Los nominados a la CIA y el Pentágono se distancian de Trump sobre el peligro ruso

Mattis en el Senado este jueves. JONATHAN ERNST REUTERS

Pompeo reconoce el papel de Moscú en el pirateo electoral y Mattis avisa de que quiere romper la OTAN

Washington

Los primeros espadas de la Administración Trump quieren hacer valer su independencia de criterio respecto al presidente electo. Ante el Senado, que debe confirmar sus nombramientos, los futuros responsables del Pentágono y la CIA marcaron este jueves distancias con Donald Trump en cuestiones que van desde Rusia al pacto nuclear con Irán. La estrategia obedece a la necesidad de tranquilizar a los senadores más alineados con las posiciones tradicionales de Estados Unidos, inquietos por las ideas más rupturistas de Trump. Y refleja una curiosa división del trabajo con un presidente que ha hecho de la provocación y el exabrupto un arma política.

Trump despreció en la campaña la amenaza rusa a los países europeos, cuestionó la vigencia de la Alianza Atlántica, y prometió retirarse del acuerdo nuclear con Irán en cuanto llegase al poder. Si se hace caso de las comparecencias de este jueves, no se trataba de un programa grabado en piedra.

Ante el Senado, el general retirado James Mattis, futuro secretario de Defensa, y el congresista Mike Pompeo, designado como director de la CIA, cargaron contra Rusia por su expansionismo en Europa y defendieron las alianzas de EE UU en el mundo, entre ellas la OTAN. Y, aunque criticaron el acuerdo alcanzado en 2015 para frenar el programa atómico con Teherán, ambos dieron a entender que eran partidarios de mantenerlo.

“Rusia ha decidido ser un competidor estratégico de Estados Unidos. Dicho esto, tuvimos trato con Rusia incluso en los días más oscuros de la Guerra Fría, y apoyo el deseo del presidente electo de tener tratos con Rusia”, dijo Mattis. “Al mismo tiempo, cuando identifiquemos áreas en las que no podamos cooperar, debemos enfrentarnos al comportamiento de Rusia y defendernos si Rusia decide actuar en contra de nuestros intereses”.

El general retirado de los Marines avisó de que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha querido destruir la OTAN, que en su opinión es «la alianza militar más exitosa de la historia”. Y propuso potenciarla, por ejemplo con misiones de militares en los socios del Báltico ante las injerencias rusas en Ucrania.

Durante la campaña, Trump dijo que, en caso de un ataque ruso a los países bálticos, EE UU no tenía por qué defenderlos. También ha elogiado el papel ruso en Siria contra el Estado Islámico.

“Rusia se ha impuesto de forma agresiva al invadir y ocupar Ucrania, amenazar a Europa”, dijo este jueves Pompeo, “y al no hacer casi nada para ayudar a la destrucción del ISIS [siglas inglesas del Estado Islámico]”.

El día anterior, Rex Tillerson, nombrado secretario de Estado, defendió ante el Senado las sanciones a Rusia que ha impuesto la Administración Obama, y que algunos colaboradores de Trump han contemplado levantar después de que el nuevo presidente asuma el cargo, el 20 de enero.

Tillerson, hasta ahora jefe de ExxonMobil y clave en la expansión de la petrolera a Rusia, dijo que EE UU debía “disuadir y prevenir una mayor expansión de un mal actor” en la región, en alusión a la injerencia en Ucrania. En verano, Trump negó que tal injerencia hubiera existido y justificó la anexión de la península de Crimea.

Vladimir Putin Foto:RIA Novosti

Los tres nominados, que ocupan los cargos centrales del gabinete en la política exterior y de seguridad, avalaron las conclusiones de la CIA y otras agencias de espionaje sobre el robo y la distribución de correos electrónicos del Partido Demócrata durante la campaña electoral. La inteligencia estadounidense apunta a Putin como responsable de una operación supuestamente destinada a favorecer la victoria de Trump. El miércoles, Trump admitió que Rusia era la responsable de la operación de ciberespionaje, pero repitió los comentarios despectivos contra los espías estadounidenses, a los que atribuyó prácticas nazis.

Sobre el acuerdo nuclear con Irán, uno de los hitos de la presidencia de Obama, Mattis dijo: “Creo que es un acuerdo de control armamentístico imperfecto. No es un tratado de la amistad. Pero cuando América da su palabra, hemos de cumplir y trabajar con nuestros aliados”. “Aunque, como miembro del Congreso, me opuse al pacto con Irán, si recibo la confirmación mi papel cambiará”, concurrió Pompeo. Tillerson, el martes, insitió en la necesidad de velar por su cumplimiento.

Si es así como gobierna la Administración Trump, habrá más elementos de continuidad con la Administración Obama de lo que la retórica incendiaria del presidente electo hace esperar. Figuras como Mattis, respetado por demócratas y republicanos, pueden ser un factor de moderación en el próximo gobierno.

Pero es significativo el contexto de las comparecencias. Mattis, Pompeo y Tillerson tienen como misión obtener los votos de republicanos, y si es posible de demócratas, contrarios a Trump, y esto les obliga a distanciarse de su jefe en las audiencias. Y no serán los únicos responsables de la política exterior y de seguridad.

El hombre de confianza del presidente en esta materia será otro general retirado, Michael Flynn, conocido por sus comentarios islamófobos y su afición a las teorías conspirativas. Al contrario que los secretario de Defensa y de Estado, y que el director de la CIA, el cargo de Flynn —consejero de seguridad nacional— no requiere la confirmación del Senado.

Tomado de:El País.com,de España