mauricio 9 331
Paraguay 9 220
Bahréin 8 2.506
Uzbekistán 8 1.778
Kirguistán 8 656
El Salvador 8 261
Liberia 8 117
Trinidad y Tobago 8 115
Senegal 7 545
Jordan 7 437
Sri Lanka 7 416
Guyana 7 70
Guinea 6 862
Costa Rica 6 686
Taiwán 6 428
Jamaica 6 257
Congo 6 186
Togo 6 90
Barbados 6 76
Georgia 5 431
Montenegro 5 319
Myanmar 5 139
Bermudas 5 99
Haití 5 72
Territorios Palestinos 4 480
Mayotte 4 354
Mónaco 4 94
Zimbabue 4 29
Malta 3 447
Etiopía 3 117
Zambia 3 76
Siria 3 42
Malawi 3 33
Antigua y Barbuda 3 24
Nicaragua 3 11
Yibuti 2 999
Gabón 2 167
Aruba 2 100
Sierra Leona 2 82
Libia 2 60
Angola 2 25
Belice 2 18
Crucero MS Zaandam 2 9
Brunéi 1 138
Guayana Francesa 1 107
Cabo Verde 1 88
Guinea Ecuatorial 1 84
Liechtenstein 1 81
Islas Caimán 1 66
Benín 1 54
Esuatini 1 36
Botsuana 1 22
Curazao 1 14
Islas Turcas y Caicos 1 11
Burundi 1 11
Surinam 1 10
Gambia 1 10
Mauritania 1 7
Islas Vírgenes Británicas 1 5
Reunión 0 412
Vietnam 0 270
Islas Feroe 0 187
Ruanda 0 154
Gibraltar 0 133
Madagascar 0 122
Camboya 0 122
Maldivas 0 116
Uganda 0 74
Polinesia Francesa 0 57
Guinea-Bissau 0 50
Nepal 0 48
Mozambique 0 46
Chad 0 40
Eritrea 0 39
Mongolia 0 36
Timor Oriental 0 23
Laos 0 19
Fiyi 0 18
Nueva Caledonia 0 18
Namibia 0 16
Dominica 0 16
República Centroafricana 0 16
San Cristóbal y Nieves 0 15
Granada 0 15
Santa Lucía 0 15
San Vicente y las Granadinas 0 14
Islas Malvinas o Falkland 0 12
Seychelles 0 11
Groenlandia 0 11
Montserrat 0 11
Vaticano 0 9
Papúa Nueva Guinea 0 8
Bután 0 7
San Bartolomé 0 6
Sahara Occidental 0 6
Sudán del Sur 0 5
Santo Tomé y Príncipe 0 4
Anguila 0 3
Yemen 0 1

Esta visualización se basa en datos periódicos de la Universidad Johns Hopkins y puede que no refleje la información más actualizada de cada país.

Fuente: Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EE.UU.), autoridades locales

Última actualización de cifras: 24 de abril de 2020 16:06 GMT

Para empeorar la situación, el WFP dijo a principios de mes que reduciría a la mitad la ayuda a las áreas controladas por los hutíes, entre las preocupaciones manifestadas por algunos países sobre la obstrucción de entregas de ayuda por los rebeldes.

República Democrática del Congo (RDC)

Después de más de un cuarto de siglo de conflicto armado en varias partes del país, en la RDC se encuentra la segunda crisis de hambruna más grande del mundo, según el WFP.

Más del 15% de la población del país sufre de «inseguridad alimentaria grave«, lo que significa que se encuentran entre las 30 millones de personas en zonas de guerra alrededor del mundo que dependen casi por completo de la ayuda que reciben.

Soldados marroquíes de la misión de Naciones Unidas en territorio Djugu, en el este de la República Democrática del Congo.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionEn la RDC se encuentra la segunda crisis de hambruna más grande del mundo.

Se necesitan casi US$2.000 millones para asegurar el suministro de alimentos para estas poblaciones para tan solo los próximos tres meses, alertó Husain.

«Esas personas fueron las más afectadas y ahora están aun en mayores problemas».

Venezuela

Según un informe publicado a fines de febrero por el WFP, casi un tercio de la población venezolana (un 32,3%) padece inseguridad alimentaria y necesita ayuda.

De acuerdo con el estudio, 2,3 millones de venezolanos (7,9% de la población) se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria severa.

Es decir, sufren «carencias extremas en el consumo de alimentos, o la pérdida extrema de medios de vida que podría conducir a carencias en el consumo de alimentos o algo peor».

El país ha perdido más de un 50% de su PIB desde que Nicolás Maduro llegó a la presidencia, una contracción de la economía que ha tenido consecuencias sobre la alimentación de los venezolanos.

