La plenaria del Congreso estaba citada para las 10 de la mañana. El quórum fue escaso. / Mauricio Alvarado
Vergonzosa. Así fue la sesión del Senado de la República este miércoles, en la que se comenzó a debatir el acto legislativo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Primero, los parlamentarios presentaron una avalancha de impedimentos para dilatar la discusión. Después, muchos se ausentaron para no discutir la iniciativa más importante que se desprende de los acuerdos de paz firmados con las Farc. Difícilmente alcanzaron a estar más de 50 senadores de los 102 que integran la plenaria. Y, para terminar, en cierto momento el debate fue a gritos entre los pocos asistentes. En conclusión: en un lluvioso día bogotano, las mayorías del Gobierno en el Congreso hicieron aguas.
Desde las primeras de cambio se vio que la sesión sería un fracaso. Citada para iniciar a las 10:00 de la mañana, cerca de 13 funcionarios del Ejecutivo, además del alto mando militar, observaron atónitos que las curules de la Unidad Nacional permanecían vacías, especialmente las del propio partido del presidente Santos, el de la U. Fue tan bochornoso el episodio, que en los pasillos del Capitolio corrió el rumor de que la rebelión del Legislativo tenía un problema de fondo: exigencias burocráticas. “Los de la U y los conservadores tienen parado el debate mientras se les resuelve un tema de puestos”, le dijo un congresista a El Espectador.
Y tanto eco tuvo el rumor, que el copresidente de la U, Armando Benedetti, tomó la palabra para increpar al presidente del Congreso, Mauricio Lizcano, también de la U. Lo acusó de ser desleal al Gobierno y de querer hacerlo pasar a él como un burócrata que exige puestos a cambio de respaldar el proceso de paz. Incluso, lo desafió a contestarle públicamente. Y Lizcano le respondió: “Le contesto donde se me dé la gana”.
Igual de bochornoso fue el episodio que protagonizó Carlos Felipe Mejía, del Centro Democrático, quien acostumbra a gritar improperios en las sesiones, pero esta vez fue más allá. Intervenía el representante de Voces de Paz Jairo Estrada criticando la actitud del uribismo por no hacerse presente y preguntó: ¿Es que acaso los debates los gana el que más grita, el que utiliza epítetos? Y Mejía lo interrumpió gritando: “Con plomo”. Posteriormente, refiriéndose a Francisco Toloza, otro miembro de Voces de Paz, el senador uribista señaló: “Lo que no le permito es que nos diga a nosotros que hemos utilizado motosierras. Respete. Sinvergüenza”.
Y no menos airada fue la intervención de la senadora de la Alianza Verde Claudia López, repartiendo “palo” contra uribistas y santistas. “Los señores del Centro Democrático, muy disciplinados para venir al salón social a almorzar por cuenta del Gobierno, con todo y que se ganaron la curul en una rifa de regalos, ni siquiera así la ejercen. Y los otros chantajeando, vaya uno a saber si es por puestos o contratos. Respeten a Colombia”, expresó en su habitual tono de indignación.
Total, esta fue la muestra del clima político que se vive en el Congreso, una de las instituciones más desprestigiadas ante los ojos de los colombianos. Y más allá de lo evidente, se dice en los corredores que el gobierno Santos perdió prematuramente las mayorías por cuenta de dos situaciones: el escándalo de Odebrecht y el inicio de una campaña presidencial que ha puesto a tambalear el respaldo de dos fuerzas fundamentales, Cambio Radical y el Partido Conservador.
Lo lamentable es que lo que está de fondo es el proyecto más importante que el Legislativo ha recibido en los últimos cinco años: la creación del sistema de verdad, justicia y reparación, que le pondrá fin a una guerra de 50 años. Al final, tras casi nueve horas y la negación de las ponencias alternas a la del Gobierno, el quórum se diluyó, se levantó la sesión y se citó para seguir el debate, y quizá votar el próximo lunes a las 3:00 de la tarde.