20 Agosto 2019.
Por: Juan José García Posada / El Colombiano.
Antonio Nariño nos fundó hace más de doscientos años un modelo de periodismo de opinión que en tiempos de intolerancia y negación de la libertad le valió largos años de cárcel. Ese periodismo empezó con las primeras ediciones del Papel Periódico de Santafé de Bogotá que editara en 1791 don Manuel del Socorro Rodríguez, funcionario al servicio del Virrey Ezpeleta. En el tercer número apareció el primer artículo de Nariño, titulado Los frutos del árbol noble. Después, en diciembre de 1793, el llamado precursor tuvo la temeridad de traducir Los derechos del hombre y reproducirlos en cien ejemplares. Ahí comenzaron sus conflictos con la autoridad y ocurrió su primera detención como “reo de alta traición”.
Mucho más adelante y en tiempos de la que denominó como Patria boba, cuando se agitaban el federalismo y el centralismo que él defendía, Nariño dirigió dos publicaciones que llevan en sus nombres el picante periodístico: La bagatela y Los toros de Fucha.
Era el periodismo político en su apogeo, como lo dije en ponencia para la tertulia y el programa Coloquio de los Libros por Radio Bolivariana al recordar el ejemplo de Nariño, en estos días de profusión de trabajos históricos sobre el nuevo Bicentenario. Periodismo político, enriquecido por la vocación intelectual y humanística de casi todos sus orientadores y por el componente polémico, más que por los conceptos de noticia y actualidad, todavía muy incipientes. Nariño era más que un divulgador. Se le ha atribuido el carácter de pensador. Sus escritos constituían sesudas reflexiones filosóficas.
Desde el origen del periodismo, la política le ha sido inseparable, consustancial, no sólo en estas latitudes sino en Europa y Estados Unidos. La propagación entonces intrépida y peligrosa de las ideas de la modernidad y la racionalidad ilustrada y la formación de conciencia independentista habrían sido imposibles sin la circulación de periódicos, tanto en los Estados Unidos hasta llegar a la fecha clave del 4 de julio de 1776, como en la Revolución Francesa del 14 de julio de 1789.
Gran parte de la razón de ser de un periódico era y creo que sigue siendo hacer política de la buena, de la mejor, en el máximo concepto, como contribución eficiente al bien común, a la búsqueda de verdad y sentido, a la interpretación honorable de la realidad, con independencia crítica para fiscalizar y cuestionar el poder y sus perversidades y disparates, o para reconocerle sin mezquindades sus aciertos, y sin sometimiento servil a ningún partido, ideología o mandamás visible o solapado.
Nariño marcó la tónica del periodismo de opinión y dio testimonio pleno de coherencia, hasta el extremo del sacrificio de intereses personales. Su vida y su obra forman un capítulo pendiente por ejemplar de la historia nacional.