13 junio 2020 –
Por: Juan Álvaro Castellanos, Socio del CPB – El Nuevo Siglo –
Frente a la emergencia por el coronavirus se afianzó una experiencia que pasará a la historia del país, y, en adelante deberá impulsar Cultura Ciudadana, para vivir primero como humanos, con estricto aseo.
Al margen de aislamiento y protección, la nación quedó llamada a ir, al origen de brotes infecciosos que, durante décadas, por intoxicación e incultura comunal, entre otros, han dejado víctimas hace años.
En las ciudades y periferias, algunos viven sin sanidad y con desinterés; olvidan todo y, dejan crecer enfermedades. La queja del paciente no debe ser solo, si hay dolor o herida. Autoridades municipales, deben evaluar, sin politiquería o interés comercial, el funcionamiento de ventas ambulantes; Bueno guiar al desempleado y en lo que haga, orientarlo al bien común.
¿Quién autoriza esa ubicación? Para el consumidor, está primero el precio y, no la exigencia de limpieza para consumir dentro de las más mínimas disposiciones de salud.
Una salubridad bien dirigida y aplicada, debería efectuar visitas periódicas a restaurantes de todos los niveles, con revisión a cocinas, servicios sanitarios y exigencias a operarios, al atender público, además de desinfección en locales.
Le corresponde a la Alcaldía de Bogotá reorganizar la venta popular con zonas bien dotadas para expender alimentos y refrescos, en sitios construidos para esa actividad, sin toldos contaminantes. Eso es impulsar trabajo honesto.
Es sugerencia inaplazable, además, para erradicar de las calles, virus infecciosos. Se observa en primera instancia, que la contaminación vuela en todas las alturas del comercio, en servicios de bebidas, alimentos y transporte.
Si hay cara limpia ciudadana se desprenderá atracción, en lo habitual, como en lo festivo, al aire público o privado. Así se reitera, el convivir con base en lo más mínimo del orden en comercio o en distintas formas de desempeño laboral.
La emergencia sanitaria ha enseñado, con práctica, a vivir y trabajar con higiene; si no la hay, es deber imponerla, como quien reclama energía y agua, donde sea requerida.
Deberá ser campaña de importancia, en lo requerido para conducir actividades empresariales o sociales
Ambas tienen beneficio a ciudadano. Una, para evitar virus mortal, la otra, para proteger vida sin límites.
¿Por qué razón, la higiene, queda como última importancia?, si se tiene presente que, el nivel ambiental, comienza en cada persona al vivir con semejantes. No se trata de difundir solo aplicación de jabones, sino cremas efectivas en calidad para retoque de belleza.
Meritorio y responsable que las más grandes farmacias soliciten fórmula médica a compradores de medicamentos diagnosticados para tratamientos exigentes. Así tenemos el reto de imponer cultura ciudadana con salud.