La crisis que mata a EE. UU.

Según el documento de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), las muertes por sobredosis de opioides siguen en aumento en Estados Unidos. Un mal que devora a ese país.

Tomado de: El Espectador.

En marzo del año pasado, Estados Unidos lanzó un plan para combatir el abuso de opioides, que deja a diario 200 muertos. “La única manera de solucionar el problema de drogas es a través de la fuerza”, dijo el presidente Donald Trump al presentar su estrategia.

El mandatario planteó que la solución estaría en puntos como “conseguir un analgésico que no sea tan adictivo”, reducir las prescripciones nacionales a un tercio y “gastar mucho dinero en geniales comerciales que muestren lo mala que es (la adicción)”.

Este muro que Trump pretendía levantar para detener la epidemia de muertes causadas por el abuso de opioides tampoco le dio resultados. No solo aumentaron las muertes relacionadas con sobredosis en el país, sino que, según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), los ciudadanos de ese país han reducido su esperanza media de vida en 2,4 meses por cuenta de este mal.

“La epidemia de sobredosis de opioides siguió empeorando en Estados Unidos y, según datos provisionales, en 2017 se habían registrado más de 70.000 muertes por sobredosis de drogas en el país”, señala ese organismo de la ONU en su informe sobre la situación de las drogas en 2018, presentado ayer en Viena.

Ese aumento supondría un 10 % más respecto a los fallecimientos de 2016. Ese año, los opioides fueron la causa del 66,4 % de las muertes, con aumentos en todos los grupos de edad, étnicos y raciales. Este organismo de Naciones Unidas atribuye a los opioides sintéticos, y en especial al fentanilo, gran parte del problema.

El fentanilo suele emplearse en el tratamiento de pacientes con dolores intensos o crónicos, o después de una operación quirúrgica. Según la descripción que ofrece el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA), el fentanilo es un opiáceo sintético “similar” a la morfina, “pero entre 80 y 100 veces más potente”. Se calcula que 20 millones de estadounidenses sufren dolores crónicos que los incapacitan y por eso consumen opioides. De ellos, 11 millones abusan de los narcóticos.

La oxicodona fue la principal droga ligada a muertes por sobredosis en 2011. La heroína se convirtió en la causa mayoritaria entre 2012 y 2015 y luego fue sustituida por el fentanilo en 2016, según los últimos datos oficiales.

Un informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos señala que en 2016 “las drogas vinculadas con mayor frecuencia a las muertes por sobredosis accidental fueron fentanilo, heroína y cocaína, mientras aquellas relacionadas con los suicidios por sobredosis fueron la difenhidramina, la hidrocodona, la alprazolam y la oxicodona”.

La oxicodona fue fabricada por primera vez en Alemania en 1917, cuando una farmacéutica la ofreció como una alternativa más poderosa que la morfina. En 1995 la compañía farmacéutica Purdue la comercializó en EE. UU. bajo el nombre OxyCotin, un calmante. “Lo que no previó la empresa fue que los consumidores descubrieran que, si machacaban las pastillas de OxyCotin y esnifaban el polvo o se lo inyectaban por vía intravenosa, sus efectos eran mucho más intensos”, relata Pablo Pardo en una crónica en el periódico español El Mundo.

Purdue decidió entonces diseñar una pastillas prácticamente irrompible para evitar esas prácticas. “La gente se pasó a otros competidores, como Percocet. O a la versión original: la heroína”, relata Pardo.

Hoy esa compañía está al borde de la bancarrota, pues ha sido objeto de demandas de 1.600 ciudades, condados y estados por “publicidad engañosa” y por contribuir a la epidemia de muertes por sobredosis. Las sobredosis relacionadas con opioides en Estados Unidos se saldaron con más de 47.000 muertes en 2017, el 36 % de las cuales incluían drogas con receta médica.

Desde 1999 se han multiplicado por seis las muertes por sobredosis de opioides. Sin embargo, Kellyanne Conway, asesora de Trump, conectó la crisis de opiáceos con los “problemas” en la frontera con México. La administración culpa a narcos mexicanos de producir fentanilo en sus laboratorios.