14 enero 2020 –
Tomado de: RSF.
Cuando se cumplen cinco años del ataque a la revista francesa ‘Charlie Hebdo’, en el que murieron 12 personas, entre ellos ocho trabajadores de la publicación, Reporteros Sin Fronteras (RSF) y dos relatores especiales de la ONU hicieron este 6 de enero un llamamiento a gobiernos y organizaciones internacionales para que se proteja de la intolerancia religiosa a los periodistas.
El secretario general de RSF, Christophe Deloire, el relator especial sobre libertad de religión o creencias, Ahmed Shaheed, y el relator especial sobre libertad de expresión y opinión, David Kaye – que habló por videoconferencia desde California-, hicieron el llamamiento conjunto en una rueda de prensa celebrada el 6 de enero en París y a la que también asistieron el abogado de Charlie Hebdo, Richard Malka, y la directora de activismo de Humanists International, Elizabeth O’Casey.
Deloire, Shaheed y Kaye condenaron el aumento de la intolerancia religiosa y, en general, del discurso de odio, que es responsable de violaciones institucionales contra los derechos de los periodistas y de agresiones físicas contra ellos. Destacaron el estrecho vínculo entre la libertad de religión o de creencias por un lado, y la libertad de opinión y expresión por el otro, en el Plan de Acción de Rabat y en el trabajo del Comité de Derechos Humanos de la ONU.
Sobre todo, pidieron que los temas relacionados con la intolerancia religiosa se incluyan en las iniciativas prescriptivas y las acciones internacionales para proteger a los periodistas. Esto significa que los estados miembros de la ONU deberían despenalizar la «blasfemia» de acuerdo con los comentarios del Comité de Derechos Humanos de la ONU, el plan de acción de Rabat y la Resolución 16/18 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de marzo 2011. Estos temas deberían incluirse en las próximas resoluciones de la ONU sobre la protección de los periodistas, y se debería poner un enfoque particular en ellos, en la Estrategia y Plan de acción sobre el discurso de odio que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó en junio 2019.
«No se han aprendido las enseñanzas del ataque a Charlie Hebdo«, dijeron, cinco años después del ataque del 7 de enero de 2015. «Recordamos a los jefes de Estado y de gobierno -incluidos aquellos que marcharon contra el terrorismo y por la libertad de expresión por las calles de París el 11 de enero de 2015- que no solo es importante proteger a los periodistas y a los caricaturistas, sino también proteger su derecho a criticar los sistemas de pensamiento «.
«Ni las resoluciones de la ONU sobre la protección de los periodistas aprobadas por el Consejo de Seguridad, ni las de la Asamblea General ni las del Consejo de Derechos Humanos mencionan una sola vez el asunto del peligro que la intolerancia religiosa representa para los periodistas», apuntó Christophe Deloire. «Ya sea por equivocación o por omisión deliberada, esta falta de referencia a una de las amenazas más graves para el periodismo debe rectificarse para estimular la movilización internacional».
«La blasfemia está en el centro de los derechos humanos y no creo que pueda haber democracia ni derechos humanos si no puedes blasfemar», dijo Richard Malka, de Charlie Hebdo, quien expresó su preocupación por el aumento del miedo tras la matanza. «¿Quién se atreve aún a criticar religiones? «, preguntó y agregó: «Es necesario reconocer el derecho a blasfemar y usar el derecho al blasfemar».
«Cinco años después, sin embargo, hay signos preocupantes de que es posible que no estemos tan comprometidos con la defensa de la libertad de expresión como afirmamos después de los ataques», dijo Ahmed Shaheed, relator especial sobre la libertad de religión o de creencias. «Por supuesto, sería importante eliminar las restricciones ilegítimas de la libertad de expresión. También debemos priorizar aquellos países donde estas leyes se usan con mayor frecuencia y violencia», agregó.
«La posibilidad de debate no debería ser únicamente una prerrogativa de las sociedades democráticas», señaló David Kaye, lamentando el hecho de que «las leyes contra la blasfemia se utilizan en algunas partes del mundo como una forma de reforzar las amenazas».
