Circulo de Periodistas de Bogota
Decir gracias es poco / Opinión
Foto: Mauricio Moreno / EL TIEMPO

Jineth Bedoya, periodista de EL TIEMPO.

Un llamado para que no olviden a las centenares de Jineths que hay en todos los rincones del país.

Por:  JINETH BEDOYA LIMA |

El 8 de junio del año 2000, cuando decidí regresar a la redacción de ‘El Espectador’ tras dos semanas de haber sido secuestrada, torturada y abusada y aún con muchas dificultades para caminar y moverme, me encontré con una fila interminable de colegas que me daban la bienvenida en medio de lágrimas.

Y sentí que ese era y sería mi bálsamo.

El jueves pasado tuve la misma sensación, tras haber tenido que confrontar, cara a cara, 16 años y 9 meses después, a uno de mis violadores. Me encontré en la redacción de EL TIEMPO una cadena de abrazos que me devolvieron la paz.

Los mismos que llegaron por miles a través del correo electrónico, mi cuenta de Twitter y otras redes sociales. Decirles gracias es poco, porque no imaginan cómo los necesitaba, cómo los necesito ahora. Por años rogué que alguien de alguna entidad del Estado estuviera a mi lado para no sentirme sola, y tuve la fortuna de contar con el procurador general, Fernando Carrillo, quien nunca soltó mi mano.

Pero les hago un llamado para que no olviden a las centenares de Jineths que hay en todos los rincones del país y que nunca podrán acceder siquiera a la justicia. Ellas nos necesitan porque les hemos enseñado que No Es Hora De Callar. Ahora no les fallemos.

JINETH BEDOYA LIMA

Tomado de:El Tiempo.com

Autocrítica periodística de Juan Darío Lara, que invita a la reflexión gremial.

Juan Darío Lara, socio activo del CPB desde hace 41 años, hace el siguiente análisis acerca de los retos que deben afrontar y resolver los profesionales del oficio, para reivindicar la credibilidad periodística:

Qué sería de Colombia y de otros países avanzados, si el periodismo permaneciera ajeno a tantos acontecimientos que lo afectan, y dejara de contribuir,  con la sapiencia de sus hombres y mujeres, a encontrar el camino de la verdad, y a esclarecer la responsabilidad de personajes que desprecian todos los valores.

Aparte de esta contribución, al periodismo le ha faltado valentía para recuperar su esencia, en virtud de la cual fue catalogado,  en el siglo pasado, como el «cuarto poder». Se le respetaba, sus opiniones pesaban, era órgano de consulta de los demás poderes del momento como la política, la justicia, el congreso, y esos venerables representantes de la «pluma», aportaban ideas sin mezquindad, con grandeza, pensando únicamente en el bien de Colombia.

Qué han dejado  las retóricas denuncias gremiales, nacionales e internacionales, sobre violación a la ley de prensa, al derecho de expresión, a la explotación salarial,  las repetidas agresiones  y advertencias de que el ejercicio de informar es de alto riesgo. Cuántas de esas reiteradas denuncias han tenido eco en la justicia, donde reina la impunidad. Estamos cansados de ver todos los años los informes de la FLIP o de la Sociedad Interamericana de Prensa, con el deplorable balance que señala todo lo que pasa sin que pase nada.

Hagamos una autocrítica y tomemos la decisión de  solucionar todos los males que nos afligen  ¿Pero, cómo? ¿Haciendo paros como cualquier sindicato?.  ¿Quemando llantas? ¿Haciendo barricadas? No, porque nuestra formación es distinta y no violenta. Pero, entonces ,hacerles ver a las autoridades, a las empresas, a los directores de medios con poder, que hay que defender un legítimo derecho de quienes solo trabajan  para consolidar emporios?

En nuestra condición, admitámoslo, sin rubor, que en esa necesidad están de acuerdo nuestros poderosos directores de medios, que no se bajan de su curubito, del que disfrutan para defender el interés  de los que les pagan, que son sus patronos.

El periodista no puede alzar la voz y contar la verdad, sino la versión que le conviene al establecimiento, representado en un gobierno y una élite política y empresarial, que para eso tienen sus comunicadores sociales.

Soy realista.-..fui otro iluso por muchos años. Por más que las agremiaciones y los más prestigiosos periodistas de Colombia y del mundo rechacen con trajinados comunicados los regímenes, censuras, cierres de medios, explotación salarial de los periodistas en la ciudad y en la provincia, o asesinatos con mantos de impunidad, seguiremos en lo mismo…nadie nos escuchará. Lástima, por las nuevas generaciones, que tampoco hallarán esta solidaridad gremial para intentar una justificada protesta porque, con solo pensarlo, alguien lo está comunicando s su jefe, por miedo a perder su puestos.

Aquí vale la pena recordar esa gran verdad que le contó a María Isabel Rueda, el galardonado Mauricio Gómez,  «el Premio al Mérito Periodístico Guillermo Cano» el 9 de febrero de 2017:  hasta dónde puede llegar la conciencia periodística y por qué, si  el estado es el principal patrocinador de los medios y, también, los poderosos empresarios que manejan el país.

Se perdió el entusiasmo de investigar para conocer la verdad, de no aceptar la versión oficial sino contextualizarla, sin limitarse a transmitir los comunicados para defender sus intereses y no para responder a esas denuncias. Agregaba que «es preocupante que el estado contrate por millonarias sumas a periodistas que siguen informando o escribiendo columnas de opinión, sin contarles a los colombianos que tienen esos «contratos», y que existen «los periodistas chantajistas que reciben dinero para hundir una compañía, un producto, o a alguien, porque en Colombia existe la «payola», o la «contrapayola» que se recibe para popularizar una canción en una emisora.

Y lo más grave, como se acaba de ver en Inglaterra con el brexit ,y en los Estados Unidos con las elecciones, y en Colombia, con el plebiscito del 2 de octubre de 2016, sobre el acuerdo de paz, donde las redes sociales desinformaron y crearon confusión para generar los resultados que hoy lamentan millones de habitantes en estos tres países.

