La COVID-19 y la caída de la publicidad ponen a prueba el periodismo de calidad

23 julio 2020 –

Por: Cambio.16 – España –

La pandemia de la COVID-19 es la historia más grande en una generación. No es de sorprender que para la mayoría de los periódicos y sitios de noticias haya generado un número récord de lectores. Sin embargo, la prensa no solo está cubriendo el drama mundial. También se está convirtiendo en una de sus víctimas más notorias.

En este contexto de estrechuras económicas tantos obstáculos de movilidad, el periodismo de calidad, el que brinda información confiable, es cada vez más necesario, pero se le hace más difícil abrirse camino.

La disminución en la publicidad fue rápida, ya que las empresas redujeron el gasto debido al impacto económico de la COVID-19. Para una industria del periodismo que ya estaba debilitada, el impacto fue casi inmediato.

Y si bien es cierto que la crisis generada por el coronavirus ha propiciado un duro golpe a la prensa, esta industria (especialmente la tradicional) venía enfrentando problemas mucho antes del brote. Se trata de dificultades que nada tienen que ver con la pandemia, pero que se ha acentuado a raíz de ella. La alta dependencia en la publicidad es un factor muy fuerte en su contra.

Prensa local, la más afectada

La pandemia ha puesto de manifiesto una creciente necesidad de las personas, en todas partes del mundo, por conocer información local. Quieren saber sobre los casos en su área, dónde están los centros de prueba y cuál es el impacto económico. Los informes dicen que el tráfico en línea y las suscripciones han aumentado. La gente busca, sobre todo, periodismo de calidad, en medio un mar de información inexacta, por decir lo menos.

Pero los periódicos y otras publicaciones están bajo presión por los menores ingresos publicitarios. Están recortando trabajos, horas de personal y salarios, bajando ediciones impresas y, en algunos casos, cerrando por completo.

En los estados Unidos, más de 2.100 ciudades y pueblos han perdido un periódico en los últimos 15 años, en su mayoría semanales. El empleo en la redacción se ha reducido a la mitad desde 2004.

Muchas publicaciones tuvieron problemas a medida que los consumidores recurrían a Internet para recibir noticias, golpeadas por la Gran Recesión de 2007-2009. También se vieron afectadas `por el surgimiento de gigantes como Google y Facebook que dominaron el mercado de los anuncios digitales.

Deslastrarse de la publicidad

Más recientemente, los grandes periódicos nacionales como The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal han diversificado los ingresos. Para ello, decidieron agregar millones de suscriptores digitales. Sin embargo, muchos otros siguen dependiendo en gran medida de la publicidad.

Veinte editores de noticias globales encuestados recientemente por la International News Media Association (INMA) esperan una disminución promedio del 23% en las ventas de anuncios en 2020.

En los Estados Unidos, los ingresos por publicidad en los periódicos han caído del 20% al 30% en las últimas semanas en comparación con el año anterior, escribió Ken Harding de FTI Consulting en otro informe de la INMA.

Para tratar de frenar este declive, en los Estados Unidos han surgido nuevos modelos sin fines de lucro para el periodismo local y de vigilancia. Dos ejemplos son ProPublica y The Texas Tribune, pioneros altamente exitosos.

También hay organizaciones como el Institute for Nonprofit News y las agrupaciones editores de noticias locales independientes. Estos grupos brindan orientación sobre cómo los periodistas pueden apoyar o iniciar sus propios sitios de noticias locales. Las fundaciones están experimentando formas de proporcionar ingresos a las nuevas empresas y a los editores locales.

Peor en Latinoamérica

Si para la prensa local en los Estados Unidos los tiempos son difíciles, a los países hispanohablantes del continente americano les está yendo mucho peor. “Con el coronavirus y la mala situación económica previa, se está despidiendo a bastantes periodistas”, dijo el analista de medios español Miguel Ormaetxea, citado por DW.