Venezolanos cruzando la frontera entre Cúcuta en Colombia y San Antonio del Táchira en Venezuela.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionMuchos venezolanos se han visto forzados a cruzar ilegalmente la frontera con Colombia para comprar comida y medicinas.

La crisis se ha visto acompañada de la hiperinflación, una subida constante y acelerada de los precios, lo que ha llevado a que un 59% de los hogares no cuenten con ingresos suficientes para comprar comida.

Las dificultades se ven agravadas en medio de la pandemia por un éxodo masivo de trabajadores de la salud, según el organismo de la ONU.

Y los problemas no terminan ahí: alrededor de 4,8 millones de personas (o el 15% de la población) han abandonado Venezuela en los últimos años, y cientos de miles de estos migrantes enfrentan inseguridad alimentaria en los países vecinos.

Sudán del Sur

El país más joven del mundo se independizó de su vecino del norte, Sudán, en 2011.

La medida estaba destinada a marcar el final de una larga guerra civil, pero el país cayó en un conflicto violento tan solo dos años después.

Personas de Sudán del Sur esperando recibir comida de la Cruz Roja.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCasi el 60% de la población de Sudán del Sur lucha por encontrar comida todos los días.

El WFP advierte que el hambre y la desnutrición en Sudán del Sur se encuentran en los niveles más extremos desde 2011. Casi el 60% de la población lucha por conseguir alimentos a diario.

Para empeorar la situación, la plaga de langostas que destruyeron cultivos en África Oriental llegaron a Sudán del Sur a principios de 2020.

Y como uno de los países más dependientes del petróleo del mundo, es probable que el país se vea muy afectado por la caída de los precios del crudo registrada durante la pandemia.

Afganistán

Afganistán, otro país devastado por los conflictos, había sufrido casi dos décadas de guerra cuando Estados Unidos lo invadió en 2001.

Un soldado vigila a las mujeres que reciben raciones de comida del Programa Mundial de Alimentos en Herat, Afganistán.Derechos de autor de la imagenEPA
Image captionUn soldado vigila a un grupo de mujeres que reciben comida gratuita en Herat, Afganistán.

Casi 20 años después, más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Y el WFP estima que más de 11 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria severa.

y los nuevos 130 millones

Además de las áreas afectadas por la guerra, los problemas ambientales o las crisis económicas, es probable que muchos más países de ingresos bajos y medianos se vean afectados por la pérdida de empleo y otras dificultades económicas causadas por la propagación del covid-19 en los próximos meses.

El problema se agravará por presiones económicas similares en países de todo el mundo, lo que significa que las remesas, o el dinero enviado por familiares en el extranjero, caerán en estos países.

«Lo más importante es que haya un tratamiento asequible para el covid-19 que esté disponible para todos en todo el mundo», dijo Husain.

«Pero hasta que lleguemos a ese punto, debemos asegurarnos de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para salvar vidas y proteger los medios de vida».

La infección que mata silenciosamente a los pacientes de coronavirus

24 abril 2020 –

Foto: Giorgos Moutafis/Reuters.

Por: Richard Levitan – The New York Times.

Pasé diez días atendiendo neumonías en un hospital de Manhattan y esto es lo que aprendí.

He sido médico de urgencias durante treinta años. En 1994, inventé un sistema de imágenes para enseñar a intubar, el procedimiento de insertar tubos de respiración. Esto me llevó a realizar investigaciones sobre este procedimiento y posteriormente a impartir cursos de procedimientos de manejo de las vías respiratorias a médicos en todo el mundo durante las dos últimas décadas.

Así que, a finales de marzo, cuando los pacientes de COVID-19 comenzaron a saturar los hospitales de la ciudad de Nueva York, me ofrecí como voluntario para pasar diez días en Bellevue y ayudar en el hospital donde me formé. Durante esos días, me di cuenta de que no estamos detectando la neumonía mortal que causa el virus con la antelación suficiente y que podríamos estar haciendo más para no tener que conectar a los pacientes a los respiradores artificiales… y para mantenerlos con vida.

En el largo viaje a Nueva York desde mi casa en Nuevo Hampshire, llamé a mi amigo Nick Caputo, un médico de urgencias en el Bronx, que ya estaba metido en el asunto. Quería saber a qué me enfrentaba, cómo mantenerme a salvo y qué sabía él del manejo de las vías respiratorias con esta enfermedad. “Rich”, me dijo, “no se parece a nada que haya visto antes”.

Tenía razón. La neumonía causada por el coronavirus ha tenido un impacto impresionante en el sistema hospitalario de la ciudad. Normalmente en una sala de emergencias hay una mezcla de pacientes con condiciones que van desde las graves, como ataques cardiacos, accidentes cerebrovasculares y lesiones traumáticas, hasta las que no ponen en peligro la vida, como laceraciones menores, intoxicaciones, lesiones ortopédicas y migrañas.