Y el canibalismo,. no solo entre los periodistas, sino el que se ha evidenciado en algunos  expresidentes  y dirigentes empresariales, que insisten en que los periodistas no pueden investigar, so pena de perder el puesto, y  las  restricciones a la prensa, o el veto de Donald Trump ( «dizque el bufón»)a importantes medios de comunicación,  y  en la misma onda de las censuras se mueven Nicolás Madurio ( el inculto ) y en Ecuador, Rafael Correa, (el censor), y para no ir lejos aquí, en la propia Colombia, caben todos esos adjetivos despectivos, cuando el periodismo se atreve a publicar verdades incómodas.

Y eso ocurre, por la permisividad, porque «nuestra voz» tan crítica entre nosotros, vale «un pepino» entre quienes tienen el poder y nos toman como , porque agachamos la cerviz para no perder una «amistad transitoria» que significa réditos. Somos «unos duros» para criticarnos, para roidiculizarnos, pero somos temerosos y asustadizos frente a quienes nos satirizan, desprestigian y denigran con ostentación de su poder.

El 9 de febrero, el Presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá, William Giraldo, tuvo «las agallas» para decir, también claramente, que «la prensa que fue el cuarto poder, hasta mediados del siglo pasado, hoy está en manos del «poder financiero».

Y la Presidente del Jurado del Premio, la reconocida periodistas Maria Elvira Arango, Directora de Los Informantes, mencionó otra lamentable realidad: «Nos oyen, nos ven y nos leen, pero no nos creen».

¿Cuántas veces se han  convocado foros, seminarios, reuniones, en privado y en público, para emprender  una necesaria, urgente y agresiva defensa del periodismo de verdad, para hablar de la la libertad de prensa y de la cacareada libertad de expresión?.  Y, hasta ahí llegamos, porque para el poder de los mismos medios nuestra voz no se escucha… sólo cuando llega el 9 de febrero para recibir premios, pero no para privilegiar a ese «cargaladrillo» que, con su conocimiento, honra el oficio y encumbra su empresa. «Siempre el poder triunfa: patrón y director,  se ufanan porque su medio tuvo otro premio.» Para eso los tenemos.. antes deberían agradecernos por darles la oportunidad», es su argumento.

Los ejemplos de «un periodismo ,puro», recto, honesto, sin compromisos, se perdió, así algunas veces se vean escritos y se escuchen noticias de escándalos», para mantener «el rating» y, de paso, olvidar el seguimiento obligado.

Ojalá las nuevas generaciones cambien eso, aun cuando lo dudo, por aquello de la traqueada mermelada, y el temor a contradecir al director, y  para «no perder la papa».

El CPB debe aprovechar estos momentos de reconocimiento como primera institución gremial que recuperó el 9 de febrero de 2017 para reconquistar, entre todos, el lugar de privilegio y de respeto perdidos por ocasionales faltas de visión y de criterio.

Por Juan Darío Lara, socio del Círculo de Periodistas de Bogotá, desde 1976.

 

Gala de los Óscar de la corrupción

Jorge Bustamante

Se podría hacer una gala municipal, otra departamental, otra nacional, una cruzada y llevar la más audaz a la gala mundial cada año, como los concursos de belleza.

Uno de los espectáculos más vistos por la audiencia mundial es la gala de la entrega de los premios Óscar, de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood. Allí se destacan cada año, entre otras categorías, mejor actor y actriz principales; mejor actor y actriz secundarios; o mejor director, mejor banda sonora, mejor vestuario, mejor puesta en escena, mejores efectos especiales, mejor fotografía, mejor película extranjera, mejor guion y mejor maquillaje. Se tiene en cuenta también la cantidad de recursos económicos que se han percibido por las entradas.

Algo similar se debería hacer en la gala de un concurso mundial de la corrupción, pues, al parecer, en Colombia y en una buena cantidad de países se está abriendo paso una carrera sorprendente por cuál nación es la más corrupta, cuál es la cuantía más grande que se ha detectado, como un todo e individualmente, del robo o la coima más berrionda; en un solo pago o continuado; para unos pocos o para muchos; que trascienda y continúe de un gobierno a otro o en un período gubernamental; con una reelección, varias o sin ella; en un solo proyecto de inversión o en varios; con muchas instituciones involucradas o unas pocas, en un solo contrato o con otrosí y reclamaciones; con ayuda de las instituciones de fiscalización y control o sin ella; con intermediación de los congresistas en la etapas de negociación, construcción, terminación, cierre, reclamación e investigación o sin su participación; para financiación de campañas de puestos de poder, solo para enriquecimiento individual o para ambos; en categoría grande (nacional), mediano (departamental) o pequeño (municipal) o cruzado por todas la anteriores; en licitación o en contratación directa, nacional o internacional; en asociación público-privado (APP) o solo con recursos de presupuesto; con intervención de candidato y/o presidente o a las espaldas; con participación de exgobernantes extranjeros o sin ellos; con las normas existentes, modificándolas o violándolas; con pagos de puestos y/o coimas anticipadas en el momento de la firma o con posterioridad a la salida del Gobierno; con recursos legales, ilegales o ambos y así sucesivamente.

Se podría hacer una gala municipal, otra departamental, otra nacional, una cruzada y llevar la más audaz, a la gala mundial cada año como los concursos de belleza y presentarla, de acuerdo con las categorías definas por la Amucep (Academia Mundial de la Corrupción Estatal y Privada). Por supuesto, siempre esperando ganar el primer premio en las categorías más importantes, en particular dirección, montaje, manejo, cuantía y puesta en escena de actores e instituciones públicas y privadas.

Lo que está sucediendo es la pérdida total de legitimidad y credibilidad de los gobernantes, de los dirigentes políticos, de los gerentes y presidentes de empresas, en medio del más absurdo pragmatismo por obtener resultados a como dé lugar. La corrupción fue una de las causas principales de la caída del Imperio romano y con asesinatos entre sus mismos dirigentes para obtener los más insospechados botines.

Esperemos que no se derrumbe en Colombia lo poco de legalidad e institucionalidad pública y privada que aún queda. ¿Aún queda? El actual deterioro gubernamental y legal es una amenaza para toda la sociedad. Algunos gobernantes piensan que todo se puede, que no hay límites. Eso sucedió en Venezuela y muchos países vecinos. La destrucción del aparato productivo y de las instituciones no hay necesidad de mencionarla.

