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Los jóvenes de hoy, si quieren tener una vejez sana y feliz tienen que hacer ejercicio, comer bien y cuidar la salud. Pero, si esos mismos jóvenes quieren, además, disfrutar de una pensión, tienen que desde hoy ahorrar, cotizar y ser perseverantes. Sus perspectivas para el año 2050.
Por AMÍLKAR HERNÁNDEZ
Para comenzar, los llamados millennials o simplemente milenials, tienen que entender el siguiente trabalenguas: no es lo mismo pensionarse que jubilarse, pues hay personas que se pensionan y no se jubilan; hay otros que se jubilan y no se pensionan, y algunos más que ni se pensionan ni se jubilan.
Vamos por partes. Hay unas personas que trabajan, cumplen con los requisitos, y tramitan y obtienen una pensión pero siguen trabajando porque lo necesitan, pues la mesada es muy bajita o porque les gusta trabajar. Esos no son muchos. En cambio, hay los que se retiran o los retiran del puesto por la edad y dejan de trabajar pero no alcanzan a cumplir los requisitos para obtener una pensión. Son la mayoría de colombianos que viven de los demás. Y, hay otro segmento grande de adultos mayores que no ahorraron para el retiro y tienen que seguir trabajando para subsistir, es decir, no se jubilan.
Pero vamos a ir a un segmento de la población que son los llamados mileanials, es decir las personas que nacieron entre 1980 y 1995. Los que hoy tienen entre 20 y 35 años. Son los que se creen los dueños del mundo, y va uno a ver y es cierto. En sus manos está el futuro de todos.
Ellos no se quieren casar ni tener hijos, por ahora. Quieren viajar, dominar los idiomas, tener plata, usar la tecnología (no conocen un mundo distinto al digital), estar a la moda, vivir pegados al celular (con audífonos todo el tiempo), les gustan los memes, están bien informados, no quieren comprar casa ni carro (prefieren Uber), viven a toda velocidad (comen muy rápido) y quieren cambiar de puesto cada rato. Por supuesto el tema de las pensiones no está en su agenda.
Son ellos el 40 por ciento de la población empleada formalmente, es decir que pagan seguridad social, léase pensiones, salud y riesgos profesionales.
Mitos y realidades
Según Lee Caraher en su obra Millennials en la oficina, esta generación de jóvenes quiere sentirse importante, quieren un trabajo significativo, quieren ser escuchados, quieren formar parte de un gran equipo, quieren un diálogo constante, quieren aprecio y reconocimiento, quieren retroalimentación y transparencia, quieren un enfoque de vida plena en el trabajo, quieren equilibrio entre vida y trabajo, quieren libertad y oportunidades, quieren acceso a la alta gerencia, quieren un mentor fuerte, quieren una trayectoria, quieren, quieren y quieren muchas otras cosas que los hagan diferentes a sus pares, en edad, del siglo pasado.
Y frente a los mitos, el mismo autor señala que es falso que los millennials sean engreídos. Que es posible que los millennials esperen gratificaciones y ascensos solo por presentarse. Que es falso que no trabajen duro. Que también es falso que no puedan terminar las cosas. Y, que es mitad falso y mitad posible que los millennials son informales e irrespetuosos.
Tiempos y edades
Con esta radiografía, vamos al grano. Las pensiones. Un tema que a los milenials poco les interesa porque piensan que no se van a pensionar.
Los mileanials consideran que si sus papás a duras penas se pensionaron o no alcanzaron, ellos muchos menos, pues tendrán que cotizar varias décadas para disfrutar unos pocos años.
Y tienen razón en parte. Los actuarios, aquellos escasos profesionales que hacen cuentas, estadísticas y gráficos para calcular el futuro en medio de probabilidades, señalan que una pensión se construye para disfrutarla entre 15 y 20 años.
Y, veamos por qué. Hoy un hombre se pensiona a los 62 años y la expectativa o promedio de vida está por los 75 años. Total son 13 años con pensión, sin tener en cuenta que las pensiones se sustituyen. Las mujeres viven más y por eso disfrutan pensiones por 20 y hasta más años.
En cuanto al tiempo de trabajo, los milenials piensan que no se van a pensionar. Y como piensa esta generación también pensaron las anteriores y sin embargo se pensionaron, claro no en el número en el ideal.
Hace unos 50 años la gente se pensionaba con 20 años de trabajo, es decir 1.000 semanas cotizadas y una tasa de reemplazo o mesada un poco por debajo del último salario. Hoy son 1.300 semanas, es decir 26 años y una mesada entre el 60 y el 75 por ciento del salario de los últimos 10 años en Colpensiones o lo que le resulte de la suma ahorrada en los fondos.