Sin embargo, durante mi reciente estancia en el Hospital Bellevue, casi todos los pacientes de urgencias tenían neumonía por COVID-19. En la primera hora de mi primer turno, intubé a dos pacientes.

Incluso los pacientes sin problemas respiratorios tenían neumonía por COVID-19. El paciente apuñalado en el hombro, al que le tomamos radiografías porque nos preocupaba que tuviera un colapso pulmonar, de hecho, tenía neumonía por COVID-19. Los pacientes a los que les sacamos tomografías porque se habían lesionado en caídas también presentaron neumonía por COVID-19. También hallamos que los pacientes ancianos que se habían desmayado por razones desconocidas y varios pacientes diabéticos tenían este tipo de neumonía.

Y esto es lo que realmente nos sorprendió: estos pacientes no dijeron tener problemas para respirar, aunque sus radiografías de tórax mostraron una neumonía difusa y sus niveles de oxígeno estaban por debajo de lo normal. ¿Cómo podía ser?

Apenas estamos empezando a identificar que la neumonía por COVID-19 causa inicialmente una forma de privación de oxígeno que llamamos “hipoxia silenciosa”; se dice que es “silenciosa” debido a su naturaleza insidiosa y difícil de detectar.

La neumonía es una infección de los pulmones en la que los alvéolos, o sacos de aire en los pulmones, se llenan de fluido o pus. Por lo general, los pacientes desarrollan molestias en el pecho, dolor al respirar y otros problemas respiratorios. Sin embargo, cuando la neumonía por COVID-19 ataca por primera vez, los pacientes no sienten que les falta el aire, aun cuando sus niveles de oxígeno caen. Y para cuando tienen esa sensación, presentan niveles de oxígeno alarmantemente bajos y una neumonía de moderada a grave (como se ve en las radiografías de tórax). La saturación normal de oxígeno para la mayoría de las personas al nivel del mar es del 94 al 100 por ciento; los pacientes con neumonía por COVID-19 que atendí tenían saturaciones de oxígeno tan bajas que llegaban al 50 por ciento.

Para mi sorpresa, la mayoría de los pacientes que atendí dijeron que habían estado enfermos durante una semana más o menos con fiebre, tos, malestar estomacal y fatiga, pero que solo sintieron que les faltaba el aliento el día que se presentaron al hospital. Es evidente que la neumonía llevaba varios días, pero para cuando sentían que tenían que ir al hospital, a menudo ya estaban en estado crítico.

En los departamentos de urgencias intubamos a los pacientes que se encuentran en un estado crítico por diversas razones. No obstante, en mis treinta años de práctica, la mayoría de los pacientes que requieren intubación de emergencia están en estado de choque, tienen un estado mental alterado o resoplan para respirar. Los pacientes que requieren intubación debido a la hipoxia aguda a menudo están inconscientes o utilizan todos los músculos que pueden para respirar. Están en una situación de extrema presión. Los casos de neumonía por COVID-19 son muy diferentes.

La gran mayoría de los pacientes de neumonía por COVID-19 que conocí tenían una saturación de oxígeno notablemente baja en el triaje —aparentemente incompatible con la vida—, pero todavía usaban sus teléfonos celulares mientras los conectábamos a los monitores. Aunque respiraban rápido, no parecían estar sufriendo demasiado, a pesar de los niveles peligrosamente bajos de oxígeno y la terrible neumonía que mostraban sus radiografías de tórax.

CLASIFICACIÓN 2020 | ANÁLISIS GENERAL: “Entramos en una década decisiva para el periodismo y el coronavirus es un factor multiplicador”

24 abril 2020 –

Tomado de: RSF.

La edición 2020 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF) muestra que la próxima década será decisiva para el futuro del periodismo. La pandemia del Covid-19 resalta y amplifica las múltiples crisis que amenazan al derecho a una información libre, independiente, plural y fidedigna.

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que evalúa cada año la situación del periodismo en 180 países y territorios, muestra que los próximos diez años serán sin duda “una década decisiva” para la libertad de prensa debido a las crisis que afectan al futuro del periodismo: geopolítica (agresividad de los modelos autoritarios), tecnológica (falta de garantías), democrática (polarización, políticas de represión), de confianza (desapego, e incluso odio, hacia los medios de comunicación) y económica (empobrecimiento del periodismo de calidad).

A estos cinco tipos de crisis, cuyos efectos permite evaluar la metodología de la Clasificación, se suma ahora una crisis sanitaria. “Entramos en una década decisiva para el  periodismo, debido a las crisis simultáneas que afectan al futuro de la prensa”, señala Christophe Deloire, secretario general de RSF. “La pandemia del coronavirus muestra  factores negativos para el respeto del derecho a una información fiable; esta es, en sí misma, un factor multiplicador. ¿Qué será de la libertad, del pluralismo y de la credibilidad de la información de aquí al año 2030? La respuesta a esta pregunta es lo que hoy está en juego”, añade.