“Y lo van a pasar todavía peor”, augura. “La publicidad ha huido del papel, con caídas hasta del 80%, y la publicidad digital se la lleva toda Facebook, Google y también Amazon, con lo cual lo que queda para los demás son migajas”.

El importante papel del periodismo

En Latinoamérica, como en otras partes del mundo, la prensa local y regional siempre ha tenido su sitio en el mapa de medios. Ha llenado los vacío que dejaban los periódicos nacionales. También ha servido de plataforma para pequeños anunciantes que no tenían ni la capacidad ni la necesidad de publicitarse en ellos.

Esta estructura de medios impresos, ya de por sí inestable, ha sido agitada por la pandemia de coronavirus. En México, casi uno de cada veinte periodistas ha perdido su trabajo en lo que va de año. Paula Cejas, directora de la oficina para Latinoamérica de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en declaraciones a DW.

Reinventarse para sobrevivir

“La prensa local tiene que reinventarse de arriba a abajo, sobre todo la prensa en papel, aunque también la digital: el modelo de negocio basado en la publicidad está muerto”, dice Ormaetxea. Para lograrlo, propone buscar alternativas de financiación como el comercio electrónico.

Algo así es lo que hicieron, por ejemplo, las grandes editoriales periodísticas alemanas cuando crearon los portales inmobiliarios o tiendas en línea de segunda mano, algo que reforzó sin duda su posición financiera ante la crisis global del periodismo.

Y también cita el caso de ElDiario.es, “el único de los periódicos en España que no está atravesando dificultades” gracias a su modelo de suscripciones de gente que paga mensualmente “para no tener que ver la publicidad, pero también para apoyar la causa de la izquierda y el progresismo en España”, dijo Ormaetxea. “En Latinoamérica no tenemos un caso como el de ElDiario.es”, explica.

Sin embargo, los medios locales tienen puntos fuertes que hay que tener en cuenta, como su mayor cercanía y sus mayores “posibilidades de sintonizar con sus comunidades”. Las encuestas sobre hábitos de lectura muestran un mayor apego al papel fuera de las grandes ciudades. Al papel y a su diario local.

La credibilidad como fortaleza

Esa cercanía y la posibilidad de sintonizarse con los lectores, es un punto de partida revitalizar la prensa local, según Ormaetxea. Y fortalecer la credibilidad sería una poderosa arma para que se consoliden en un nicho donde las audiencias buscan informaciones creíbles y medios confiables.

Con ese objetivo, han ido apareciendo iniciativas de medios y organizaciones, como la Asociación de Medios de Información (AMI), que a principios de este mes lanzó la campaña “Creemos en el periodismo”. Su propósito es poner en valor el periodismo de calidad, a los periodistas y los soportes periodísticos.

La campaña intenta abrir un espacio en medio de la preocupante proliferación de los bulos, rumores o las “fake news” sobre la COVID-19, y recuerda que “sin periodistas solo habría ruido”.

En cambio, con periodistas hay “rigor, veracidad, investigación, seguridad, análisis crítico, fuentes fiables, información”, se señala en el vídeo de la campaña. De ahí el lema, “Creemos en el periodismo”, que se podrá ver en las redes sociales y que AMI confía en que llegue a todos los lectores y anunciantes.

Educar al público

Para que el periodismo local y de calidad continúe siendo viables, un paso esencial es educar a la próxima generación sobre cómo los periodistas hacen su trabajo y cómo los estándares, la transparencia y la responsabilidad del periodismo de calidad lo distinguen de tantas otras fuentes de información, y la información errónea.

Cuando el proceso de recopilación de noticias se desmitifica, y los jóvenes comprenden el valor del contenido que busca informarles de manera precisa, independiente y contextual, es más probable que lo reconozcan y lo busquen. Además, no solo están más inclinados a consumir noticias, sino también a interactuar con sus comunidades y el mundo en general de una manera más informada y comprometida.