Foto: Archivo// El espectador
Que este sueldo es uno de los más bajos de la región o que un aumento exagerado genera desempleo son algunos de los argumentos que siempre salen en las negociaciones. Expertos opinan.
Este lunes se llevará a cabo la cuarta sesión de negociación sobre el salario mínimo 2017, y las cartas están destapadas. Tanto los empresarios como los sindicatos ya revelaron sus propuestas de incremento salarial: los gremios proponen un alza de 6,5 %, con lo cual el pago pasaría de $689.455 a $734.269, es decir, habría un aumento de $44.814, y las centrales obreras piden un alza del 14 %, lo que implica que el pago quedaría en $785.977, un incremento de $96.522.
Este es el panorama de la mesa de concertación. Una brecha de más de $50.000 separa las propuestas de cada sector y aleja la posibilidad de un incremento fijado por medio de un acuerdo entre empresarios y sindicatos. Mientras tanto, aumenta la polaridad que cada año suele apoderarse de estas negociaciones, pues regresan los argumentos de siempre: se sacan en cara viejas deudas y los clichés abundan. Por esta razón, El Espectador analizará algunos de los comentarios que nunca faltan durante las discusiones que definen el salario mínimo del que dependen más de 1,7 millones de colombianos.
El primer comentario que siempre sale a colación es que el salario mínimo en Colombia es bajo; incluso, algunos sindicatos lo califican como una miseria. Para Estefano Farné, director del Observatorio del Mercado de Trabajo de la Universidad Externado, “si se analiza este sueldo respecto a la productividad colombiana, en teoría este pago sería alto. Por lo que se les daría la razón a los empresarios que dicen que se debe aumentar de manera moderada. No obstante, si el punto de referencia es el nivel de ingresos, se justifica el argumento de los sindicatos de que los $689.455 no alcanzan para mucho”. Asimismo, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, el costo de la canasta básica mensual de un hogar colombiano es de alrededor de $1’160.000, es decir, se requieren casi dos salarios mínimos para pagarla.
Respecto a las comparaciones internacionales, la información del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario indica que el salario mínimo local es el tercero más bajo entre las principales economías de América Latina: Venezuela (US$892), Argentina (US$511,49), Chile (US$359), Ecuador (US$354), Brasil (US$290), Colombia (US$233,71), Bolivia (US$206,90) y México (US$138).
Sin embargo, Farné advierte que “es difícil determinar si el pago mínimo es bajo o alto. Para empezar, se ha vuelto muy complicado hacer comparaciones internacionales por culpa del dólar. En los países con alta dependencia de materias primas se ve que este es inferior al de otros países en donde se ha visto menos devaluación. Este es el caso de Colombia, pero no es dato determinante, pues puede ser tan sólo un efecto cambiario”.
El otro argumento que no pueden dejar de sacar los empresarios es que un aumento excesivo en el salario mínimo puede generar desempleo. Por lo general, argumentan que se trata de una simple relación entre costos operativos y rentabilidad: si la nómina aumenta demasiado, no podrán seguir contratando o, en su defecto, se verán obligados a realizar despidos.
Para José Roberto Acosta, profesor de la Universidad Externado y miembro de la Red por la Justicia Tributaria, “decir que el alza del salario mínimo incrementa la inflación es uno de esos viejos clichés neoliberales que la misma historia se ha encargado de desmentir. La mejor muestra es que en los últimos cinco años se han quitado toda una serie de costos laborales a las empresas, por ejemplo los parafiscales, y el resultado es que sí ha habido una mejora en formalidad, pero no en reducciones del desempleo”.
De manera que “no es cierto que bajar los costos a las empresas garantiza un aumento en la generación de empleo. Pero hay que reconocer que no es viable un incremento del 14 %, como proponen los sindicatos, aunque debe ser cercano al 7 %, que es lo justo si se miran la inflación proyectada de 2017, la productividad laboral y los mayores costos por concepto de la reforma tributaria”, concluyó Acosta.
Por su parte, Farné afirma que “subir uno o dos puntos el salario mínimo por encima de la inflación no debería aumentar el desempleo si tan sólo se hace un año, pero si se hace de manera sistemática sí debería generar problemas de empleo en el mediano plazo”.
Este año se cumplen 20 años desde que nació la mesa de concertación, y en este tiempo sólo se ha llegado a cinco acuerdos. De acuerdo con todas las fuentes consultadas por El Espectador, este año tampoco habría consenso. “La falta de eficacia del proceso en el que se define el salario mínimo inquieta si realmente se busca llevar al diálogo o si es tan sólo un ritual que le sirve al Gobierno para decretar el incremento salarial que más le conviene: uno, porque el Estado es uno de los principales empleadores, y segundo, porque es uno de los instrumentos que tiene a la mano para controlar la inflación. Bajo esta óptica, la mesa de concertación tripartita podría ser también un mito”, afirmó Iván Daniel Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
Este es el panorama del posible incremento salarial en Colombia. Sólo falta esperar qué tanta fuerza tomarán los clichés y los mitos que hay cada año sobre el salario mínimo.
Tomado de: Elespectador.com