«En vísperas del quinto aniversario del horrible ataque a Charlie Hebdo -un ataque a la disidencia, a la libre expresión, al derecho a la burla y a decirle la verdad al poder- quiero subrayar que no solo existe el derecho legal de criticar a cualquier sistema de pensamiento sin restricción por las creencias o las sensibilidades de otros, sino que semejante crítica es necesaria » señaló la directora Humanists International, Elizabeth O’Casey. «Tenemos que defender el discurso que molesta a las personas, que desafía a las personas, que hace que la gente piense y cuestione el status quo y nuestras estructuras de poder «, agregó.
La comisión internacional creada a iniciativa de RSF e integrada por 25 personalidades -entre ellas los premios Nobel Shirin Ebadi, Mario Vargas Llosa, Amartya Sen y Joseph Stiglitz-, emitió una Declaración sobre Información y Democracia el 5 de noviembre de 2018. Esta última, inspiró el Pacto Internacional de Información y Democracia que firmaron 30 países durante la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2019.
«La libertad de expresión es un derecho fundamental de las personas a expresarse», proclama la Declaración. «Incluye el derecho a criticar a cualquier sistema de pensamiento y no puede verse limitado por las creencias o sensibilidades de los demás, según las normas internacionales de la libertad de expresión y con el debido respeto a los derechos y la reputación de los demás».
Escasos progresos en la despenalización de la blasfemia desde 2015
Desde la manifestación por la libertad de expresión y contra el terrorismo por parte de 56 jefes de Estado y gobierno y líderes de organismos internacionales en París, el 11 de enero de 2015, ha habido pocos avances internacionales en la despenalización de la blasfemia.
Después de años de disputas diplomáticas sobre la «difamación de religiones», el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en la resolución 16/18, del 24 de marzo de 2011, comprometió a todos los países a combatir la intolerancia religiosa mediante la promoción de los derechos a la libertad de expresión, libertad de religión o de creencias, y la no discriminación, que son interdependientes y se refuerzan mutuamente. En Estambul se inició un proceso internacional en 2011 y en Rabat un plan de acción en 2012.
Desafortunadamente, poco se ha logrado como resultado de estas iniciativas. Según el Informe de Libertad de Pensamiento de Humanists International, solo ocho países han derogado Leyes de «blasfemia» desde 2015, y las leyes de otros 69 países continúan penalizando la blasfemia. En Arabia Saudí se castiga con castigos corporales y, en Egipto, con prisión o ejecución. Los acusados de blasfemia se enfrentan a una posible sentencia de muerte en otros seis países: Mauritania, Brunéi, Pakistán, Irán, Afganistán y Somalia. La apostasía, un cargo presentado en ocasiones contra periodistas y dibujantes, está penalizada en 18 países. Los «apóstatas» afrontan una posible sentencia de muerte en 12 de ellos.
Contrariamente a la resolución de marzo de 2011, algunas leyes contra la blasfemia incluso han sido reforzadas. Bajo el nuevo código penal de Brunéi, aprobado en 2019, la blasfemia, la apostasía, la homosexualidad y el adulterio se castigan con palizas, azotes o la muerte. El artículo 306 del código penal de Mauritania ha sido reemplazado por nuevas provisiones para una sentencia de muerte automática en casos de «declaraciones blasfemas» o apostasía.
Es en Europa donde el proceso de despenalización de la blasfemia ha progresado más desde 2015. Noruega había comenzado en 2009, pero hasta después de los asesinatos de Charlie Hebdo no derogó su ley de blasfemia. El Partido Pirata de Islandia convenció a su Parlamento para derogar su ley de blasfemia en una sesión en julio de 2015 en la que tres miembros del partido tomaron la palabra por turnos y pronunciaron la frase «Je suis Charlie». En Francia, la blasfemia estaba despenalizada desde 1881, excepto en Alsacia Mosela, donde finalmente dejó de ser delito en 2017. Otros seis países han derogado sus leyes de blasfemia desde 2015: Malta en 2016; Dinamarca en 2017; Irlanda (por referéndum) en 2018 y, en 2019, Canadá (en febrero), Nueva Zelanda (marzo) y Grecia (julio).
