¿En qué país vivimos?

Lucy Nieto de Samper

Todos tenemos que contribuir a que la paz se consolide y a que este llegue a ser un país más justo.

Después de más de medio siglo de una guerra fratricida, las Farc-EP, el grupo armado más antiguo y numeroso, y el que más muertes, secuestros, tragedias y víctimas les ha causado a las familias colombianas, comenzará a entregar sus armas a Naciones Unidas. Y ya están listos los grandes contenedores en donde las armas serán depositadas, luego de ser reconocidas, certificadas y enumeradas. Y cuando esté completa la lista del arsenal depositado, el cargamento se transportará para luego fundir ese armamento. Y, una vez fundido, ese metal se aprovechará, como se ha dicho mil veces, para construir tres monumentos en homenaje a la paz.

Esa extraordinaria noticia, que necesitó 6 años de duras negociaciones en La Habana para poder convertirse en una realidad que gran parte del pueblo colombiano esperaba y celebra, no ha tenido el impacto nacional esperado. En parte, porque han sonado más las peloteras entre políticos que piensan más en sus propios intereses que en lo que le conviene y necesita el país, y en parte porque los medios de comunicación han divulgado más los problemas que se han presentado por no tener listas a tiempo las zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN).

Esos problemas tenían que presentarse, pues los preparativos para acoger a los desmovilizados se suspendieron por obra y gracia del plebiscito, que le dijo no al acuerdo de paz… Y solo se reanudaron en diciembre, después de que Gobierno y Farc firmaran el Acuerdo Final. Entonces se continuó con los trabajos. Y como lo han explicado el doctor Córdoba, gerente de las zonas; el doctor Vélez, secretario de la Presidencia; el doctor Rafael Pardo, ministro del Posconflicto, y el doctor Sergio Jaramillo, alto comisionado para la Paz, a toda máquina se están montando y acondicionando las 26 zonas veredales.

Y no se trata de endebles cambuches, sino de buenos vivideros, que además incluyen aulas, salones, centros de salud, etc., todos dotados de agua, luz y servicios varios. En realidad son como minipueblos, con todo lo necesario. Y completamente seguros, porque el Ejército está ahí, vigilando y protegiendo a los excombatientes. En esas zonas, el Estado está presente por primera vez. Empieza a haber país en donde nunca lo hubo.

Todo eso es lo que Colombia tiene que celebrar. En particular, que más de 6.000 milicianos hayan dejado de disparar y que el conflicto, por fin, haya terminado. Y todos tenemos que contribuir a que la paz se consolide y a que Colombia llegue a ser un país más justo, más sano, más acogedor, más visitado por los turistas y más seguro. Ponerle fin a más de medio siglo de lucha armada es una victoria que los colombianos deberían celebrar con más entusiasmo.
Los políticos

Los partidos políticos y sus jefes cada vez pesan menos en la historia nacional. Y mientras sus caudas se reducen, se multiplican los ciudadanos sin partido. Que la abstención en las votaciones democráticas llegue casi al 70 por ciento demuestra la poca importancia que tienen los partidos y la poca influencia de los jefes políticos en la masa de colombianos.

Por eso, las reformas que propuso el ministro Juan Fernando Cristo cayeron como un balde de agua fría. Unos dicen que es una capa de humo para desviar la atención del país de temas muy preocupantes y otros dicen que Cristo quiere ganar puntos para su futura campaña presidencial. Como dicen los niños, tacó burro el Ministro. Su salida en falso más bien le quito puntos. Así las cosas, ¿qué pasará en las próximas elecciones? Los votantes debemos saber elegir y saber votar. Ojalá no terminemos como en USA, con otro Trump.
LUCY NIETO DE SAMPER
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Tomado de:El Tiempo.com