22 Julio 2019.
Foto: Mónica González.
La periodista mexicana será premiada por su trabajo en favor de la libertad de expresión y por contar las historias de las víctimas de la violencia en México.
Por: J. Francisco De Anda Corral /El Economista.
Los ataques del presidente Andrés Manuel López Obrador a la prensa son un golpe directo al corazón del periodismo, porque generan un clima de linchamiento, abren la puerta a que otros sigan su ejemplo y ponen en entredicho lo central de la misión de los periodistas en la sociedad, que es la crítica al poder, dice a El Economista, Marcela Turati, ganadora del Premio María Moors Cabot 2019, que otorga la Universidad de Columbia y que recibirá en Nueva York el próximo mes de octubre.
“Como periodista, llevo desde el 2008 trabajando con otros periodistas en defensa de colegas que están en riesgo, para articularnos y protegernos contra la violencia, y ahora con el arribo del presidente López Obrador vemos que no ayudan los ataques contra la prensa, los adjetivos, llamarle “prensa fifí”, determinar quién es prensa del pueblo y quién no es prensa para el pueblo, quien es honesto o no quién no lo es”, asegura en charla con este diario.
“Esto ha propiciado un clima de linchamiento en redes sociales, sólo por hacer una pregunta en la mañanera. Quien se atreve a preguntar es visto como un enemigo”, dice Turati, quien añade lo peligros que puede ser esta actitud justo cuando “estamos en un momento en que los asesinatos de periodista se han recrudecido”.
“Sentimos que todo eso vulnera a los periodistas, si tú escuchas al presidente prácticamente cada semana hablando mal de la prensa, diciendo que son enemigos, pues es una invitación a que otros agredan a otros periodistas; es una señal de que esos actos se van a tolerar, porque si el presidente de la república lo hace pues por qué un presidente municipal no lo va hacer o por qué a un gobernador no se la va hacer fácil aplicar la misma fórmula”.
Importa más el beisbol que la protección a periodistas
Marcela Turati critica que para el presidente López Obrador “el presupuesto para el beisbol es más importante que el presupuesto para el mecanismo de protección a periodistas, y defensores de derechos humanos”.
Afirma que son señales muy equivocadas y augura que vienen tiempos muy difíciles. “Los ataques a los organismos de la sociedad civil diciendo que todos son lo mismo, los ataques a las organizaciones defensoras de derechos humanos, a la prensa, y a todos lo que son un contrapeso, son señales muy desalentadoras”.
Turati lamenta que ante las investigaciones que han hecho periodistas, el presidente “primero las descalifica y luego con el paso de los días vemos que remueven funcionarios y no pide disculpas”.
“La gente comienza a ver al presidente cada semana denostando a los periodistas, llamándolos mentirosos, y vemos que eso se replica mucho en las calles, cuando te presentas como periodista, sientes el enojo de la gente ante el ejercicio del periodismo, cuya misión es ser crítico con el poder, verificar si lo dicho corresponde a los hechos, entonces sí me parece que esas descalificaciones son un ataque al corazón del periodismo, a lo que es central de nuestra misión en la sociedad”, dice la periodista.
También acusa que en afán de neutralizar a la prensa el gobierno está mezclando una cosa con otra. “Presentaron una ‘lista negra’ de periodistas que cobraron durante el sexenio de Peña Nieto, pero no nos terminan de aclarar si fue por pagos de publicidad o por otros servicios, o mezclan periodistas con empresa; y vemos periodistas que son críticos y no sabemos por qué están allí y en cambio no vemos ni a Televisa ni a TV Azteca en esa lista, que fueron los principales beneficiarios”.
Marcela Turati, quien es egresada de la Universidad Iberoamericana y cofundadora de iniciativas que ejercen el periodismo de investigación como Periodistas de a Pie y Quinto Elemento Lab recibió hace unos días la noticia del Premio María Moors Cabot por su trabajo periodístico de cobertura de historias relacionadas con las víctimas de la violencia en México.
“Me siento muy honrada y humilde y con una enorme responsabilidad por recibir este premio, uno de los que más he admirado en toda mi carrera; las personas que lo han ganado para mí son referentes éticos y de compromiso en tiempos difíciles”, comenta.
“Este premio visibiliza la difícil situación por la que estamos pasando en México, ya que premian la cobertura que he hecho sobre las victimas de la violencia y también los esfuerzos de articulación que he hecho con otros periodistas para defender la libertad expresión, para cuidarnos entre nosotros y protegernos y para pedir justicia para los reporteros, reporteras y periodistas que han sido asesinados”, dice.
Corresponsales de guerra en casa
La periodista, que incluso ha puesto en riesgo su vida por la cobertura a la situación de violencia que ha teñido de sangre al país, sostiene que las cosa no van mejor, que incluso para los periodistas la situación ha empeorado y que en el combate a la criminalidad no se avizoran buenos resultados. “Las estadísticas nos dicen que este primer semestre del 2019 ha sido mucho más violento en comparación de los últimos años”, afirma.
“Yo creo que creo que desde la fallida guerra contra las drogas lanzada por Felipe Calderón se desató esta espiral de violencia que nos cambió la vida a millones de personas.
