Desde febrero de este año se han venido presentando picos de concentración de material particulado en la capital antioqueña.
Foto:Jáiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO
La semana que pasó, el Valle de Aburrá completó tres días seguidos con una alerta naranja por la contaminación ambiental. Si bien un agravante de esta racha negativa en esta región de Antioquia (de la que hacen parte Medellín y otros 9 municipios) es el cambio entre la temporada seca y la húmeda, la principal razón de este estado son las emisiones de gases de fuentes móviles.
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El tránsito vehicular es el mayor generador de material particulado PM 2,5 (contaminantes inferiores a 2,5 micras presentes en el aire) con un 60 por ciento de responsabilidad. La acumulación de ciertas cantidades de este contaminante, medido en ocho estaciones de control que tiene el Área Metropolitana, se debe principalmente a la morfología del valle de Aburrá: un espacio que en su parte más ancha tiene siete kilómetros con una profundidad máxima de un kilómetro.
El valle retiene el aire contaminado en su base porque ciertas condiciones climáticas no facilitan que el aire se caliente lo suficiente, por lo que no puede ascender para ser arrastrado fuera de la ciudad.
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De acuerdo con Gustavo Cabrera Arana, profesor titular de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, en Medellín suceden ocho muertes diarias por causa de la contaminación del aire.
Aunque es constante que el Índice de Calidad del Aire (ICA) que reportan las estaciones de monitoreo esté en amarillo (moderada) y naranja (dañino para grupos sensibles), ninguno de estos dos estados incumple la norma establecida por el Ministerio del Medio Ambiente, que permite una concentración promedio diaria de PM 2,5 de hasta 50 microgramos por metro cúbico de aire (ug/m3).
“Los parámetros que tiene la OMS para poder hacer comparaciones globales de la situación, tanto de factor de riesgo como de medidas de control, son el doble de estrictos que los que tenemos nosotros. Y es una tragedia que ni eso somos capaces de cumplir”, dijo Cabrera.
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De acuerdo con el Plan Operacional para enfrentar Episodios Críticos de Contaminación Atmosférica (Poeca) del valle de Aburrá, la alerta naranja no restringe ninguna actividad industrial (que causa el 33 por ciento del PM 2,5) ni el tráfico de vehículos.
Según Eugenio Prieto, director del Área Metropolitana, esta alerta no constituye una emergencia ambiental como la presentada por esta misma época el año pasado, que obligó incluso a detener las clases en las instituciones educativas para evitar que los niños estuvieran afuera.
Medidas restrictivas, como el aumento del pico y placa de cuatro a seis dígitos por día o la restricción del tránsito de vehículos de carga (responsables de casi el 60 por ciento de las emisiones de PM 2,5), solo se contemplan durante una alerta roja, que este año aún no se ha presentado.
Para Carlos Cadena, líder del colectivo La Ciudad Verde, las medidas de control no son suficientes. “Eso realmente es ridículo, lo que nosotros necesitamos es solucionar el problema no solo para que la gente pueda salir a la calle, sino realmente para poder vivir en la ciudad”, dijo el activista.
MARÍA ISABEL ORTIZ FONNEGRA
Corresponsal en Medellín