Foto: EFE.
No encontrará protestas de víctimas de abusos sexuales ni obispos denunciados, las dos cruces que cargó en Chile hace un año y que se hicieron aún más pesadas a su regreso al Vaticano. Tampoco hallará segmentos sociales que muestren hostilidad ante su presencia, pese a soportar la parálisis de una capital puesta al servicio de la visita papal y de los miles de jóvenes peregrinos llegados en su mayoría del vecindario. Han cortado al tráfico muchas calles y decretado el cierre de las oficinas públicas desde el miércoles.
Tomado de: Clarin.
Todo lo necesario para que Francisco, que aterrizó en el aeropuerto Internacional de Tocumen a las 16.30 horas del miércoles (las 22.30 en España), celebre la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud sin sobresaltos ni disgustos. El domingo regresará a Italia por la tarde.
A su llegada, tras la ceremonia oficial de recepción y después de romper el protocolo para saludar a personas que aguardaban su llegada en la pista, se marchó en el Papa móvil, por avenidas repletas de personas que le aclamaban, para descansar a la Nunciatura Apostólica, donde residirá estos días.
Del Papa se espera pronunciamientos sobre Venezuela, dado lo sucedido este miércoles, aunque hasta la fecha ha eludido la crítica directa a Nicolás Maduro porque el Vaticano aún confía en poder ejercer algún día el papel de mediador entre chavismo y oposición. También de Nicaragua, donde la Iglesia participa de manera activa tanto en la búsqueda de una salida pacífica al régimen despótico de Daniel Ortega, como en la denuncia de atropellos a sus críticos, la causa que le ha convertido en diana de sus ataques. Y será importante la referencia a Honduras, con el drama de la extrema violencia y la pobreza, gérmenes ambos de las caravanas de familias migrantes que recorren cientos de kilómetros rumbo a Estados Unidos para buscar nuevos horizontes.
Su reunión de la mañana del jueves con ochenta prelados centroamericanos podría ser el escenario para esas declaraciones de tinte político. Horas antes, en su primer acto oficial del JMJ, sostendrá una breve reunión privada con el Presidente panameño, Juan Carlos Varela, en «El Palacio de las Garzas», para dirigirse a continuación al Ministerio de Asuntos Exteriores. Desde su sede, el Palacio Bolívar, pronunciará el discurso inaugural.
Panamá, uno de los destinos favoritos de los emigrantes latinos, ha abierto a Francisco sus puertas de par en par. El Presidente Varela, hombre devoto, se empeñó en conseguir que su país fuera la sede de un encuentro religioso al que se inscribieron doscientos mil fieles de 156 países. Para logarlo, pasó en Roma varios días de la Semana Santa del 2018 haciendo lobby ante la diplomacia vaticana.
Su decisión ha tenido buena acogida no solo entre los católicos que decidieron hospedar en parroquias y hogares a los peregrinos, también las comunidades judías, musulmanas y cristianas han ofrecido su colaboración para atenderles. Voluntarios islámicos repartirán botellas de agua fría junto a la mezquita Jummah Masjid, a escasos metros del paseo marítimo de la capital, donde tendrán lugar actos multitudinarios. La protestante Balboa Union Church ha prestado sus instalaciones para las catequesis -que darán 380 obispos en veinticinco idiomas- y la sinagoga de la Congregación Kol Shearith Israel albergará a cincuenta chicos polacos.
La mayoría de los participantes son latinoamericanos, en especial de Panamá, Costa Rica, México y Colombia. De Europa llegaron delegaciones de Polonia, el anterior país anfitrión, Suiza, Italia y unas pequeñas procedentes de España y diversas naciones. La intención de la Santa Sede, a partir de ahora, es celebrar Jornadas con un enfoque regional más que mundial, a fin de abordar las problemáticas específicas de cada zona.
El futuro de la Iglesia
A lo largo de los estos días irá desgranando las conclusiones del Sínodo de los Obispos sobre los Jóvenes, celebrado en octubre en Roma, con participación de expertos de todo el mundo, que realizó un diagnóstico de la situación de la Iglesia hacia el futuro.
«Se puede marchitar Europa, con descenso de vocaciones, pero hay un florecimiento en África. El 35% los estudiantes de las Universidades pontificias son africanos. Nunca se apagan todas las luces», le dice a este diario César Mauricio Velázquez, ex embajador de Colombia ante la Santa Sede.
En cuanto a los abusos sexuales, uno de los demonios vaticanos que planeará sobre la Jornada, el Papa ratificará la voluntad de la Iglesia de que ningún delito quede impune, una exigencia que desde hace tiempo gritan miles de víctimas en diversas partes del planeta.
Pero, sobre todo, pretenden poner sobre la mesa las inquietudes y angustias de los jóvenes y las esperanzas que ofrece la religión para superarlos. En la Eucaristía que abría para los peregrinos la JMJ, monseñor José Domingo Ulloa, Presidente de la Conferencia Episcopal panameña, recordó que será un encuentro destinado, sobre todo, «a la juventud de las periferias existenciales y geográficas. Anhelamos que sea un bálsamo para la difícil situación con la que conviven sin esperanzas muchos de ellos, especialmente la juventud indígena y afro-descendiente, la juventud que migra por la casi nula respuesta de sus países de origen, que los lanzan a cifrar sus esperanzas en otros países, exponiéndolos al narcotráfico, la trata humana, la delincuencia y tantos otros males sociales».