5 diciembre 2019 –
Avianca cumplirá este jueves un aniversario especial. Celebrará su primer siglo de operaciones, resultado de una prometedora aventura que la llevó a atravesar los cielos del mundo en un largo vuelo. Remata un centenario histórico, llevando el nombre del país a cuestas, y da inicio al conteo de un nuevo ciclo cargado de expectativas inciertas, frente a un panorama complejo y en medio de una situación con ribetes de crisis.
Su trayectoria no ha sido nada fácil dentro de un mercado extremadamente competitivo, repleto de vicisitudes, en el que ha debido sortear, aparte de inmensos nubarrones, fuertes turbulencias y vientos cruzados. Son muchos sus años de gloria, aunque sus últimas décadas han estado marcadas por los altibajos. Después de resurgir como el ave Fénix bajo la mano del empresario Germán Efromovich, quien en 2004 la saco del borde de la bancarrota y la trepó a las alturas del mercado accionario de la Bolsa de Nueva York, inició la que fue su última etapa expansiva, para ubicarse como la segunda más importante de la región.
Sin embargo, la dicha no duró tanto. Las contingencias del mercado, los aumentos en los precios de los combustibles y el debilitamiento de las monedas latinoamericanas, sumado a un exceso de inversiones para su modernización, a riesgosos y fallidos negocios del mismo Efromovich a través de otras aerolíneas y empresas de su propiedad e, incluso, a sus enfrentamientos con algunos socios estratégicos, terminaron por desestabilizarla y convertirla en prenda de garantía de un millonario e incumplido préstamo con United Continental Holding, poderoso grupo que finalmente asumió el control de las acciones, a través de United Airlines.
Es así que con nuevo gobierno corporativo, la compañía se prepara para continuar el itinerario hacia su próxima escala en el tiempo, luego de considerarse este -que está a punto de terminar- un año de transición. Durante varios meses ha estado sometida a un proceso de transformación y fuertes ajustes, que sus directivos observan con optimismo, basados en la tendencia positiva del reciente trimestre, que cortó la racha de los dos primeros. Dentro del sombrío escenario, Avianca Holding mejoró sus cifras durante el último período, con ingresos operativos por US$1.200 millones y pérdidas acumuladas de US$516 millones.
Son varias las acciones que se han tomado para mejorarle a la aerolínea su liquidez y sus márgenes de rentabilidad. Desde la priorización de inversiones, la reducción de su presencia en mercados de baja rentabilidad, el rediseño de rutas e itinerarios y la búsqueda de acuerdos comerciales, hasta la concentración en la médula del negocio, es decir, en la prestación de los servicios de transporte aéreo de pasajeros y de carga. Durante los últimos meses, Avianca Holdings canceló rutas internacionales y nacionales, vendió empresas nada estratégicas para su unidad de negocios, suspendió pedidos de fábrica con Airbus y aplazó por algunos años la entrega de aeronaves.
El obligado proceso para consolidar la empresa, revertir las pérdidas financieras y restaurar la confianza de los inversionistas tomará algún tiempo y no será, seguramente, el próximo año cuando los frutos empiecen a madurar. Se espera que para 2021 la aerolínea presente señales de fortaleza y alcance su nivel de estabilidad.
Avianca no solo inmortaliza huella en los anales de la aviación, por ser la compañía aérea más antigua del continente y la segunda en el mundo, sino marca también un capítulo fundamental en la historia colombiana. Desde su despegue, el 5 de noviembre de 1919, cuando irrumpió con el nombre de Scadta, ha contribuido decisivamente al progreso y al desarrollo del país. Y, quizás, su principal hazaña ha sido lograr enfrentar los desafíos de la liberación del transporte aéreo, que ha sacado sin contemplaciones del mercado a tantas aerolíneas de su prestigio y tradición.
Su servicio en los últimos tiempos no ha sido el mejor. En el otoño de su primer centenario desapareció la eficiencia y cordialidad que a tantos usuarios enamoró en épocas añejas, cuando, entre otras cosas, nos sedujo con sus atractivas azafatas de ruana roja, junto a su legendario lema publicitario de ‘Viaje ahora y pague después’.
Se espera, entonces, que los cambios y ajustes disipen los nubarrones que ponen en aprietos su supervivencia y le enderezcan la trayectoria, sin pasarse por la ruana –roja, desde luego– el cariño nacional. Aunque parezca que ya no nos pertenece, Avianca seguirá siendo nuestra y los colombianos brindaremos por los buenos vientos en la continuación de su vuelo hacia un nuevo y exitoso siglo, ojalá siguiendo el sabio consejo de cambiar ahora y celebrar después.
Posdata. Avianca nació en Barranquilla bajo el nombre de Scadta, por iniciativa de los alemanes Werner Kaemerer, Stuart Hosie y Albert Tietjen, y los colombianos Ernesto Cortissoz (padre), Rafael Palacio, Julio Lozano (padre), Cristóbal Restrepo, Jacobo Correa y Arístides Noguera. Después de dos décadas de operaciones, el 14 de junio de 1940 se transformó en Aerovías Nacionales de Colombia S. A.
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