Si bien la penalización de la blasfemia en el sentido más estricto tiende a desaparecer en Europa, insultar a las creencias religiosas u ofender sentimientos religiosos todavía es delito en algunos países. En una decisión altamente cuestionable, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos refrendó la condena por blasfemia a un miembro de la de la extrema derecha austríaca, por referirse desfavorablemente al Profeta Mahoma. ¿Este precedente judicial significará que las caricaturas de los profetas ya no están permitidas? ¿Podría usarse contra Charlie Hebdo? Lamentablemente, la pregunta está abierta.
Grilletes religiosos sobre las noticias y la información
Mientras el mundo entero seguía la búsqueda de los asesinos de Charlie Hebdo el 9 de enero de 2015, a miles de kilómetros de distancia, las autoridades sauditas, que habían condenado el ataque contra Charlie Hebdo, estaban dándole latigazos a Raif Badawi, un bloguero de 31 años, por ejercer su derecho a la libertad de expresión y a la libertad de opinión. Le propinaron 50 de los 1.000 latigazos a los que fue sentenciado en noviembre de 2014, además de a una condena de diez años de prisión, por los cargos de apostasía e insulto al Islam en su web sobre laicismo. Aunque respaldado por muchos países, Badawi todavía está en prisión.
Por reproducir una caricatura de Mahoma con una lágrima en el ojo y sosteniendo un cartel que decía «Yo soy Charlie», los columnistas turcos Hikmet Cetinkaya y Ceyda Karan del periódico Cumhurriyet, fueron sentenciados en 2016 a dos años de prisión por «incitación al odio» e «insulto a los valores religiosos”. Siguen esperando a que tenga lugar su apelación.
El bloguero egipcio Sherif Gaber fue detenido en octubre de 2013 acusado de difundir online «ideas ateas» y fue sentenciado a un año de prisión en 2015 por «defender el ateísmo». Después de obtener permiso para apelar contra su condena a cambio de depositar una gran suma de dinero, se escondió para evitar tener que cumplir la sentencia de prisión. En enero de 2019 publicó un vídeo en YouTube titulado «Ayúdame a escapar de Egipto».
Limon Fakir, un bloguero crítico de Bangladesh que escribió sobre el fundamentalismo islámico, fue torturado por la policía durante dos semanas después de ser arrestado en abril de 2017. Finalmente fue acusado de «lenguaje difamatorio contra el Profeta» bajo la notoria sección 57 de la Ley de Tecnología de la Información y la Comunicación, que a menudo se usa para amordazar a los blogueros y periodistas en Bangladesh. Todavía se enfrenta a una posible sentencia de 14 años de prisión. Asas Noor, otro bloguero bangladesí huyó a India después de ser arrestado en enero de 2018 por escribir artículos considerados críticos con el Islam. También se enfrenta a una posible sentencia de cárcel de 14 años.
En Irán, desde 1979, cientos de intelectuales, incluidos periodistas y periodistas ciudadanos, han sido detenidos, juzgados y condenados a largas penas de prisión, e incluso ejecutados, bajo la acusación de insultar «lo que es más sagrado en el Islam, los santos imanes chiitas y el Corán». El trato al fotógrafo de Teherán Soheil Arabi, galardonado con el Premio RSF a la Libertad de Prensa 2017 en la categoría de periodista ciudadano, es típico de la ferocidad de esta persecución. Confinado en aislamiento durante meses después de su detención, en diciembre de 2013, sigue detenido nueve años después. Es uno de los diez periodistas que se encuentran actualmente en prisión, ya sea en espera de juicio o cumpliendo condenas, por cargos de blasfemia.
La puesta en libertad, en julio de 2019, de Mohamed Cheikh Ould Mohamed Mkhaïtir, el bloguero mauritano que primero fue condenado a muerte en diciembre de 2015 por apostasía e insultos al profeta Mahoma y luego fue retenido durante más de cinco años, ofreció un rayo de esperanza para otras víctimas y para todos aquellos que, como RSF, lo habían apoyado durante sus casi seis años de detención.
