10 junio 2020 –
Por: Ómar Rincón- El Tiempo –
Foto: César Sánchez Carreño –
Estamos preocupados por la calidad periodística, la sostenibilidad de los medios, las condiciones laborales de los periodistas y la libertad de expresión como definidora de la democracia. Pero la solución de una tarjeta profesional para el ejercicio del periodismo no sirve, evita ir a la pepa de la crisis y atenta contra la libertad de expresión.
Otra vez vuelve la burra al trigo, otra vez Afacom, la Asociación de Facultades de Comunicación Social, quiere convertirse en ‘dador’ de permiso para ejercer el periodismo, y el Senado, otra vez a jugar en contra de los derechos.
1. La tarjeta profesional atenta contra la libertad de información y censura el derecho colectivo de expresión de todos los ciudadanos.
2. La tarjeta profesional para ser periodista discrimina a los ciudadanos que no pueden estudiar y a los que no estudiaron comunicación social y/o periodismo para expresarse y participar en la vida pública.
3. Una tarjeta profesional no asegura periodismo de calidad. La libertad de expresión sí asegura la diversidad y pluralidad de opiniones e información.Por estas razones, entre muchas otras, AMI, la Asociación Colombiana de Medios de Información, la Fundación Gabo, la Flip (Fundación para la Libertad de Prensa), Consejo de Redacción y la Alianza por el Acceso a la Información y la Libertad de Expresión consideran que este proyecto de ley debe ser archivado y acatar la Constitución y los fallos de la Corte Constitucional.
La solución de la crisis laboral de los periodistas no está en la tarjeta profesional. Muchos análisis y experiencias de vida han documentado que en la formación de periodistas que hacen las facultades de Comunicación hay un problema de fondo. Solucionarlo vía la tarjeta profesional significa no asumir el autoexamen y buscar desde la academia contribuir a la reinvención del oficio del periodismo.
Hay que solucionar la simulación que dice que un comunicador es un periodista. No, un comunicador es un estratega, un estudioso de los mensajes y las audiencias, un crítico de medios, pero no es un periodista por haber recibido 8 cursos en una carrera.
Cada vez parece haber más un consenso de que el periodismo es una profesión de posgrado, ya que es un oficio que requiere antes una formación de la cabeza, la mirada y la conciencia crítica de mundo, y eso lo da una profesión.
En la misma línea habría que preguntarse cómo las facultades de comunicación han convertido la convergencia digital en experiencia de formación cuando siguen haciendo asignaturas independientes para cada medio; preguntarse si la libertad de expresión, las condiciones laborales y la economía de medios y del oficio hacen parte de sus cursos.