JORGE BUSTAMANTE

Tomado de; El Tiempo.com

 

¿En qué país vivimos?

Lucy Nieto de Samper

Todos tenemos que contribuir a que la paz se consolide y a que este llegue a ser un país más justo.

Después de más de medio siglo de una guerra fratricida, las Farc-EP, el grupo armado más antiguo y numeroso, y el que más muertes, secuestros, tragedias y víctimas les ha causado a las familias colombianas, comenzará a entregar sus armas a Naciones Unidas. Y ya están listos los grandes contenedores en donde las armas serán depositadas, luego de ser reconocidas, certificadas y enumeradas. Y cuando esté completa la lista del arsenal depositado, el cargamento se transportará para luego fundir ese armamento. Y, una vez fundido, ese metal se aprovechará, como se ha dicho mil veces, para construir tres monumentos en homenaje a la paz.

Esa extraordinaria noticia, que necesitó 6 años de duras negociaciones en La Habana para poder convertirse en una realidad que gran parte del pueblo colombiano esperaba y celebra, no ha tenido el impacto nacional esperado. En parte, porque han sonado más las peloteras entre políticos que piensan más en sus propios intereses que en lo que le conviene y necesita el país, y en parte porque los medios de comunicación han divulgado más los problemas que se han presentado por no tener listas a tiempo las zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN).

Esos problemas tenían que presentarse, pues los preparativos para acoger a los desmovilizados se suspendieron por obra y gracia del plebiscito, que le dijo no al acuerdo de paz… Y solo se reanudaron en diciembre, después de que Gobierno y Farc firmaran el Acuerdo Final. Entonces se continuó con los trabajos. Y como lo han explicado el doctor Córdoba, gerente de las zonas; el doctor Vélez, secretario de la Presidencia; el doctor Rafael Pardo, ministro del Posconflicto, y el doctor Sergio Jaramillo, alto comisionado para la Paz, a toda máquina se están montando y acondicionando las 26 zonas veredales.

Y no se trata de endebles cambuches, sino de buenos vivideros, que además incluyen aulas, salones, centros de salud, etc., todos dotados de agua, luz y servicios varios. En realidad son como minipueblos, con todo lo necesario. Y completamente seguros, porque el Ejército está ahí, vigilando y protegiendo a los excombatientes. En esas zonas, el Estado está presente por primera vez. Empieza a haber país en donde nunca lo hubo.

Todo eso es lo que Colombia tiene que celebrar. En particular, que más de 6.000 milicianos hayan dejado de disparar y que el conflicto, por fin, haya terminado. Y todos tenemos que contribuir a que la paz se consolide y a que Colombia llegue a ser un país más justo, más sano, más acogedor, más visitado por los turistas y más seguro. Ponerle fin a más de medio siglo de lucha armada es una victoria que los colombianos deberían celebrar con más entusiasmo.
Los políticos

Los partidos políticos y sus jefes cada vez pesan menos en la historia nacional. Y mientras sus caudas se reducen, se multiplican los ciudadanos sin partido. Que la abstención en las votaciones democráticas llegue casi al 70 por ciento demuestra la poca importancia que tienen los partidos y la poca influencia de los jefes políticos en la masa de colombianos.

Por eso, las reformas que propuso el ministro Juan Fernando Cristo cayeron como un balde de agua fría. Unos dicen que es una capa de humo para desviar la atención del país de temas muy preocupantes y otros dicen que Cristo quiere ganar puntos para su futura campaña presidencial. Como dicen los niños, tacó burro el Ministro. Su salida en falso más bien le quito puntos. Así las cosas, ¿qué pasará en las próximas elecciones? Los votantes debemos saber elegir y saber votar. Ojalá no terminemos como en USA, con otro Trump.
LUCY NIETO DE SAMPER
[email protected]

Tomado de:El Tiempo.com

Blanco y Negro, corrupción para todos

 

Por: Gabriel Ortiz 

Rápidamente la palabra corrupción adquiere la resonancia que los corruptos necesitan, para esconder sus fechorías. Para ello se están utilizando las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales, y la gente se está tragando semejante sapo. Se acude a la posverdad –palabra que algunos se niegan a admitir o a acreditar como el mal de la época- para agigantar, o minimizar lo que está por fuera de la Ley.

Quienes detestan al actual gobierno, ven corrupción por todas partes. Para ellos, todas las actuaciones, todas las adjudicaciones, todo lo que tenga una firma gubernamental, todas las obras, todos los contratos, llevan coimas. Eso se utiliza como escudo para ocultar los despilfarros, malos manejos, enriquecimientos ilícitos, corruptelas y demás desafueros de quienes antes manejaron el Estado.

Es claro que en todas las administraciones se ven casos de corrupción, porque tradicionalmente en Colombia existe aquello de que “hecha la ley, hecha la trampa”. Y esa trampa, se incluye en las propias leyes, que dentro de los innumerables “micos”, conlleva uno, o varios que legalizan la corrupción. Muchas normas están dentro de la ley, para facilitarla. Muchos de nuestros legisladores, y seguramente muchos de nuestros funcionarios, mantienen celosamente los “micos”, durante los debates, para cobrar más adelante para sí, o para terceros los beneficios de una corruptela. Los lobistas son expertos en esto.

Causa hilaridad, escuchar en ciertos medios de comunicación, especialmente en los que se atrincheran en las redes sociales, pregonar a los cuatro vientos la galopante corrupción que existe en nuestro país. Pero lo hacen a partir de una fecha fija. Cuando se inició el mandato que los despojó de sus canonjías.

Hay otros que van más allá: ventilan sin sonrojarse, las corrupciones que cometieron, como si fueran de sus sucesores. Por ejemplo, hablan de Reficar, de la Ruta del Sol y de tantas corruptelas suyas, como si hubieran sido cometidas por el gobernante actual. Su propia “mermelada”, nunca existió. No hubo despilfarro, por ejemplo en el famoso plan 2000, que tanto dinero saqueó a las arcas del estado, sin que se viera siquiera un camino de herradura.

Estamos recorriendo el camino de una corrupción, entre real y prefabricada, que se enreda en declaraciones de aquí y allá, que acusa a unos y a otros y que al final busca beneficiar a quienes están por fuera del poder, buscando regresar a las arcas que tanto añoran.

