28 julio 2020 –
Por: Laboratorio de Periodismo –
Son numerosos los ejemplos de newsletters que no están vinculadas a ningún medio de comunicación sino que han nacido por el empuje de uno o varios periodistas y han logrado alcanzar audiencias relevantes y cierta monetización, sobre todo a través de patrocinios, en numerosos nichos. Entre ellos, en España, por citar un ejemplo conocido de boletines que han logrado audiencia, está Kloshletter, o incluso hay casos de éxito de newsletter realizadas por periodistas españoles en inglés, como Dealflow, de Jaime Novoa.
Si, además, el autor es ya un reputado periodista especializado en algún tema en concreto, con muchos seguidores en redes sociales, el paso a la newsletter se está convirtiendo en otra opción a tener en cuenta para profesionales en activo ante la incertidumbre sobre el futuro de muchas plantillas de periodistas que se ha planteado debido a la crisis causada por el COVID.
Precisamente Digiday reseñaba hace unas semanas el impulso que estaba tomando esta iniciativa y The Washington Post recogía hace unos días varios casos de conocidos periodistas que han dado ese salto. Por ejemplo, Emily Atkin periodista en New Republic, que estaba harta no sólo de su revista sino de la industria del periodismo en general.
Durante siete años, Atkin había ido logrando una audiencia fiel en temas vinculados al calentamiento global. Trató de impulsar a su medio para que fuera líder en este tipo de información, organizando incluso debates, pero su esfuerzo se vino abajo cuando su revista publicó un controvertido artículo de opinión.
“Lentamente, en el transcurso de una carrera en esta industria, comienzas a darte cuenta de que hay una línea entre cuando la publicación te beneficia como periodista y cuándo la estás beneficiando tú“, dijo. Y la pregunta fue: “¿Esta publicación me da tanto como yo a ella?”.
Y dejó la revista y creó Heated, una newletter “para personas cabreadas por la crisis climática”, según la propia definición de la newsletter. Heated se encuentra entre las publicaciones mejor pagadas de Substack.
Substack, la plataforma de monetización de newsletter
Substack está ayudando precisamente, sobre todo en el mundo anglosajón, a que periodistas y especialistas en alguna temática se aventuren en este camino. Substack, con sede en San Francisco, fue fundada por Hamish McKenzie, Chris Best y Jairaj Sethi en 2017. Los tres habían trabajado juntos en Kik, una aplicación de mensajería cofundada por Best. Desalentados por los algoritmos de las redes sociales que controlaban la distribución de noticias, querían una plataforma que permitiera a cada cliente construir un “mini imperio de medios” en torno a sus listas de correo, dijo McKenzie en una entrevista.
La plataforma alberga los boletines y todo lo necesario para que funcionen a cambio del 10 por ciento de los ingresos por suscripción. Los creadores mantienen el derecho sobre todo el contenido, además de sus listas de correo. Los boletines no incluyen anuncios.
El columnista Matt Taibbi es otro ejemplo del paso de un medio a tratar de vivir de su propia newsletter. Taibbi dejó Rolling Stone en abril para escribir en Substack a tiempo completo. Andrew Sullivan hizo lo mismo la semana pasada, dejando New York Magazine para resucitar su blog The Dish. Joan Niesen, una escritora de Sports Illustrated que fue despedida en octubre, poco después de la venta de la revista, comenzó un boletín gratuito de Substack la semana pasada.