8 julio 2020 –
Por: Arturo Guerrero, Socio del CPB – El Colombiano –
¿Cómo ser después de no haber sido? Esta es la pregunta crucial para el día en que los gobiernos decreten que se derrotó al virus. Muchos meses condenados al encierro mordieron llagas en la piel. Los músculos abandonaron su tono y firmeza, de manera que la marcha por las calles será un tambaleo de niños aturdidos.
Se dejó de ser lo que se había sido durante toda la vida. Ahora esta vida pasará la cuenta. Porque no fuimos hechos como animales de jaula ni como fieras exaltadas contra los semejantes contagiosos. El amanecer del primer día sin cuarentena tendremos que reaprender lo que titubeó el homo erectus de hace 2.5 millones de años.
Recuperar la confianza en los demás, dar la cara sin defensas de trapo, tocar una piel a la que se había proscrito por inmunda. Duras tareas para una humanidad apaleada, además, por la pérdida del trabajo, de los ahorros, de la seguridad sobre la lejanía del fin del mundo.
Eso, salir a este mundo y comprobar que la realidad está ahí pero más peluda, los árboles, los jardines, las barbas en remojo de los hombres. En el aire ya no flotan las peloticas rojas erizadas de trompetas. Dimitieron a sus poderes irrisorios los sabios en estadísticas, respiradores y cuidados intensivos, que mantuvieron al borde de la fosa a los ciudadanos inocentes.
Así que la hecatombe universal no pasó de ser la sirena de la muerte vanamente promulgada para que la gente cortara de tajo la tumultuosa convivencia responsable de la solidaridad y de la risa. El virus tomó por asalto a los premios Nobel y a los planificadores de la convivencia, y demostró la flaqueza de la ciencia y de la política.
Resucitaremos con la cabeza gacha. Plagados de tecnología para alcanzar lo infinitamente grande y lejano, pero huérfanos de defensas ante lo infinitamente chico y entrometido. Este golpe de realismo habrá infectado el cerebro orbital con el retrovirus del escepticismo, que se porta al revés de toda lógica.
Después de no haber sido, hombres y mujeres tal vez crean que no ha pasado nada. Pero en poco tiempo se verán las grietas, el temblor de ojos, la furia de unos contra otros, el reclamo de los niños que no comprenden a cuál mundo los trajeron. Todo volverá a la costumbre, pero los animales y las plantas habrán recuperado una primacía perdida desde cuando el rey de la creación se plantó su corona.