BLANCO: La Vitrina Turística que revela el crecimiento del turismo. Todos quieren venir a este nuevo país.

NEGRO: ¿Este invierno será niño o Niña?

[email protected] 

 

Defensa de la duda

Es evidente que la mesura no es por estos días una cualidad valorada, pero aun así quiero insistir en ella como condición necesaria para hacer un periodismo serio. Hoy vende más lo que indigna, según dicen los estudiosos de las redes sociales, y por eso se ha convertido ya en una necesidad del mercado informativo tener diariamente uno o más chivos expiatorios para que los devore la galería sin que nos detengamos a ver cuáles son los pecados que se lavan bajo el linchamiento. Si es culpable o inocente, poco importa.

¿Cuántas mentiras hemos ayudado a propagar y cuántas verdades a medias por falta de una pregunta, de una dosis de duda? Esta semana se habla de Mateo Gutiérrez a quienes algunos condenaron al infierno después de un confuso anuncio de las autoridades que terminó convertido en sentencia cuando muchos medios titularon “capturados presuntos responsables de atentados en Bogotá”. No se dijo así, pero los periodistas a veces publicamos lo que queremos escuchar y no lo que nos dicen. La historia no paró ahí porque 48 horas después el capturado fue declarado inocente en el ciberespacio y muchos piden hoy su libertad pues se aseguran que su captura es un falso positivo. ¿Será?

Yo no sé si el muchacho es culpable de los hechos que le imputan del año 2015, pero es claro que no lo han acusado de los actos más recientes como se insinuó. Reclamo mi derecho a la duda en este caso aunque decirlo me muestre culpable para los dos lados. Porque si los periodistas hemos perdido la duda, y eso es grave, los ciudadanos no ayudan cuando reclaman que las noticias se publiquen con la sentencia en el titular porque dudar no está bien visto. O se tiene claridad de quiénes son los buenos y quiénes malos o la noticia no sirve. Como si los medios fueran el tribunal que imparte sentencias. Ni qué decir del caso Colmenares: la justicia falló en contra de lo que ya había sentenciado ese “tribunal” de mil rostros.

Que los ciudadanos comunes disparen a su antojo sin dudar es entendible, pero que lo hagan los periodistas es inaceptable. Los periodistas tenemos la obligación de defender la duda como clave fundamental de nuestro oficio y eso significa preguntar, indagar para tratar de acercarnos a una verdad cada vez más esquiva. Tener algo de mesura para dar espacio a la duda antes de publicar es una obligación que hemos venido perdiendo.

No sobra repasar la duda metódica de Descartes o tener a mano una estampita de Tomás, el apóstol de la duda, para iluminar a todo el que se aventura por los caminos del periodismo.

No se trata de dudar eternamente, pero sí de hacernos preguntas ante las informaciones que nos llegan. Dudar de todo y de todos porque si la información es poder, tergiversarla es la estrategia para mantener ese poder. En el periodismo la duda nos lleva a buscar más pistas que nos conecten con los hechos. La duda nos saca de la zona de confort porque es más fácil transcribir sin pensar lo que dicen otros, sin preguntarnos si es cierto o falso lo que nos dan para multiplicar.

Dudar de las cifras, de las fuentes oficiales y no oficiales, de los estudios que no sabemos de dónde vienen, de las filtraciones porque no conozco el primero que filtre información por amor a la verdad. Mientras más asesores de comunicaciones y jefes de prensa nos aborden, más hay que dudar. Mientras más claras y evidentes parecen las versiones, más hay que dudar porque las mentiras son las que más detalles traen. Dudar de los delincuentes y de sus abogados, dudar de lo que circula en internet y dudar de nosotros mismos cuando tengamos demasiadas certezas.

Tomado de: elespectador.com 
Ordoñez: prueba irrefutable
Por: Cecilia Orozco Tascón

Alejandro Ordóñez, el imaginario candidato presidencial -puesto que no tiene partido que lo avale-, anda recorriendo medios para tratar de desvirtuar verdades de a puño que dejan mal parada su sinuosa ética de procurador general. Intenta verse indignado para hacer más creíble lo que quiere desmentir, con una inseguridad de expresión que no le conocimos cuando detentaba poder omnímodo. Pero lo comprendo: su doble moral ha sido expuesta con pruebas irrefutables en el noticiero de televisión que dirijo. Me refiero al documento oficial del cierre por prescripción (es decir, por no haber investigado los hechos a tiempo), del primer proceso disciplinario que hubo en Colombia por los sobornos de Odebrecht. Allí consta cómo una queja contra los mismos funcionarios del gobierno Uribe que hoy están metidos hasta el cuello en el escándalo, pasó de mano en mano entre sus subalternos hasta cuando se cerró la posibilidad legal de sancionarlos.

11 de noviembre de 2010. Un ciudadano presentó una queja ante la Procuraduría por los hechos revelados en varios artículos de Gerardo Reyes, periodista del Nuevo Herald. Reyes transcribió lo que le reveló Miguel Nule en una entrevista en que aceptó que hubo una reunión en Panamá, en 2009, a la que asistieron el propio Nule, André Rabello, presidente de Odebrecht en Panamá (hoy, delator de la corrupción de su firma ante la justicia de Estados Unidos); Tomás Uribe (hijo del presidente de la época, Álvaro Uribe), un socio de Tomás y un miembro del gobierno panameño. El motivo de tan misteriosa cita era el de explorar la posibilidad de que los Nule y Odebrechet se asociaran para presentarse unidos a la licitación de la Ruta del Sol. Apartes de la charla: P/ ¿Ustedes (con Tomás) … entran a las oficinas ¿de quién? R/ Del presidente de Odebrecht en Panamá. R/ ¿Qué papel jugaba ahí el hijo del Presidente? R/ Pues intermediando para que nosotros (Nule-Odebrecht) estuviéramos juntos (en la licitación Ruta del Sol).

21 de mayo de 2015. En el renglón “asunto” del escrito que relaciona la historia interna de la queja, se lee: Auto que declara la extinción de la acción disciplinaria por prescripción y archivo” (ver). Los funcionarios del gobierno Uribe que la Procuraduría Ordóñez ha debido investigar pero cuya conducta no examinó con seriedad eran: Daniel García Arizabaleta, director de Invías; Gabriel Ignacio García Morales, viceministro de Obras; Juan Manuel Barraza, director de la Comisión de Regalías; y Miguel Peñaloza, alto Consejero presidencial. Paradójicamente, estos son los mismos sujetos de procesos penales, en la actualidad.

