Hoy, los indígenas lakota-dakotas, conocidos como los sioux, se ponen de nuevo en pie de lucha en contra de la decisión del presidente Trump de transportar la mitad del petróleo crudo producido en el mercado de Estados Unidos a una milla de distancia de la reservación indígena de Standing Rock, en Dakota del Norte. El pasado diez de marzo más de 4.000 “protectores del agua” -como se denominan los indígenas y sus seguidores-, marcharon por las calles de Washington hasta la casa presidencial exigiendo se detenga al oleoducto de la empresa Energy Transfer Partners (ETP) en sus territorios.
Ahora, los lakota-dakota estarán en la Asamblea General de las Naciones Unidas en abril para presentar las evidencias de más de 750 casos de violación y abusos de derechos humanos, la profanación de 69 sitios sagrados y ceremoniales con la construcción del oleoducto, y el rompimiento de los tratados de soberanía de tierras que el gobierno estadounidense firmó con los indígenas en el siglo XIX. El presidente Trump en sus primeros días de mandato revocó la orden que Obama había firmado el 5 de diciembre de 2016, en el cual se suspendía la construcción del oleoducto cerca de la reservación indígena y se ordenaba buscar una nueva ruta para terminar la última sección de este gasoducto.
Los indígenas lakota-dakotas están protegiendo sus bancos de agua en el lago Oahe, que provienen del río Missouri, una de las fuentes hídricas más largas e importantes de Estados Unidos, por eso se hacen llamar los “protectores del agua”. Pero también están protegiendo la soberanía de sus territorios, cementerios, sitos sagrados y el futuro de sus generaciones y de las generaciones de muchos estadounidenses, ya que si hay una falla en el oleoducto por una tubería defectuosa o si hay un derrame, más de 18 millones de estadounidenses se verían afectados por la contaminación del río Missouri.
El oleoducto, que paradójicamente se llama Dakota, transportará 470.000 barriles de petróleo crudo por día y cruzará los estados de Illinois, Iowa, Dakota del Sur y Dakota del Norte a través de 1.120 millas de tubería, una de las más grandes en Estados Unidos. Según la empresa Energy Partners Transfer, este oleoducto es la manera más segura para mover el crudo. Pero en la opinión de los indígenas y de los ambientalistas el riesgo de contaminar el agua y destruir el medioambiente es grande. Según un informe publicado por la Red de Desastres en Estados Unidos y por Lousiana Bucket Bridage, en los dos último años, Energy Transfer Partners ha sido responsable de 69 accidentes, entre los que se cuentan fugas de cientos de miles de galones de productos petrolíferos y la contaminación de los ríos Delaware, Schuykill, Red y Netches en cuatro estados.
La protesta de los “protectores del agua” se ha convertido en un movimiento ambientalista con gran acogida en el mundo entero. No sólo por los indígenas de todas las tribus en Estados Unidos, sino también por indígenas de muchos países y gentes de todas las razas y culturas que estuvieron presentes en el fuego sagrado de los campamentos creados para cantar y orar con el lema de “El agua es vida/ MiniWiconi (lenguaje Lakota”). Más de 750 protectores del agua desarmados y quienes protestaron pacíficamente con cánticos y plegarias fueron arrestados y sus derechos humanos fueron violados por la Fuerza Pública.
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