Ahora, hagamos un poco de futurología. Hacia el 2050, cuando los primeros milenials se comiencen a pensionar, con las reformas pensionales (por lo menos dos, según algunos analistas) tendrán que haber cotizado por lo menos 1.800 semanas, algo así como 36 años, y en el mejor de los casos, la edad estará cerca a los 70 años y la mesada será de entre el 50 y el 60 por ciento de los ingresos de los últimos años laborados, como opera hoy en los países más desarrollados.
Con estas cuentas, los milenials preguntan: ¿y ya para qué pensión? La respuesta es: claro que es necesaria, porque la expectativa de vida estará entonces, según la ONU y Asofondos por los 79 años para los hombres y 83 para las mujeres.
Entonces, el mensaje para los mileanials es que hay que ahorrar para la vejez, pero desde ahora, porque si comienzan a cotizar muy tarde, pues llegarán al séptimo piso sin las semanas y el ahorro exigidos.
Los casos de Gloria y Jaime
Por eso vamos a hacer un ejercicio. Tendremos una pareja de milenials. La simulación incluye a Gloria, una mujer previsiva, quien tendrá ahorro o cotización, y a Jaime, que ahorrará poco y gastará mucho.
Arranquemos con las suposiciones. Gloria tiene hoy 27 años, es profesional, comienza a trabajar y tendrá ingresos de $3 millones mensuales en promedio durante su vida laboral. En el 2050 cuando cumpla 61 años, llevará 34 años cotizados o ahorrados y le faltarán dos más de aportes para cumplir las posibles entonces 1.800 semanas, y nueve más de edad para obtener una pensión de un poco más de $1.600.000 a pesos de hoy. Si está afiliada a un fondo esta cifra dependerá de la cantidad de ahorro y del sube y baja de las tasas de interés.
Entonces, con esta simulación, y de acuerdo con su edad, cada millennials podrá hoy hacer sus cuentas. Es decir, calcular cuántos años tiene que aportar o ahorrar y que monto aproximado tendría de mesada.
Si Gloria tuviera hoy 20 años, le faltarían 50 para pensionarse pero podría darse el lujo de dejar de trabajar unos 12 años a lo largo de este medio siglo ya sea por desempleo o descanso. Pero si Gloria tuviera hoy 35 años y comenzara hasta ahora a aportar, estaría apenas para trabajar ininterrumpidamente durante 36 años y poder pensionarse en el 2050.
Así, como en el ajedrez, cada persona es un caso particular en materia de pensión, teniendo en cuenta de su edad, salario y tiempo trabajado.
Hay que señalar, además, que Gloria puede aportar como independiente cuando no tenga trabajo para asegurar sus 36 años de cotizaciones o ahorro.
Gloria tendrá la opción de afiliarse a Colpensiones, es decir al régimen público de prima media que exista o a un fondo privado de ahorro.
En las condiciones de hoy, Gloria aportará a cualquiera de los dos regímenes el 16 por ciento de su ingreso (está cifra subiría con las reformas), de los cuales a ella le descontarán en la empresa donde labora el 4 por ciento y su patrono cancelará el restante 12 por ciento. Pero si Gloria aporta como independiente tendrá que pagar ella todo el 16 por ciento. Y no sabemos con las reformas cómo quedarán los aportes, que hoy en países desarrollados pueden pasar del 20 por ciento del salario. Otra incertidumbre para los futuros aspirantes a pensionarse.
Al final, es decir a mediados de este siglo, Gloria será una afortunada pensionada, que de paso tendrá asegurado su servicio de salud que será descontado de su mesada.
Ahora vamos con Jaime. Un joven emprendedor de 30 años, quien por ahorrase unos pesos solo cotiza pensiones por un salario mínimo. Cuando al negocio le va bien sube un poco y paga sobre dos o tres salarios mínimos y cuando cierra sus negocios o fracasa, pues no aporta nada al sistema.
Total, en el 2050, Jaime con 64 años y a solo 6 años de cumplir los 70, la posible edad para pensionarse, está lejos de las 1.800 semanas cotizadas o de tener los ahorros necesarios en un fondo, y por consiguiente no tendrá derecho ni a una pensión mínima.
Al final de su vida, Jaime tendrá pocas opciones: pedir que le devuelvan las cotizaciones a Colpensiones o su saldo de ahorro si se afilió a un fondo. Con estos pocos pesos podrá sobrevivir unos meses. El resto de su existencia, entre 15 y 20 años en promedio, dependerá de sus hijos, si los tiene; de sus hermanos si los tiene, de familiares y amigos o de la caridad pública.