La queja contra los cuatro ejecutivos de Uribe es clara: “por encontrarse presuntamente involucrados en supuestos hechos de extorsión a los contratistas exigiendo el pago de comisiones ilegales para que les fueran adjudicados los contratos…” El quejoso no solo especificó que “García Morales y García Arizabaleta presuntamente exigían el pago de cuantiosas comisiones ‘garantizando’ la adjudicación (de la Ruta del Sol)” sino que añadió que solicitaba “analizar la participación de los señores Tomás y Jerónimo Uribe…”

Desde el día en que se formuló la queja y durante cinco años, el expediente rodó de un lado a otro entre las procuradurías delegadas que se botaron la papa caliente así: la Segunda Delegada para la Vigilancia Administrativa se la mandó a la Delegada para la Moralidad Pública y a la Primera y Segunda para la Contratación. La de Moralidad se zafó enviándola a la oficina de Asuntos Disciplinarios que se la devolvió a la de Moralidad y esta se la empacó a la de Asuntos Disciplinarios. El peloteo se devolvió porque llegó de nuevo a la de Moralidad. Dos años después, se reinició el juego: la de Moralidad la mandó a las dos delegadas para la Vigilancia Administrativa y estas entraron en conflicto de competencias. Nueve meses más tarde (julio de 2014), el expediente reapareció, por enésima ocasión, en el escritorio de la Segunda Delegada para la Vigilancia que ordenó, por fin, la apertura de investigación de los cuatro funcionarios. A los diez meses declaró la “extinción de la acción disciplinaria por prescripción”. Claro que entiendo a Ordóñez y a sus delegados: ¿Quién se iba a enfrentar a Álvaro Uribe y a sus hijos en 2010, fuera de unos pocos periodistas suicidas?

Entre paréntesis.- Hay gente muy loca: el exministro Fernando Londoño entrevistó, en diciembre del año pasado, al “presidente de la República” Alejandro Ordóñez. No me equivoco: al “presidente” Ordóñez, el de su mundo imaginario. La respuesta del “presidente” sobre qué haría en cuanto pisara la Casa de Nariño fue esta: “algo que se debe hacer de inmediato… es reordenar el país a partir de reordenar la Corte Constitucional…A lo primero que debemos meterle mano… es a la forma como está integrada la corte, a las mayorías que se requieren para tomar decisiones… Y para que implique un verdadero rediseño de este órgano, convocar una asamblea nacional constituyente con las nuevas mayorías”. Ni las Farc llegaron tan lejos. Además de loca, hay gente muy peligrosa que se beneficia y hasta abusa de las libertades de la democracia pero no saben cómo hacer para acabarla.

Tomado de: elespectador.com 
Reforma política, ¿cortina de humo o remedio contra la corrupción?
Foto: Óscar Fernando Ariza / EL TIEMPO
Para Castro, nada de lo que propone la reforma soluciona la actual situación de ilegitimidad del sistema político.

Jaime Castro analiza las propuestas controversiales del Gobierno expuestas por el ministro Cristo.

Por:  PLINIO A. MENDOZA | 

Año de sorpresas. Tras el escándalo de Odebrecht, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, sacudió al país poniendo sobre el tapete una atrevida reforma política que nadie esperaba. ¿Cortina de humo o remedio eficaz contra la corrupción? Vehementes argumentos en uno u otro sentido han saltado a la prensa y se han dejado oír en todos los ámbitos políticos, cercanos al Gobierno o a la oposición. De todos modos, las reformas propuestas pueden representar un cambio en las reglas de juego en las elecciones del 2018. Jaime Castro, conocido constitucionalista, analiza los puntos de la reforma. 

¿Cuál es su opinión sobre la reforma política?

 
 

Las reformas que propone el Gobierno cambian las reglas de juego para participar en la vida pública y para hacer política. Las cambian cuando ya se empezó a jugar el partido, es decir, cuando ya arrancaron las campañas para la presidencia y el Congreso. Y, por cierto, quien las quiere cambiar es uno de los jugadores del partido, nada menos que el Ministro del Interior, que no procede como ministro, sino como precandidato. Esto es, a mi parecer, completamente ilegítimo o, para decir lo menos, políticamente incorrecto (Lea también:»

 

¿Por qué?

Porque en los Estados de derecho y en los regímenes democráticos, las reglas de juego son impersonales. No se establecen para favorecer o perjudicar a una persona. No son normas ad hoc. Vale la pena recordar que la elección popular de alcaldes se aprobó a finales del año 85, pero solo tuvo vigencia en el 88. Además, las reformas propuestas contienen temas que se habían debatido en el país, se habían votado y se habían negado, de modo que nos encontramos ante una especie de refrito. En algunos casos, son plagio de propuestas anteriores. Uno se pregunta por qué en los seis años y medio que lleva en el poder, el Gobierno no las presentó ni pidió que se tramitaran. ¿Por qué solo ahora?

¿Qué explica que se presente ahora?

 

¿Es cortina de humo o mero distractor? La gobernabilidad del Presidente, en la medida en que tiene el sol en las espaldas, es cada día menor. Toda la reforma es hechiza, completamente artificial. Santos se reúne con los jefes de los partidos de su coalición y les dice que el ministro Cristo presenta propuestas que él no comparte. Por ejemplo, el voto obligatorio y el voto a los 16 años. Para él, son ‘micos’ del ministro. En medio de clima de polarización como el que vivimos y de ilegitimidad del sistema político, introducir estas reformas es, como se decía en otras épocas, “inocularle bacilos al régimen”. En todas partes, las reglas de juego se definen para la próxima generación y no para la próxima elección. Tal vez era el decano Georges Vedel quien decía que la Constitución no es balón para hacerle goles al adversario político.

¿Con estos cambios, a qué adversario le estaría metiendo goles el Gobierno?

