Editorial: Treinta días con Donald Trump


Ha sido un primer mes intenso. Trump se ha encontrado con contrapesos, en especial en la justicia.


Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple su primer mes en la Casa Blanca. Treinta días en los que el mundo ha pasado de la expectativa a la estupefacción, por los múltiples frentes que el mandatario ha atacado, pero también por los reversazos que ha tenido que dar en medio de escándalos de hondo calado o de choques con la realidad que le impiden hacer ciertos cambios. Los famosos contrapesos del sistema están obrando.

Aun así, es claro que quienes pronosticaron a un Trump mucho más moderado una vez se sentara en la Oficina Oval se equivocaron. Estas cuatro semanas han parecido más una extensión de la campaña electoral. Arrancó como una locomotora, promulgando decenas de órdenes ejecutivas para hacer cumplir muchas de las promesas a sus electores.

Entre ellas, una para iniciar el desmonte de la reforma de la salud aprobada bajo el gobierno de Barack Obama, y otra con la que retiró oficialmente a EE. UU. del acuerdo de libre comercio Transpacífico, lo que envió una clara señal de la dirección proteccionista hacia donde piensa conducir la economía.

 

Pero el mandatario experimentó pronto que no puede navegar solo, pues se ha topado con una férrea resistencia que se ha expresado en demandas judiciales y multitudinarias marchas, como la que se realizó en Washington al día siguiente de su posesión. Una resistencia civil que no ha sido solo de demócratas, sino también de su propio partido.

Quizá el golpe más fuerte a su agenda ha sido la decisión de un juez, luego refrendada por una corte de apelaciones, que bloqueó otra orden ejecutiva que vetaba la entrada al país de ciudadanos de siete Estados de mayoría musulmana, tal vez uno de los hechos de mayor resonancia. El asunto aún está lejos de resolverse, pero la decisión de la corte constituye un primer choque con los límites de su propio poder.

Lo cual ha sucedido igualmente en el Congreso, aunque es controlado por los republicanos. Tanto en la Cámara como en el Senado ya le han dejado claro que la idea del muro que prometió en la frontera con México, que está avaluado en unos 20.000 millones de dólares, no será viable si antes no se hacen serios recortes presupuestales. De otro lado, aunque avanza un proyecto que busca remplazar el ‘Obamacare’, una herencia demócrata, su alcance sería mucho menos ambicioso, y tardaría más tiempo de lo esperado.

Y esta semana, los republicanos del Senado rechazaron el nombre de Andrew Puzder, nominado a la Secretaría del Trabajo.

En la arena internacional, su debut no ha sido el mejor, pues ha casado peleas con países aliados, como México y Australia, y provocado rechazo casi general en la Unión Europea.

En el caso de Colombia, y de acuerdo con información de la Casa Blanca y de la Casa de Nariño, las relaciones no han sufrido sobresaltos. El fin de semana pasado, el presidente Juan Manuel Santos se comunicó con Trump y acordaron seguir trabajando por la paz del país de la manera estrecha como lo han hecho Washington y Bogotá desde hace rato.

La controversia más grande es la que ha surgido en torno a sus relaciones con Moscú. El Presidente tuvo que cortar la cabeza de Michael Flynn, su asesor de Seguridad Nacional y uno de los hombres de más peso en la administración, luego de que se reveló que había hablado con el embajador de Putin de las sanciones que impuso en diciembre Obama por haber interferido en la campaña electoral.

Flynn no solo le habría mentido al vicepresidente, Mike Pence –que había salido a defenderlo negando que esa fuera la intención de los contactos–, sino también al FBI.

Así mismo, hay dudas sobre el proceder del Presidente mismo. En el Congreso han lanzado una serie de pesquisas para tratar de averiguar la naturaleza de esos contactos con el Krem-lin y si hubo algún tipo de coordinación para afectar la campaña de Hillary.

El Presidente, sin embargo, lo niega. El jueves, durante una acalorada rueda de prensa, acusó a los medios y a las agencias de inteligencia de su propio país por filtrar y publicar información “falsa”.

Todo ha sumado para que la aprobación del mandatario, según Gallup, haya caído al 40 por ciento, la más baja en la historia de este tipo de mediciones para el primer mes.

Un jefe de Estado que además ha dado muestras de pragmatismo al dar marcha atrás, al prometer a China su respaldo a la política de “un solo país”. Y de prudencia, al pedirle a Israel suspender la construcción de colonias en Cisjordania, aunque dejó en vilo al Estado palestino.

Pero Trump es Trump, y si algo ha mostrado es que le seguirá apostando al estilo polémico y confrontacional que tan buenos resultados le dio en la campaña. No hay que perder la esperanza de que muestre sensatez. Pero, a decir verdad, el panorama se ve más nublado que hace un mes.

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Tomado de: Eltiempo.com