Foto: AFP.
De acuerdo con el presidente estadounidense, Kim Jong Un quería el levantamiento de todas las sanciones por las prácticas nucleares. Hasta ahora no se tiene prevista una tercera reunión.
Tomado de: El Espectador.
Este jueves, la cumbre entre Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un, centrada en la desnuclearización, terminó abruptamente, en Hanói, sin un acuerdo porque, según el presidente estadounidense, Pyongyang quería el levantamiento de todas las sanciones.
El objetivo de este encuentro era concretar los resultados de su primera reunión histórica de junio de 2018, en Singapur, pero Kim y Trump no lograron acordar la declaración conjunta inicialmente prevista.
«A veces hay que irse, y esta es una de esas veces», declaró a la prensa un Trump inusualmente pesimista al término de la reunión. «Básicamente ellos querían el levantamiento de todas las sanciones y nosotros no podíamos hacerlo».
El presidente estadounidense insistió, sin embargo, en que era «optimista de que los avances» logrados antes y durante la cumbre los dejarían «en posición de obtener un muy buen resultado» en el futuro. «Prefiero hacerlo bien que hacerlo rápido», aseguró.
Trump dijo que Kim prometió no reanudar las pruebas de misiles balísticos o nucleares, pero precisó que por ahora no está prevista una tercera cumbre con el líder norcoreano, a pesar de la «cordialidad» que, según él, existe entre ambos. «Simplemente nos caemos bien. Existe una cordialidad entre nosotros y espero que dure», afirmó el líder republicano.
«Fracaso importante»
El resultado de Hanói se quedó muy lejos de las expectativas previas para la reunión, tras una primera cumbre que, según sus críticos, fue formal y vaga en contenido. «Es un fracaso importante», tuiteó Joe Cirincione, presidente de Ploughshares Fund, una organización dedicada a promover la paz.
Los dos líderes abandonaron el hotel de Hanói donde se celebró la cumbre tras suspenderse la ceremonia pública de firma prevista y Trump adelantó dos horas su rueda de prensa, suscitando dudas sobre los avances logrados.
En el inicio de esta segunda jornada de conversaciones ya había dicho que no tenía prisa por alcanzar un acuerdo sobre el programa nuclear de Corea del Norte.
La primera cumbre Trump-Kim en Singapur, hace 8 meses, concluyó con una vaga declaración sobre «la desnuclearización de la península norcoreana», pero sin compromisos concretos, y los analistas consideraban necesario que se lograran progresos en esta nueva cita.
Desde junio, el desacuerdo entre los dos líderes sobre el significado de dicha declaración había conducido a un estancamiento. Kim aseguró, este jueves, estar dispuesto a eliminar sus armas nucleares. «Si no lo estuviera, no estaría aquí», respondió a un periodista cuando le preguntó al respecto.
Corea del Norte es objeto de numerosas sanciones debido a su programa nuclear, motivo también de un pico de tensiones en 2017, antes de lograrse una distensión. Kim Jong Un había prometido en la capital vietnamita «lograr un gran resultado».
Entre las cuestiones que había sobre la mesa estaba la apertura de una oficina de intereses, lo que representaría un primer paso en la normalización de relaciones. Al ser pregundato al respecto, Kim respondió: «Creo que es algo que valdría la pena dar la bienvenida».
La encrucijada de Trump
El mandatario estadounidense trabaja bajo presión en la cuestión del programa nuclear norcoreano, en la que sus predecesores fracasaron. Lograr avances diplomáticos le permitiría desviar la atención de lo que ocurre en Washington, donde su exabogado Michael Cohen pronunció un explosivo testimonio ante el Congreso.
Horas antes del encuentro, Trump prometió a su «amigo Kim Jong Un» un desarrollo económico espectacular si Corea del Norte renuncia a su arsenal nuclear, poniendo como ejemplo el caso de Vietnam, un país comunista que abrazó la economía de mercado y dejó atrás la confrontación con Estados Unidos.
«Vietnam progresa como pocos lugares en el mundo. Corea del Norte haría lo mismo si decidiera deshacerse de su arsenal nuclear», escribió Trump en Twitter, evocando un futuro «ESTUPENDO» para el hermético régimen, objeto actualmente de numerosas sanciones internacionales.
Trump ha recurrido durante meses al palo y la zanahoria con Corea del Norte, elogiando por un lado el potencial económico del país, mientras, por otro, se niega a aliviar las sanciones que lo ahogan.
Estados Unidos ha reclamado en numerosas ocasiones a Pyongyang que se deshaga de forma completa, verificable e irreversible de su arsenal nuclear.
Pero Corea del Norte entiende la desnuclearización en un sentido más amplio y pide el fin de las sanciones internacionales y lo que ella considera como amenazas estadounidenses: su presencia militar en Corea del Sur y en la región, en general.
Los pecados de Trump revelados por Cohen, su exabogado, en el Congreso
Michael Cohen habló ante la Cámara de supuestos delitos que como candidato cometió el Presidente.
Michael Cohen, el exabogado personal de Donald Trump, durante su audiencia en el Congreso de EE. UU.
