¿En realidad es el periodismo el mejor oficio del mundo? Este miércoles inició el Festival Gabriel García Márquez en Medellín. Reflexiones en torno a un oficio tan desprestigiado como necesario.
Joseph Casañas / @joseph_casanas / Medellín
El chisme y el chiste no es nuevo. “Ahora que tengo la oportunidad de ser periodista voy a validar el bachillerato, espero que todos los periodistas sigan mi ejemplo”, bromeaba muy enserio Jaime Garzón en la voz del lustrabotas Heriberto de la Calle.
El dardo con veneno también lo lanzo el historiador italiano Indro Montanelli, quien, con una sola frase, hizo trizas a todos los periodistas del planeta. “El periodista es un océano de sabiduría con un centímetro de profundidad”.
Las tintas contra el oficio se siguen descargando. Y, a pocas horas del inicio del Festival Gabriel García Márquez, el poeta y narrador Manuel Rivas, volvió a la carga en una columna que publica en El País de España.
Al periodismo, dice, “lo han intentado convertir en simple mercancía (…) ya nadie dice, o se atreve a decir, que el periodismo es el oficio más hermoso del mundo”. En un texto que, se nota, escribió con el cuchillo entre los dientes, Rivas habla de otras labores más agradecidas. “Por gente que conozco y veo feliz en su oficio, podría decir también: ornitólogo, curandera de libros, farera en una isla, especialista en zurcido invisible, astrónomo, zahorí, cultivadora de hierbas aromáticas, navegante solitario, maestra de capoeira de Angola, panadera o empleado del Museo del Prado con destino de custodia en la sala 55 donde habita la obra de Joachim Patinir y Pieter Bruegel el Viejo. He ahí, entre otros muchos, para mí, de los mesteres más hermosos del mundo”, reseñó en el texto cuyo título deja todo muy claro: El periodismo no es hermoso.
¿Al carajo todo? Pues no. Hay que leerlo bien. Rivas lanza una cachetada con guante blanco solo para sacudir el cráneo de sus lectores. “No será el oficio más bello del mundo, pero es uno de los más necesarios por esa condición de líquido amniótico de la libertad”.
Agrega, “el periodismo es un oficio de alguna forma sujeto al síndrome de Polícrates: un permanente estado de insatisfacción, incluso cuando deberías estar satisfecho. Puede haber gente que coleccione trofeos, y con talla XXL de ego, pero el hábitat natural del periodismo es la insatisfacción y la autocrítica”.
En el Festival Gabo que inició este miércoles en Medellín, en el ambiente hay mucha autocrítica, pero, sobre todo, hay esperanza, ganas, convicción. Un afán casi que pueril de gritarle al mundo que los periodistas aún somos necesarios.
“No decidimos ser periodistas por dinero o por las horas de trabajo que sean fáciles. El periodista siempre tiene una pasión, y la pasión siempre está ligada a tratar de mejorar el mundo, a servir a la sociedad, a contar historias, una cosa que está con el ser humano desde el principio”, dijo en diálogo con El Espectador, el veterano periodista brasileño, Rosental Alves.
Reconoce. “Sí, el periodismo está desprestigiado, pero también se hace más fuerte cada día porque está encontrando nuevas maneras de contar historias, nuevas maneras de tener impacto en un mundo cambiante y volver a la tradición narrativa del buen periodismo que Gabo siempre quería difundir y enseñar”.
Erick Lezama, un periodista venezolano que ha esquivado balas para hacer periodismo, explica que, en su país por cuenta de la crisis, se ha producido un reacomodo de medios de comunicación.
“Han surgido muchos portales en los cuales se ha ido atrincherando el periodismo venezolano. Son portales que han sido fundados por periodistas con amplia trayectoria en el país que inquietos por lo que está ocurriendo han decidido burlar la censura y generar emprendimientos para seguir haciendo lo que saben”.
Y, eso que hacen, lo hacen muy bien. “Si es o no el periodismo el mejor oficio del mundo, se puede discutir, pero, aun así, es una oportunidad para generar luces en esta época tan aciaga”.
Siguen las luces. Ginna Morelo, finalista en la categoría de Cobertura en los premios Gabo, considera que “en tiempos en que económicamente los medios de comunicación reducen las salas de redacción, hay menos dinero para ir a hacer reportería en campo y sientan a los periodistas en los escritorios, aparecen más organizaciones que proporcionan becas para hacer periodismo independiente”.
Anqué reconoce que eso de que “las crisis generan oportunidades” es un cliché, explica que justamente eso, la crisis, “ha despertado un escenario de colaboración maravilloso y lo impensable está ocurriendo: mirarte a la cara con el colega de la competencia para hacer trabajos colectivos que logren más impacto y alcance”.
Para cerrar, es necesario volver al texto de Manuel Rivas: “García Márquez no decía ninguna tontería, sino lo que sentía. Su escuela literaria fue el periodismo. Vivía el periodismo y el periodismo revivía con él. Así que el calificativo de “hermoso” para ese oficio no es para nada cursi ni improcedente, como alguna vez he oído. Suena, sí, como la letra de un bolero. Como una nostalgia.
Publicado por El Espectador