24 abril 2020 –
Foto: Giorgos Moutafis/Reuters.
Por: Richard Levitan – The New York Times.
Pasé diez días atendiendo neumonías en un hospital de Manhattan y esto es lo que aprendí.
He sido médico de urgencias durante treinta años. En 1994, inventé un sistema de imágenes para enseñar a intubar, el procedimiento de insertar tubos de respiración. Esto me llevó a realizar investigaciones sobre este procedimiento y posteriormente a impartir cursos de procedimientos de manejo de las vías respiratorias a médicos en todo el mundo durante las dos últimas décadas.
Así que, a finales de marzo, cuando los pacientes de COVID-19 comenzaron a saturar los hospitales de la ciudad de Nueva York, me ofrecí como voluntario para pasar diez días en Bellevue y ayudar en el hospital donde me formé. Durante esos días, me di cuenta de que no estamos detectando la neumonía mortal que causa el virus con la antelación suficiente y que podríamos estar haciendo más para no tener que conectar a los pacientes a los respiradores artificiales… y para mantenerlos con vida.
En el largo viaje a Nueva York desde mi casa en Nuevo Hampshire, llamé a mi amigo Nick Caputo, un médico de urgencias en el Bronx, que ya estaba metido en el asunto. Quería saber a qué me enfrentaba, cómo mantenerme a salvo y qué sabía él del manejo de las vías respiratorias con esta enfermedad. “Rich”, me dijo, “no se parece a nada que haya visto antes”.
Tenía razón. La neumonía causada por el coronavirus ha tenido un impacto impresionante en el sistema hospitalario de la ciudad. Normalmente en una sala de emergencias hay una mezcla de pacientes con condiciones que van desde las graves, como ataques cardiacos, accidentes cerebrovasculares y lesiones traumáticas, hasta las que no ponen en peligro la vida, como laceraciones menores, intoxicaciones, lesiones ortopédicas y migrañas.
Sin embargo, durante mi reciente estancia en el Hospital Bellevue, casi todos los pacientes de urgencias tenían neumonía por COVID-19. En la primera hora de mi primer turno, intubé a dos pacientes.
Incluso los pacientes sin problemas respiratorios tenían neumonía por COVID-19. El paciente apuñalado en el hombro, al que le tomamos radiografías porque nos preocupaba que tuviera un colapso pulmonar, de hecho, tenía neumonía por COVID-19. Los pacientes a los que les sacamos tomografías porque se habían lesionado en caídas también presentaron neumonía por COVID-19. También hallamos que los pacientes ancianos que se habían desmayado por razones desconocidas y varios pacientes diabéticos tenían este tipo de neumonía.
Y esto es lo que realmente nos sorprendió: estos pacientes no dijeron tener problemas para respirar, aunque sus radiografías de tórax mostraron una neumonía difusa y sus niveles de oxígeno estaban por debajo de lo normal. ¿Cómo podía ser?
Apenas estamos empezando a identificar que la neumonía por COVID-19 causa inicialmente una forma de privación de oxígeno que llamamos “hipoxia silenciosa”; se dice que es “silenciosa” debido a su naturaleza insidiosa y difícil de detectar.
La neumonía es una infección de los pulmones en la que los alvéolos, o sacos de aire en los pulmones, se llenan de fluido o pus. Por lo general, los pacientes desarrollan molestias en el pecho, dolor al respirar y otros problemas respiratorios. Sin embargo, cuando la neumonía por COVID-19 ataca por primera vez, los pacientes no sienten que les falta el aire, aun cuando sus niveles de oxígeno caen. Y para cuando tienen esa sensación, presentan niveles de oxígeno alarmantemente bajos y una neumonía de moderada a grave (como se ve en las radiografías de tórax). La saturación normal de oxígeno para la mayoría de las personas al nivel del mar es del 94 al 100 por ciento; los pacientes con neumonía por COVID-19 que atendí tenían saturaciones de oxígeno tan bajas que llegaban al 50 por ciento.
Para mi sorpresa, la mayoría de los pacientes que atendí dijeron que habían estado enfermos durante una semana más o menos con fiebre, tos, malestar estomacal y fatiga, pero que solo sintieron que les faltaba el aliento el día que se presentaron al hospital. Es evidente que la neumonía llevaba varios días, pero para cuando sentían que tenían que ir al hospital, a menudo ya estaban en estado crítico.
En los departamentos de urgencias intubamos a los pacientes que se encuentran en un estado crítico por diversas razones. No obstante, en mis treinta años de práctica, la mayoría de los pacientes que requieren intubación de emergencia están en estado de choque, tienen un estado mental alterado o resoplan para respirar. Los pacientes que requieren intubación debido a la hipoxia aguda a menudo están inconscientes o utilizan todos los músculos que pueden para respirar. Están en una situación de extrema presión. Los casos de neumonía por COVID-19 son muy diferentes.
La gran mayoría de los pacientes de neumonía por COVID-19 que conocí tenían una saturación de oxígeno notablemente baja en el triaje —aparentemente incompatible con la vida—, pero todavía usaban sus teléfonos celulares mientras los conectábamos a los monitores. Aunque respiraban rápido, no parecían estar sufriendo demasiado, a pesar de los niveles peligrosamente bajos de oxígeno y la terrible neumonía que mostraban sus radiografías de tórax.