Dicen que se está sacando el clavo y pasando cuenta de cobro a Germán Vargas Lleras y al expresidente Uribe. Nada de lo que están proponiendo tiene que ver con la situación que vivimos: la ilegitimidad del sistema político, cuyo origen son dos causas. Primera: las elecciones, que, en la mayoría de los casos, incluidas las presidenciales, son producto del fraude, la coacción, la compra de votos, la financiación ilegal. Segunda: la corrupción, que, para utilizar expresión conocida, “hace rato pasó la raya roja de sus justas proporciones”. Las reformas que proponen son ajenas a esa realidad política, que está creando generalizada indignación ciudadana.

Hablemos de puntos concretos: ¿cómo ve la eliminación de la Vicepresidencia?

No soy partidario de volver a la designatura. La Vicepresidencia se aprobó en la Constitución del 91 como instrumento de pluralismo político, que debía promover coaliciones de tipo ideológico o programático y también de carácter regional. La Vicepresidencia tiene, entonces, raíces democráticas propias de un país diverso y de una Colombia heterogénea.

Versión completa en: http://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/analisis-de-jaime-castro-sobre-propuestas-de-reforma-politica/16832104

De Hollywood a Cartagena

Comparto con los lectores las postulaciones que hice para los Óscar y que por desgracia no fueron tenidas en cuenta.

Aunque ya pasó la premiación de los Óscar, con metida de pata incluida, el cine sigue acaparando titulares de la prensa nacional, porque hoy arranca el Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci), en el cual se dan cita los mejores productores, actores y realizadores del séptimo arte, no solo de Iberoamérica, sino de muchos otros rincones del mundo.

Por eso –dada la admiración que siento por Salvo Basile, tan ligado al cine de la Heroica– quiero compartir con el jurado del Ficci las postulaciones que hice para los Óscar y que por desgracia no fueron tenidas en cuenta en Hollywood. Con toda modestia, considero que es una oportunidad excepcional para exaltar el talento nacional.

Mejor guion original: Juan Carlos Vélez Uribe, del Centro Democrático, por ‘La campaña del No’, que contribuyó de manera significativa a que la gente saliera a votar verraca el pasado 2 de octubre en el plebiscito por la paz.

Mejor fotografía: ‘La Procuraduría’, de Alejandro Ordóñez, obra que retrataba de manera nítida a la mojigata sociedad colombiana.

Mejor película en idioma extranjero: ‘Odebrecht’, costosa superproducción brasileña, en la que no se ahorraron recursos y que ha acaparado la atención en casi todos los países de América Latina. No le falta ninguno de los ingredientes necesarios para construir una historia de intriga, poder y suspenso.

Mejor vestuario: Oneida Pinto, por ‘Guajira’. Tiene un talento innato para lucir esa pinta de wayú raizal, con la cual ha conquistado el corazón de sus electores y despierta la ira de sus adversarios.

Mejor montaje: ‘La campaña del No’, del Centro Democrático, en la cual se combinaron de manera sutil el engaño, la tergiversación y las verdades a medias, para construir una impecable obra de manipulación política.

Mejores efectos visuales: Enrique Peñalosa, por el ‘Metro elevado’. Después de su aclamada película de terror ‘TransMilenio’, el mejor alcalde del mundo regresa con esta obra de ficción, sacada del subsuelo y con la cual quiere poner a soñar a todos los habitantes de la ciudad con una Bogotá mejor para todos.

Mejor maquillaje: El ‘Centro Democrático’, que ni es de centro ni es democrático.

Mejor banda sonora: ‘Los Urabeños’. Aunque ha cambiado de nombre varias veces, esta banda sigue sonando con mucha fuerza hasta en los más remotos rincones del país. Muchos mueren por verla.

Mejor actor de reparto: Otto Bula, por ‘Odebrecht’. De su generosidad pueden dar fe tirios y troyanos.

Mejor actor: Germán Vargas Lleras, por ‘El coscorrón’. Con un papel digno de ‘House of Cards’, el Vicepresidente ha logrado construir durante siete años un personaje temido por unos y respetado por otros, que tiene a medio país hablando de su futuro.

Mejor actriz de reparto: Marta Lucía Ramírez, por ‘Mermelalaland’, producción con la cual lleva meses repartiendo palo entre los funcionarios del Gobierno. Tiene una especial habilidad para incluir dos veces en cada frase la palabra ‘mermelada’.

Mejor actriz: Viviane Morales, extraordinaria y abnegada defensora de la familia; siempre y cuando esté conformada por gente divinamente, como ella y su marido, Carlos Alonso Lucio.

Mejor director: Álvaro Uribe, por ‘Los juegos del hambre’. Apasionante relato de la guerra fratricida entre los buenos muchachos. Solo uno llegará vivo a las elecciones de 2018.

Mejor película: ‘Reficar’, que, gracias a un elenco extraordinario, desarrolla una trama que mantiene al público sentado al borde de la silla.

Corrección: la mejor película es ‘La desmovilización de las Farc’, que requirió más de medio siglo de rodaje y, a pesar de lo que piensan muchos, no es una película de ficción.

Tomado de: eltiempo.com 
El 54% de los estadounidenses desaprueba gestión de Trump

Actualidad /

Así lo indica la encuesta de NBC News, que también revela que más de la mitad de la población rechaza el polémico muro que el Mandatario pretende construir en la frontera con México.

Más de la mitad de los estadounidenses desaprueba la gestión del Presidente Donald Trump, luego de cumplido el primer mes desde su llegada a la Casa Blanca, según una encuesta difundida el pasado viernes por el canal de televisión NBC News.

El 54% de los encuestados está «muy en desacuerdo» con su gestión, frente a un 43% que está «muy de acuerdo». Según este sondeo, un 80% opina que los estadounidense están «muy divididos».

Rechazo a muro

Por otro lado, un 56% rechaza la propuesta de Trump de construir un muro en la frontera con México, frente a un 41% que sí lo apoya, mientras que un 58% cree que los inmigrantes ayudan más que perjudican al país, frente a un 37% que opina lo contrario.

Veto migratorio

El mismo sondeo reveló también que un 50% de los encuestados apoya la orden ejecutiva del Presidente con la que intentó vetar la entrada al país de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, frente a un 47% que rechaza la medida.

