Mi primer contacto en serio con la ética ocurrió cuando hice parte de una comisión del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) que tenía la misión de preparar un proyecto de código de ética.
Luego del triunfo del No en el plebiscito donde los colombianos manifestaron su posición respecto a lo acordado entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC durante el proceso de paz de La Habana, muchos tratan de entender todavía qué fue lo que sucedió.
A fin de analizar el papel de la prensa colombiana antes y después del plebiscito, la Red Ética Segura contactó al maestro Javier Darío Restrepo para conocer su opinión sobre cuál debería ser la labor del periodismo en este momento de incertidumbre que vive el país.
“Un medio de comunicación o periodista que esté vinculado a un partido político, debe dejar eso a un lado, y pensar que el único partido legítimo ahora es toda la sociedad, y que la única preocupación del periodista en esta coyuntura debe ser la creación de un clima de paz”, afirma el director del Consultorio Ético de la FNPI en entrevista telefónica concedida a Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética Segura.
En la entrevista, el maestro Javier Darío ofrece su visión sobre el papel de los medios tras el triunfo del No, la crisis de credibilidad en la que quedaron las firmas encuestadoras, y la manera en que reaccionaron los principales líderes políticos del país tras conocerse el resultado de las votaciones.
Red Ética Segura (RE): ¿Cuál es su opinión respecto al resultado del plebiscito?
Javier Darío Restrepo (JDR): A mí me parece que el resultado abrió los ojos a gran parte del país respecto a esta realidad: los políticos resultan siempre inferiores frente la causa de la paz. Cada uno tenía una visión del problema de acuerdo a su puja por el Sí o por el No. Pero una vez se vio con toda claridad la realidad de una votación, y por consiguiente la voluntad del pueblo colombiano, los políticos comprendieron que tanto el Sí como el No resultaban como algo muy frágil, si se miraba desde el punto de vista netamente partidista.
Aquí ya se comenzó a ver que hay algo mucho más grande que los partidos políticos: la voluntad de tener paz. Por lo tanto, es muy emotivo que las reacciones del presidente Santos, el expresidente Uribe y la guerrilla tuvieron un elemento en común: hay que defender la paz. Habría que ajustar algunos aspectos, pero coincidieron en lo fundamental, que es la defensa de la paz. Ninguno de ellos tomó una posición que se pudiera considerar en defensa de su punto de vista, pase lo que pase. Incluso la guerrilla manifestó su voluntad de paz, afirmando que la única arma que utilizarán será la palabra.
El presidente Santos habló acerca de la necesidad de reunir a todos los partidos políticos para buscar un camino. Lo mismo vino a decir el expresidente Uribe. Eso no se había visto antes. Es consecuencia del resultado electoral. En ese sentido, yo creo que el país quedó ganando. Ganó su voluntad de tener la paz, por encima de los intereses partidistas.
RE: Los medios de Colombia y el mundo han dicho que el resultado refleja que el país está dividido. ¿Le parece que es acertado decir esto?
JDR: Es un hecho. El país está dividido, casi que en 50 y 50 por ciento. Si miramos el mapa electoral, vas a encontrar una cosa muy interesante: el centro está muy del lado del No, mientras que la periferia está a favor del Sí. Hay una comprobación allí, y es que en los lugares donde más ardió la violencia, la gente hastiada por la violencia votó por el Sí. En cambio la gente que menos ha sufrido, que es la del centro, es la que se da el lujo de analizar, de condenar, de proponer otras alternativas.
Lo curioso es que Colombia se dividió en torno a un tema que debería unirla, la paz. Pero la paz significa algo muy distinto para el campesino que ha estado hostigado por la violencia, que para la persona que la ha mirado a la distancia y que no tiene mucho que reclamarle a la paz.
Lo que esto le plantea a los periodistas es que nosotros tenemos que mirar como una unidad a Colombia. Esa unidad tiene que hacerse alrededor de la paz y de los elementos que la construyen. Entre esos elementos están la reconciliación, comprensión y respeto del otro, que es algo que históricamente no hemos tenido nosotros. Casi desde el momento de la Independencia, los colombianos comenzamos a combatir unos con otros.
RE: ¿Le parece que fallaron en algo los medios en la etapa previa al plebiscito?
