8 Julio 2019.
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Es como estar ahogándose y recibir un empujón que te envía más al fondo”. Eso es lo que sentía Valery Serrano, una joven que sufrió de depresión, cuando en medio de una crisis escuchaba cosas como ‘todo va a estar bien’ o ‘ya se te va a pasar’.
Por: Karen N. Martínez Sarmiento / El Tiempo.
En muchas ocasiones, una frase así puede empeorar los síntomas y convertir la enfermedad en un asunto muy grave, tal como lo afirma Olga Albornoz, psiquiatra de la Universidad del Rosario.
En todo el mundo, la depresión es la enfermedad mental de mayor impacto. Según la Organización Mundial de la Salud, al menos 300 millones de personas la padecen en grados variables de severidad.
En Colombia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental (ENSM), una de cada 10 personas adultas y el 12 por ciento de los adolescentes presentan alguna alteración mental que requiere tratamiento, entre las cuales la depresión es la de mayor prevalencia.
En este contexto, según estimativos de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, solo el 10 por ciento de los enfermos que requieren
A lo anterior se suma la baja disponibilidad de profesionales para atender esta población. En el país hay cerca de 1.200 psiquiatras, lo que corresponde a una tasa de 1,2 por cada 100.000 habitantes, cuando la recomendación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) es de 5 por cada 100.000.
Bajo este panorama, hay otros factores importantes que pueden hacer la diferencia. Según la APA, “el apoyo y la participación de la familia y amigos puede desempeñar un papel crucial para ayudar a alguien con depresión”. Por eso, si usted es cercano a alguien que sufre esta enfermedad, aquí hay algunas frases que no debería decirle.
1. ‘Todo va a estar bien, tú puedes hacerlo’.
Cuando una persona sufre de depresión, querer no es poder. En esa situación, tienen poco o nulo control sobre todo lo que implica la enfermedad.
2. ‘Tú te lo buscas’
La depresión no es algo que se elija. La APA dice que los cambios en la química del cuerpo influyen y los procesos de pensamiento y factores biológicos pueden ser las causas. Muchas veces, el cuadro depresivo aparece por circunstancias traumáticas como una enfermedad terminal, desamor, la pérdida de un ser querido, un hecho fortuito o sobrecarga laboral.
3. ‘No es para tanto. No exageres’
La vida de una persona depresiva puede verse afectada en todos los aspectos. Según datos de la Fundación Saldarriaga Concha, quienes sufren de esta enfermedad tienen dificultades para dormir (duermen poco o en exceso), se sienten irritables, no se concentran, tienen problemas con el apetito y dificultad para mantener sus relaciones personales, pierden interés, presentan baja autoestima y ansiedad. Y no hay exageración. Por ejemplo, en el caso de Camila Espino, de 20 años, estudiante de comunicación social, cuando le dijeron que había cosas peores que la depresión, sintió una tremenda incomprensión y que ella valía muy poco.
4. ‘A tal persona le pasó y está bien’
No todos se sienten de la misma manera ni asumen igual la enfermedad. Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Salud Mental, de Estados Unidos, las mujeres sufren de depresión con más frecuencia que los hombres. En cuanto a ellos, tienden a estar muy cansados, irritables o enojados.
De otro lado, las personas mayores son menos evidentes o propensas a admitir sentimientos de tristeza y pena. Por eso comparar procesos y minimizar lo que el otro
siente no ayuda para nada.
5. ‘Ora y pídele a Dios’
La atención profesional es un punto vital. Quienes necesitan ayuda, muchas veces, no la reciben. Y cuando lo hacen, ven fallas en las personas que los atienden. Según Serrano, “yo dejé de ir donde mi psicóloga porque no me entendí bien con ella. Me dijo que orara, que le pidiera a Dios que todo lo podía y que me apoyara en él, y yo ni siquiera era religiosa”.
6. ‘Si quisieras, saldrías de esto. Pon de tu parte’.
Según Albornoz, “son cuestiones químicas y emocionales, entonces –cuestiona–, ¿cómo a punta de carácter y de buena voluntad se manipulan los neurotransmisores?”
Lo que sí serviría
“Cuando son amigos o personas que quieren ayudar, aunque no sepan mucho, es mejor que digan cosas como: ‘yo te acompaño, hagámoslo juntos, yo te ayudo’ ”, dice Serrano. Incluso, cuando no hay palabras, la compañía también es de gran ayuda.
Recuerde que aunque tenga toda la actitud y la disposición para ayudar, usted no es especialista ni profesional. Si quiere aportar, anime a la persona a recibir tratamiento, ser constante en el proceso y hablar del tema. “Tener conciencia de qué es ser depresivo y sus consecuencias ayuda bastante a iniciar procesos de superación”, dice Amanda Sarmiento, quien también sufrió de depresión.
“Me ha ayudado trabajar en equipo, tener coaching personalizado, hacer deportes, recreación y asistir a actividades culturales. Y tener claro que uno es importante pase lo que pase”, afirma Sarmiento, quien ha encontrado mejoría, aunque cree que no se supera del todo.
Otro aspecto importante, según Albornoz, es preguntar sin temor si la persona ha tenido ideas de muerte o de suicidio. Sobre esto, hace una claridad: lo primero tiene que ver con frases como ‘quiero morirme’; lo segundo está relacionado con deseos como ‘quiero matarme’.
“La depresión es el flagelo de la humanidad. La gente no ha entendido que es una enfermedad común y corriente que depende de unas funciones químicas disparadas por situaciones emocionales. Por eso hay que acompañar y tener cuidado con lo que se dice”, concluye Albornoz.