Violencia de individuos o de grupos armados
Cinco años después del ataque contra Charlie Hebdo, la amenaza de violencia contra quienes discuten la religión o se burlan de ella no ha disminuido, e incluso está siendo amplificada por las redes sociales. En otras palabras, los periodistas están amenazados por la legislación, por grupos armados o por ambos.
En abril de 2018 se presentó una acusación penal por «herir sentimientos religiosos» contra Swathi Vadlamudi, periodista india del periódico The Hindu, por dibujar una caricatura de dos dioses hindúes. Al mismo tiempo, hubo una campaña de acoso en línea y amenazas de muerte contra ella. Incluía vaticinios de que ella sufriría el mismo destino que Gauri Lankesh, la célebre editora de periódicos que fue asesinada a tiros en septiembre de 2017, probablemente por nacionalistas hindúes.
La situación es igual de mala, si no peor, en Bangladesh. El editor del diario Bhorer Kagaj, Shyamal Dutta, y su personal fueron recientemente amenazados de que serían ahorcados en público. Muchos blogueros ateos han sido asesinados en Bangladesh desde 2013. Entre ellos se cuentan Ahmed Rajib Haider, golpeado hasta la muerte por militantes en febrero de 2013 después de publicar en Internet comentarios sobre fundamentalismo religioso. En 2015, fueron asesinados cuatro blogueros conocidos por defender la tolerancia, la libertad de expresión y el libre pensamiento en sus publicaciones: Avijit Roy, fundador la web de noticias Mukto-Mona; el bloguero Washiqur Rahman; el periodista ciudadano Ananta Bijoy Das y el reportero digital Niloy Neel. Al joven periodista ciudadano Nazim Uddin Samad lo mataron a tiros en abril de 2016 por defender el laicismo en sus escritos. Las investigaciones policiales sobre estos asesinatos están en punto muerto y ninguna ha acabado en condena. El librepensador Shahjahan Bachchu, bloguero y editor del semanario Amader Bikrampu, se encuentra entre las últimas víctimas. Defensor de la tolerancia religiosa, llevaba años amenazado por grupos yihadistas e islamistas radicales. Fue asesinado a sangre fría por pistoleros enmascarados en junio de 2018.
En Pakistán, las acusaciones de blasfemia terminaron trágicamente para Mashal Khan en abril de 2017. Tenía 23 años y estudiaba periodismo. Después de un debate sobre religión, otros estudiantes lo acusaron de insultar al Islam: un grupo de compañeros lo sacó de su residencia universitaria al día siguiente y lo golpeó hasta la muerte a plena luz del día. Los vídeos de su asesinato mostraron un estilo de linchamiento y un tipo de “justicia” que a menudo se asocia con grupos islamistas como los talibanes o el Estado Islámico.
En Jordania, el escritor cristiano Nahed Hattar fue asesinado a tiros en 2016. Había sido encarcelado por el rey Hussein en la década de 1980 por criticar a la monarquía y había escapado por poco a un intento de asesinato en 1988. Un hombre armado acabó por dispararle en la calle en septiembre de 2016 cuando se dirigía a la corte donde lo estaban juzgando por compartir una caricatura en Facebook que se burlaba de la visión yihadista del Estado Islámico sobre Dios y el paraíso.
Incluso en Francia hay periodistas con protección policial a causa de las amenazas vinculadas a la intolerancia religiosa. Cinco años después de los atentados, aún llevan protección policial ex periodistas de Charlie Hebdo y actuales integrantes de la revista, que también ha pagado su precio por las continuas amenazas: ha tenido que gastar cada vez más en seguridad a pesar de que ha perdido la mayoría de los lectores adicionales que ganó inmediatamente después de los asesinatos.
Los ex periodistas de Charlie Hebdo siguen amenazados. El ex editor Philippe Val tiene escolta policial desde que publicó las famosas caricaturas de Mahoma en 2006. Aunque no ha trabajado para Charlie Hebdo desde 2009, sigue siendo un objetivo favorito para grupos fundamentalistas. La protección de la ex periodista de Charlie Hebdo Zineb el Rhazaouia, se reforzó nuevamente en diciembre porque seguía recibiendo amenazas de muerte y llamadas de los fundamentalistas que dicen que la golpearán o la violarán.