Las altas velocidades son mortales, y todos tenemos que saberlo. Atropellar a alguien a 80 km/h equivale a empujarlo desde un noveno piso.
Socio CPB
La Fundación Despacio invitó la última semana de febrero a un grupo de periodistas a participar de un encuentro para hablar sobre seguridad vial. El nombre del taller fue muy llamativo: ¿cómo salvar vidas siendo periodista? Y el centro del aprendizaje fue la velocidad.
Reflexionamos en conjunto con periodistas y no periodistas entre quienes estaba el Ingeniero Andrés Archila, subsecretario de política sectorial de la Secretaría de Movilidad de Bogotá, acerca del rol del periodista en la información referente a la seguridad vial.
Se analizaron, junto con el equipo de la Fundación Bloomberg Philanthropies y la Fundación Despacio, liderado por Carlos Felipe Pardo experto en temas de movilidad y transporte, noticias publicadas en los últimos días en diarios y noticieros de televisión.
Algunas de las conclusiones a las que llegamos fueron:
- Es necesario cambiar el enfoque de la información y hablar también de los victimarios, ya que gran parte de las noticias se centran en las víctimas y también atribuyen a ellas las causas de los siniestros viales. Los victimarios también tienen historias de vida y responsabilidad en la seguridad vial.
- Se requiere que la información referente a seguridad vial incluya un mayor número de datos cualitativos y cuantitativos que orienten a las audiencias frente a los temas tratados.
- Se debe cambiar la estructura de la información que presentan periodistas y medios referente a seguridad vial. Buscar nuevas formas de contar los hechos y lo que sucede alrededor del tema.
- Hay que profundizar, desde el quehacer periodístico, en la intencionalidad del periodista al publicar una nota o información referente al tema de seguridad vial o de siniestralidad vial. ¿Qué busca? ¿Qué pretende? ¿Quiere acaso cambiar la realidad del problema?
- Es relevante mencionar la legislación existente en las notas o informaciones publicadas sobre seguridad vial.
- Hay que buscar mensajes pedagógicos en cada información presentada y ser más sutiles en las formas de comunicar hechos de muertes violentas por siniestros viales, pues hay aspectos más importantes que la sangre.
Por su parte la Directora de Seguridad Vial y Comportamiento del Tránsito de Bogotá, Ingeniera Claudia Díaz, expresó en su saludo que “no queremos perder ninguna vida mientras la gente esté en las calles”, como premisa de la política de seguridad vial de la ciudad.
Otros aprendizajes de la jornada están relacionados con el principal factor de riesgo asociado con los siniestros viales.
De acuerdo con el estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins en 2015 en Bogotá, el principal factor de riesgo es la velocidad inapropiada de los conductores de la ciudad, que supera los límites establecidos por la Resolución 1384 de 2010. Esta adopta el método para establecer los límites de velocidad en las carreteras nacionales, departamentales, distritales y municipales de Colombia.
Las velocidades en vías urbanas en Colombia, de acuerdo con la Resolución 1384/10, no podrán sobrepasar los 80 Km/h. Los vehículos de servicio público, de carga y transporte escolar no podrán sobrepasar los 60 km/h, en tanto que las velocidades en zonas escolares y residenciales serán hasta de 30 km/h.
Sin embargo, 39% de los conductores de la ciudad (4 de cada 10), no acata los límites de velocidad establecidos.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OEDC), el impacto de la velocidad en los siniestros viales es comparable con caer desde la altura de un edificio.
Atropellar a una persona a 80 Km/h equivale a empujarla desde un noveno piso. Hacerlo a 65Km/h, es igual que empujarla al vacío desde un sexto piso.
Si un peatón es atropellado por un vehículo a 50 Km/h es como si lo empujaran desde el cuarto piso de un edificio. Atropellarlo a 30 Km/h equivale a lanzarlo desde un segundo piso. Por supuesto, la probabilidad de sobrevivir para un peatón, ciclista o motociclista disminuye entre mayor sea la velocidad del vehículo que impacta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, asegura en su reporte global de seguridad vial 2015 que reducir el promedio de velocidad en 5% reduce en 30% el número de víctimas fatales en siniestros viales.
Vale la pena anotar que en el mundo los usuarios vulnerables de las vías representan 49% de las víctimas fatales por siniestralidad vial (23% motociclistas, 22% peatones, 4% ciclistas). Para el caso específico de Colombia, estas cifras cambian dramáticamente: 92% de las víctimas fatales de siniestros viales son usuarios vulnerables (29% motociclistas, 53% peatones, 10% ciclistas).
La percepción de rapidez también debe ser evaluada por los conductores, especialmente en ciudades como Bogotá o ciudades intermedias de más de 600.000 habitantes.
De acuerdo con la Fundación Despacio, acelerar en un cambio de semáforo a verde durante un recorrido en la ciudad ahorra en promedio tan solo 2 minutos en el viaje total a los conductores debido a que los vehículos deben detenerse en el próximo cambio de semáforo a amarillo y rojo.
Así, de acuerdo con la medición hecha en el corredor de la Avenida Boyacá en hora pico, el ahorro en tiempo es ínfimo comparado con el riesgo que significa subir la velocidad y poner en riesgo la vida propia y la de otros actores viales.
Los conductores de motocicleta tienen, entonces, la vida en sus manos, ya que con ellas aceleran la moto. Los conductores de vehículos de cuatro ruedas y más tienen su vida y la de los demás en los pies, pues con ellos oprimen el acelerador.
Lo importante es que la conexión desde el cerebro sea lo suficientemente racional como para transitar a mejores velocidades, sin poner en riesgo la vida propia y la de los demás.
Tomado de: Revista Enfoque