Coronavirus: el colapso en la economía china por el coronavirus (y por qué es una «gran amenaza» para el mundo)

17 marzo 2020 –

Por: BBC –

El impacto que tendrá la crisis del coronavirus en la economía china aún está por verse, pero las cifras que van publicándose dibujan un panorama sombrío.

La Oficina Nacional de Estadísticas de China divulgó caídas récord de la producción industrial, la venta al por menor o la inversión en activos fijos, lo que, sumado a otros índices, anticipan un colapso en múltiples ámbitos.

Según los expertos, los datos revelan la escala del daño causado por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y aumentarán los temores de una recesión global.

Las cifras se dieron a conocer el mismo día en que el número de muertes relacionadas con covid-19 -la enfermedad que causa el virus- fuera de China sobrepasaron a las registradas en el país asiático.

También coincidió con el drástico recorte de las tasas de interés aprobado por la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, mientras las bolsas continúan en caída libre alrededor del mundo.

El epicentro del brote del coronavirus se ha movido hacia Europa, con Italia y España como los dos países más afectados, con unos 36.000 casos en total y casi 3.000 muertes, según datos hasta este 16 de marzo.

Caídas récord

En los primeros dos meses de 2020, tres indicadores económicos registraron descensos a doble dígito, con récords históricos, según informó la Oficina Nacional de Estadísticas el lunes.

La producción industrial (que mide la actividad manufacturera, minera y de servicios públicos) cayó un 13,5% interanual, la primera contracción desde enero de 1990.

Las ventas al por menor, un indicador clave del estado del consumo en la segunda economía mundial, descendieron un 20,5% interanual, el mayor derrumbe desde que se tienen registros.

Mientras que la inversión en activos fijos -que refleja gastos en artículos que incluyen infraestructuras, propiedades, maquinaria y equipos- se redujo un 24,5% interanual, otro récord a la baja.

Estos datos, además, se suman a las malas cifras de la industria manufacturera en febrero, que se situó a su nivel más bajo desde 2005, según se difundió a principios de mes.

La caída es en su mayoría resultado de las medidas tomadas por China para contener la propagación del virus en el territorio, entre ellas, el cierre de fábricas o tiendas en todo el país durante semanas después de las vacaciones por el Año Nuevo lunar, que ya de por sí supone un fuerte parón.

Pese a que la segunda economía mundial vuelve poco a poco a la marcha, la situación aún no ha vuelto a la normalidad.

Según el Índice Empresarial Nacional de la firma de investigación Trivium, hasta el 16 de marzo la economía china estaba operando al 69,5% de la producción normal.

«Las restricciones a la actividad industrial se han solucionado en su mayoría. La gran preocupación ahora para las empresas es la débil demanda», apuntaron desde la firma.

Y es que desde el principio de esta crisis una cosa ha estado clara para los economistas: que el covid-19 afecta ambos lados de la economía, tanto la cadena de suministro como la demanda.

El suministro de bienes y servicios se ve afectado porque las fábricas y las oficinas cierran y como resultado la producción cae. Y al mismo tiempo la demanda también lo hace porque los consumidores se quedan en sus casas y dejan de gastar.

«Controlado»

Pese a los malos datos, las autoridades chinas insistieron en que las consecuencias de la epidemia son «a corto plazo y controlables», anunciando que tomarán medidas de estímulo para amortiguar el golpe, según el comunicado de la Oficina Nacional de Estadísticas.

Los medios oficiales citaron a expertos que se muestran optimistas con la recuperación económica en los próximos meses, entre ellos, Liang Huang, economista jefe de la Corporación de Capital Internacional de China.

Liang señaló al medio oficial Global Times, de línea nacionalista, que «si la situación continúa sin complicaciones, China es capaz de conseguir un crecimiento anual del PIB del 6%».

China creció a su ritmo más bajo en tres décadas en 2019 (6,1%) y el gobierno ha insistido en que, pese a la epidemia, sus objetivos de desarrollo económico y social podrán cumplirse este año.

El Ejecutivo suele difundir esas metas -como el PIB o la inflación- en marzo, durante la celebración de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (Legislativo), pero esa crucial cita se ha pospuesto por el brote hasta una fecha aún por determinar.

Los pronósticos, no obstante, son radicalmente opuestos a ojos de economistas independientes.

Según el analista Julian Evans Pritchard, de la consultora británica Capital Economics, la contracción en la producción industrial y de servicios sugería «que el crecimiento medio del PIB fue del -13% en los dos primeros meses del año»

«Sería algo sin precedentes en la historia económica moderna de China: la última contracción del PIB en términos interanuales fue en 1976».

Pese a los esfuerzos del gobierno por redirigir el país hacia un modelo más basado en la demanda interna, la segunda economía mundial sigue teniendo una fuerte dependencia de la demanda exterior, por lo que la situación en otros países le afecta enormemente.

«Mientras que las condiciones a nivel nacional deberían mejorar poco a poco en los próximos meses», advirtió Evans-Pritchard, «la creciente interrupción mundial derivada del coronavirus retrasará el ritmo de recuperación».

Las estimaciones de diferentes organismos se han ido ajustando a medida que el virus avanzaba y los últimos pronósticos de bancos como ING sitúan el crecimiento chino del PIB para 2020 en el 4,8%, lo que supondría el mayor desplome en tres décadas.

Y, en un mundo hiperconectado, en el que China tiene hoy un gran peso -representa un tercio de la fabricación a nivel mundial y es el mayor exportador de bienes del mundo-, lo que ocurra en el país asiático tendrá un impacto global.

Impacto global

El virus, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), representa la «mayor amenaza a la economía global desde la crisis financiera de 2008» y estima que podría crecer a su ritmo más bajo desde 2009 debido al brote.

A principios de este mes, la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) predijo que el coronavirus podría costarle a la economía global hasta US$2 billones este año.

La globalización provoca que las estimaciones económicas sobre el impacto de la pandemia varíen a medida que un mayor número de países adoptan nuevas y diferentes medidas para contener el virus, lo que afecta enormemente a la economía mundial.

Los cierres en España e Italia son un ejemplo de las drásticas acciones que han tomado algunos gobiernos para tratar de frenar los contagios.

Por el lado de la oferta, la bajada de la actividad en la considerada «fábrica del mundo» ya ha provocado consecuencias: las restricciones han afectado a las cadenas de valor de grandes compañías como el fabricante de vehículos Nissan o Jaguar Land Rover, por ejemplo.

Este último señaló que había tenido que trasladar partes de autos en maletas debido a que algunas fábricas se habían quedado sin suministros. Por el lado de la demanda, sectores como el turismo se están viendo tremendamente afectados tras las restricciones al transporte de personas y la cancelación de grandes eventos.

La firma de consultoría McKinsey calcula, con datos a 16 de marzo, que el PIB global podría «deslizarse o reducirse considerablemente» en 2020 en función de las decisiones que se tomen.

McKinsey diferencia entre dos escenarios: uno en el que se produce una rápida recuperación, en el que se comprueba que el virus es estacional y para otoño los gobiernos tienen las herramientas para frenarlo; o una ralentización mundial, en el que virus no es estacional y los países deben mantener medidas de prevención de contagios incluso si controlaron la epidemia, como en el caso de China.

En el caso de Latinoamérica, por ejemplo, la firma calcula que en el primer escenario las estimaciones de crecimiento caerían tan solo un 0,5%, mientras que si se diera la segunda situación, los pronósticos de crecimiento se reducirían en un 38%.