“Usted es un mentiroso patológico, usted no sabe la diferencia entre la verdad y la mentira”.
Tomado de: El Tiempo.
– ¿Discúlpeme, pero está usted hablando de mi o del Presidente?
El anterior intercambio se presentó este miércoles en el Congreso de EE. UU. entre el representante a la Cámara Paul Gosar (republicano) y Michael Cohen, el exabogado personal de Donald Trump. Y es, en resumen, un fiel reflejo del tono que imperó durante una explosiva audiencia que convocaron los demócratas para interrogar al que fuera la mano derecha de presidente por más de una década.
Cohen, que ya fue condenado a tres años de cárcel por haber “comprado” el silencio de dos mujeres que alegaban relaciones extramatrimoniales con su entonces jefe y por mentirle al Congreso, arrancó la jornada con un brutal testimonio en el que pintó al presidente como una persona sin escrúpulos que le estaba causando gran daño al país.
“Yo sé lo que Trump es: un racista, un tramposo y un estafador”, dijo el exabogado quien se lamentó por las múltiples mentiras y maniobras que hizo en esos 10 años para encubrir y proteger al jefe de la Casa Blanca.
Si bien mucho de lo que dijo ya era de conocimiento público, Cohen, que en alguna ocasión llegó a decir que se haría matar por defender a Trump, aportó nueva evidencia que podría causarle más dolores de cabeza al mandatario.
Afirmó, por ejemplo, que estuvo presente durante una llamada entre Roger Stone –asesor de Trump durante la campaña– en el que este le informaba al presidente sobre una conversación que acababa de sostener con Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, en la que le decía que estaban a punto de hacer públicos cientos de emails obtenidos de manera ilegal que dejaban muy mal parada a la campaña de Hillary Clinton.
“Eso sería fantástico”, habría contestado Trump según el testimonio de Cohen. El dato es relevante porque a comienzos de este año Trump dijo en una entrevista que jamás había discutido ese tema con Stone. Este asesor, de hecho, fue arrestado recientemente por haberle mentido al Congreso sobre sus contactos con WikiLeaks y lo que sabía de los correos electrónicos.
De ser cierto, Trump podría terminar respondiendo ante la Justicia pues no solo supo de un crimen (pirateo de los computadores del Comité Nacional Demócrata) y no lo reportó, sino que lo aprovechó para anotarse puntos en la campaña presidencial.
Cohen también aseguró que durante la campaña informó a Trump sobre los avances en las negociaciones con rusos para la construcción de una torre en Moscú y que habrían continuado hasta el verano del 2016, cuando Trump ya era el candidato republicano.
Se trata de otro tema delicado pues demostraría que el presidente trató de usar esa posición para sacar ventajas económicas y se sumaría a la lista de conexiones con Rusia que tantos dolores de cabeza le han causado. Sobre todo porque Trump ha negado que tuvo conocimiento de los avances de las negociaciones.
Pero lo más interesante del testimonio de Cohen fue la explicación que dio para demostrar el claro interés de Trump en el negocio pues el candidato creyó perdería las elecciones y por eso trataba de maximizar sus ganancias con este tipo de negocio paralelo.
“Alguna vez lo escuché describir la campaña como el mejor comercial publicitario en la historia de los comerciales”, sostuvo el abogado.
Cohen, a su vez, presentó los cheques que le habría girado Trump de su puño y letra para pagar los sobornos de Stormy Daniels, la actriz porno y Karen McDougal una ex conejita de la revista Playboy.
Los republicanos usaron la mayor parte de su tiempo de preguntas para atacar la credibilidad de Cohen.
En líneas generales el mensaje fue que su testimonio era inválido pues nadie podía creerle a una persona que ya le había mentido al Congreso y que probablemente estaba mintiendo nuevamente para que le bajaran la sentencia.
Cohen les respondió que le daba tristeza ver cómo los republicanos estaban haciendo por Trump lo que él mismo había hecho por más de una década y que ahora lo tenía a las puertas de una prisión.
Los demócratas, por su parte, cuestionaron la estrategia republicana de desprestigiar al abogado, alegando que buena parte del sistema judicial de EE. UU. estaba basado en las confesiones de criminales que decidían cooperar con las autoridades.
La audiencia se extendió por más de siete horas y Cohen tiene prevista otra comparecencia este jueves ante la Comisión de Inteligencia. El efecto a largo plazo de su testimonio está aún por verse.
Pero desde ya hay cosas que se destacan. Entre ellas, pistas sobre la información y documentos que pudo entregar Cohen al Fiscal Especial Robert Mueller y la investigación que adelanta sobre la campaña de Trump y posibles nexos con Rusia.
En el corto plazo las consecuencias son más concretas. Por una parte, la audiencia en el Congreso posó una sombra sobre el viaje de Trump a Vietnam para su segunda Cumbre con el líder norcoreano Kim Jong-un.
Algo que sin duda fue calculado por la oposición pues escogieron tanto los días como las horas para que coincidiera con los eventos del presidente al otro lado del planeta.
Y por la otra, precisamente basado en lo anterior, queda claro que los demócratas usarán su nueva mayoría en la Cámara de Representantes para torpedear al presidente por todos sus flancos.