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Redacción/el Nuevo Herald
Ni la lluvia, ni el cansancio ni la monotonía: nada le quitaba energía a los cubanos que celebraban ininterrumpidamente desde la noche del viernes la muerte de Fidel Castro, en la Pequeña Habana de Miami.
Centenares de cubanos del exilio continúan concentrándose en La Pequeña Habana de Miami para festejar la muerte de Fidel Castro y expresar su confianza, entre gritos a favor de la libertad en Cuba, en que su deceso sea el principio del fin de la dictadura en la isla.
Establecimientos como el restaurante Versailles, centro neurálgico de los exiliados en Miami, y las aceras de las calles adyacentes se hallan copadas por una multitud que entre emociones desbordantes canta y celebra el fin de Castro.
Con una mezcla de júbilo por la muerte del “dictador” y de esperanza por un futuro en la isla libre del castrismo, muchos cubanos confiesan a los medios allí presentes que “esperaban celebrar desde hace años la muerte de Castro”, mientras otros dicen que “más que celebrar la muerte de nadie, se celebra la esperanza” para la isla con la “desaparición del tirano”.
En lo que coinciden todos los entrevistados es en señalar que “va a haber un cambio y la dictadura se va a acabar”, dijo un joven cubano al canal Telemundo.
La fiesta comenzó a medianoche del viernes, se prolongó durante todo el sábado y aún continuaba el domingo por la mañana, aunque ya las calles estaban abiertas al tráfico.
“No me canso de celebrar porque parece mentira, nunca pensé que este momento iba a llegar”, comentó Delsy, que no quiso dar su apellido.
En una esquina cercana, frente al Parque Dominó donde todas las tardes juegan los jubilados cubanos, algunos de ellos discutían, al sereno, sobre el futuro de la isla.
“Ahora tenemos una esperanza los cubanos, que ya sin Fidel se va a caer su comunismo y si Dios permite podremos regresar a nuestro país libre”, comentó Vicente Abrez, de 65 años.
En la Ermita de la Caridad del Cobre –la patrona de Cuba–, se celebró una misa inusualmente concurrida y oficiada por el propio arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
“Fidel Castro se murió. Ahora le toca a él el juicio de Dios que es misericordioso y también justo”, dijo el prelado. “Que Santa María de la Caridad escuche al pueblo y adelante para Cuba la hora de la reconciliación”.
La ceremonia fue solemne y estuvo lejos de ser celebratoria, pero algunas señoras se enjugaban las lágrimas.
El alcalde de Miami, Tomás Regalado, visitó la manifestación durante la tarde del sábado y justificó que sus compatriotas mostraran tanta alegría por un fallecimiento.
“Los cubanos tenemos el derecho de celebrar este día”, comentó a periodistas, pidiendo a la comunidad latinoamericana “que no critique a los cubanos por celebrar y que entiendan lo que esto significa”.
El gobernador de Florida, Rick Scott, dijo en un comunicado que se unía “a los cubanoamericanos de todo el país que están increíblemente esperanzados por el futuro de Cuba”.