8 Julio 2019.
Foto: Guillermo Torres.
Tras 30 años en la dirección de 6 AM 9 AM de Caracol Radio, Darío Arizmendi se despidió este viernes de su audiencia. En diálogo con SEMANA cuenta a qué se dedicará, reflexionó sobre el oficio periodístico y el poder.
Tomado de:Semana.
SEMANA: Cuando usted anunció su renuncia al aire dijo que daba un paso al costado pero no abandonaba el periodismo. ¿Ya sabe qué va a hacer?
D.A: El periodismo es mi profesión, mi vocación, una enfermedad. Aunque tengo varias propuestas e ideas, en Caracol me pidieron quedarme como asesor, haciendo un papel similar al que tiene Iñaki Gabilondo en la Cadena Ser: asistir a los consejos de redacción, tirar línea, ir a algunos foros o representar a la empresa en algunos eventos. Lo más seguro es que tenga un blog en audio que puede salir dos o tres veces a la semana en que hable sobre actualidad, política, economía y sobre cosas que ahora puedo opinar. No voy a salir al aire en directo, pero no voy a quedarme mordiéndome la lengua.
SEMANA: Usted fue uno de los primeros que estudió periodismo como carrera en una universidad. ¿Qué piensa de ese viejo y nuevo debate de si las personas deben o no estudiar para ser periodistas?
D.A: Yo pensé que ese era un debate totalmente superado: desde luego que hay que estudiar o formarse en periodismo, pero también es cierto que con la carrera no es suficiente. Además de que las personas deben tener unas condiciones naturales, vocación, talento, disciplina, es necesario que la completen con otra carrera o especialización. Ahora bien, para temas económicos o jurídicos, por ejemplo, sí prefiero tener unos profesionales que tengan una formación básica en esas disciplinas.
«La relación entre medios y grupos económicos es inevitable. Hacer información y mantenerlos actualizados tecnológicamente es muy costoso».
SEMANA: Del periodismo que usted aprendió o enseñó en la universidad, ¿qué es inamovible frente al de hoy?
D.A: El rigor, la profundidad y la capacidad de contextualizar. Un periodista no puede renunciar a ser un humanista, un intelectual, saber de todos los temas, porque está constantemente en un fogueo… lo importante es estar dispuesto a aprender.
SEMANA: ¿Cómo definiría la situación actual de los medios tradicionales?
D.A: De incertidumbre, de confusión, de desorientación, de no saber exactamente hacia dónde vamos, no solo por las audiencias o los ingresos, sino porque el negocio cambió. Cuando uno ve que Jeff Bezos compra el Washington Post por 250 millones de dólares o que Luis Carlos Sarmiento adquirió por más El Tiempo, se entiende que la prensa, los medios dejaron de ser empresas familiares para ser parte de grandes conglomerados económicos, empresariales, que tienen el suficiente músculo financiero para poder aguantar.
SEMANA: Pero, ¿es esta la mayor crisis?
D.A: Los medios hemos tenido años gloriosos y de bonanza, pero yo diría que la gran crisis comenzó con el cartel de Medellín y la fuerza que empezó a ejercer contra medios y periodistas. A mí, Pablo Escobar intentó secuestrarme tres veces para que defendiera la no extradición. A eso se juntó la crisis económica de los 80 y después la de los 90, que golpearon muy duro los ingresos. Incluso, nadie vislumbró lo que pasaría con internet, las redes sociales, el mundo digital… bueno, tal vez sí, ese fue Juan Luis Cebrián, fundador y director de El País.
SEMANA: ¿Qué piensa de la relación entre medios y grupos económicos?
D.A: Que es inevitable porque hacer información es muy costoso. Los medios son empresas que deben dar utilidades. Le escuché hace poco al presidente de una revista decir que para los ricos tener un medio de comunicación es como tener un Picasso, son un juguete, un capricho que además los divierte y los hace socialmente más poderosos, pero a sabiendas de que eso no da dinero, sino más poder. Pero también le escuché a otra persona muy importante que los medios se hacen fuertes en la medida que tengan independencia económica.
SEMANA: ¿Cómo mantener ese equilibrio entre informar de manera independiente frente a los intereses económicos de los dueños?
D.A: Teniendo personas éticas, ecuánimes, muy profesionales, al frente de los medios, para que no se dejen imponer una línea. Que haya un consejo editorial pluralista en el que los grandes temas se puedan discutir.Ahora bien, siempre habrá tensión y discusiones, entre los dueños y las salas de redacción. Un industrial, un empresario que permite esto es inteligente, porque al final posibilita que se construya confianza, credibilidad y respeto.
SEMANA: ¿A dónde va a llevar toda esta era digital a los medios de comunicación?
D.A: Si la prensa escrita no se especializa y deja de contar las noticias para explicarlas, para profundizar, difícilmente sobrevivirá, y lo más triste es que la crónica y el reportaje están siendo los más sacrificados en esta era digital. Por el lado de la televisión la situación es similar. Ahora hay ofertas de más de 200 canales a disposición a través del cable o el internet, y competir en esas condiciones es muy difícil. Yo veo una excepción en la radio que ha salido favorecida por su propia naturaleza, y porque los costos de montaje y de mantenimiento son mucho más bajos.
