Foto: Efe
Donald Trump resucita el proyecto de construcción de dos polémicos oleoductos.
Firmó órdenes ejecutivas con las que da luz verde a oleoductos que atentan contra el medioambiente.
Por: SERGIO GÓMEZ MASERI |
Tal como lo había anticipado, el presidente Donald Trump continuó este martes usando el peso de su bolígrafo para hacer cumplir promesas de campaña y destruir, de paso, el legado de Barack Obama.
En esta ocasión, Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas con las que dio luz verde a la construcción de dos megaoleoductos que podrían tener un enorme impacto en el futuro energético del país, al igual que posibles y catastróficos efectos, según algunos, sobre el medioambiente.
Se trata del Keystone XL y el Dakota Access Line, ambos oleoductos bloqueados por la administración Obama y que han generado enorme oposición de grupos ambientalistas e indígenas en el país.
El Keystone XL añade un tramo de 1.900 kilómetros que arranca en Alberta (Canadá) y va hasta Oklahoma, donde el crudo sería redirigido a través de oleoductos ya existentes a las refinerías que tiene EE. UU. en el Golfo de México. (Lea también: Guionista de NBC es suspendida por tuit contra el hijo menor de Trump)
De acuerdo con Trump, añadiría unos 28.000 empleos a la fuerza laboral del país y generaría miles de millones de dólares adicionales a través del cobro de impuestos y licencias.
El proyecto, que adelanta la firma Transcanadá, fue obstaculizado en el 2015 cuando el presidente Obama firmó una orden ejecutiva que impedía su construcción, luego de años de negociaciones.
Aunque el oleoducto en sí no representa un riesgo irracional para el medioambiente (en EE.UU. ya existen cientos de ellos), se convirtió más en un símbolo del gobierno Obama en la lucha contra el calentamiento global y la búsqueda de recursos alternativos para reemplazar la dependencia del petróleo. El nuevo presidente sostuvo, no obstante, que renegociará los términos con Transcanadá para obtener un acuerdo con más beneficios.
El caso del Dakota Access Line es más sensible. Se trata de una gigantesca obra de ingeniería que costará unos 3.700 millones de dólares y que explotaría las vastas reservas de crudo descubiertas en la frontera entre Montana y Dakota del Norte con Canadá.
El oleoducto atravesaría cuatro estados y terminaría en Illinois, desde donde el crudo sería despachado a los mercados y refinerías en la costa este, el Golfo de México y el centro del país. De acuerdo con las autoridades, en esa zona existirían unos 7.400 millones de barriles que pondrían punto final a la dependencia externa de petróleo que aún existe en EE. UU. (Además: Trump limita financiación de ONG extranjeras a favor del aborto)
El problema en este caso es que la ruta prevista para el oleoducto pasa muy cerca de las reservas de una tribu siux según la cual la construcción destruiría cementerios y otros sitios sagrados. El año pasado, la tribu recibió el apoyo de cientos de manifestantes, entre ellos actores y cantantes de renombre, que provocaron violentas protestas. El proyecto está demandado en este momento. Obama, a su vez, negó una licencia necesaria para iniciar la obra.
Trump, al levantar las restricciones que existían para ambos proyectos, estipuló que las obras tendrían que usar materiales ciento por ciento estadounidenses. Muy en línea con su promesa de colocar a “EE. UU. Primero” y con un ojo puesto en la generación de empleo doméstico.
La medida, por supuesto, generó rechazó frontal de grupos ambientalistas en el país que prometieron interponerse a los deseos del presidente. “Lleva cuatro días en la Casa Blanca y ya está demostrando que es un peligro para el medioambiente”, sostuvo Michael Brune, del Sierra Club.
Independientemente de dónde se esté en este debate, el presidente ha comenzado a dejar claro que en su visión energética no hay campo para las múltiples restricciones que se elevaron durante los ocho años de Obama y les apuntaron a controles en las emisiones y en la explotación de zonas sensibles.
Pese a ello, Trump se declaró un “ambientalista de corazón”, pero justificó las medidas al advertir que las regulaciones en este campo estaban fuera de control.
Desde el viernes, cuando asumió la presidencia, Trump ha firmado al menos ocho órdenes ejecutivas en diversos frentes. Entre ellas, una que golpea la reforma de la salud de Obama, otra antiaborto y una tercera que marca el retiro de EE. UU. del acuerdo comercial Transpacífico (TPP). Siguen pendientes el refuerzo de la frontera con México y cambios en el sistema migratorio.
Cita con las automotrices
Tras firmar las medidas, el presidente sostuvo una reunión con las cabezas de la industria automotriz del país, a las que viene amenazado con imponer un severo impuesto a sus importaciones si continúan desplazando sus fábricas a otros países.
Trump dijo entender las razones por las cuales las compañías habían trasladado parte de sus operaciones al extranjero y les prometió avanzar en una serie de medidas que se traducirán en sustanciales ahorros en los costos de producción.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En Twitter: @sergom68