JDR: Nosotros como periodistas tenemos que cambiar nuestro ADN, pues los medios de comunicación colombianos tienden siempre a apoyarse en una adhesión. En este caso nuestro ahora, esa adhesión fue evidente. Fue evidente que gran parte de los medios estaban del lado del Sí, y era una mínima parte la que estaba apoyando el No. Tanto así que las mismas encuestadoras llegaron a pronosticar con grandes cifras el triunfo del Sí. La sorpresa que el país se llevó se debió a que tanto medios de comunicación como encuestadoras resultaron sorprendidos con un resultado que nunca se habían imaginado.
Esto hace que el periodismo nuestro llegue a ser más parte del problema que de la solución. El gran reto que se plantea ahora es hacer parte de la solución, a partir de una información que sea menos extraída desde el sentimiento y más apegada tanto a la verdad como a la voluntad de servir. Y servir no a una parte de la población, sino a toda ella. Ahí es donde estaría el gran desafío ético para los periodistas de nuestro país.
RE: Menciona usted el tema de las encuestadoras. Ninguna acertó con sus pronósticos. ¿Debería cambiar algo en la relación entre los medios de comunicación y estas encuestadoras, y la credibilidad que solemos depositar en ellas?
JDR: Sí, yo creo que tiene que cambiar esa relación. Primero porque está muy quebrantada la credibilidad de esas firmas. Segundo, porque los periodistas no hemos cumplido con las normas que hay para el manejo de las encuestas. Una de esas normas es tener en cuenta que esos porcentajes que dan las encuestadoras son apenas un indicio de la realidad. Por lo tanto, es sobredimensionarlas el estarlas utilizando para hacer titulares y ponerlas en el centro de las noticias que publicamos. Los resultados de las encuestas no se pueden tomar como hechos, son solamente indicios.
Me parece que este fracaso que han tenido las encuestadoras es una buena oportunidad para revisar la forma en que se están utilizando estas encuestas. Uno tiene la impresión de que se están utilizando más como propaganda que como información, con todos los vicios que esto implica.
RE: ¿Cómo podemos los periodistas evitar que con nuestra forma de informar terminemos polarizando más al país?
JDR: Yo creo que podemos trabajar sobre varios valores que son indispensables para hacer un periodismo de calidad. Inicialmente recomendaría centrar todo el esfuerzo informativo en el apoyo y fortalecimiento del bien común. En este momento el bien común es la paz. Esto implicaría varias cosas concretas. Primero, trabajar por encima de los partidos. Un medio de comunicación o periodista que esté vinculado a un partido político, debe dejar eso a un lado, y pensar que el único partido legítimo ahora es toda la sociedad, y que la única preocupación del periodista en esta coyuntura debe ser la creación de un clima de paz. Como resultado de esto, debe haber un gran compromiso con la verdad, con el rigor informativo para toda clase de noticias que se vayan a dar. Esto reemplazaría al afán por la ‘chiva’ que suele ser el motor de nuestro periodismo. Nos importa ser los primeros en informar, sin importar si la noticia fue bien investigada, si está completa, o si es oportuna. Eso nos ha hecho mucho daño como sociedad.
En segundo lugar, tenemos que trabajar para ayudar a construir un país distinto. Esto parece una fórmula ya muy repetida, pero lo cierto es que dadas las nuevas circunstancias en donde un grupo violento ha manifestado su deseo de dejar las armas, nos enfrentamos al proyecto de un nuevo país. Es un país donde tendrá que imponerse primero la tolerancia, es decir, ese clima donde crece la verdad del otro y la actitud de respeto hacia el otro. Y luego, tendremos que persistir en algo que los medios de comunicación colombianos ya están haciendo muy bien, promover el tema de la reconciliación.
Así las cosas, tendremos que comenzar a hacer un periodismo muy distinto, atento al uso de su poder para llegar a la conciencia de la gente todos los días. Será necesario dejar a un lado la editorialización y los sermones, para permitir que los hechos se desplieguen en todo su potencial. Que se puedan leer los hechos. Lo que los lectores buscan en los medios es cómo poder interpretar lo que nos acaba de suceder. Nuestra labor será ayudarlos a ver las cosas en clave de reconciliación. Como ves, todo se resume en una simple frase: tenemos que hacer un periodismo distinto, y ese periodismo distinto debe ser de una alta calidad, en razón del servicio que tiene que prestarle a la sociedad.
Tomado de: la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberocamericano, FNPI.com