Existe una clara correlación entre la represión de la libertad de prensa registrada durante la crisis del coronavirus y el lugar que ocupan los países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. China (177º) e Irán (173º, -3), epicentros de la pandemia, establecieron dispositivos de censura masivos. En Irak (162º, -6) el gobierno suspendió la licencia de trabajo de la agencia de noticias Reuters durante tres meses, horas después de que esta publicase una nota que cuestionaba las cifras oficiales de casos de Covid-19. En Hungría (89º,-2) el primer ministro, Viktor Orbán, hizo que se aprobara una ley relativa al coronavirus que sanciona la difusión de noticias falsas con penas de hasta cinco años de prisión, una forma de coacción completamente desmesurada.

 “Los gobiernos autoritarios ven en la crisis sanitaria la oportunidad de aplicar la famosa ‘doctrina del shock’: aprovechar la interrupción de la vida política, la consternación de la población y el debilitamiento de los movimientos sociales, para imponer medidas que sería imposible adoptar en condiciones normales”, denuncia Christophe Deloire. “Para que esta década decisiva no sea catastrófica, la gente de bien, sea quien sea y se encuentre donde se encuentre, tiene que movilizarse para que el periodismo pueda cumplir la función esencial de ser un ‘testigo solvente’ para las sociedades, por lo que debe contar con todas sus capacidades”, agrega.

Grandes movimientos en la Clasificación 2020

  • En 2020 Noruega conserva, por cuarto año consecutivo, el primer lugar de la Clasificación, mientras que Finlandia se mantiene en la segunda posición. Dinamarca (3º, +2) se sitúa ahora en el tercer lugar, ya que Suecia (4º, -1) y los Países Bajos (5º, -1) sufren un descenso por el aumento de los casos de acoso a periodistas en internet.
  • En el otro extremo de la Clasificación hay pocos cambios. Corea del Norte (180º, -1) desciende a la última posición y ocupa el lugar de Turkmenistán, mientras que Eritrea (178º) sigue siendo el país peor calificado del continente africano.
  • Tras la alternancia política, Malasia (101º) y Maldivas (79º) registran los mayores avances de la Clasificación: escalan 22 y 19 puestos, respectivamente, mientras que Sudán (159º) sube 16 posiciones tras la caída de Omar al Bashir.
  • Entre los países que experimentan las mayores caídas en la edición 2020 se encuentra Haití, que baja 21 lugares y ahora se sitúa en la posición 83 debido a las agresiones que han sufrido los periodistas en las violentas manifestaciones que sacuden al país desde hace dos años. Las otras dos mayores caídas se observan en África, en dos países donde se han incrementado las violaciones a la libertad de prensa: Comoras (75º, -19) y Benín (113º, -17).

La Clasificación, región por región

  • Europa sigue siendo el continente mejor clasificado en cuestión de libertad de prensa, a pesar de las políticas represivas de algunos países de la Unión Europea y los Balcanes.
  • En segundo lugar se encuentra América, pese a que Estados Unidos y Brasil, los dos pesos pesados de la región, se han convertido en dos verdaderos antimodelos.
  • En África, que se ubica en la tercera posición, se registraron importantes retrocesos por el aumento de las prolongadas detenciones arbitrarias de periodistas y por los ataques que estos sufren en internet.
  • Este año, la región que experimenta un mayor deterioro es la de Asia y el Pacífico (+1,7%). Australia (26º, -5) desciende en la Clasificación debido a que el secreto de las fuentes y el periodismo de investigación están en peligro en este país, que antes era un modelo en la zona. Otros dos países también han contribuido al descenso de la puntuación de esta región son Singapur (158º), que pierde siete posiciones por su orwelliana ley contra las noticias falsas y entra en la zona negra de la Clasificación, y Hong Kong (80º), que también pierde siete lugares por las agresiones a periodistas durante las manifestaciones pro democracia.
  • Tampoco es una sorpresa que la región de Europa del Este-Asia Central conserve, como cada año, el penúltimo lugar, mientras que Oriente Medio-África del Norte sigue siendo la región donde resulta más peligroso para los periodistas ejercer su profesión. Las autoridades de Argelia (146º, -5) han detenido al corresponsal de RSF, lo que muestra una vez más cómo ciertos países aprovechan la epidemia provocada por el Covid-19 para ajustar cuentas con el periodismo independiente.

La extrema derecha marca el año en España

España conserva el puesto 29 en la Clasificación Mundial 2020. Esta posición se explica, por un lado, por la vuelta a la calma tras momentos de grave deterioro de la libertad de información y, por otro, por la situación en una zona de la tabla relativamente tranquila. Los únicos ‘vecinos’ de ránking en los que se aprecian movimientos bruscos son Australia (26º, -5) y Ghana (30º), que pierde tres puestos por el asesinato de un célebre periodista de investigación.

