23 Mar 2017 – 9:00 PM
Por: Patricia Lara Salive
Después de dejar avanzadas 33 autopistas, rehabilitados 664 kilómetros de carreteras, entregados 21 aeropuertos y 130.000 viviendas, y construidas 1.500 obras entre ellas acueductos, alcantarillados y plantas de tratamiento, Germán Vargas Lleras deja la Vicepresidencia y la asume, como seguramente lo decidirá el Congreso, el general Óscar Naranjo, quien no se ocupará de la infraestructura sino de garantizar que se cumplan los acuerdos de paz, fortalecer la seguridad ciudadana y luchar contra el narcotráfico.
Ese sí que es un cambio radical en la Vicepresidencia y un desafío para el general, justo en momentos en que Amnistía Internacional acaba de decir que, pese a los acuerdos, en varias partes, el conflicto armado en Colombia está tan “vivo como siempre”. “Cientos de miles de personas en todo el país aún no han visto diferencia alguna en sus vidas desde que se firmó el acuerdo de paz”, afirmó en un comunicado Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas. Y si bien es injusto que esa ONG no reconozca el hecho de que se desmovilizaron casi 7.000 antiguos miembros de las Farc que están dejando sus armas y ya no combaten, y que en muchos sitios reina una paz que antes no existía, es innegable que grupos irregulares han copado zonas dejadas por las Farc y, cada semana, asesinan a líderes sociales en lugares diferentes de Colombia.
El ministro de Defensa sostiene que esos asesinatos no obedecen a un plan sistemático. Sin embargo, esos crímenes ocurren con demasiada frecuencia aquí y allá, y sería lógico pensar que un grupo de personas estaría coordinándolos. Y los paramilitares, que el ministro dice que no existen, pero que yo diría que han mutado en bacrim que además se dedican al narcotráfico y a la minería ilegal, se pasean como Pedro por su casa en lugares donde no se encuentran ni un militar ni un policía. Y mientras no haya una acción al unísono del Estado para acabar con esos grupos, la paz no va a aclimatarse.
En esa situación tan compleja, llega como anillo al dedo la elección de Naranjo como vicepresidente y el cambio de funciones que ahora va a tener esa entidad.
Nadie mejor escogido que él para garantizar que las fuerzas de seguridad copen los territorios dejados por las Farc, y para acabar con las bacrim. No es sino recordar sus éxitos en la lucha contra Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela.
Por otra parte, el nuevo vicepresidente tiene muy claro que su gran tarea es detener los asesinatos YA. Para conseguir su meta buscará que todo el Estado marche al unísono, guiado por una misma filosofía, y que en los distintos territorios las autoridades respondan por la vida de los líderes sociales y defensores de derechos humanos. Y a cada nuevo crimen, el responsable por omisión de que el asesinato haya sucedido (para no hablar de los responsables por acción), seguramente, tendrá que asumir su responsabilidad y perder su puesto.
Así tendrían que acabarse los “yo no vi”, “yo no supe”, “yo no me di cuenta”.
Es que para que la paz funcione, el Estado tiene que depurarse muy adentro y sacar de su seno a los enemigos agazapados de la paz: no es sino ver cómo ahora resulta que la Fiscalía involucra a varios escoltas de Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Rodrigo Lara y Luis Carlos Galán en sus asesinatos. Era algo tan evidente… Pero sólo ahora, casi 20 años después, viene a considerarse.
Definitivamente es descomunal la tarea que tiene por delante el vicepresidente Naranjo. ¡Mucha suerte para usted, general!