15 abril 2020 –
Foto: Cortesía.
Por: Jorge Gómez Pinilla, El Espectador –
La pregunta que mucha gente se hacía tras el segundo despido de Daniel Coronell de Semana y la renuncia solidaria de su tocayo Samper Ospina, era para cuál medio iban a agarrar con sus respectivas columnas.
La incertidumbre quedó resuelta en entrevista de Coronell con El Espectador el domingo pasado. Ante la pregunta de si algún medio colombiano lo había contactado, respondió que “he tenido satisfactoriamente contacto con dos medios escritos de Estados Unidos y un medio digital. Pero, de momento, me la voy a jugar en nuestro proyecto con Daniel Samper”.
Muchos daban por hecho que ambos estarían recibiendo variadas ofertas de medios nacionales, y hablaban con insistencia de El Espectador porque ha acogido a columnistas censurados en otros medios (Yohir Akerman, Reinaldo Spitaletta o el suscrito) y es de los pocos que se mantienen en la misión suprema del periodismo, la búsqueda innegociable de la verdad.
La respuesta de Coronell nos ubica en la cruda correlación de fuerzas actual, pues no recibió ninguna oferta de un medio nacional. ¿Y esto qué significa? Que asistimos a la prostitución del periodismo en manos del gran capital, donde la polarización ha terminado por ubicar a los medios en dos bandos: los amigos del gobierno (o sea los prostitutos) y los otros. Hoy los más importantes medios están en poder de empresarios afectos al “chan con chan”, y en tal medida tienen claro que contratar a cualquiera de estos dos reconocidos antiuribistas conllevaría enemistarse con el que maneja la chequera de la pauta oficial.
Así las cosas, la urgencia reside en fortalecer la independencia, a sabiendas de que un periodismo dependiente de los poderes económicos o políticos no es periodismo, sino relaciones públicas. ¿Qué hacer, entonces? Independizarse. ¿Y cómo? Juntándose con los demás independientes para hacerse fuertes y resistir los embates de la censura, cada día más asfixiante.
Llegados a este punto, confieso que quedé sorprendido con el anuncio de la creación de la página Losdanieles.com, pues parecería apuntar hacia el andamiaje de una “isla para dos” estrellas del periodismo, en lugar de convocar a algo más amplio. Sea como fuere, es apenas comprensible que ante la urgencia de publicar sus columnas el domingo siguiente, hayan armado a las volandas un espacio virtual en cuya hoja de presentación advierten que son “columnas sin techo”.
En columna anterior titulada ¡Coronell, salve usted la causa!, a raíz de su primer despido preguntaba si sería posible que Daniel aprovechara la crisis que se presentó y la convirtiera en oportunidad para “crear bajo su dirección un medio virtual cuya única consigna sea la búsqueda de la verdad, sin contemplaciones”.
Es la ocasión para retomar el tema, partiendo de asumir como premisa básica que se trata de unir esfuerzos entre pares, agruparse en torno al mismo propósito, armar un bloque de resistencia periodística lo más sólido posible, porque lo que nos corre pierna arriba es el control de los medios bajo un esquema similar al que implantó Benito Mussolini durante su régimen fascista, como también he mencionado en otras columnas.
En esta convocatoria de ‘alternativos’ tendrían cabida los Danieles, por supuesto, a sabiendas de que no han sido los únicos columnistas defenestrados, más bien son el continuóse del empezóse que condujo al acabose actual. Están además los cinco independientes que Gustavo Gómez quiso incorporar a Caracol Radio pero no duraron ni dos meses, por críticos o por antiuribistas: Sandra Borda, Gustavo Duncan, Esteban Carlos Mejía, Daniel Pacheco, Yohir Akerman.
Y faltan datos de otros municipios, como El Heraldo de Barranquilla de donde recién echaron a un lúcido Jorge Muñoz Cepeda, y desde la misma curramba bulliciosa pide pista una punzante Nany Pardo, sin duda muy buena, aunque falta ver si es posible complacerla en sus exigencias.
Una segunda premisa reside precisamente en que a la gente hay que pagarle por su trabajo, y se ha vuelto costumbre que lo único que reciben a cambio es el prestigio del medio que los acoge. La ocasión exige montar un esquema de negocio que permita que a todos se les pague, desde lo administrativo y lo comercial hasta lo periodístico, partiendo de una tercera premisa: la pauta publicitaria no puede condicionar los contenidos.
Es aquí donde eldiario.es llega en nuestro auxilio con una entrevista a su director Ignacio Escolar, quien considera que “si el primer cliente es el lector, el periodismo gana”. ¿Qué significa esto? Que se trata de lograr que sea el “socio lector” quien pague por apoyar el proyecto, sin que por ello se le vaya a cerrar el contenido si no paga. O sea: el lector no paga para leer el medio, sino para que siga viviendo.
Y con esto no estamos inventando el agua tibia, es el mismo modelo que comenzó a aplicar con rotundo éxito Noticias Uno desde que fue desplazado del Canal 1 y se pasó a Cable Noticias. Según La Silla Vacía, “con el apoyo de miles de usuarios ha recaudado a la fecha 1.178 millones de pesos”.
Dejo entonces estas ideas al garete, que se iban alargando más de la cuenta. Casi sin querer queriendo, no sobra mencionar que ya existe un medio virtual conocido como El Unicornio, que nació en octubre del año pasado con el mismo propósito de resistencia y en torno al cual quizá pudiera haber alguna confluencia de voluntades.
Dinos, Daniel y Daniel: ¿os resistiríais…?
DE REMATE: Según un estudio de la ONG Transparencia Internacional y publicado por el sitio web U.S. News, Colombia lidera el top 10 de los países más corruptos en 2020. Dice la información que “en los últimos tres años Colombia había ocupado los puestos 90, 96 y 99 entre 180 países. Sin embargo, en 2020 el país saltó al primer lugar”. Con esto les digo todo.