  • La penetración de la extrema derecha en la política del país marcó 2019. VOX, convertido en la tercera fuerza, mantiene una cruzada contra los medios de comunicación. Sus simpatizantes incitan al linchamiento de periodistas en las redes sociales o los acosan físicamente cuando cubren los acontecimientos. Los dirigentes políticos insultan públicamente a los reporteros y, en ocasiones, les niegan el acceso a sus encuentros.
  • En Cataluña, en un ambiente de extrema polarización política, los periodistas han sufrido violencia física, tanto por parte de la policía como de los manifestantes independentistas.
  • Los periodistas de investigación padecen un encarnizamiento judicial: algunos han sido acusados del delito de revelación de secretos (publicar información del sumario secreto); otros han sido objeto de requisas. Aunque en la mayoría de los juicios no se les ha sancionado, los jueces y la policía tienden cada vez más a no respetar la protección de las fuentes periodísticas, así como a obstaculizar el periodismo de investigación.

Crisis que ponen en peligro el futuro del periodismo

1) Crisis geopolítica

Una de las crisis más sobresalientes es la geopolítica, alimentada por los gobernantes y los regímenes dictatoriales, autoritarios o populistas que tratan de restringir la información e imponer su visión del mundo, sin pluralismo ni periodismo independiente. Los regímenes autoritarios conservan su mala posición en la Clasificación.

  • China (177º), que intenta imponer un “nuevo orden mundial de la información”, mantiene su modelo de hipercontrol de la información, y la crisis sanitaria provocada por el coronavirus demuestra los efectos negativos que esto tiene en todo el mundo.
  • Arabia Saudí (170º, +2) y Egipto (166º, -3) son las mayores prisiones del mundo para los periodistas.
  • Rusia (149º) emplea medios cada vez más sofisticados para controlar la información online.
  • India (142º, -2) ha impuesto en Cachemira el apagón digital más largo de la historia.
  • En Egipto, las autoridades bloquean páginas y diarios digitales, o suelen retirarle la acreditación de prensa a los reporteros con el pretexto de la difusión de “noticias falsas”

2) Crisis tecnológica

La falta de una regulación adecuada en la era de la comunicación digital y globalizada ha creado un verdadero caos de información. Propaganda, publicidad, rumores e información periodística compiten directamente. Esta creciente confusión de los contenidos comerciales, políticos y editoriales afecta a las garantías democráticas de la libertad de opinión y de expresión. Además, esta situación favorece que se adopten leyes peligrosas que, so pretexto de evitar la difusión de noticias falsas, permiten a los gobiernos una mayor represión de la prensa crítica e independiente.

  • Al igual que Singapur, el gobierno de Benín aprobó una ley para luchar contra la desinformación y los delitos en internet que puede emplearse de forma abusiva para restringir la libertad de información.
  • La pandemia ha hecho que los rumores y las noticias falsas se propagaran tan rápido como el virus. Los ejércitos de troles a sueldo de los gobiernos de Rusia, China, India, Filipinas (136º, -2) y Vietnam (175º) utilizan el arma de la desinformación en las redes sociales.

3) Crisis democrática

La crisis observada en las últimas dos ediciones de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, generada por la hostilidad -e incluso el odio- hacia los periodistas, no ha dejado de acentuarse. Esto ha contribuido a que se pase de las palabras a los actos más graves, y que cada vez suceda con más frecuencia. Por ello, en algunos países existe un grado de temor sin precedentes. Altos dirigentes políticos y sus seguidores continúan nutriendo abiertamente el odio a la prensa.

  • Dos jefes de Estado elegidos democráticamente, Donald Trump, en Estados Unidos (45º, +3), y Jair Bolsonaro, en Brasil (107º, -2), siguen desacreditando a la prensa y alimentando el odio a los periodistas en sus países. El “gabinete do ódio” (gabinete del odio) del presidente de Brasil difunde a gran escala ataques a periodistas, sobre todo cuando estos publican información sobre la política gubernamental. Desde el inicio de la epidemia del coronavirus, Jair Bolsonaro ha redoblado sus ataques a la prensa, a la que considera responsable de una “histeria” destinada a generar pánico en el país.

4) Crisis de confianza

La desconfianza hacia los medios de comunicación sospechosos de difundir “noticias contaminadas por información que no es digna de confianza” sigue acentuándose. Según la última encuesta mundial del Barómetro de Confianza Edelman, que examina el grado de confianza de la población en sus instituciones, el 57% de las personas consideran que el medio de comunicación que consultan como referencia puede difundir noticias falsas.