Frente a este panorama los millennials tienen la palabra y eligen entre la suerte de Gloria o la crisis de Jaime.
Advertencias de los expertos
Los estudiosos del tema pensional no son muy optimistas. Señalan el riesgo del sistema de prima media (Colpensiones), alertan sobre la falta de cultura financiera en los jóvenes milenials e insisten en que la salida es ahorrar, ahorrar y ahorrar.
Sonia Posada una consultora independiente es clara y directa. Los regímenes públicos de reparto se están debilitando porque esas pirámides con una gran base de cotizantes se están acabando por la longevidad, menos afiliados y menos hijos que aporten. Vamos, dice, para el fortalecimiento del sistema de capitalización, donde cada persona tiene una cuenta de ahorros para construir su pensión, y esa es la tendencia mundial. Para ella, nos movemos hacia reformas con más semanas, más edades, menos mesadas y unos ahorros más altos que garanticen pensiones para más años de jubilación. En la capitalización, concluye, lo que importa es la plata ahorrada y la expectativa de vida para ver con esa plata que se alcanza a cubrir del resto de la vida del retirado.
Para Clara Inés Guzmán, líder de bienestar financiero de una compañía especializada, la pirámide poblacional se está volviendo un rectángulo, pues hay más adultos mayores que jóvenes. Destaca que el régimen de prima media no es sostenible y que hoy se dedica un 4 por ciento del PIB para financiar pensiones de alrededor de 1,5 millones de pensionados. Advierte sobre el tema de informalidad y explica que solo el 56 por ciento de la población que trabaja cotiza o ahorra para pensionarse. No duda es afirmar que vienen reformas pensionales, como en todo el mundo, con aumentos de edad porque la gente vive más. Señala que antes del 2050 vendrán reformas con fuertes impactos en porcentaje de cotización, aumento de edades y niveles de ahorro y desmonte de beneficios y subsidios. Finaliza diciendo que la gente tiene que entender que se debe hacer responsable de su pensión, y que el gobierno no puede hacerse cargo de todos.
No le ponga ‘conejo’ a las cesantías
Su usted es un trabajador con vinculación laboral formal, es decir con un contrato de trabajo, tiene derecho cada año al pago de un mes de salario como cesantía, en una cuenta que usted abre en un fondo privado de cesantías o en el Fondo Nacional del Ahorro.
Esta prestación se creó como una especie de seguro de desempleo y se paga cuando un empleado queda cesante y con este dinero pueda atender sus necesidades mientras consigue otro trabajo.
Claro que los trabajadores también pueden obtener estos ingresos para destinarlos para la compra de vivienda o para el pago de educación superior suya, de su cónyuge o sus hijos.
La Ley 50 de 1990 reglamento todo el tema de entrega de cesantías. Este dinero el trabajador lo puede reclamar con retiros parciales para comprar lote, casa lote o una vivienda completa, para reparaciones locativas en su vivienda propia, para pagar créditos hipotecarios de un inmueble a su nombre y para cancelar impuestos prediales y de valorización.
El retiro total de las cesantías se registra cuando hay terminación de contrato, por renuncia o despido; cuando el trabajador se va prestar el servicio militar; cuando el empleado pasa a recibir salario integral; cuando hay sustitución patronal o cuando se presenta el fallecimiento del afiliado.
Una de las principales formas de hacer retiros ilegales o de ponerle conejo a la prestación en el trámite de retiros parciales para mejoras en inmuebles para lo cual se hacen cotizaciones con maestros o ferreterías por obras que no se hacen o arregladas promesas de compra venta que no se cumplen. Hemos encontrado que por lo general las personas hacen ‘trampa’ al retirar sus cesantías y afirmar que harán una remodelación en su casa y utilizan el dinero para otra cosa que no es necesariamente remodelación, dicen analistas de Asofondos.
Mientras esté vigente un crédito hipotecario o el leasing de vivienda, las cesantías se pueden destinar al pago de las cuotas de estos productos financieros, explican los expertos de Asofondos.
En empresas pequeñas o familiares se terminan y reinician contratos para facilitar el pago de la prestación. Y, también se hacen trampas con el pago de estudios de carreras que no se hacen.
En medio de todo esto, lo único cierto es que según la Superintendencia Financiera los retiros de cesantías han subido un poco más del 14 por ciento.
Ponerle conejo a las cesantías no paga. No se engañe porque al final usted es el que pierde, pues puede quedar cesante y sin cesantía.