El regaño de 250 científicos a los periodistas

19 Julio 2019.

Tomado de: Pixabay.

En una carta, decenas de investigadores hacen un llamado de atención a la manera en que los medios se están acercando a la ciencia. Advierten que hay asuntos sobre los que hay consenso tras años de estudios y que no merecen cuestionamientos. La efectividad de las vacunas y el rol del humano en el cambio climático, algunos de ellos.

Tomado de: El Espectador.

Esta semana todos los medios de comunicación dedicaron un espacio para conmemorar los 50 años de la llegada del hombre a la Luna. Algunos, con la ayuda de científicos, hicieron grandes especiales recordando cómo se había gestado esa hazaña. Astrofísicos, astrónomos, físicos, diseñadores, programadores y periodistas interesados en hacer divulgación de la ciencia se unieron para presentarle a la audiencia los detalles de lo que ocurrió hace cinco décadas.

Sin embargo, otros medios prefirieron eludir la evidencia y dejarse llevar por las teorías de conspiración sobre el alunizaje, siempre atractivas, pero siempre mentirosas. Un popular programa de noticias en una emisora, por ejemplo, insistió en recoger opiniones el 16 de julio con el hashtag #LlegamosONoLlegamos. “Hoy se conmemoran 50 años desde que el hombre llegó a la luna, sin embargo hay muchos que creen que esto fue un montaje. ¿Usted de qué lado está?”, trinó su director.

Días atrás, el programa Más allá de Red+ también le había apostado a hacerle propaganda a la pseudociencia en un capítulo en el que dos invitados que poco sabían de ciencias de la salud hablaban de una extraña categoría llamada “Medicina cuántica”. Varios científicos colombianos criticaron con dureza a su director por hacerle publicidad a los charlatanes que usan términos sofisticados para confundir y aprovecharse de la audiencia. “Una vergüenza”, escribió uno de ellos en Twitter.

Estos dos ejemplos se repiten con frecuencia en los medios de comunicación. Programas de televisión sobre estudios con conclusiones sospechosas; artículos que dedican grandes espacios a los negacionistas del cambio climático, a las terapias homeopáticas y a los movimientos antivacunas son otros de los casos que muestran el gran abismo que suele haber entre el periodismo y la ciencia.

Las consecuencias pueden ser desastrosas. La mejor muestra fue lo que sucedió en Colombia con la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), culpable del cáncer de cuello uterino. Tras los informes de los comunicadores que culpaban sin argumentos a la vacuna de algunos desmayos en Carmen de Bolívar, las tasas de vacunación se desplomaron. A finales de 2018 no llegaban ni siquiera al 20%. Fue, como tituló este diario en septiembre de 2016, una “tragedia informativa”, donde había un principal culpable: los periodistas.

Por todo esto es que no parece descabellada la carta que publicaron varios científicos en medios franceses. Agrupados en un colectivo llamado No Fake Science, han recopilado firmas de 250 científicos para hacer un llamado sobre un problema que los inquieta: “el tratamiento actual de la información científica en los medios de comunicación”.

“No Fake Science está alarmado por las consecuencias perjudiciales que un mal manejo de la información científica por parte de los medios puede tener en términos de salud pública, ecología o economía”, dicen en su página web.

La carta, publicada por medios como Le Soleil, La Libre y L’Opinion, es contundente. “Nosotros, científicos, periodistas y ciudadanos interesados lanzamos un grito de alerta sobre el tratamiento de la información científica en los medios de comunicación (…) Solicitamos a los medios que los temas científicos puedan retornar a todos sin la distorsión sensacionalista, ni ideológica”, escriben en los primeros párrafos.

Más adelante, apuntan: “Los periodistas tienen una gran responsabilidad ya que, tanto de la libertad que tienen como de la calidad de la información entregada, depende de la calidad del debate público y de las opciones que se deriven. El método científico, por su parte, permite producir un conocimiento confiable que puede servir como base de reflexión para políticas públicas”.

Su gran inquietud es que los periodistas no están trabajando de la mano de los científicos y, por el contrario, están omitiendo consensos a los que ha llegado la ciencia tras años de investigación para darle paso a las opiniones. Explican su punto con un ejemplo: “No es deseable dar tanto peso a un hecho científico debidamente establecido como a su negación. Sería impensable, por ejemplo, que después de quince minutos de un sujeto en la estación espacial internacional, demos quince minutos de antena a los seguidores de la Tierra plana”.

A sus ojos, hay, entre todos los temas inquietantes, unos verdaderamente preocupantes sobre los que hay  consenso científico. En el área de la salud, dicen, es claro el beneficio de la vacunación y la falta de evidencia de la eficacia de los productos homeopáticos.

Para el caso de la agricultura, mencionan dos puntos: “El hecho de que un organismo sea genéticamente modificado no representa en sí mismo un riesgo para la salud”. “En las exposiciones laborales y alimentarias actuales, las diversas autoridades responsables de evaluar el riesgo asociado con el uso de glifosato consideran poco probable que presente un riesgo carcinogénico para los humanos”.

Finalmente, se refieren a un tema sobre el que, dicen, no debería haber dudas: “El cambio climático es real y principalmente de origen humano”. “La energía nuclear es una tecnología de baja emisión de CO2 y puede contribuir a la lucha contra el cambio climático”.

Su última conclusión resume su postura: “Pensemos juntos en cómo dar a la ciencia el lugar que merece”, indican. “Por un debate público sereno y racional, por el bien de nuestra vida política, para nuestros conciudadanos”.