  • Debilitados por esta crisis de confianza, los periodistas se han convertido en uno de los principales blancos de la indignación de los ciudadanos durante las manifestaciones, que se han multiplicado en diversos países como Irak, Líbano (102º, -1), Chile (51º, -5), Bolivia (114º, -1) y Ecuador (98o,- 1).
  • Los reporteros también pueden ser víctimas de la violencia de la policía, como sucede en Francia (32º, -2).
  • Otro fenómeno cada vez más visible: en España (29º), Austria (18º, -2), Italia (41º, +2) y Grecia (65º), grupos nacionalistas o simpatizantes de la extrema derecha agreden abiertamente a los periodistas.
  • Asimismo, los talibanes en Afganistán (122º, -1) y algunos fundamentalistas budistas en Birmania (139º, -1) no dudan en imponer violentamente su visión del mundo a los medios de comunicación.

5) Crisis económica

En muchos países, la transformación digital ha dejado exhausta a la prensa. La caída de las ventas y la disminución de los ingresos por publicidad, así como el aumento de los costes de distribución y fabricación, relacionado con el del precio de las materias primas, han llevado a las redacciones a realizar cada vez más recortes de personal. En la última década, la prensa estadounidense ha perdido la mitad de sus puestos de trabajo. Esto no solo tiene consecuencias sociales, sino que también afecta a la libertad editorial de los medios de comunicación en todos los continentes. Los diarios que afrontan dificultades económicas tienen menos capacidad para resistir las presiones.

Por otro lado, la crisis económica ha acentuado el fenómeno de la concentración de la propiedad de los medios de comunicación y, por tanto, los conflictos de intereses que amenazan al pluralismo y a la independencia de la prensa.

  • Petr Kellner, el hombre más rico de la República Checa (40º), compró el grupo de medios de comunicación Central European Media Enterprises (CME), lo que suscita preocupación en varios países de Europa del Este, donde CME controla importantes canales de televisión.
  • Las consecuencias de la concentración también son visibles en Argentina (64º, -7) y en el continente asiático: en Japón (66o, +1), las redacciones aún dependen en gran medida de la dirección de los keiretsu, grandes conglomerados que anteponen los intereses económicos a los periodísticos.
  • En Taiwán (43o, -1) y Tonga (50o, -5) la lógica comercial a la que están sometidos los medios de comunicación favorece la polarización y la búsqueda de sensacionalismo, lo que contribuye a desacreditar aún más a los medios de comunicación y a acentuar la crisis de confianza en la prensa.
El periodismo en tiempos de coronavirus

24 abril 2020-

Foto:  LUIS DE VEGA.

Tomado de: El País España –

Los medios de comunicación se enfrentan, desde hace 40 días, a la tarea de informar sobre la crisis de la Covid-19 en condiciones de trabajo excepcionales. A los escollos intrínsecos a la profesión, como las trabas para acceder a cierta información, ahora se suma la descomposición del centro de trabajo, la distancia social, la carga psicológica de la enfermedad y el miedo al contagio y a contagiar.

Luis de Vega, periodista de la sección de Madrid de EL PAÍS, es uno de los profesionales que continúan “haciendo calle”, como se denomina en jerga periodística a recoger historias ciudadanas. “No hay que olvidar que a pesar del teletrabajo sigue siendo básico acudir al terreno”, apunta el también fotógrafo. Cubre la pandemia desde que a principios de marzo saltaron las alarmas. Ha acudido a residencias de ancianos, centros de atención a las personas sin hogar, pequeños municipios de la Comunidad de Madrid o La Cañada Real para contar qué está sucediendo más allá de la política.

“La gente compara esta situación con una guerra, pero no es así; impresiona ver Madrid vacío, con las sirenas de fondo, pero no piensas en ningún momento que te van a pegar un tiro o a secuestrar. Hay lastres, pero de otro tipo”, declara el periodista, que ha cubierto conflictos armados como el de Irak o Libia. Aquí el enemigo no se ve y el miedo es al contagio. “Tengo muy presente cuando voy a casa de alguien que puedo estar poniendo en peligro a esa persona y al revés, eso sí que también sucede en las zonas de conflicto, quien decide salir en tu reportaje se enfrenta a un riesgo”, aclara. Por eso, extrema las precauciones: sigue las medidas sanitarias aconsejadas, la comunicación con sus compañeros es siempre virtual y se ha alquilado un piso para vivir solo.

Los periodistas de EL PAÍS rigen su trabajo por el Libro de estilo, un manual que recoge las directrices para el desempeño del oficio, tanto desde un punto de vista práctico, como pueden ser las cuestiones ortográficas, como ético. Durante periodos de especial interés informativo, como el de estas semanas, estos principios cobran, si cabe, una mayor relevancia. Entre ellos se apunta la necesidad de separar la información y la opinión, escuchar a las dos partes enfrentadas en un conflicto, acudir a fuentes fiables, verificar los hechos, no publicar imágenes desagradables que no añadan información, respetar la intimidad de las personas sobre las que se informa… Y no escribir nada más allá de lo que uno conoce.

