Más de 12 años sin el ‘sentipensante’ de Alfredo Correa de Andréis
Foto: Archivo / EL TIEMPO

Alfredo Correa de Andréis (1952 – 2004).

Este texto sobre el profesor fue el ganador del concurso de crónica del Fondo de Cultura Económica.

Por:  JAIME F. GARCÍA GÓMEZ |

Alfredo Correa de Andréis no nació en la Atenas de Sócrates, sino que fue parido en el mismo Caribe colombiano de García Márquez. Sin embargo,tanto Alfredo como el ateniense fueron ejecutados por lo que dijeron, por lo que no dijeron y por lo que otros dijeron de ellos. El maestro de Platón bebió la cicuta de su propia mano hace 25 siglos, mientras que el profesor y sociólogo fue acribillado a tiros en un andén de Barranquilla, el 17 de septiembre del 2004.

Alfredo y su magnicidio

Correa de Andréis había estudiado, en el 2000, el problema de montar un puerto carbonífero en Nueva Venecia (Magdalena) por los riesgos para el medioambiente y para la población. Según ‘El Heraldo’, los interesados en el proyecto del puerto eran el gobernador Trino Luna, el paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40 y el exdirector del DAS, Jorge Noguera.

En la madrugada del 22 de noviembre del 2000, 70 miembros de las fuerzas paramilitares de ‘Jorge 40’ llegaron en lanchas al pueblo. Una comunidad que, hasta ese día, solo conocía la muerte natural despidió de esta vida, al menos, a 37 de sus hijos (según cifras oficiales).

En el 2004, poco antes de su muerte, Correa acababa de finalizar su investigación sobre el patrimonio y los derechos de los desplazados del área rural de Barranquilla; ya era palpable la presencia de fuerzas que querían bajarle el perfil al trabajo investigativo del sociólogo.

El detective del DAS Javier Valle Anaya fue quien conformó el expediente a través del cual se orquestó el silenciamiento de Correa. Valle Anaya, abogado egresado de la Simón Bolívar, suministró las supuestas pruebas por las que Correa fue detenido el 17 de junio de 2004, cuando fue sacado de su casa y trasladado a medianoche al DAS en Cartagena.

Fue acusado del delito de rebelión, de ser alias Eulogio, un ideólogo de las Farc. Las pruebas eran los testimonios de tres exguerrilleros reinsertados, quienes afirmaban haberlo visto en compañía de ‘Iván Márquez’ en las serranías del nororiente colombiano. A los pocos días fue trasladado a la cárcel de El Bosque, en Barranquilla. Cuentan quienes lo visitaron que era un continuo mar de lágrimas.

Su abogado, Antonio Nieto Guette, demostró que las pruebas eran falsas y que en las fechas de la acusación el profesor no estaba delinquiendo, estaba de parranda, celebrando el aniversario de sus padres. De igual manera, el jurista probó que los testimonios habían sido clonados. Pegaron la misma versión a cada una de las tres declaraciones y, a pesar del cambio de tipo de letra y tamaño, los textos eran exactamente iguales en la sintaxis, en los errores ortográficos y en la puntuación. El montaje era tan burdo que no alcanzó a estar un mes en la cárcel.

Alfredo sabía de la espada de Damocles sobre su cabeza, por lo que al salir del centro penitenciario alcanzó a realizar las diligencias relacionadas con su pensión. Según Marcela Correa, su sobrina, era como si no se pudiera ir sin dejar las cosas organizadas. Muchos de sus amigos le recomendaron irse del país, pero el profesor se negó. Decía que ni tenía la plata ni tampoco era culpable de nada para escapar como un criminal. Le escribió dos cartas al presidente Álvaro Uribe, implorándole por su vida, pero fue en vano.

Mientras la acusación penal hacía aguas, quienes veían al profesor como una amenaza no pensaron un instante en detenerse. Juan Carlos Rodríguez de León, alias el Gato, fue el encargado de dar el golpe definitivo que segó la vida de Correa el viernes 17 de septiembre. Esa tarde, Rodríguez de León aguardó en la esquina de la carrera 53 con 60 y una vez apareció el profesor con su escolta, Edelberto Ochoa, descargó su revólver en él, para luego asesinar a Alfredo. Cuentan los testigos que el sociólogo solo alcanzó a decir: “¡Hey, loco, no dispares!”.

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