23 Octubre 2019.
Foto: Fernando Quintela.
Tomado de: El Mundo.
Ochenta y seis periodistas de ‘Diario 16’ asumieron en 1989 el riesgo de abandonar su puesto de trabajo para acompañar en su aventura de poner en marcha EL MUNDO a Pedro J. Ramírez, sentenciado en marzo de aquel año como director de la cabecera tras meses de presiones por sus informaciones y editoriales críticos con el Gobierno de Felipe González.
Aquella simiente fundacional, que consistía en entender el periodismo como una forma de vida, un compromiso apasionado con la verdad y un deber ineludible de fidelidad ante sus lectores, dio en solo siete meses como fruto «un nuevo periódico para una nueva generación de lectores». Y durante tres décadas, las exclusivas, reportajes e iniciativas periodísticas más impactantes, «sin tabúes, ni cotos vedados, ni zonas de sombra, ni sanctasantórums», para contribuir de forma decisiva a la regeneración de la democracia y a la transformación social del país.
Esa inclinación genuina por la rebeldía, la irreverencia y el inconformismo, mil veces fracasado el intento de domeñarla por sus incontables enemigos, prevalecerá siempre porque sigue impregnando hoy cada una de las paredes de esta casa y es la garantía de su independencia.
- Combatividad. EL MUNDO nació con la vocación de satisfacer la necesidad social de un periódico que investigase los abusos del poder e informara a la ciudadanía de forma que pudiese fiscalizar efectivamente su ejercicio. Bajo dos premisas expresadas en la carta fundacional ‘EL MUNDO es suyo’. La primera: «En este periódico no habrá tabúes, ni cotos vedados, ni zonas de sombra, ni sanctasantórums». Y a fe que, del Rey hacia abajo, gobiernos de distinto signo, grandes empresarios e incluso aquella inalcanzable ‘beautiful people’ del ‘caso Ibercorp’ nos han padecido. La segunda: «Seremos intransigentes en cuanto afecte a los derechos humanos, las libertades públicas, la dignidad de los consumidores, el respeto a la opinión de las minorías y la defensa del medio ambiente frente a la estupidez y la avaricia». En este punto, este periódico se siente especialmente orgulloso de la convicción con la que ha defendido la libertad frente al terrorismo y al nacionalismo.
- Influencia. EL MUNDO quiere ser herramienta de influencia y de referencia intelectual conforme a los valores de su proyecto editorial. Nuestras más duras denuncias, los descubrimientos más lacerantes, han ido siempre acompañados de análisis en profundidad y propuestas constructivas aglutinantes de la opinión pública: no nos basta con ser notarios de los desafíos de la civilización humana, nuestro reto seguirá siendo el de contribuir como partícipes activos en su evolución.
- Inconformismo. Los periodistas de EL MUNDO trabajan con la ambición de ir por delante de la información. No se conforman con ser receptores pasivos de la verdad oficial: la cuestionan, indagan y profundizan en ella. Mientras nuestros competidores asumían la versión de los GAL como la iniciativa de dos policías díscolos vinculados a la extrema derecha, Melchor Miralles descubría las pruebas que inculpaban a todo un Ministerio del Interior. Cuando todo el país se resignaba a la fuga de Luis Roldán y medio mundo lo buscaba sin éxito, Antonio Rubio y Manuel Cerdán lo entrevistaban en un hotel de París. El riesgo que conlleva esta actitud siempre mereció la pena: infinitos aciertos frente a un puñado de errores.
- Investigación. EL MUNDO inauguró una forma de hacer periodismo que hizo escuela en las nuevas generaciones. Desde el ‘caso Filesa’ que firmaron Casimiro García-Abadillo, Jesús Cacho y Ana Aguirre a los ‘sms’ de Rajoy con Bárcenas que descubrieron Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, hay una lista incontable de scoops y periodistas que forjaron la historia de este periódico..
- Rigor. El arrojo de las informaciones de EL MUNDO no habría alcanzado nunca la capacidad para marcar la agenda y el debate público sin el aditivo imprescindible de la credibilidad, expresada a través del compromiso inquebrantable con la veracidad y la excelencia. Ese método, refrendado siempre ante los tribunales contra quien lo ha puesto en duda, es también garantía de confianza para las mejores fuentes del periodismo español.
- Irreverencia. El espíritu contestatario de EL MUNDO cristaliza en la vibración informativa única que sólo puede ofrecer un periódico que mira de tú a tú al poder. Sólo nuestro diario se atrevió a hacer caer a todo un director de los servicios secretos o a publicar los contratos irregulares con el yerno del Rey en el ‘caso Nóos’, el fraude fiscal de la estrella del Real Madrid Cristiano Ronaldo o, mucho antes, el escándalo de la compra de ‘stock options’ de Telefónica por su presidente, Juan Villalonga. Fuera de los casos de corrupción, EL MUNDO edita hoy el suplemento con la mirada hacia la actualidad más irreverente de la prensa española: La Otra Crónica, una creación de Miguel Ángel Mellado.
- Innovación. EL MUNDO ha sido pionero en el desarrollo de diseños creativos e imaginativos de la mano de la dirección de Arte encabezada por Carmelo G. Caderot, sucedido después por su discípulo Rodrigo Sánchez. El empuje de aquel primer equipo en la búsqueda de nuevos formatos y estilos, siempre en el empeño de mostrar nuestras historias y contenidos de forma amena y diferente, sembró un hábito de originalidad e innovación del que ahora se beneficia el diario digital líder de la prensa española, el que más y mejor se lee: elmundo.es.
- Reporterismo. El estilo trepidante de EL MUNDO es devoto de la mejor tradición del reporterismo americano, testigo directo sobre el terreno, que reproduce hoy el suplemento Crónica y que encarnaron leyendas como nuestros llorados Julio Anguita Parrado y Julio Fuentes (Sarajevo bajo las bombas), Alfonso Rojo (el último de Bagdad), nuestro querido Fernando Múgica o, ahora, el bravo Javier Espinosa, que regresó de las garras del IS.
- Columnismo. Los más grandes escritores de periódicos han encontrado en EL MUNDO el espacio idóneo para dar vuelo de estilo y libertad a su firma. Con la indiscutible figura con bufanda de Francisco Umbral como referencia, y el recuerdo del paraguas abierto de José Luis López de Lacalle, nuestro periódico sigue siendo crisol de las voces intelectuales más originales y comprometidas de este tiempo -Raúl del Pozo, Carmen Rigalt, Federico Jiménez Losantos, Luis María Anson, Arcadi Espada, Lucía Méndez…- y puerta hacia la madurez de jóvenes talentos -David Gistau, Antonio Lucas, Jorge Bustos, Emilia Landaluce, Rafa Latorre…-.
- Pluralismo. EL MUNDO es también un compromiso con la tolerancia y la libertad de expresión: sus páginas reflejan sin complejos el valor superior del pluralismo. La mejor coherencia con una línea editorial firme de contornos bien definidos y comprometida con los principios del liberalismo político es la de acoger la discrepancia dentro de los límites infranqueables del respeto a la ley y a la esencia del proyecto intelectual. Por eso sus informaciones recogen todos los puntos de vista y en sus firmas cabe todo el espectro ideológico de la libertad.