El periodista de EL PAÍS Álex Grijelmo, responsable de este manual, recuerda que “el periodismo cumple un papel esencial en esta crisis, porque sirve como vehículo para transmitir informaciones vitales: qué conviene hacer, cómo cuidarse, qué precauciones domésticas se han de tomar, qué se permite y qué se prohíbe, qué avances se van conociendo en la investigación científica sobre el caso”. Destaca además la función crítica frente a la gestión de los políticos en la pandemia y la vigilancia de los eventuales excesos del poder en una situación en la que se han limitado tanto las libertades de los ciudadanos.

 El caudal de información que se debe filtrar es ingente y ha provocado que muchos periodistas no especializados en ciencia ni sanidad hayan tenido que adaptarse rápidamente a la nueva dinámica. De Vega considera que la especialización a marchas forzadas forma parte de la profesión y que incluso la enriquece, pues obliga a los profesionales a ejercitarse y establecer debates en favor del rigor. Mientras se trabaja contra reloj, se debate a través de llamadas de móvil y videoconferencias para preservar la pulcritud de la palabra y las informaciones.

Grijelmo incide en la necesidad de acudir siempre a fuentes competentes en la materia para evitar los desatinos. “Es obvio. Pero las obviedades se olvidan a menudo en medios poco responsables”, apunta. Recuerda que “los buenos periodistas no son soberbios, conocen sus limitaciones y no se conforman con una primera fuente». Si bien concede que «todos nos equivocamos», subraya que la diferencia entre unos periodistas y otros es cómo gestionan sus errores.

El periodismo poscoronavirus ofrecerá nuevas oportunidades a los “freelance”

24 abril 2o2o.

Por: Laboratorio de Periodistas.

El periodismo freelance, entendido no sólo desde un punto de vista laboral, sino también de posibilidades de trabajar para distintos medios sin pertenecer a ninguno, no tiene en España probablemente el peso que pueda tener en algunos otros países como Estados Unidos. En muchas ocasiones, ser periodista freelance en España ha sido sinónimo de “romper la mano”, de dar los primeros pasos entregando trabajos a unos y a otros hasta hacerse un hueco en un periódico u otro medio de comunicación a tiempo completo.

Están, es verdad, los periodistas que cubren zonas en conflicto o realizan grandes reportajes de viajes, y que venden sus trabajos a diversas publicaciones, pero estadísticamente no es un grupo muy elevado. No abundan los periodistas que viven de su trabajo y que publican con relativa frecuencia en distintos medios de comunicación generalistas (sí en webs o publicaciones de nicho a tanto por pieza, pero esa es otra historia) en aquello de lo que son especialistas.

Sin embargo, la situación en la que van a quedar los medios tras esta crisis, con plantillas muy reducidas y carencia de especialistas en varias áreas concretas, abre una puerta a que los periodistas freelance de calidad ocupen un significativo espacio en el periodismo.

“El escenario que se presenta es favorable para los periodistas independientes”

Lo indicaba precisamente anteayer el subdirector de eldiario.es, Gumersindo Lafuente, en el webinar que ofreció sobre el periodismo durante la cuarentena. Lafuente, a preguntas de participantes, indicó que “el escenario que se presenta es favorable para los periodistas independientes. Los medios deberán contar con talento externo para adaptarse a la nueva situación”.

Facebook incluye ya a los periodistas freelance en sus fondos de ayuda

Al igual que con el apoyo al periodismo local, Facebook incluye ya también a los periodistas freelance en algunos de sus programas de ayuda. Si hasta ahora, en general, venía siendo requisito imprescindible para optar a ayudas, que se presentaran los candidatos como medios de comunicación, o que al menos hubiera dos personas trabajando a tiempo completo, el último programa de ayuda de Facebook incluye a los freelance, que pueden presentar propuestas informativas como periodistas independientes. “Los freelancers y / o grupos de freelancers pueden solicitar el programa Engagement Fund, que proporciona subvenciones de 5.000 euros”, confirmaba expresamente Facebook.

“Si tuviera un trabajo de tiempo completo en este momento, estaría preocupado por perderlo. En cambio, tengo alrededor de una docena de trabajos a tiempo parcial”,

Meena Thiruvengadam, una periodista freelance y consultora de desarrollo de audiencia, daba días atrás en Poynter algunas recomendaciones para periodistas independientes, en estos momentos de pandemia, no sin antes confirmar que lo que pensaba que era una inseguridad (no estar en plantilla de ningún periódico), ahora es una ventaja, porque al haber diversificado sus fuentes de ingresos, trabajando para diversos medios y escuelas, es más complicado que se quede sin ingresos que los que están en un medio y están siendo despedidos o han vistos recortados de manera importante sus ingresos. “Si tuviera un trabajo de tiempo completo en este momento, estaría preocupado por perderlo. En cambio, tengo alrededor de una docena de trabajos a tiempo parcial”, asevera.

