Por: Cecilia Orozco Tascón
En noviembre de 2015, menos de un mes después de las elecciones regionales y cuando presuntamente el uribismo las perdió en el departamento de su líder, Las2Orillas tituló una de sus notas de manera muy particular: “La movida de Álvaro Uribe y José Obdulio Gaviria para no quedarse por fuera del gobierno de Antioquia”.
En esa información que no fue desmentida por los mencionados, se decía que “los resultados positivos en la Asamblea (antioqueña) y el Concejo de Medellín así como en otras Alcaldías de pequeños municipios, le abrieron la puerta al uribismo para ‘moverse’ con el gobernador (liberal y ganador de la contienda) Luis Pérez”. Según el medio digital “las conversaciones (de entendimiento entre los primeros y el segundo) están en cabeza del senador José Obdulio Gaviria, cercano a Pérez…”. Conocidos los problemas que el gobernante le encuentra a cada solución relacionada con el desarrollo del nuevo acuerdo de paz en lugar de buscarle –como lo haría cualquier ejecutivo -, una solución a cada problema, da la impresión de que sus charlas con Uribe y J.O Gaviria tuvieron éxito: Pérez copia el estilo del expresidente y tuerce la realidad hasta dar, en cada una de sus declaraciones, una interpretación de las etapas del posconflicto que solo le conviene a él, tal vez con la ilusión de darle viabilidad a sus desorbitadas ambiciones de lograr el apoyo del patrón para ser candidato presidencial en 2022. ¿Les parece ridículo? A mí también, pero ¡podría terminar siendo cierto en el país de la ilegitimidad social que nos tocó en suerte!
En octubre de 2011, días antes de las elecciones locales que antecedieron a las de 2015, La Silla Vacía publicó uno de sus sesudos informes. “El pasado no perdona en la campaña por la Alcaldía de Medellín”, se llamaba. Y se refería a las acusaciones mutuas de los partidarios de los candidatos fuertes a asumir la dirección de la capital antioqueña (Aníbal Gaviria y Luis Pérez) sobre las supuestas deudas de ellos dos con los narcoparamilitares que aún ejercían poder en las comunas de la ciudad pese a que ya habían negociado su desactivación con el gobierno Uribe: “A Pérez se le acusa de haber hecho campaña sobre los hombros de los paramilitares desmovilizados”, anotó La Silla. Este ubicuo personaje, cuya capacidad de superar política y judicialmente los cuestionamientos que se le hacen sorprende incluso a los antioqueños, convirtió las acusaciones en su contra en un factor favorable a él cuando logró cambiar su rol de denunciado al de denunciante. Sin embargo, sus nexos de aquella época con personajes de dudosa reputación están ahí, en la historia: “(en 2007) Pérez hizo alianza con la excongresista antioqueña Rocío Arias de quien ya se sabía que era la portavoz de los paramilitares en el Congreso y quien luego fue condenada por parapolítica. También tuvo el apoyo de Óscar Suárez Mira que está en la cárcel…”, añadió La Silla.
Suárez Mira es el dueño electoral del municipio de Bello: su hermano, también capturado en diciembre pasado, era alcalde de la población y su hermana, exalcaldesa, es actual senadora por el partido Conservador. Óscar Suárez, antiguo aliado del gobernador Pérez, tiene un pasado precioso: fue condenado en 2013 por concierto para delinquir agravado y aunque recuperó la libertad, es fugitivo de la justicia desde cuando la Corte Suprema ordenó capturarlo de nuevo por otra investigación, esta vez por enriquecimiento ilícito. Luis Pérez también recibió el empuje electoral de la autodenomiada Corporación Democracia, mampara de las actividades de alias “don Berna”, señaló La Silla en otro lugar de su artículo.
En mayo del año pasado, es decir, hace apenas ocho meses, el director de VerdadAbierta.com, Juan Diego Restrepo, escribió un artículo que era una ‘bomba’. Lo tituló “¿Gobernador Luis Pérez, en la mira de Estados Unidos?” Por sus posibles vínculos con la criminal “Oficina de Envigado”. En el resumen inicial, Restrepo puso la siguiente frase: “autoridades norteamericanas estarían acopiando información que podría vincular al mandatario antioqueño con la llamada ‘Oficina de Envigado’”, un grupo delictivo que antes fue dirigido – vaya casualidad – por” don Berna” y que ha sobrevivido a sus jefes. Este gobernador es el que hoy oficia, en Antioquia, como magistrado del comportamiento de quienes fueron tan ilegales como los paramilitares, pero en la orilla opuesta. Huele a táctica uribista… huele a lo que debía heder ese ser armado a punta de pedazos, Frankenstein.