Montaña rusa enjaulada

26 junio 2020 –

Por: Arturo Guerrero, Socio del CPB – El Colombiano –

Aumentan los feminicidios. Con frecuencia el culpable vive en las mismas cuatro paredes de la o las víctimas. El encierro ocasiona irritabilidad incontrolable. La etimología del vocablo cuarentena se ha violado, los cuarenta días van en tres meses. Lo peor: ya se habla de diciembre como horizonte del alivio. ¡Qué desconsuelo!

Cada grupo de colombianos habita un enclaustramiento diferente. La ebullición de hormonas de los adolescentes les genera insurrección contra el destino. Nadie habla por ellos ni los representa ante el poder, privilegio que sí han tenido los viejos con su rebelión de las canas.

Los flacos, de quince a diecisiete años, se sienten estafados: “nos están robando la vida”. Se pospone la primera novia -ahora amigovia o no novia-, se esfuma el grupo de amigos con los que es dable entrarles al aguardiente y al cigarrillo. La felicidad está en veremos. Hacen cuentas de los meses enjaulados y descubren el alto porcentaje de tiempo perdido, en relación con los años que llevan en el planeta. Un desperdicio entre bostezos.

La clase media saca del colchón los ahorros y se pone en fila contagiosa, ingresa al almacén como si fuera horda, sale triunfante con la caja del televisor más ancho que la pared. Tenían otro aparato, pero este estaba barato: elemental argumento de quienes por milagro arañan el sueño norteamericano de los días de rebajas apeñuscadas.

Con el día sin IVA, el Gobierno quiso halagar a los comerciantes y no previó el hambre de cachivaches que también es otra hambre. Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla, por la noche salió a nombrar a los compradores con el mote de “los indisciplinados”. Y los crucificó, pues su ansia “se constituye como un actuar criminal”.

En contraste, circuló el mismo día en redes la foto de una librería en cuya puerta transparente asustaban, no había un alma. ¿Por qué los “criminales” del alcalde caribe no se interesaron en comprar cultura? Porque esa clase media ha sido educada con la siguiente doctrina: “¿Qué es más bueno que tener plata? Pues tener más plata.”

Entre asesinos de mujeres, imberbes de vida escamoteada, “abuelitos” furibundos y compradores “criminales” en pos de sus aprendizajes, es notoria la montaña rusa de emociones en que se alza y se desploma el pueblo confinado.