20 Agosto 2019.
Por: Marielos Monzón/ Prensa Libre.
El 31 de julio, la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala me honró otorgándome un reconocimiento por mi trayectoria periodística. Les comparto en esta columna parte de las palabras que expresé en esa oportunidad, que justo vienen al caso ahora que se desató la polémica sobre el papel de los medios y de las y los periodistas.
Ejercer el periodismo independiente en un país como este es, en primer lugar, un reto permanente por no claudicar. Subrayo la palabra independiente porque es precisamente ahí en donde radican los obstáculos que se enfrentan cada día.
Periodismo se puede hacer de muchas formas y desde muchos espacios, pero un periodismo que no esté subordinado a los poderes fácticos, a las narrativas racistas, machistas, misóginas y clasistas tiene mayores y constantes limitantes. Por eso el reto es no dejarse vencer, aunque haya tiempos como estos que vivimos, en los que el camino se hace más empinado. Entonces es imperativo redoblar la esperanza, recordar e insistir en que la información y la comunicación son derechos y no mercancías. Y que desde el ejercicio de estos derechos es que tenemos que seguir dando la pelea.
La pelea por combatir la desinformación, las campañas de desprestigio y de calumnias, las narrativas de odio y de miedo. La pelea por combatir el periodismo basura que considera a las personas como consumidores y no como ciudadanos; por enfrentar al periodismo cooptado y a ese que reitera que hay personas de primera y de segunda categoría y que estas últimas no tienen derecho ni lugar para expresarse.
El periodismo debe estar al servicio de la gente y nunca contra la gente. El periodismo debe ser el aliado de los pueblos y nunca el aliado del poder contra los pueblos. El periodismo debe promover la pluralidad y la diversidad de perspectivas y dar voz a los sectores que han permanecido invisibilizados por aquellos que manejan los medios como cajas de resonancia del poder.
Guatemala vive momentos cruciales. Nuestra democracia se ve amenazada por redes mafiosas conformadas por sectores de poder político, económico y militar que buscan preservar sus intereses en detrimento de los derechos de la población. Guatemala está frente a una regresión autoritaria. Y es aquí cuando, junto a otros sectores, las y los periodistas independientes, comprometidos con la búsqueda de la verdad, son actores determinantes en la promoción y defensa de la democracia, la justicia, los derechos humanos, la lucha contra la impunidad y la recuperación de la memoria frente al olvido.
Hoy quisiera dedicar este premio a una persona que me enseñó lo que significa el coraje y la valentía por la transformación de un país. A un hombre que perdió la vida, en los años más cruentos de la guerra, luchando por sus ideales y porque este país fuera un lugar digno para todas y todos. A Guillermo Monzón Paz, mi papá, un abogado penalista, asesinado en 1981 por un escuadrón de la muerte. Él me enseñó que el silencio nunca es el camino y que desde el lugar en donde se esté la consigna es nunca rendirse.
Dedico también este reconocimiento a mis hijos, Stefanie y Jan, que han estado junto a mí todos estos años y que nunca renegaron de la mamá periodista que les tocó. Por el contrario, sumaron su alegría, su solidaridad y su amor incondicional en este camino compartido. Por eso les digo gracias. Este premio es también de ustedes, porque a pesar de los pesares, y de lo difícil que debió ser para dos niños pequeños comprender las amenazas, los tiempos fuera de casa, las demandas infundadas y las calumnias, no solamente no me cuestionaron, sino se la jugaron conmigo.
Sí, son tiempos difíciles los que vivimos, por eso termino prestándole unas palabras a nuestra querida poeta Julia Esquivel, ¡Florecerás, Guatemala!”.