Por: Guilermo González Uribe
“Yo acompañé al doctor Restrepo (Luis Carlos) al Putumayo; allí nos reunimos en un estadero. Entonces me llamó poderosamente la atención que a la mesa donde estábamos se acercaron dos menores casi a suplicarle al comisionado que por qué no los metían ‘a la vuelta’. Cuando yo le dije que solucionáramos este problema, el doctor Restrepo respondió: ‘no, son instrucciones del señor presidente (Álvaro Uribe)’ ” .
Quien dio estas declaraciones ante el Tribunal Superior de Bogotá fue el excomandante paramilitar Iván Roberto Duque, en julio del 2014, y no tenía por qué mentir, dado que si lo hacía perdería los beneficios que le otorgó la Ley de Justicia y Paz que se creó dentro de los acuerdo con los paramilitares.
Agrega el texto citado: “En marzo del 2006, la madre de uno de esos jóvenes se dirigió a la zona de concentración de los ‘paras’ en Puerto Asís y le pidió a Carlos Mario Ospina, comandante urbano del Bloque Sur, que incluyera a su hijo en el proceso con el gobierno: ‘Ustedes lo utilizaron, ¿no les sirvió pues en la guerra? Ustedes le pusieron uniforme y le dieron arma a mi hijo, ¿ahora lo van a dejar tirado?’. Ante la insistencia de los menores y sus familias, Ospina se comunicó con Báez, quien le respondió que ‘el doctor Luis Carlos Restrepo no quiere de ninguna manera saber de los menores, la orden es clara: que se los lleven de ahí, que no pueden estar siquiera cerca del escenario donde se van a llevar a cabo las desmovilizaciones’…”.
A su vez el portal Verdad Abierta señaló: “Una y otra vez, en las versiones de Justicia y Paz, los exjefes paramilitares han dicho que no incluyeron a los niños en el proceso de desmovilización por recomendación del alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo. Según los ‘paras’, el funcionario no quería presentar niños desmovilizados ante la comunidad internacional”.
Julián Aguirre, quien fuera coordinador del Grupo de Atención a Niños Víctimas de la Violencia por el Conflicto Armado, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entre los años 2000 y 2006, indicó que en el proceso con las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), de 36.000 desmovilizados, sólo entregaron 400 niños: “¿Qué pasó con los chicos de las Auc, que no eran 400 sino cerca de 4.000? Salieron por la puerta de atrás”. Relata Aguirre que por esa época la Corte Penal Internacional había instituido el reclutamiento de menores como un delito de lesa humanidad, y que posiblemente ésta fue la razón que tuvieron para hacerle el quite al tema durante el proceso de reincorporación de los paramilitares: “Pienso que no midieron lo que estaban haciendo”.
Añade que cuando ocurren las primeras entregas de paramilitares, en el 2003, lo primero que hicieron los del bloque Cacique Nutibara fue entregar niños: “Nosotros los recibimos y a las pocas horas tuvimos claro que eran niños que habían reclutado en las comunas de Medellín”. Para Julián Aguirre es claro que en el caso de las Auc la orientación era sacar a los muchachos por el lado, y que si los iban a entregar, lo hicieran como un gesto de buena voluntad, y no como un acuerdo entre el Gobierno y los paramilitares.
Escribe el investigador Álvaro Villarraga: “En las desmovilizaciones colectivas de los paramilitares de las Auc y grupos similares, entre el 2003 y el 2006, se estima que sólo un 10 % de los niños, niñas y adolescentes reclutados fueron legalizados y vinculados al programa del ICBF, mientras que la gran mayoría fue ocultada en su proceso de desvinculación por parte de mandos paramilitares, …al parecer en varios casos con anuencia de algunos funcionarios oficiales…”.
Queda claro entonces que en el proceso de paz con los paramilitares adelantado en el gobierno de Álvaro Uribe cientos, miles de niños de las Auc fueron devueltos a sus lugares de origen por orden directa del entonces presidente, según se afirma, sin algún tipo de acompañamiento o protección, quedando expuestos a la venganza de sus víctimas o familiares. El artículo citado afirma que, entre otros niños, los que pidieron ayuda desesperada a Restrepo fueron luego asesinados. ¿Es un crimen de lesa humanidad? Estos hechos aún no han sido investigados por las autoridades obligadas a hacerlo.
¿Tienen el expresidente y hoy senador Uribe y sus seguidores la autoridad ética o moral para buscar frenar el proceso de paz rasgando sus vestiduras por los niños de las Farc?
Definición de fariseísmo: “Actitud y cualidad de la persona que es hipócrita y finge una moral, unos sentimientos o unas creencias religiosas que no tiene”.
Los niños de las Farc
Varias consideraciones son necesarias para hablar de los niños de las Farc, pero hay una fundamental, basada en cifras. El Gobierno y la guerrilla iniciaron conversaciones el 1 de marzo del 2011, hace ya seis años. Era claro ya para las Farc, luego de 50 años de lucha armada, que la mejor alternativa que tenían era la paz. Así que, dado los costos que tiene mantener a un miliciano, es muy posible que las Farc suspendieran muy pronto sus políticas de reclutamiento de guerrilleros por esa época. O sea, si había niños de nueve años en ese entonces en la guerrilla, hoy tienen ya 15 años. Y no es muy factible que tuvieran en sus filas a menores de ocho años. Las cifras son las cifras. Así que lo más probable es que sea escaso o nulo el número de niños que están hoy en las filas de esta guerrilla.
* Periodista, investigador y editor, autor del libro «Los niños de la guerra quince años después» (PRH, 2016).
Tomado de: Elespectador.com