Según esta encuesta, el asunto que más le importa a los ciudadanos es la evolución del empleo y la economía (28%), por delante del sistema de salud (16%), la inmigración (12%), el terrorismo (0,10%) o el medioambiente (0,08%).

Preguntados por Rusia, un 43% de los encuestados opina que es un país «poco amistoso», un 18% lo considera un «enemigo» y un 7% un «aliado», mientras que en el caso de China, un 45% cree que es «amistoso», un 8% un «enemigo» y un 7% un «aliado».

La encuesta fue elaborada del 13 al 19 de febrero a través de internet por la firma Monkey Polls para el canal NBC News entre casi 12 mil adultos mayores de 18 años, según se establece en la ficha técnica presentada por el medio de comunicación.

Temor a una guerra

Entre tanto otra encuesta determinó que un gran porcentaje de estadounidenses teme que el mandatario de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, involucre al país en una nueva guerra en los próximos cuatro años.

El 66 por ciento se encuentra preocupado, el 25 por ciento no está tan preocupado y el ocho por ciento no está nada preocupado de que el país enfrente una nueva guerra, indicó el sondeo.

Por: Redactor Diario del Huila

 Tomado de:Diario del Huila. 

Así llegó Javier Darío Restrepo a la idea de la ética
Javier Darío Restrepo. Foto: Ana Cristina Vallejo / FNPI

Mi primer contacto en serio con la ética ocurrió cuando hice parte de una comisión del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) que tenía la misión de preparar un proyecto de código de ética.

Luego del triunfo del No en el plebiscito donde los colombianos manifestaron su posición respecto a lo acordado entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC durante el proceso de paz de La Habana, muchos tratan de entender todavía qué fue lo que sucedió.

A fin de analizar el papel de la prensa colombiana antes y después del plebiscito, la Red Ética Segura contactó al maestro Javier Darío Restrepo para conocer su opinión sobre cuál debería ser la labor del periodismo en este momento de incertidumbre que vive el país.

“Un medio de comunicación o periodista que esté vinculado a un partido político, debe dejar eso a un lado, y pensar que el único partido legítimo ahora es toda la sociedad, y que la única preocupación del periodista en esta coyuntura debe ser la creación de un clima de paz”, afirma el director del Consultorio Ético de la FNPI en entrevista telefónica concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética Segura.

En la entrevista, el maestro Javier Darío ofrece su visión sobre el papel de los medios tras el triunfo del No, la crisis de credibilidad en la que quedaron las firmas encuestadoras, y la manera en que reaccionaron los principales líderes políticos del país tras conocerse el resultado de las votaciones.

Red Ética Segura (RE): ¿Cuál es su opinión respecto al resultado del plebiscito?

Javier Darío Restrepo (JDR): A mí me parece que el resultado abrió los ojos a gran parte del país respecto a esta realidad: los políticos resultan siempre inferiores frente la causa de la paz. Cada uno tenía una visión del problema de acuerdo a su puja por el Sí o por el No. Pero una vez se vio con toda claridad la realidad de una votación, y por consiguiente la voluntad del pueblo colombiano, los políticos comprendieron que tanto el Sí como el No resultaban como algo muy frágil, si se miraba desde el punto de vista netamente partidista.

Aquí ya se comenzó a ver que hay algo mucho más grande que los partidos políticos: la voluntad de tener paz. Por lo tanto, es muy emotivo que las reacciones del presidente Santos, el expresidente Uribe y la guerrilla tuvieron un elemento en común: hay que defender la paz. Habría que ajustar algunos aspectos, pero coincidieron en lo fundamental, que es la defensa de la paz. Ninguno de ellos tomó una posición que se pudiera considerar en defensa de su punto de vista, pase lo que pase. Incluso la guerrilla manifestó su voluntad de paz, afirmando que la única arma que utilizarán será la palabra.

El presidente Santos habló acerca de la necesidad de reunir a todos los partidos políticos para buscar un camino. Lo mismo vino a decir el expresidente Uribe. Eso no se había visto antes. Es consecuencia del resultado electoral. En ese sentido, yo creo que el país quedó ganando. Ganó su voluntad de tener la paz, por encima de los intereses partidistas.

RE: Los medios de Colombia y el mundo han dicho que el resultado refleja que el país está dividido. ¿Le parece que es acertado decir esto?

JDR: Es un hecho. El país está dividido, casi que en 50 y 50 por ciento. Si miramos el mapa electoral, vas a encontrar una cosa muy interesante: el centro está muy del lado del No, mientras que la periferia está a favor del Sí. Hay una comprobación allí, y es que en los lugares donde más ardió la violencia, la gente hastiada por la violencia votó por el Sí. En cambio la gente que menos ha sufrido, que es la del centro, es la que se da el lujo de analizar, de condenar, de proponer otras alternativas.

Lo curioso es que Colombia se dividió en torno a un tema que debería unirla, la paz. Pero la paz significa algo muy distinto para el campesino que ha estado hostigado por la violencia, que para la persona que la ha mirado a la distancia y que no tiene mucho que reclamarle a la paz.

Lo que esto le plantea a los periodistas es que nosotros tenemos que mirar como una unidad a Colombia. Esa unidad tiene que hacerse alrededor de la paz y de los elementos que la construyen. Entre esos elementos están la reconciliación, comprensión y respeto del otro, que es algo que históricamente no hemos tenido nosotros. Casi desde el momento de la Independencia, los colombianos comenzamos a combatir unos con otros.

RE: ¿Le parece que fallaron en algo los medios en la etapa previa al plebiscito?

JDR: Nosotros como periodistas tenemos que cambiar nuestro ADN, pues los medios de comunicación colombianos tienden siempre a apoyarse en una adhesión. En este caso nuestro ahora, esa adhesión fue evidente. Fue evidente que gran parte de los medios estaban del lado del Sí, y era una mínima parte la que estaba apoyando el No. Tanto así que las mismas encuestadoras llegaron a pronosticar con grandes cifras el triunfo del Sí. La sorpresa que el país se llevó se debió a que tanto medios de comunicación como encuestadoras resultaron sorprendidos con un resultado que nunca se habían imaginado.