Los consejos a los que alude son:

  • Piensa en quién conoces. Si has hecho bien el trabajo de mantener y ampliar tus redes a lo largo del tiempo, ahora puede dar sus frutos. Comunícate con tus contactos para conocer sus necesidades y proyectos que puedes ayudar a ejecutar. Haz saber a la gente que estás buscando trabajo.
  • Aprovecha al máximo lo que sabes. ¿Existe una necesidad inmediata de cobertura de un área que es de tu especialidad? ¿Sus industrias necesitan comunicadores fuertes en estos momentos de crisis? Estas podrían ser grandes oportunidades para los freelance.
  • Sé proactivo cuando busques trabajo. No todas las oportunidades para periodistas freelance se anuncian. Identifica las necesidades inmediatas para las cuales tu trabajo es una solución. Deja claro por qué eres la mejor persona para el trabajo.
  • Debes enfocar la forma en que inviertes tu tiempo. El tiempo libre de hoy puede convertirse en la base del trabajo soñado de mañana. A mí me pasó aprendiendo sobre la optimización de motores de búsqueda para presentar el tipo de historias que quiero agregar a mi cartera.
  • (Sólo para artículos en inglés) Si estás comenzando, echa un vistazo a studyhall.xyz. Por 4 dólares al mes, los miembros obtienen un resumen semanal de editores que buscan trabajos independientes y acceso a un servidor de listas donde los miembros hablan de todo, desde las pautas de publicación hasta pagos atrasados.

Pero también una reglamentación que defienda el estatus del periodista freelance

Pero si efectivamente hay una necesidad de contratar piezas a periodistas freelance en este mundo pospandemia, como parece que será, en función de las opiniones de muchos expertos, sobre todo por razones económicas, va a ser necesario también que se regule de manera especial el estatus del periodista freelance, para que las reglas del juego ayuden a contratantes y contratados, no perjudiquen a los empleados en medios, y no se precarice la profesión de periodista.

Adiós a Germán Mendoza, maestro del periodismo en Colombia

24 abril 2020.

Foto: Cortesía El Universal.

Por: WILHELM GARAVITO MALDONADO.

Teniendo 71 años y dejando una enorme huella falleció este fin de semana.

Una enfermedad que a pasos lentos le quitó el habla y los movimientos se llevó la noche del sábado a Germán Mendoza, quien tenía 71 años y llegó a ser uno de los grandes del periodismo colombiano. ‘El Mono’, como lo llamaron muchos de sus amigos, comenzó muy joven su carrera en los medios de comunicación y desde los años 80 hizo carrera en el diario El Universal de Cartagena, donde llegó a ser director.

Como jefe se ganaba el respeto por su amplia cultura general y conocimiento de la profesión. Orientaba todo con claridad

Además de sus días y noches en salas de redacción, Mendoza se destacó por su sensibilidad hacia las artes y en el rol de gestor en muchas ocasiones. La literatura, el cine, la música y el fútbol estuvieron entre sus pasiones. En Cartagena se le recuerda como abanderado para conformar cineclubes, e igualmente por acompañar el proceso de crear la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano Gabriel García Márquez.

“Fue un personaje. Era una caja de música. Tenía un cuento célebre de cuando fue extra en una película en Cartagena. El director necesitaba soldados cosacos en el Caribe y al único blanco ojiazul que encontraron fue él. La escena era un sueño del protagonista. Germán no tenía parlamento y solo aparecía cinco segundos, pero el director le dijo: “Pon cara de confianza en el futuro”. Y Germán recordó toda la vida el cuento, decía: “¿cómo carajo se pone cara de confianza en el futuro?”, relató Juan Alejandro Tapia, periodista de Blu Radio y excompañero de Mendoza.

Mendoza, quien se graduó como abogado, nació en Ciénaga de Oro (Córdoba), se casó con Marta Ramírez, de cuya unión surgieron Santiago y Gustavo. Quienes lo rodearon lo definencomo un ser amigable, dispuesto a no esconder conocimientos y siempre inquieto respecto a temas trascendentales, como historia y astronomía.

“Como jefe se ganaba el respeto por su amplia cultura general y conocimiento de la profesión. Orientaba todo con mucha claridad. Aparte cuando veía un buen trabajo felicitaba al periodista frente a todo el equipo. Y cuando se mostraba por error que salía en el periódico decía que mostrarle la nota a toda la gente posible porque los errores siempre aparecen. Siempre sonreía, por complicado que fuera el panorama”, contó conmovido Andrés Frías, periodista de El Universal, quien estuvo junto a Mendoza un poco más de dos décadas.