“Particularmente a muchos periodistas que nos convertimos en corresponsales de guerra en nuestra propia tierra. No tuvimos que salir del país para cubrir una guerra, porque la tuvimos y la seguimos teniendo en casa”, asegura.
“Mi enfoque en todos estos años ha sido cubrir la violencia desde la perspectiva de las víctimas, que es una de las cosas que reconoce la Universidad de Columbia, que otorga este Premio. Este año tenemos un mayor número de periodistas asesinados que en cualquier otro momento; las cifras varían dependiendo de cada organización, pero unas cuentan hasta 14 periodistas asesinados, más que en los países que sí están en guerra; tenemos hallazgos de fosas clandestinas casi a diario, una cada dos días, en promedio, y ese también ha sido una labor de los periodistas, ponerle nombre, registrando las cifras, y además rostro a esta tragedia. Las fosas son un indicador de los que esta pasando. Tenemos también los feminicidios que han ido en aumento”, enumera.
Vamos de horror en horror
Marcela Turati, quien lleva más de una década haciendo la crónica sangrienta de este país, expone que el ciclo de violencia no ha terminado, “parece que se recicla y va cambiando de lugar, se arregla en un lado, donde posiblemente hay pactos (con los grupos criminales) o cambios de estrategia, pero se descompone en otro”.
“Ahorita, por ejemplo, Guanajuato que no era un punto rojo que nos preocupara está viviendo una situación como la que tuvimos en 2008 o 2009 en ciudades del norte del país. Y ahora la violencia va moviéndose hacia la península de Yucatán, que antes no era un lugar violento. Y entonces esto es lo que vemos que no acaba de resolverse la violencia, que se recrudece en algunas partes, que quizá ya no tengamos las masacres de hace unos años o que ya nos hayamos acostumbrado a ellas; antes sí nos conmovían, pero ya hemos pasado por tantos episodios de horror que ya nos parece normal, uno más; 72 migrantes asesinados, 55 personas calcinadas en un casino, las fosas de San Fernando con 200 cadáveres, a cada rato los tráileres en Jalisco llenos de cadáveres; todo el tiempo estamos nosotros mismos venciendo nuestra sorpresa, y la labor más importante del periodismo es que no lo normalice, que empiece a dar claves para entender qué está pasando, y también cómo se puede intervenir para que no pase”.
Por otro lado, señala que también están las cifras de desaparecidos que no se conocen. “Quizá estemos subestimando la cifra de muertes, porque hay mucha gente que no sabemos qué le pasó y la lista sigue creciendo, y en esto no ha habido resultados ni cambio de estrategia, se ha optado por la militarización que se tenía antes y eso no es buena señal”.
La fuerza bruta como estrategia
La ganadora de varios premios de periodismo, entre ellos el de Excelencia de la Fundación Gabriel García Márquez de Nuevo Periodismo Iberoamericano y el de Conciencia e Integridad en el Periodismo de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard, opina que es todavía pronto para evaluar la estrategia del nuevo gobierno en materia de combate a la violencia, pero no abriga mucho espacio para el optimismo.
“Aún no sabemos cómo va actuar la Guardia Nacional y cuáles van a ser los resultados, pero como es la misma fórmula, no creo que vaya cambiar el resultado; son las mismas personas que cometían violaciones a los derechos humanos; se está repitiendo la misma fórmula y falta investigación para desmantelar las células criminales a nivel empresarial y a nivel político, los brazos armados de estas organizaciones, y no nomás enfocarnos en lo que son los rostros de los cárteles, sino quienes son sus cómplices y quienes los han ayudado, y la estrategia sigue siendo la fuerza bruta y ya vimos cuál es el resultado con esa estrategia, creció la violencia a partir de la guerra contra las drogas”, recuerda.
“Ahora, esa persecución de migrantes, que es para lo que se está usando este nuevo cuerpo que es la Guardia Nacional, que no augura nada bueno, pues no parece que tuviera una capacitación distinta a lo que ya había, y los resultados han sido de persecución, y los migrantes están siendo expulsados hacia otras rutas que van a ser más peligrosas y los que están en las fronteras o en tránsito por México las están pasando muy mal, están siendo secuestrados, y eso es una tragedia, una tras otra, y tenemos que ver cómo cubrimos esta nueva emergencia”, señala la periodista.
Los bienes del Chapo
Frente a la reciente petición del gobierno de México al de Estados Unidos para repatriar los bienes incautados al narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, condenado a cadena perpetua en días pasados, Marcela Turati aplaude la iniciativa, pero advierte: “A mi parece bien el reclamo de los bienes recuperados. Pero la pregunta es: ¿recuperados para qué?. En Italia hay un programa de recuperación de los bienes de la mafia, pero se usan para resarcir los daños que cometieron los mafiosos. Por ejemplo, las tierras se las dan a cooperativas o comunidades campesinas que fueron desplazadas o a programas que se dedicar a tratar a niños que fueron víctimas de violencia en sus comunidades, o a programas para romper el silencio impuesto por los mafiosos en las regiones; en México podrían también impulsarse museos antimafia, museos de la memoria, para que dejemos de glamurizar a los narcotraficantes y más bien mostremos su rostro criminal y todo el dolor que han causado.
“Si se logara que estos bienes del narcotráfico en México tuvieran un uso social sería muy importante”, concluye.