25 Octubre 2019.
Foto: Poldo Pomés.
Tomado de: La Vanguardia.
Miguel Ángel Aguilar lo ha visto casi todo. Medio siglo tomando nota de la actualidad da para mucho. Por ejemplo, para ver a Franco vivo, agonizante, muerto, enterrado y desenterrado. Toda una vida y desde la atalaya de su experiencia el horizonte se ve hoy más desdibujado que antes.
Aguilar, por ejemplo, recuerda que en el tardofranquismo, entre 1973 y 1975, había una gran generosidad, la sensación de que la prensa tenía que hacer algo para acompañar a la sociedad española hacia la democracia y los valores europeos.
Por eso, hoy puede decir, que “hemos estado en situaciones más difíciles” que la actual, aunque “ahora las actitudes son infinitamente peores” que entonces. El cinismo y el sectarismo agravan los problemas a los que nos enfrentamos.
Aguilar reconoce, sentado en el barra del Giardinetto para una nueva entrega de esta serie de entrevistas, que “el periodismo siempre ha estado en cuestión” y opina que así debe ser, en gran parte, porque un periodismo veraz e independiente no puede dejar indiferente a nadie, y menos al poder.
El periodismo, y esto lo saben muy bien los veteranos de la profesión, “tiene una tendencia a la venalidad”. El dinero es un motor muy poderoso de la información y, en muchas ocasiones, llega a desvirtuarla por completo. Aguilar considera que los editores deberían sacrificar en parte su afán de lucro para ganar más independencia e incidencia social. Al no hacerlo, pierden relevancia y él opina que “la relevancia de los medios es hoy muy inferior a la que tuvieron”.
Y no sólo por la precariedad económica del sector sino, también, por las exigencias del cambio tecnológico. El periodista multitarea, a su juicio, ha renunciado a ser testigo directo de los acontecimientos porque no tiene tiempo para desplazarse hasta el lugar donde suceden las noticias. Ha de enviar informaciones sin parar.
Aguilar, colaborador de La Vanguardia , se dedica desde hace unos meses a escribir también una crónica parlamentaria para el medio digital Vozpopuli. La idea es narrar lo que sucede en el hemiciclo tal y como se ve desde la tribuna de prensa y no desde la sala de prensa, donde un circuito cerrado de televisión sirve las imágenes en directo a la mayoría de corresponsales parlamentarios.
La diferencia entre estar y no estar, según su opinión, es fundamental. El que está puede escribir una crónica que siempre será más rica que la nota que haga quien no está. Él, por ejemplo, estaba en el hemiciclo la tarde del 23 de febrero de 1981 cuando el Congreso fue asaltado por unos guardias amotinados, y fue de los últimos periodistas en salir.
Miguel Ángel Aguilar ha trabajado en una docena de diarios. Fue director de Diario 16 , trabajó como corresponsal político en El País y fue director de información de la agencia Efe . Su experiencia vital la resume en el libro En silla de pista (Planeta).