SEMANA: ¿Qué pasará con el periodismo escrito?
D.A: Ahí es donde veo el panorama más oscuro. En mi casa llega la prensa escrita nacional y regional, y varias revistas, y ninguno de mis tres hijos lee los periódicos. Dicen que son aburridos, que les da pereza, que prefieren las ediciones y publicaciones digitales. Y si eso pasa en la casa de un periodista, imagínese. Lo grave es que lo digital no genera los suficientes ingresos.
SEMANA: Usted, que ha estado tan cerca al poder, ¿qué piensa de este?
D.A: Que ha estado demasiado concentrado toda la vida, y no es algo nuevo. La prensa, por ejemplo, hasta hace poco estuvo concentrada en unas pocas familias políticas.
SEMANA: ¿Cómo cree que va el país y el Gobierno de Iván Duque?
DA: Al país lo veo bien en algunas cosas, regular en otras y mal en muchas. Los economistas no son tan optimistas de lo que va a pasar este año, ni en 2021 o en 2022, y a pesar de las promesas, creo que habrá otra reforma tributaria. En cuanto al presidente, le pondría un 2,7. Duque es un hombre inteligente, preparado, estudioso, pero la gente no termina de creerle porque piensa que es un apéndice del expresidente Uribe. Por otro lado, la mitad del gabinete no sirve y muchos no han dado la medida, salvo algunas excepciones como las ministras de Minas o Educación. Lo increíble es que el mayor opositor al Gobierno de Duque es su mismo partido: el Centro Democrático.
SEMANA: ¿Cómo son sus relaciones con el expresidente Uribe?
D.A: Mis relaciones con el expresidente Uribe fueron muy buenas cuando fue gobernador de Antioquia, y durante buena parte de su primer gobierno, hasta que una vez en Madrid, donde estaba viviendo por amenazas de las Farc, me reuní con cierta reticencia con José Obdulio Gaviria. Palabras más, palabras menos, me dijo que me traía un mensaje del presidente Uribe: que él se iba a lanzar para la reelección y que me pedía que lo apoyara. Le dije que no, y que me parecía un antecedente gravísimo porque después iba a querer la tercera, tal y como lo intentó. Después le pregunté a José Obdulio Gaviria: ¿qué es lo que ustedes quieren hacer en el poder? Y me respondió: queremos gobernar 20 o 30 años, como lo hizo La Falange en España con Franco. Que si un presidente es bueno debe ser reelegido las veces que sean necesarias, y me anunció que el próximo presidente, después de Uribe, iba a ser Uribito. Rechacé la propuesta, porque soy un liberal de ideas y porque Caracol es una organización que respeta la democracia.
SEMANA: ¿No cree que así como usted está dando un paso al costado, Uribe también lo debería hacer?
D.A: Creo que Uribe le ha venido haciendo daño, mucho daño, a este Gobierno y que no ha dejado a su hijo amado gobernar. Además, ha vuelto a radicalizar a la sociedad colombiana. Estamos peor que cuando se llevaban a cabo las discusiones de La Habana. Y eso es culpa de Uribe y de una clase dirigente que no quiere que aquí pase nada. Este es un país muy conservador.
SEMANA: ¿Qué opina de la izquierda colombiana?
D.A: Que sigue siendo mamerta, muy mamerta, y que se ha vuelto populista. Petro, por ejemplo, estuvo a punto de llegar a la presidencia no por encarnar ideales de izquierda, sino por populista.
S: La entrevista que nunca hizo…
D.A: A Manuel Marulanda Vélez Tirofijo. Se la pedí, porque además estaba haciendo un libro. Ya había entrevistado a Gabino, a Castaño, pero me mandaron al carajo y desde ahí empezaron mis problemas con las Farc. En una llamada, Raúl Reyes me dijo que “él le manda decir que se cuide”, y ahí empezó mi calvario.
SEMANA: Su mejor ‘chiva’…
D.A: Cuando le quitaron la visa para Estados Unidos al presidente Samper. Lo llamé a decirle. Él no lo podía creer, pero le advertí que era un hecho y que iba a sacar la noticia. Y así lo hice.
SEMANA: La peor chiviada…
D.A: Sucedió en el periódico El Mundo. Un equipo estaba en las corralejas de Sincelejo, se pasó de copas y nunca se dio cuenta de la tragedia del derrumbe de las tribunas que causó la muerte de 70 personas.
SEMANA: ¿Cuál cree que es su legado en periodismo en Caracol?
D.A: El ejemplo de disciplina, de constancia y el afán por hacer un trabajo bien hecho. Soy perfeccionista y no creo que nadie pueda acusarme absolutamente de nada. He dado ejemplo de transparencia, de honestidad y me retiro muy gratificado por la vida, feliz por el cariño y generosidad de todos, en especial de los oyentes.