Esto hace que el periodismo nuestro llegue a ser más parte del problema que de la solución. El gran reto que se plantea ahora es hacer parte de la solución, a partir de una información que sea menos extraída desde el sentimiento y más apegada tanto a la verdad como a la voluntad de servir. Y servir no a una parte de la población, sino a toda ella. Ahí es donde estaría el gran desafío ético para los periodistas de nuestro país.

RE: Menciona usted el tema de las encuestadoras. Ninguna acertó con sus pronósticos. ¿Debería cambiar algo en la relación entre los medios de comunicación y estas encuestadoras, y la credibilidad que solemos depositar en ellas?

JDR: Sí, yo creo que tiene que cambiar esa relación. Primero porque está muy quebrantada la credibilidad de esas firmas. Segundo, porque los periodistas no hemos cumplido con las normas que hay para el manejo de las encuestas. Una de esas normas es tener en cuenta que esos porcentajes que dan las encuestadoras son apenas un indicio de la realidad. Por lo tanto, es sobredimensionarlas el estarlas utilizando para hacer titulares y ponerlas en el centro de las noticias que publicamos. Los resultados de las encuestas no se pueden tomar como hechos, son solamente indicios.

Me parece que este fracaso que han tenido las encuestadoras es una buena oportunidad para revisar la forma en que se están utilizando estas encuestas. Uno tiene la impresión de que se están utilizando más como propaganda que como información, con todos los vicios que esto implica.

RE: ¿Cómo podemos los periodistas evitar que con nuestra forma de informar terminemos polarizando más al país?

JDR: Yo creo que podemos trabajar sobre varios valores que son indispensables para hacer un periodismo de calidad. Inicialmente recomendaría centrar todo el esfuerzo informativo en el apoyo y fortalecimiento del bien común. En este momento el bien común es la paz. Esto implicaría varias cosas concretas. Primero, trabajar por encima de los partidos. Un medio de comunicación o periodista que esté vinculado a un partido político, debe dejar eso a un lado, y pensar que el único partido legítimo ahora es toda la sociedad, y que la única preocupación del periodista en esta coyuntura debe ser la creación de un clima de paz. Como resultado de esto, debe haber un gran compromiso con la verdad, con el rigor informativo para toda clase de noticias que se vayan a dar. Esto reemplazaría al afán por la ‘chiva’ que suele ser el motor de nuestro periodismo. Nos importa ser los primeros en informar, sin importar si la noticia fue bien investigada, si está completa, o si es oportuna. Eso nos ha hecho mucho daño como sociedad.

En segundo lugar, tenemos que trabajar para ayudar a construir un país distinto. Esto parece una fórmula ya muy repetida, pero lo cierto es que dadas las nuevas circunstancias en donde un grupo violento ha manifestado su deseo de dejar las armas, nos enfrentamos al proyecto de un nuevo país. Es un país donde tendrá que imponerse primero la tolerancia, es decir, ese clima donde crece la verdad del otro y la actitud de respeto hacia el otro. Y luego, tendremos que persistir en algo que los medios de comunicación colombianos ya están haciendo muy bien, promover el tema de la reconciliación.

Así las cosas, tendremos que comenzar a hacer un periodismo muy distinto, atento al uso de su poder para llegar a la conciencia de la gente todos los días. Será necesario dejar a un lado la editorialización y los sermones, para permitir que los hechos se desplieguen en todo su potencial. Que se puedan leer los hechos. Lo que los lectores buscan en los medios es cómo poder interpretar lo que nos acaba de suceder. Nuestra labor será ayudarlos a ver las cosas en clave de reconciliación. Como ves, todo se resume en una simple frase: tenemos que hacer un periodismo distinto, y ese periodismo distinto debe ser de una alta calidad, en razón del servicio que tiene que prestarle a la sociedad.

Tomado de: la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberocamericano, FNPI.com

 

El Acuerdo Final en clave de libertad de prensa

Colombia está en medio de uno de los debates democráticos más importantes de su historia. La finalización de los diálogos de paz de La Habana entre el Gobierno y la Guerrilla de las FARC, junto con el inicio de la fase de implementación de los compromisos acor­dados entre las partes, marca apenas el comienzo de una serie de deliberaciones y decisiones públicas sobre temas trascendentales de la vida nacional.

En este proceso, la libertad de prensa como derecho históricamente violentado en nuestro país no solo tiene el reto de reponerse rápidamente a los embates del conflicto, también será un factor determinante para garantizar que la sociedad esté informada sobre los cambios que se avecinan.

Parte de los acuerdos involucran el derecho a la libertad de expresión, lo que se traduce en el compromiso a incorporar una serie de ajustes normativos o la formulación de políticas que impactarán el ecosistema mediático. Esto supone oportunidades para brindar mejores garantías, pero al mismo tiempo hay que estar atento a riesgos certeros que pueden agudizar los factores que limitan el periodismo.

Desde la FLIP estamos convencidos de que el fin de una de las confrontaciones armadas más importantes del país, fuente principal de censura y violencia contra la prensa, es una buena noticia para el periodismo y la democracia. Esa convicción nos motiva a contribuir en el escenario de país que empieza a construirse. Siguiendo ese espíritu y nuestro mandato, desde el año 2013 empezamos a estudiar en detalle los compromisos del Acuerdo Final que tienen un impacto directo sobre el clima de libertad de expresión en el país.

Si bien la FLIP no advierte amenazas o restricciones al ejercicio del periodismo en estos acuerdos, es importante tener presente una serie de recomendaciones para que su implementación se ajuste a estándares internacionales de libertad de expresión y responda a los principios de pluralismo y diversidad; no injerencia del Estado en la prensa; así como que ofrezca garantías para el acceso a la información, especialmente en el componente de verdad.

La Fundación presenta la Agenda de Libertad de Prensa y Paz como un producto guía para la implementación de los acuerdos  en materia de medios de comunicación y libertad de expresión. Confiamos que este documento, que tiene conclusiones y recomendaciones sobre cada uno de estos compromisos, sea un punto de partida para ahondar en la discu­sión sobre la libertad de prensa en el país. Esperamos tenga el concurso y aportes del sector de medios y la sociedad colombiana en su conjunto.

Con este documento la FLIP reafirma su compromiso por la libertad de prensa y la defensa de una sociedad informada.

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”
Albert Camus (1913-1960)

Tomado de : FLIP, Fundación para la Libertad de Prensa.com