Tillerson con Putin. En vídeo, Trump defiende el nombramiento de su secretario de Estado. MIKHAIL KLIMENTYEV (AP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
Trump anunció el cargo más relevante de su Gobierno, el que será responsable de proyectar la imagen de la nueva administración ante un mundo inquieto por los cambios en Washington, en plena tormenta política por la injerencia rusa en las elecciones del 8 de noviembre.
Putin concedió a Tillerson en 2013 la Orden de la Amistad, una condecoración reservada para los extranjeros que han contribuido a la mejora de las relaciones con Rusia. Al frente de ExxonMobil, Tillerson reforzó la presencia en este país, pero parte de estas inversiones están paralizadas por las sanciones que, auspiciadas por el presidente Barack Obama, EE UU y sus aliados europeos impusieron a Rusia tras la anexión de Crimea en 2014. En calidad de jefe de ExxonMobil, el nominado para la secretaría de Estado era contrario a las sanciones, perjudiciales para el negocio.
Tillerson necesita la aprobación del Senado para ocupar el cargo. Bastaría el voto contrario de la minoría demócrata y de tres republicanos para vetarlo. Y tres insignes senadores de este partido —los tres, candidatos fracasados, en un momento u otro, a la Casa Blanca; los tres, halcones en la política exterior— han señalado que quieren pensárselo bien antes de decidir. “Me preocupa su relación cercana con Vladímir Putin”, dijo John McCain, de Arizona. “Si has recibido un premio del Kremlin (…), tendremos que hablar, tendremos algunas preguntas”, dijo Lindsey Graham, de Carolina del Sur. “Ser amigo de Vladímir no es un atributo que yo desea ver en un secretario de Estado”, escribió en la red social Twitter Marco Rubio, de Florida.
Las relaciones con la Rusia de Putin pueden ser un problema mayor, en el proceso de confirmación, que la responsabilidad de ExxonMobil en el cambio climático o la promiscuidad de la empresa con regímenes autoritarios como los del golfo Pérsico o Guinea Ecuatorial. Rusia es el flanco por el que pueden atacarle los propios republicanos, ya incómodos por el papel de este país en la victoria del presidente-electo.